Uso de la Musicoterapia como Tratamiento para el Alzheimer
Introducción
¿Por qué las canciones de cuna son conocidas por calmar a los niños? ¿La música puede ser usada para moldear el cerebro? ¿Influye en nuestro humor? La música ha sido una parte indispensable de cada cultura a lo largo de la historia. Cuando se piensa en México, China, Suecia, en cualquier lugar del mundo, hay un tipo de música que se aparece en nuestras cabezas. Se puede decir que “no hay otra actividad cultural humana que sea tan penetrante como la música, la cual llega, moldea, y a menudo controla muchas de las conductas humanas” (Davis et al citado en de la Rubia et al, 2014, p.133). Siendo algo tan importante en nuestras vidas, no es sorpresa que, gracias a los estudios sobre los impactos positivos de ésta, sabemos que al escucharla se estimulan partes cerebrales haciendo que se segregue serotonina: la hormona del buen humor y la felicidad (Capdevila, 2019). Pero además de hacernos sentir bien, la música tiene el potencial de curar ciertas enfermedades al ser usada como medicina alternativa. En este ensayo, hablaremos sobre la música como tratamiento para el tipo de demencia llamado Alzheimer. Primero explicaremos en qué consiste esta patología, luego hablaremos sobre la musicoterapia, y, finalmente, se discutirá la relación entre estas dos y cómo podemos usar la música como tratamiento para este tipo de demencia. Todo esto con el objetivo de probar con estudios anteriores que la musicoterapia es un tratamiento prometedor para el Alzheimer.
Desarrollo
La demencia es una patología que aparece debido al envejecimiento, generando problemas tanto para la persona que la padece como para su cuidador y familiares (de la Rubia et al, 2014, p.132). Existen muchos tipos de demencia, pero según la Organización Mundial de la Salud (2019), el Alzheimer es la más común a nivel mundial, acaparando entre un 60% y 70% de los casos. Podemos definir la enfermedad del Alzheimer como
demencia degenerativa primaria de predominio cortical e inicio insidioso a partir de los cincuenta años, progresiva e irreversible, caracterizada por pérdida de diversas capacidades intelectuales y cognitivas, lo que conduce a un comportamiento alterado, con pérdida de los hábitos de cuidado personal, deterioro de la relación con las personas y con el entorno, y trastornos neurológicos y físicos diversos. (Sarasa citado en de la Rubia et al, 2014, p.132)
Esta patología se puede dividir en tres etapas: como signo principal hay una pérdida de la memoria a largo y corto plazo, seguido de pérdida de autonomía, y finalmente se pierde la capacidad de realizar actividades diarias (Tárraga citado en de la Rubia et al, 2014, p.132). Actualmente no existe un tratamiento que cure esta enfermedad, por eso es importante el uso de terapias complementarias y alternativas para lograr la mejora del paciente (Montés citado en de la Rubia et al, 2014, p.132).
Uno de los tratamientos que se están investigando actualmente es la musicoterapia, la cual, según la World Federation of Music Therapy (WFMT) citado en Soria-Urios et al en su artículo Evidencias cerebrales del entretenimiento musical (2011):
La musicoterapia consiste en el uso de la música y/o de sus elementos musicales (sonido, ritmo, melodía, armonía) por un musicoterapeuta, con un paciente o grupo, en el proceso diseñado para facilitar y promover la comunicación, el aprendizaje, la movilización, la expresión, la organización u otros objetivos terapéuticos relevantes, con el fin de lograr cambios y satisfacer necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas. La musicoterapia busca descubrir potenciales y restituir funciones del individuo para que éste alcance una mejor organización intra e interpersonal y, consecuentemente, una mejor calidad de vida a través de la prevención y rehabilitación en un tratamiento. (p.739)
Según esta definición, la musicoterapia puede mejorar la salud física y psicológica, los cuales son factores afectados por el Alzheimer. Esto es posible debido a 5 factores: la música atrae nuestra atención de forma más efectiva que otros estímulos sensitivos, es capaz de modular emociones, en su procesamiento se conllevan diferentes funciones cognitivas, puede evocar patrones de movimiento de manera incluso inconsciente, y finalmente, implica comunicación (Hillecke citado en Soria-Urios et al, 2011, p.739). Sabiendo las bases del funcionamiento de la musicoterapia, podemos hablar sobre los beneficios de ésta. Según Koelsch citado en Soria-Urios et al, (2011, p.740), hay tres sectores principales donde se pueden notar el efecto de la musicoterapia: a nivel emocional, existe la posibilidad de que la musicoterapia active el hipocampo previniendo la muerte de neuronas hipocámpicas y el bloqueo de la neurogénesis hipocámpica, lo cual está presente en variaciones como la depresión y el estrés postraumático. También hay mejora en el área de acción-percepción ya que, al activar no sólo zonas auditivas, sino áreas motoras también, se facilita el aprendizaje de acciones. Por último, en el área de cognición social porque se está buscando la prueba de que, al conocer al autor de cierta pieza musical y el propósito de ésta, nuestra percepción sobre su obra sea influenciada. Aunque falta investigación que soporte este último punto, representa un factor con el potencial para ser parte del tratamiento de la musicoterapia. Como podemos ver, existe una amplia gama de justificaciones para el uso de la música como método terapéutico.
