Principios De Ética Biomédica: Moralidad, Autonomía Y No Maleficencia.
Inicialmente es importante aclarar y partir de los conceptos fundamentales y simplificados de moral, ética, bioética, y ética médica, para lograr realizar una aproximación a los principios de ética biomédica y su interpretación abordados por los autores en el texto. La moral, se define como el conjunto de reglas que se generan de manera individual o grupal y que se aplican a los actos de vida cotidiana de los ciudadanos. Estas normas guían a cada individuo, orientando sus acciones y sus juicios sobre lo que es moral o inmoral, correcto o incorrecto, bueno o malo. Es decir que la moral se refiere más a las creencias y prácticas de primer orden que implican un conjunto de juicios establecidos. Mientras que la Ética es un término más genérico, la ética es más reflexiva al cuestionarse el por qué se consideran válidas algunas conductas y otras no, es decir, busca y analiza el fundamento de cada comportamiento. Si se define la ética, como ciencia, es un conjunto de conocimientos derivados de la investigación de la conducta humana al tratar de explicar las reglas morales de manera racional, fundamentada teórica y científicamente. Es una reflexión sobre la moral. Provee la base teórica para valorar el por qué algo es bueno o malo.
Sin embargo, el concepto de Bioética, es mucho más integral, dado el carácter interdisciplinario de su naturaleza la bioética integra varias disciplinas con el fin de promover el bien social, la bioética intenta abordar problemas complejos suscitados en el ámbito específico de la atención sanitaria y ha ido ampliando progresivamente su enfoque para estudiar los factores naturales, tecnológicos y sociales que pueden tener repercusiones sobre la salud humana y la biosfera en su conjunto. Y la Ética médica, es una disciplina que acompaña al médico a lo largo de su vida profesional, orienta la conducta del profesional médico hacia el acto médico correcto, y propicia el logro de un estándar ideal y de excelencia de las relaciones que debe establecer con los enfermos.
Resulta interesante analizar la revisión de las diferentes teorías éticas y enfoques (normativos, no normativas: descriptiva y metaética), subyacentes en la Bioética actual, que plantean los autores con la intención de descubrir cuáles fueron los elementos que utilizaron, para presentar la propuesta de los cuatro “Principios básicos” (Autonomía, Beneficencia, No maleficencia y Justicia).
Para poder llegar a entenderlos es necesario comprender ¿Qué es un Principio?, los Principios guían al profesional hacia un enfoque particular en la solución de un problema, pueden además cumplir con la función de justificación, son normas generales, son necesarios y suficientes para dirimir los dilemas éticos, consisten en reglas que ordenan los argumentos y permiten resolver las diversas situaciones, los principios y las reglas se consideran que obligan prima facie y no poseen carácter absoluto, permitiendo resolver situaciones de conflicto, basándose en el principio que predomine en la situación de salud determinada. En el ámbito de la Bioética, sirven para guiar la toma de decisiones en situaciones corrientes o complejas.
Dentro de las metodologías éticas descritas por los autores para explicar la formulación de estos cuatro principios se destacan tres: primero el deductivismo ético o modelo de preceptos genéricos, que establece que los juicios o valoraciones de tipo moral se realizan a partir de determinados preceptos normativos preexistentes que son más generales que los juicios concretos. De allí se deriva las reglas de actuación concretas. De acuerdo con lo afirmado por los autores, este esquema puede que no sea aplicable a todos los casos problemáticos, porque la realidad clínica es más compleja, se puede afirmar que el deductivismo moral discurre de arriba abajo, desde las afirmaciones más universales hacia las más particulares. Prioriza lo general y la teoría.
El segundo método descrito, es el inductivismo, o el modelo basado en los casos individuales, el razonamiento ético parte metodológicamente del análisis de hechos o casos concretos para poder llegar a las generalizaciones. Las reglas de la acción moral deben usar acuerdos y prácticas sociales preexistentes como punto de partida, y desde ahí́ generalizar a normas como principios y reglas, generalizaciones derivadas de la experiencia y de las formas de pensamiento en cuestiones éticas. El inductivismo, discurre de abajo arriba, desde lo particular y singular hacia lo más universal(4) . Prioriza así la experiencia y la prudencia.
