Abuso Sexual En Niños, Niñas Y Adolescentes
Para entender el tema del abuso sexual, primero es preciso aclarar el significado del mismo, entendiendo que, el abuso sexual es una de las formas de agresión más poco visibles en menores de edad, afectando principalmente la integridad del menor y a sus derechos ciudadanos, estos comprendidos desde la protección, la salud, la educación y el derecho a la vida, entre otros. Según ICBF este se caracteriza desde actos como el incesto, la violación, el tocamiento o manoseo al menor, como también los actos de contacto físico, entre ellos está la seducción verbal, la solicitud indecente, realizar actos sexuales frente a niños, la masturbación, la pornografía, la exhibición de genitales o la excitación sexual por medio del espionaje al niño cuando se baña o se viste. También se pueden presentar actos de explotación sexual, estos principalmente comprendidos por actividades como la prostitución, la pedofilia y el tráfico de niños. Como resultado de cualquier tipo de abuso sexual, tanto si son de contacto sexual como no, inciden en que el niño pueda presentar problemas psicológicos con respecto a su conducta. Entre los factores de riesgo mas comunes se encuentran en su mayoría ser de sexo femenino, tener entre 11 y 15 años, pertenecer a un estrato socioeconómico bajo, haber sufrido previamente algún otro tipo de maltrato y que este haya generado una baja autoestima he introversión ante los adultos.
Después de entender esto, es importante saber que el 50% los casos presentados en cuanto se refieren a la explotación infantil, encontramos que solo el 15% de estos casos son denunciados ante las autoridades, de los cuales, solo el 5 % llegan a ser procesados judicialmente. Esto debido a que en los criterios para judicializar un posible abuso sexual se encuentran la asimetría de la edad (diferencia de edades) y coerción. (Conductas del agresor para someter)
dentro de los casos de abuso sexual podemos encontrar que el abuso correspondiente entre dos familiares sanguíneos se denomina incesto, en estos casos, se pueden presentar variedad de razones por la cuales una víctima no denuncia a su agresor, entre ellas encontramos el hecho de recibir regalos por parte del abusador, tener ventajas sobre algún otro familiar, el hecho de tener miedo a dañar la relación familiar y que tal vez la versión del menor acerca de los hechos no sea creíble ante la justicia, en este último, muchos de los factores que se aportan a la hora de demostrar que un menor ha sido abusado, podemos encontrar indicadores físicos como lo son el hecho de presentar dolores, presentar moretones, quemaduras, heridas en los genitales o en la parte anal. Dentro de los factores de la conducta podemos encontrar la pérdida del apetito, expresión de llanto ante posibles relaciones afectivas o eróticas, en el caso de las niñas, presentar temor a estar a solas con un adulto varón, o conductas como chuparse el dedo u orinarse en la cama y autolesiones o intentos de suicidio. Finalmente, dentro de los factores de la conducta sexual encontramos el rechazo hacia las caricias y el interés exagerado por la sexualidad en adultos.
De todo esto, se presentan consecuencias psicológicas negativas, entre las cuales tenemos cambios físicos, conductuales, emocionales, sexuales y sociales.
- En los cambios físicos en el menor abusado se presentan problemas con el sueño y la pérdida del control de esfínteres.
- En los cambios conductuales se puede presentar una incidencia al consumo de drogas, hiperactividad, huidas del hogar, conductas autolesivas o suicidas.
- En la parte emocional se puede presentar el sentimiento de culpa y vergüenza, depresión, ansiedad, baja autoestima, rechazo hacia su propio cuerpo, trastorno de estrés postraumático.
- En el ámbito sexual se presenta la masturbación compulsiva. Conductas exhibicionistas y problemas con la identidad sexual.
- Y finalmente en el ámbito social se presentan problemas con respecto a las habilidades sociales, el retraimiento social y las conductas antisociales.
En cuanto a los agresores, cabe resaltar que en los tipos de agresores en el ámbito sexual encontramos a los pedófilos y los agresores, donde los pedófilos tienen preferencia sexual por los niños, mientras que, los agresores por los adultos. Entre los métodos más comúnmente utilizados encontramos la seducción (utilización de regalos y halagos para acercarse al niño y abusar sexualmente de él), la introversión (el acercamiento a personas o entidades con niños pequeños para cometer abuso sexual), y el sadismo (satisfacción de tendencias sexuales por medio del dolor). Ante esto, si se presenta el caso de ser atrapado por las autoridades o un adulto encargado, es normal que en su defensa, recurren al uso de métodos como lo son el hecho de desmentir(declarar que el niño miente en cuanto a la acusación), minimizar (dar a entender que no es un acto tan grave), justificar (decir que el niño es quien lo sedujo a él y no al contrario), elaborar (se utiliza la justificación y la minimización para confundir ), simular tener una enfermedad mental o mostrar empatía, agresión o confusión, en esta última el agresor busca generar conmoción con respecto a sentimientos de soledad o mala estabilidad económica.
