Amar No Es Algo Fácil... Sea Cual Sea Tu Nivel De Madurez
La finalidad del libro es demostrar que arte de amar no es nada fácil, sea cual sea tu nivel de madurez, el objetivo del autor es dar a entender que los intentos por conseguir el amor, la mayoría de las veces están destinados al fracaso.
En la mayoría de la gente el problema del amor consiste en ser amados, y no en amar, por lo que el problema se basa en como lograr que se les ame. Para alcanzar ese objetivo las personas toman dos caminos diferentes. Uno de los caminos es particularmente utilizado por los hombres que es tener éxito, ser poderoso y rico para así tener la atención de las mujeres. Otro, es utilizado especialmente por las mujeres y la manera es con el cuidado de sus cuerpos, la ropa, etc. esto para llamar la atención de los hombres.
En la era victoriana, el amor generalmente no era una experiencia personal espontánea que pudiera llegar al matrimonio, sino era un convenio entre las respectivas familias y se basaba en las consideraciones sociales. En la actualidad el amor romántico se ha hecho casi universal, la mayoría de la gente busca encontrar un amor romántico que lo lleve a tener una experiencia personal que lo lleve luego al matrimonio.
La felicidad del hombre en la época contemporánea se basa en la emoción al pararse enfrente de una tienda y comprar todo lo que se pueda. Esto mismo ocurre con el amor, una mujer o un hombre atractivo son los premios que se quieren conseguir. Las características que hacen atractiva a una persona dependen de la moda de la época, tanto física como mentalmente. De cualquier manera, la sensación de enamorarse solo se desarrolla con respecto a las mercaderías.
Otro error que se conoce sobre el amor es que, si dos personan son desconocidas, dejan de serlo y se llegaran a sentir cercanas una de la otra, ese momento constituye un de los mas excitantes de la vida. Este milagro de intimidad suele ser mas sencillo si se combina con atracción sexual y su consumación. Sin embargo, por su misma naturaleza, dura poco. Las personas llegan a conocerse bien, la intimidad pierde cada vez mas su carácter milagroso, hasta que su antagonismo y su aburrimiento mutuo, terminan por matar lo que pueda quedar de la excitación inicial.
Cualquier teoría del amor debe comenzar con una teoría del hombre, de la existencia humana. El hombre de todas las edades y culturas enfrenta la solución de un problema que es siempre el mismo: el problema de cómo superar la soledad, cómo llegar a la unión, cómo trascender la propia vida individual y encontrar compensación. La solución plena esta en el logro de la unión interpersonal, la fusión con otra persona, en el amor. Ese deseo de fusión interpersonal es el impulso más poderoso que existe en el hombre. Constituye su pasión mas fundamental, la fuerza que sostiene a la raza humana, al clan, a la familia y a la sociedad. La incapacidad para alcanzarlo significa destrucción de sí mismo o de los demás. Sin amor, la humanidad no podría existir un día más.
Lo importante es que sepamos a qué clase de unión nos referimos cuando hablamos del amor. ¿Se trata de una solución madura al problema de la existencia, o nos referimos a las formas inmaduras que podríamos llamar unión simbiótica?
La forma pasiva de la unión simbiótica es la sumisión, o, para usar un término clínico, el masoquismo. La persona masoquista escapa del sentimiento de aislamiento convirtiéndose en una parte de otra persona que la dirige, la guía, la protege, que es su vida y aire que respira, por así decirlo. La persona masoquista no tiene que tomar decisiones, ni correr riesgos; nunca esta sola, pero no es independiente; carece de integridad. La forma activa de la fusión simbiótica es la dominación, o, para utilizar el termino correspondiente a masoquismo, el sadismo. La persona sádica quiere escapar de su soledad y de su sensación de estar aprisionada haciendo de otro individuo una parte de sí misma.
En contraste con la unión simbiótica, el amor maduro significa unión a condición de preservar la propia integridad, la propia individualidad. El amor es un poder activo en el hombre; un poder que atraviesa las barreras que separan al hombre de sus semejantes y lo une a los demás; el amor lo capacita para superar su sentimiento de aislamiento y soledad, y no obstante le permite ser él mismo, mantener su integridad. En el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno y, no obstante, siguen siendo dos.