Ahora, ¿por qué resultan efectivos estos beneficios para los pacientes con Alzheimer? Los diversos estudios acerca de este tema nos permiten observar que la música influye en el comportamiento y humor de las personas que sufren esta demencia ya que los hace estar más tranquilos (Soria-Urios et al, 2011, p.740). Esto es posible debido a “la activación de memorias asociativas y el análisis de la expresión emocional, ligados a la percepción tonal y temporal del módulo de procesamiento musical”, los cuales son los principales factores comprometidos en el efecto relajante de la música, ya que ésta desencadena mecanismos neuroprotectores al fomentar la expresión de neurorofinas (Orjuela, 2011). Asimismo, la musicoterapia mejora la memoria, las expresiones emocionales y el movimiento. Pero para que esto sea posible, es importante que el material que utilicemos sea significativo para la persona, como un género de música que sea de su agrado, por ejemplo (Soria-Urios et al, 2011, p.740). También sabemos que otros síntomas del Alzheimer son la depresión y la ansiedad (Sagasti y Bernaola citado en de la Rubia et al, 2014), los cuales pueden ser tratados con musicoterapia según Soria-Urios et al (2011).
Conclusión
Como se mencionó anteriormente, diversos estudios han probado la eficiencia de la musicoterapia en pacientes con Alzheimer. A continuación, compartiremos los resultados de algunos de éstos. Los resultados del estudio de Gómez, M y Gómez, J (2017), arrojaron los siguientes resultados:
Se observó una mejoría significativa de memoria, orientación, depresión y ansiedad (escala HAD) en pacientes leves y moderados; de ansiedad (escala NPI) en pacientes leves; de los delirios, alucinaciones, agitación, irritabilidad y trastornos del lenguaje en el grupo con demencia moderada. El efecto sobre las medidas cognitivas es ya apreciable a las 4 sesiones de musicoterapia.
En esta conclusión se puede observar la mejoría en áreas anteriormente mencionadas en este ensayo (memoria, depresión y ansiedad), además del sorprendente dato de que en tan solo 4 semanas se pueden observar resultados.