Entre los anteriormente nombrados tipos de agresores, también podemos encontrar:
- El violador circunstancial: estos son los que se aprovechan de situaciones tales como eventos familiares o clubes nocturnos, pero que no tiene planeación en cuanto la ejecución de sus actos.
- El violador explosivo: este posee conocimiento sobre su víctima, que le permite someter a su víctima bajo su dominio.
- El violador furioso: este tipo de violador comete su acto principalmente en representantes de algún grupo o movimiento, con la idea de que este lo ha perjudicado (real o irrealmente )
- El violador sádico: este tipo de agresor suele presentar un vínculo entre la excitación y la agresividad,, generando impulsos agresivos hacia su víctima cuando se encuentra en estado de excitación.
- El violador en búsqueda de confianza o compensación: el objetivo de este tipo de agresor es el de acercarse a su víctima con la idea de generarle placer y de establecer una relación romántica, pues tiene una percepción distorcionada de la relación entre agresor y agredido.
Posteriormente a que el niño revela haber sufrido de un abuso sexual, este debe recibir un apoyo por parte de un profesional en el cual se ejecutará una evaluación donde se medirá la gravedad de la situación, la evaluación debe ser realizada antes de 72 horas manteniendo la privacidad de la víctima informando de su consentimiento con respecto a la evaluación, en esta misma, se deben obtener datos como el nombre y descripción del agresor, y en caso de que la víctima haya sido niña, su evaluadora debe ser mujer, aparte debe ser acompañada por un adulto si así lo desea.
En muchos casos, un abuso La detección de la Enfermedad de Transmisión Sexual (ETS) sigue los procedimientos tomando las muestras de los sitios en donde ocurrió el abuso o en el cuerpo de la víctima, dependiendo en qué parte del cuerpo se realizó el abuso, sea anal, vaginal u oral, se realiza el estudio teniendo en cuenta dos circunstancias.
- La existencia de un primer grupo de víctimas sin antecedentes de abuso sexual
- La tamización para detectar la ETS
- También se puede llegar a la sospecha de tener una ETS después del abuso, se pueden
Presentar
- Llagas o protuberancias en los genitales o alrededor de ellos
- Secreción extraña de la vagina o del pene
- Hemorragia o flujo fuera de lo común
El riesgo de contraer una ETS por un abuso sexual es bajo. La Blenorragia (Gonorrea) y la clamidia son ETS diagnosticados más comúnmente después del abuso, si estas enfermedades de transmisión sexual son diagnosticados a tiempo tienen cura. Por el contrario contraer el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) en un abuso sexual es demasiado bajo. Si la víctima fue contagiada por el abusador con una enfermedad de transmisión sexual se agrava la pena del agresor.
A continuación, se presentara un caso clínico tomado del DSM-5 sobre el trastorno de pedofilia:
Raymond Boggs
A los 58 años, Raymond Boggs no tenía el tipo de un convicto. Su traje naranja de prisionero se restiraba un poco sobre su cuerpo con forma de pera; en contraste con el contoneo propio de los presos más jóvenes, arrastraba los pies, con la cabeza gacha, por el corredor, mientras se dirigía a la sala de entrevista.Raymond había comenzado a tener interés en el sexo cuando era muy joven. Una de sus primeras memorias era un juego sexual con una niña adolescente que estaba cuidando de él y de su hermana menor. Siendo adulto, la vista de los cuerpos de las niñas pequeñas le generaba fascinación particular. Recordaba haber observado a su hermana mientras se bañaba cuando él tenía siete u ocho años, y permanecer ahí hasta que su madre tenía que sacarlo del baño. Cuando ellos eran adolescentes se asomaba por la ventana de la habitación de su hermana por la noche, tratando de echarle una mirada mientras se desvestía para meterse a la cama. Cuando ella llegó a la pubertad terminaron sus vigilias nocturnas. “Fue por el vello corporal. Se veía tan grueso y desagradable. Fue entonces que descubrí que en realidad sólo me gustaban las niñas mientras eran, bueno, lampiñas”.
