Tiempos de Pandemia y la Lucha Contra el Virus

Introducción.

Al inicio de nuestra carrera médica tenemos muchos anhelos y con la orientación de ayudar a los demás, de curar y de salvar vidas, pero no viene con advertencia y de pronto hay situaciones en que abruptamente generan cambios como la que estamos viviendo en estos momentos, tiempos confusos en estos días, tiempos de pandemia, y un nuevo virus nos ha puesto a todos nuestro mundo al revés.

Este virus, llamado SARS-CoV-2, cuya enfermedad se conoce como COVID-19, nos ha vuelto peligrosos y evitamos a toda costa el contacto como abrazos, besos, amor, y en su lugar nos dice mantener la distancia y aislamiento, pero está acompañado de otro virus que se lo conoce como MIEDO.

Ahora hay que quedarse en casa no importa si eres muy joven, viejo o vulnerable debes permanecer confinado y mirar el día y la noche detrás de la ventana, ahora el contacto los abrazos y besos se volvieron un peligro, las visitas y las reuniones son prohibidas, es la única manera de contrarrestar el virus.

Desarrollo.

Así empiezan las vacaciones en casa, recordar que nuestro hogar es el lugar más seguro donde podemos estar, compartir con la familia, teniendo citas con nosotros mismos en lugares de la casa, respetando la distancia y el confinamiento.

Desde pequeños nos enseñaron que la humanidad ha pasado por terribles guerras a través de la historia, pero el que lidiamos en la actualidad es invisible, se ha llamado rey virus porque tiene corona en su nombre, no lo vemos, pero es altamente contagioso y muchas veces puede ser letal destrozando familias enteras.

Como toda guerra no conoce edad, raza, sexo o condición social, simplemente está a nuestro alrededor lo que nos obliga a una nueva adaptación, con nuevos protocolos y procedimientos que te hace utilizar armas diferentes y necesarios volviéndonos irreconocibles afuera utilizando EPI (equipos de protección individual) y máscaras que si no lo haces estás indefenso y expuesto.

A propósito de la mascarilla ese artículo tan sutil y poderoso claro si la utilizas correctamente que ahora conviven con nosotros, en nuestras casas, sobre nuestras mesas, al principio nos costó aceptarlas, y ahora existen variedad de formas diseños y adaptadas para todo el público, y es que aquí no importa como la utilices por debajo de la nariz, colgada de la cabeza o las orejas o como adorno en el cuello o si te la retiras antes de hablar, aquí lo importante no es aprender a usarlas, sino llevarlas, porque como decía mi vecina «algo nos hará».

A menudo, no hay más remedio que ir a la batalla, a cumplir con el deber, es muy complicado nuestro día a día, me visto con ropa protectora y la máscara, confiando en mi propia salud, a veces me siento agotada, pero aún hay mucha lucha y es necesario continuar.

Cada saliente de guardia, para mí y para muchos profesionales es el día 1, el primer día que contabilizamos de un posible contagio, recorremos los pasillos, buscamos oportunidades de proteger y cuidar la vida de quien llega en busca de nuestra ayuda, analizamos nuestra intervención y la del equipo, pensamos aquello que hicimos bien y lo que tal vez tendríamos que mejorar.

Pero ahí no termina todo al final del día te retiras con la pregunta ¿me habré contagiado?, y llego a casa hago un exhaustivo protocolo de desinfección, intentando minimizar el riesgo, utilizando los medios de seguridad, pero aun así luego sigo temiendo por mi familia.

Mis hijos aún pequeños quienes esperan mi llegada y aunque parece rechazo debo mantenerme alejada y decirles no, a lo que antes era innegable, un abrazo, un beso, una muestra de amor, porque es la única opción, que difícil es para todos.

Sin embargo, pasó lo que tanto temía, una noche escuché una tos anormal en mi madre. No era la tos esporádica como por reacción al frío o al polvo. Era una tos seca, casi asfixiante seguida de un mareo y debilidad preocupante, pues es verdad se contagió el rey virus “coronavirus” estaba en casa.

En ese momento te das cuenta de que tu esfuerzo, que tu riguroso protocolo de desinfección que tus medidas de seguridad no fueron suficiente, y no es solo el miedo el que te acompaña también están la duda y la culpa de pensar que eres el motivo de su enfermedad.

Desde ese episodio solo han seguido días de insomnio en mi casa, confinada con ella convirtiéndome más que su hija su cuidador, vigilando sus síntomas, pero sobre todo su respiración que no se apague, ahora dependiente de oxígeno con un dispositivo que ahora parece parte de su rostro, administrándole su medicación, en el cuarto en el que estamos confinadas desde el lugar donde ahora estoy escribiendo.

Conclusión.

Cuidar a un enfermo es muy difícil, hago lo mejor que puedo, sentí la derrota sobre mí, ella se sentía cansada con su voz apagada me decía que estaba bien, yo le repetía no te rindas, aún tenemos mucho tiempo y momentos que compartir, memorias que fortalecer, fuimos constantes, disciplinadas, nos cuidamos.

Hoy seguimos aquí, nos sentimos diferentes, aun con miedo de lo desconocido, pero valientes, y lo único que pienso que en estos tiempos de pandemia es necesario cambiar y valorar nuestros esfuerzos, y que nadie se salva solo, nos tenemos que ayudar entre todos. 

16 July 2021
close
Tu email

Haciendo clic en “Enviar”, estás de acuerdo con nuestros Términos de Servicio y  Estatutos de Privacidad. Te enviaremos ocasionalmente emails relacionados con tu cuenta.

close thanks-icon
¡Gracias!

Su muestra de ensayo ha sido enviada.

Ordenar ahora

Utilizamos cookies para brindarte la mejor experiencia posible. Al continuar, asumiremos que estás de acuerdo con nuestra política de cookies.