Y por último concluyen con un último esquema diferente de razonamiento moral, denominado el coherentismo o método basado en el equilibrio reflexivo descrito por John Rawls, este no es ni descendente ni ascendente; se mueve en ambas direcciones. Nos hablan de la necesidad de formular juicios ponderados, es decir los “juicios en los que es más probable que nuestras capacidades morales puedan ser desplegadas sin distorsiones”, el equilibrio reflexivo al que los autores se refieren, debería servir para pulir, retocar esos juicios ponderados a fin de que sean coherentes con la teoría ética en la que encuentran su fundamento. Es decir que se parte de juicios de qué sea correcto o incorrecto en nuestros actos y posteriormente construimos una teoría general lo más coherente posible con esos juicios.
Con la comprensión de estas metodologías antes descritas se llega a la formulación de los cuatro Principios básicos o deberes éticos, que deben servir para guiar la conducta a seguir:
Respeto de la autonomía: La palabra «autonomía» proviene del griego y significa “autogobierno”. Para los autores, el individuo autónomo es el que “actúa libremente de acuerdo con un plan autoescogido”. Según afirman los autores, todas las teorías de la autonomía están de acuerdo en dos condiciones esenciales: a) la libertad, entendida como la independencia de influencias que controlen, y b) la agencia, es decir, la capacidad para la acción intencional.
El significado que algunas teorías dan a una persona autónoma tiene los siguientes rasgos: excepcionalmente auténtica, autoposeída, consistente, independiente, autogobernada, resistente al control por autoridades, y fuente original de los valores, creencias y planes de vida personales. Beauchamp y Childress, entienden que ese ideal de autonomía es muy alto y que muy pocos pueden aspirar a alcanzarlo.
Es importante tener en cuenta la noción de acción autónoma; cuando el que actúa lo hace a) intencionadamente, b) con comprensión y c) sin influencias controladoras que determinen su acción. Para poder determinar si una acción es autónoma, tenemos que conocer si es o no intencional y, además, comprobar si supera un nivel substancial de comprensión y de libertad de coacciones, y no si alcanza una total comprensión o una total ausencia de influencias. La autonomía de una persona es respetada cuando se le reconoce el derecho a mantener puntos de vista, a hacer elecciones y a realizar acciones basadas en valores y creencias personales. El respeto por la autonomía del paciente obliga a los profesionales a revelar información, a asegurar la comprensión y la voluntariedad y a potenciar la participación del paciente en la toma de decisiones.
En cuanto al principio de no-maleficencia se hace referencia a la obligación de no infringir daño intencionadamente. Este principio se inscribe en la tradición de la máxima clásica primum non nocere (“lo primero no dañar”). Aunque la máxima como tal no se encuentra en los tratados hipocráticos, sí que existe una obligación de no maleficencia expresada en el juramento hipocrático.
Algunos filósofos consideran a la no-maleficencia y la beneficencia como un mismo principio. Para Beauchamp y Childress la obligación de no dañar a otros, por ejemplo, no robar, no lastimar o no matar, es claramente distinta a la obligación de ayudar a otros, por ejemplo, ofrecer beneficios, proteger intereses o promover bienestar.
Este principio solicita “no dañar”. Una persona daña a otra cuando lesiona los intereses de ésta. Estos intereses pueden ser: la reputación, la propiedad, la privacidad o la libertad. Los autores al referirse a el principio de no-maleficencia se concentran en “los daños físicos, incluyendo el dolor, la discapacidad y la muerte, sin negar la importancia de los daños mentales y las lesiones de otros intereses”. Esto es, en mi opinión, también una ética quepodríamos denominar
Como conclusión de lo expuesto, es posible entender la obra de Beauchamp y Childress como uno de los iconos de la ética global donde partiendo de la teoria de principialismo, plantean la propuesta formal, sobre los principios o deberes de la etica medica que continuan vigentes.
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