A pesar de estos gustos, cerca de los 25 años Raymond se casó con la hija del encargado del taller de impresión en el que trabajaba. Durante los primeros años de matrimonio la pareja mantuvo una vida sexual activa. Él solía tratar de fantasear que estaba teniendo relaciones con una niña pequeña. Una vez persuadió a su esposa de rasurarse el vello púbico, pero ella se quejó de que le producía prurito al crecer de nuevo y se rehusó a hacerlo otra vez. Tenían tres hijos, todos varones, lo que en retrospectiva parecía un pequeño milagro: los niños pequeños no le provocaba alguna tentación.
pasar de los años, Raymond adquirió una pequeña serie de revistas pornográficas que mostraban niñas. Las mantenía ocultas bajo una pila de trapos en su cobertizo de herramientas.Cuando su tensión sexual se incrementaba demasiado, se masturbaba mientras se imaginaba jugueteando con las niñas desnudas que aparecían en esas imágenes.Poco después de los 50 años, la vida de Raymond tuvo un giro negativo. Sus hijos se habían ido de casa y una serie de cirugías pélvicas hicieron que su esposa rechaza sus insinuaciones sexuales, en ocasiones durante varios meses. Para ocupar estos periodos comenzó a dedicarse a la fotografía. En especial durante los largos meses del verano encontraba modelos disponibles entre las niñas de la colonia de quienes se hacía amigo.
Pudo persuadir a algunas de las niñas pequeñas para posar para él en parte o por completo desnudas. Prefería a las que tenían cinco o seis años, pero en algunas ocasiones tomaba fotografías de niñas de incluso ocho años (los niños mayores eran más independientes y más difíciles de convencer). Esas sesiones tenían lugar en un espacio cerrado ubicado detrás de su cobertizo de herramientas. Utilizaba dulces y monedas como anzuelo, y después recordaba a cada una de las niñas que a sus padres no debían contarles. “No me siento orgulloso de ello”, dijo al tiempo que trataba de aflojar el resorte de su overol anaranjado. “Era algo que no podía resistir. La sensación que tenía cuando bajaba sus pantaletas—era ansiedad y éxtasis, y mariposas en el estómago. Un poco como lo que se siente cuando se gana la lotería. Pero nunca toqué a alguna; lo único que hacía era ver. Y nunca pensé que eso pudiera dañarlas de alguna manera”.
Raymond había estado mirando y tomando fotografías durante casi 10 años cuando fue descubierto por un niño de 12 años que se había metido detrás del cobertizo para colectar especímenes de plantas nativas para una exhibición de ciencias. El niño le dijo a su padre, quien llamó a la madre de la niña, quien llamó a la policía. El juicio—que alentó el furor de los medios durante tres semanas—incluyó el testimonio confirmatorio de no menos de siete niñas de la colonia, ahora en distintas etapas de la adolescencia, que en algún momento habían sido víctimas de Raymond Boggs. Con una sentencia de entre 5 y 10 años en prisión, Raymond todavía enfrentaba demandas civiles por millones de dólares. El día en que se le arrestó, su esposa demandó el divorcio e ingresó a terapia. Uno de sus hijos rompió su contacto con él; el otro se fue del estado.
Evaluación de Raymond Boggs
Cuando los hechos son claros en un caso, existe poco que discutir respecto del diagnóstico de trastorno de pedofilia. Una persona con intoxicación por sustancias pudiera acariciar a un niño en alguna ocasión aislada, pero en esos casos suele ser evidente que no se trata de una alternativa sexual frecuente. A manera de muestra de un juicio en general deficiente, los pacientes con discapacidad intelectual o esquizofrenia pueden en ocasiones incurrir en esta variante de liberación sexual. Los progenitores (entre los que resaltan algunas celebridades) en ocasiones son acusados de haber tenido acercamientos sexuales a un niño como parte de un divorcio complicado; con frecuencia los hechos no confirman estos alegatos. En el caso de Raymond Boggs, los hechos legales eran indiscutibles. Aceptó de manera voluntaria sus intereses de larga evolución y su comportamiento (criterios A y B). Insistió en que el acto nunca había sido táctil, sino visual, lo que es típico en un gran número de personas de este tipo. Los que cursan con trastorno de exhibicionismo pueden mostrarse ante los niños, pero no se aproximan a sus víctimas para tener actividad sexual adicional. Algunos pedófilos también pueden cursar con trastorno de sadismo sexual; en esta situación, deben establecerse los dos diagnósticos. Se solicita elegir varios especificadores para detallar la descripción de la enfermedad del paciente. Raymond sólo sentía atracción por mujeres, y sólo cuando eran pequeñas. Su calificación EEAG sería de 55. Si bien los criterios para el trastorno de pedofilia no influyen el especificador.
Referencias Bibliográficas
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