El siguiente estudio, hecho por de la Rubia et al (2014), tiene igualmente como resultado la disminución de la depresión y ansiedad en los pacientes:
La muestra está conformada por 25 individuos cuya media de edad es de 77.52 años, con una desviación típica de ± 7.37 años. De ellos 7 son hombres, que se corresponde con el 28% y 18 son mujeres que representa el 72%. Al evaluar la escala de HADS entorno a la ansiedad antes de la musicoterapia, obtuvimos que la puntuación media era de 19.83 con una desviación típica de ± 2.54. Mientras que tras la musicoterapia obtuvimos un 25.23 con una desviación típica de ± 3.59. Por otro lado, en la escala de depresión el valor medio previo a la musicoterapia fue de 20.50 con una desviación típica de ± 4.77, mientras que tras la musicoterapia aumento a 24.95 con una desviación típica de ± 3.64. Debemos recordar que, a puntuación más elevada, menor es el grado de ansiedad y de depresión. (p.137)
Por último, mostraremos las conclusiones de la siguiente investigación hecha por García, (2013):
Es muy importante utilizar músicas que sean significativas para el paciente. De nada sirve si se trabaja con una canción completamente ajena a la vida, edad, entorno social y cultural del enfermo, no se obtendrá ningún resultado significativo. Por ello es vital realizar una anamnesis musical previa a cualquier tratamiento, ya sea individual o colectivo en vistas a programar las sesiones y actividades y seleccionar la música más adecuada para lograr los objetivos que se persigan […]. Como se ha visto a lo largo del trabajo, el Alzheimer es una enfermedad degenerativa, con lo que existen varios niveles de afectación en los pacientes (de moderado a muy grave) que además irá variando a lo largo del tiempo. Hay que valorar la situación en la que se encuentra cada uno para adoptar una actitud correcta en cada situación, además de tomarlo en consideración para organizar y programar cada sesión de intervención. (p.34)
En las conclusiones anteriores se repite el hecho ya mencionado en este ensayo de que la música usada en la terapia tiene que ser significativa para el paciente o si no, no arroja resultados. También aparece el punto importante de que cada caso de Alzheimer es diferente. Por esta razón, la musicoterapia es un tratamiento complicado, porque no puedes usar el mismo método para todos.
Como conclusión, existen muchos estudios para saber los beneficios de la musicoterapia en las personas en general, pero hacen falta investigaciones que se enfoquen específicamente en la enfermedad del Alzheimer. Al no tener una cura definitiva para este tipo de demencia, la comunidad científica debe utilizar sus recursos para explorar este tratamiento que parece ser muy prometedor. Asimismo, brindar una mayor publicidad entre la comunidad afectada para que no sea desacreditada por ser un tipo de medicina alternativa. La música tiene como ventaja que es algo al alcance de todos, utilicémosla para moldear nuestro cerebro y luchar contra el tipo de demencia más común: el Alzheimer.
Bibliografía
- Gómez Gallego, M. & Gómez García, J. (2017). Musicoterapia en la enfermedad de Alzheimer: efectos cognitivos, psicológicos y conductuales. Neurología, 32(5), 300–308. https://doi.org/10.1016/j.nrl.2015.12.003
- Zárate D, P., & Díaz T, V. (2001). Aplicaciones de la musicoterapia en la medicina. Revista médica de Chile, 129(2). https://doi.org/10.4067/s0034-98872001000200015
- Capdevila, N. (27, septiembre, 2019). La Musicoterapia, ¿cuáles son sus beneficios? [Entrada de blog]. Recuperado de https://mejorconsalud.com/la-musicoterapia-cuales-son-sus-beneficios/
- Soria-Urios G., Duque P. & García-Moreno J. (2011). Música y cerebro (II): evidencias cerebrales del entrenamiento musical. Rev Neurol. Recuperado de http://www.academia.edu/download/39790573/Music_and_brain_II_evidence_of_musical20151107-9081-1o6vn24.pdf
- García, S. (2013). Musicoterapia en el tratamiento de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer. (Tesis de grado, Universidad de Valladolid). Recuperado de http://uvadoc.uva.es/handle/10324/3340
- [OMS] (19, septiembre, 2019). Demencia. Recuperado de https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/dementia
- De la Rubia, J., Sancho, P. & Cabañés, C. (2014). Impacto fisiológico de la musicoterapia en la depresión, ansiedad, y bienestar del paciente con demencia tipo Alzheimer. Valoración de la utilización de cuestionarios para cuantificarlo. European Journal of Investigation in Health, 4(2), [p.131-p.140]. doi: 10.1989/ejihpe.v4i2.60
- Rojas, J. (2011). Efecto ansiolítico de la musicoterapia: aspectos neurobiológicos y cognoscitivos del procesamiento musical. Revista Colombiana de Psiquiatría, 40(4), [p.748–p.759]. doi: https://doi.org/10.1016/s0034-7450(14)60162-1