La Buena Voluntad Segun La Filosofia De Kant

Seguro que alguna vez has escuchado la mítica pregunta: ‘’¿qué quieres ser en la vida?’’ Quizás, incluso sea algo que te has cuestionado tú mismo ‘’¿qué quiero ser?’’ Hay infinidad de respuestas, los más pequeños siempre aspiran a ser algo ‘’grande en la vida’’, futbolistas, actores, pilotos de avión, ricos simplemente… La mayoría de respuestas suelen ser similares pero ¿qué hay de la felicidad? ¿Nadie quiere ser feliz? ¿O es algo que todos quieren pero nadie pretende alcanzar de la forma adecuada? No me malinterpretes, querido lector, en este ensayo no pretendo ofrecer una guía exacta, ‘’20 pasos para alcanzar la felicidad’’, pero sí que se abra una nueva ventana de reflexión, la misma que se me abrió a mi tras leer La fundamentación de la metafísica de las costumbres.

Empecemos por el principio: la conceptualización. ‘’Estado de grata satisfacción espiritual y física’’. Así es definida la felicidad por la RAE. Para todo lo que supone la felicidad, dado que es un cúmulo de emociones, sentimientos y sensaciones quizás, parece que la significación (probablemente más leída) es muy simple.

¿Existe o podría ser que hubiese una idea universal sobre lo que es la felicidad? Sí, y ahí la tenemos, pero realmente considero que es imposible que una sola idea abarque un ‘’algo’’ tan grande, a pesar de que precisamente para facilitar nuestra comunicación y comprensión y evitar definir todas esas cosas como ‘’algo’’ es que se le ha dado ese nombre, aunque hay que tener en cuenta siempre que para cada persona es diferente: hay quienes son felices con un coche nuevo y quienes lo son porque un amigo les regala un pañuelo con su olor.

La felicidad es un concepto que se ha ido banalizando con el tiempo, pero Kant reaviva su significado en esta obra. Los seres humanos tenemos diferentes valores, ya sean considerados buenos o malos, pero los tenemos y, aunque se ha definido la felicidad como un concepto a parte, como un estado o sensación que podemos alcanzar según nuestras metas, parece que nadie dice nada sobre los valores.

La felicidad en Kant es algo un poco controvertido, ya que su búsqueda puede hacernos realmente felices o no, todo depende de cómo lo hagamos.

Kant considera que se puede alcanzar la felicidad tanto para uno mismo como para el resto, siempre a través de la moralidad. Es una idea fija que mantiene entre todas sus pretensiones. Establece dos modos a través de los que podemos llegar a ser dignos de ser felices: el derecho y la virtud. Antes de definir ambos conceptos, quisiera remarcar ese ser ‘’dignos’’. ¿No es lo mismo la felicidad que una felicidad digna? Ciertamente parece que no, que no todas las personas que puedan considerarse felices (que ya es bastante) tienen una felicidad digna o, válida para Kant. Entonces ¿quién merece ser considerado digno? Aquellas personas que siguen los métodos mencionados. El derecho es, según el filósofo, el ‘’conjunto de condiciones bajo las cuales el arbitrio de uno puede conciliarse con el arbitrio de otro según una ley universal de la libertad’’. Es decir, que solo aquellos que para buscar su felicidad tengan en cuenta y respeten al resto, alcanzarán una felicidad digna, prima la justicia.

Por otra parte, tenemos la virtud. Los deberes propios de la misma, solo pueden ser exigidos internamente por cada persona, bajo su propia decisión. Esto es lo que conocemos en Kant y, también generalmente como ética. Cada persona tiene su propia manera de actuar, en algunos casos basando el ejercicio de sus acciones en la ética y otros no tanto; solo los primeros son dignos de alcanzar la felicidad, esa felicidad digna de la que se habla.

Basar nuestras acciones en la ética sirve para actuar bajo buenos preceptos. No hay nada que pueda considerarse completamente bueno, a menos que nos estemos refiriendo a la buena voluntad. Todas nuestras facetas, peculiaridades, modos de actuar, en definitiva, todo aquello que conforma el carácter, aunque sea facultativamente bueno, puede convertirse en todo lo contrario si no está basado en una buena voluntad. Esto mismo, dice Kant, ocurre por ejemplo con los dones de la fortuna.

‘’El poder, la riqueza, la honra, la salud misma y la completa satisfacción y el contento del propio estado, bajo el nombre de felicidad, dan valor, y tras él a veces arrogancia, si no existe una buena voluntad que rectifique y acomode a un fin universal el influjo de esa felicidad y con él el principio todo de la acción; sin contar con que un espectador razonable e imparcial, al contemplar las ininterrumpidas bienandanzas de un ser que no ostenta el menor rasgo de una voluntad pura y buena, no podrá nunca tener satisfacción, y así parece constituir la buena voluntad la indispensable condición que nos hace dignos de ser felices.’’ 19

Bajo la justificación de la felicidad como fin último, realizamos muchas acciones que, de no estar basadas en la buena voluntad no valdrían de nada. Tras la lectura de este fragmento, puede surgir tal afirmación pero si indagamos y vamos un poco más allá, quizás también surjan otras cuestiones: ¿solo los actos realizados bajo la buena voluntad producen felicidad? Entonces, ¿qué hay de aquellos que son felices tras realizar actos deleznables?

Bajo la pura visión Kantiana, parece quedar claro que realmente estas personas no estarían siendo felices, aunque ellas mismas consideren que sí; se trata de un espejismo, dado que las acciones que no están fundamentadas en la buena voluntad, como decíamos al principio, no pueden proporcionar felicidad. Esto junto a la eticidad son requisitos indispensables para alcanzar la felicidad kantiana, como veremos más adelante.

‘’La buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice, no es buena por su adecuación para alcanzar algún fin que nos hayamos propuesto; es buena solo por el querer, es decir, es buena en sí misma. Considerada por sí misma, es, sin comparación, muchísimo más valiosa que todo lo que por medio de ella pudiéramos verificar en provecho o gracia de alguna inclinación y, si se quiere, de la suma de todas las inclinaciones.’’ pág 20

Retomando lo dicho anteriormente, la buena voluntad tiene un valor intrínseco, mucho más allá de todo lo que se consiga llevándola a cabo, es un valor que no desaparece aun cuando no se ha podido realizar ninguna acción bajo la misma intención. Es buena, posee ese valor y, es mediante la cual se deberían fundamentar todas nuestras acciones -con pretensión de alcanzar un fin último como diremos en este caso que es la felicidad. Entonces ¿qué hay de aquellas personas que no presentan buena voluntad en sus acciones? ¿Y de las que atentan contra el resto? Podríamos asegurar que desde la visión kantiana no son felices, más bien no podrían serlo, aunque ellas mismas crean que sí lo son porque sienten felicidad cuando cometen actos deleznables que atentan contra la dignidad humana (robos, engaños, mentiras…). No es que pensemos antes de actuar en si nuestra voluntad es buena, es que simplemente debería de serlo de forma natural, debería ser nuestra manera de enfrentar las situaciones teniendo en cuenta que nuestro fin es la felicidad y esta solo se alcanza mediante la buena voluntad.   

09 April 2021
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