Además de estos elementos, el carácter activo del amor se vuelve evidente en el hecho de que implica ciertos elementos básicos, comunes a todas las formas del amor. Esos elementos son: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento.
Que el amor implica cuidado es especialmente evidente en el amor de una madre por su hijo. Ninguna declaración de amor por su parte nos parecería más sincera si viéramos que descuida al niño, si deja de alimentarlo, de bañarlo, de proporcionarle bienestar físico; y creemos en su valor si vemos que cuida al niño. El cuidado y la preocupación implican otro aspecto del amor: el de la responsabilidad. Hoy en día suele usarse ese término para detonar un deber, algo impuesto desde el exterior. Pero la responsabilidad, en su verdadero sentido, es un acto enteramente voluntario, constituye mi respuesta a las necesidades, expresadas o no, de otro ser humano. La responsabilidad podría denegar fácilmente en dominación y posesividad, si no fuera por tener un tercer componente del amor, el respeto. Respeto no significa temor y sumisa reverencia; denota, la capacidad de ver a una persona tal cual es, tener conciencia de su individualidad única. Respetar significa preocuparse porque la otra persona crezca y se desarrolle tal como es. Respetar a una persona sin conocerla, no es posible; el cuidado y la responsabilidad serian ciegos si no los guiara el conocimiento. El conocimiento seria vacío si no lo motivara la preocupación. Pero el conocimiento tiene otra relación, mas fundamental, con el problema del amor. La necesidad básica de fundirse con otra persona para trascender de ese modo la prisión de la propia separación se vincula, de modo intimo, con otro deseo específicamente humano, el de conocer el secreto del hombre. Cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento son mutuamente interdependientes. Constituye un síndrome de actitudes que se encuentran en la persona madura.
Hasta ahora se ha hablado sobre el amor como una forma de superar la separación humana, como la realización del anhelo de unión. Pero por encima de la necesidad universal, existencial, de unión, surge otra mas específica y de origen biológico: el deseo de unión entre los polos masculino y femenino. La idea de tal polarización esta notablemente expresada en el mito de que, originalmente, el hombre y la mujer fueron uno, que los dividieron por la mitad y que, desde entonces, cada hombre busca la parte femenina de sí mismo que ha perdido, para unirse nuevamente con ella. El significado del mito es bastante claro. La polarización sexual lleva al hombre a buscar la unión con el otro sexo. La polaridad entre los principios masculino y femenino existe también dentro de cada hombre y mujer. El hombre y la mujer sólo logra la unión interior en la unión con su polaridad femenina o masculina.
Se piensa que Freud cometió un error al ver en el amor exclusivamente la expresión o una sublimación del instinto sexual, en lugar de reconocer que el deseo sexual es una manifestación de la necesidad del amor y de la unión. De acuerdo con su materialismo fisiológico, ve en el instinto sexual el resultado de una tensión químicamente producida en el cuerpo, que es dolorosa y busca alivio. La finalidad del deseo sexual es la eliminación de esa tensión; la satisfacción sexual consiste en tal eliminación. Este punto de vista es valido en la medida en que el deseo sexual opera en la misma forma que el hambre o la sed cuando el organismo se encuentra desnutrido. En tal sentido, el deseo sexual es una comezón, y la satisfacción sexual, el alivio de esa comezón. En realidad, en lo que al concepto de sexualidad se refiere, la masturbación seria la satisfacción sexual ideal. Lo que Freud paradójicamente tiene en cuenta es el aspecto psicobiológico de la sexualidad, la polaridad masculino – femenina, y el deseo de resolver la polaridad por medio de la unión. Este curioso error probablemente se vio facilitado por el extremo patriarcalismo de Freud, que lo llevo a suponer que a sexualidad es masculina, y le hizo ignorar la sexualidad femenina especifica.
Por otro lado, el amor no es esencialmente una relación con una persona especifica; es una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de relación de una persona con el mundo como totalidad, no con un objeto amoroso. Si una persona ama solo a otra y es indiferente al resto de sus semejantes, su amor no es amor, sino una relación simbiótica, o un egotismo ampliado. Sin embargo, la mayoría de la gente supone que el amor esta constituido por el objeto, no por la facultad.
