Costumbres Matromoniales en la Época Védica
Introducción
En época védica marido y mujer se elegían el uno al otro si se sentían atraídos, incluso siendo de castas diferentes, habiendo incluso matrimonios con esclavas, pero ya en esta época se comenzó a prohibir el matrimonio entre familiares cercanos, costumbre que había estado permitida en épocas anteriores. En épocas más posteriores se recomiendan los matrimonios de la misma casta, incumbiendo la elección de un marido para una muchacha a la madre de esta, la cual la aconseja y guía para su embellecimiento. El pretendiente debe congraciarse con su suegra y pagar el precio de su prometida al padre de esta, compuesto de 100 vacas y un carruaje, aunque no se sabe si esto es una costumbre o un contrato.
La chica viste bien, no se duerme hasta media noche esperando la visita del prometido y permanecen juntos hasta el alba como rito prenupcial. Los matrimonios son pactados entre adultos por seres en plena juventud y aún no se casan a niños, siendo esta una costumbre más tardía. Se da tanto la monogamia como la poligamia en las clases altas, incluso puede que existiese la poliandria, encontrándose ya en mitos divinos. También en épocas antiguas se admitieron los matrimonios intrafamiliares, pero esto se prohíbe en el vedismo.
Desarrollo
Para el matrimonio se realizan ritos como escoger la fecha según indique un astrólogo, enviando el prometido mensajero para que lo alaben a él y a su familia ante su suegro y pacten con él, tras lo cual se conduce al prometido a la casa de su futura esposa donde le reciben mujeres jóvenes y le acoge como huésped de calidad. Luego ante su prometida ofrece regalos rituales como un vestido o una cerda de puerco espín y un espejo y luego la joven verifica una oblación de granos tostados y juntos dan una vuelta de siete pasos dados de la mano y atados por sus vestidos.
Tras esto la chica abandona a su familia si aún no ha llegado el momento de su primera menstruación, permanece en casa de sus padres hasta que esto ocurra y se monta en un carro o sobre un caballo o elefante y se realiza una procesión hasta su nueva casa llevando un fuego ritual para encender el hogar. Una vez entra en la casa sin tocar el umbral de la puerta, se sienta y coloca en sus rodillas al hijo de una mujer que solo haya tenido hijos vivos. Los tres días siguientes deben mantenerse castos y el cuarto día actuar oblaciones expiatorias y ahora si, comenzar con su vida de casados.
Al igual que en algunas otras culturas, se contempla la poligamia en las clases altas cuando el hombre podía permitirse tener más mujeres, a la par que podía repudiarlas pasados ocho años del matrimonio cuando esta era estéril, pasados diez a aquella a la que se le habían muerto todos los hijos, pasados once a la que únicamente tenía hijas e inmediatamente a la que habla de malas formas a su marido, e incluso esta decisión la podía tomar la propia mujer si el marido partía del hogar durante un tiempo excesivo y sin responsabilizarse de su cuidado.
Las viudas a su vez también tenían derecho a casarse de nuevo si de su primer matrimonio no ha salido ningún hijo varón, así que en épocas antiguas, para solventar esto cualquier pariente del difunto podía tomarla como esposa para darle un hijo varón a su familiar. Siempre que la viuda no fuera obligada a ser incinerada con su marido, claro, aunque esta costumbre estuvo prohibida en época védica, pero más tarde se recuperó e incluso a día de hoy hay quienes la practican.
Los contrayentes podían ser casados a muy temprana edad, siendo que las niñas eran casadas incluso antes de llegar a los ocho años con hombres de edades muy superiores, pero también muy jóvenes, con lo cual tendrían que repetir la ceremonia nupcial con la pubertad. También se aceptaban el rapto y la compra de mujeres como método de obtener una esposa, e incluso se violaba a muchachas dormidas o bajo los efectos del alcohol y las drogas, aunque estos no estuviesen muy bien vistos, incluso ocurría el matrimonio por amor sin intervención de los padres.
Época Maura
En el matrimonio, el padre de la joven tiene que encargarse de buscar a un buen muchacho de su misma casta que le agrade, ofreciéndole la mano de su hija aunque esta no hay ni cumplido los ocho años, que es la edad a la que se debe casar a las niñas, aunque en caso de no haber una buena opción para casarla, se prefiere que se quede en casa de su padre antes que dársela a un mal hombre
La muchacha, aunque ya esté en edad de casamiento, también puede esperar tres años antes de casarse, pero tras estos deberá elegir un marido de su misma casta, siendo que si la joven no llega a ser casada por su padre de esta forma puede elegir marido por su voluntad sin cometer ninguna falta, incluso si solo se está viendo con un hombre. Si un muchacho se casa con una mujer que su padre no ha casado aún, este no deberá rendirle ninguna gratificación a ese padre que tanto ha tardado en casar a su hija retrasando su momento de ser madre. Una vez se encuentra casada, la muchacha no puede llevarse a casa de su marido las joyas y adornos recibidos en su hogar natal, pues esto se consideraría un robo.
Conclusión
Las edades que se consideran ideales para casarse son los ocho años para las muchachas, las cuales tomarán los hombres de veinticuatro, mientras que si la niña ya tiene doce años, se le casará con un hombre de treinta, siendo que con esta unión, la mujer queda a merced del hombre y el objetivo de ambos será tener hijos, pues únicamente teniendo un hijo varón el padre podrá ascender y llegar al nirvana en la otra vida.
De esta necesidad casi divina de tener hijos surge el hecho de casar a la viuda de un hombre con el hermano de este para así darle un hijo a su hermano, caso también aplicable a quien únicamente ha tenido hijas y necesita obtener un hijo a través de que nazca su primer nieto. Una vez una mujer ha sido ofrecida a un hombre en matrimonio, el padre no podrá ofrecérsela a ningún otro, y entonces, marido y mujer, tendrán que guardarse fidelidad el uno al otro hasta su muerte, además de intentar estar unidos y de ante todo, tener hijos