La clase mas fundamental de amor, básica en todos los tipos de amor, es el amor fraternal. Por él se entiende el sentido de responsabilidad, cuidado, respeto y conocimiento con respecto a cualquier otro ser humano, el deseo de promover la vida. A esta clase de amor se refiere la Biblia cuando dice: ama a tu prójimo como a ti mismo. El amor fraternal es el amor a todos los seres humanos; se caracteriza por su falta de exclusividad. Si he desarrollado la capacidad de amar, no puedo dejar de amar a mis hermanos. En el amor fraternal se realiza la experiencia de unión con todos los hombres, la solidaridad humana, de reparación humana. El amor fraternal se basa en la experiencia de que todos somos uno. Las diferencias en talento, inteligencia, conocimiento, son despreciables en comparación con la identidad de la esencia humana común a todos los hombres.
El amor fraterno es amor entre hermanos; el amor materno es amor por el desvalido. En contraste con ambos tipos de amor esta el amor erótico: el anhelo de fusión completa, de unión con una única otra persona. Por su propia naturaleza, es exclusivo y no universal; es también, quizás, la forma de amor mas engañosa que existe. A este tipo de amor se lo confunde fácilmente con la experiencia explosiva de enamorarse, el súbito derrumbe de las barreras que existían hasta ese momento entre dos desconocidos. Pero, como se había señalado antes, tal experiencia de repentina intimidad es, por si misma naturaleza, de corta duración.
Si el amor es una capacidad del carácter maduro, productivo, de ello se sigue que la capacidad de amar de un individuo perteneciente a cualquier cultura edad, depende de la influencia que esa cultura ejerce sobre el carácter de la persona amada. Ningún observador objetivo de nuestra vida occidental puede dudar de que el amor fraterno, materno y erótico es un fenómeno relativamente raro, y que en su lugar hay cierto numero de pseudoamador, que son, en realidad, otras tantas formas de la desintegración del amor.
Una vez examinado el aspecto teórico del arte de amar, nos enfrentamos ahora con un problema mucho mas difícil, el de la practica del arte de amar. La dificultad del problema se ve aumentada por el hecho de que la mayoría de la gente de hoy en día, esperan recibir recetas del tipo como debe usted hacerlo, y eso significa, en nuestro caso, que se les enseñe a amar. La practica de cualquier arte tiene ciertos requisitos generales, independientes por completo de que el arte en cuestión sea la carpintería, la medicina o el arte de amar. En primer lugar, la practica de un arte requiere disciplina. Nunca haré nada bien si no lo hago de una manera disciplinada; cualquier cosa que haga sólo porque estoy en el estado de ánimo apropiado, puede constituir una afición agradable o entretenida, más nunca llegare a ser un maestro en ese arte.
El que la concentración es condición indispensable para el dominio de un arte no necesite demostración. Lo sabe todo aquel que alguna vez haya intentado aprender un arte. No obstante, en nuestra cultura, la concentración es aun mas rara que la autodisciplina. Esta falta de concentración se manifiesta claramente en nuestra dificultad para estar a solas con nosotros mismos. Eventualmente. Otra condición para aprender cualquier arte es una preocupación suprema por el dominio el arte. Si el arte no es algo de suprema importancia, el aprendiz jamás lo dominara.
Un ultimo punto que debe señalarse con respecto a las condiciones generales para aprender un arte. No se empieza por aprender el arte directamente, sino en forma indirecta, por así decirlo. Debe aprenderse un gran numero de otras cosas que suelen no tener aparentemente ninguna relación con él, antes de comenzar con el arte mismo. En lo que respecta al arte de amar, ello significa que quien aspire a convertirse en un maestro debe comenzar por practicar la disciplina, la concentración y la paciencia a través de todas las fases de su vida.
La concentración es, con mucho, más difícil de practicar en nuestra cultura, en la que todo parece estar en contra de la capacidad de concentrarse. El paso mas importante para llegar a concentrarse es aprender a estar solo con uno mismo sin leer, escuchar la radio, fumar o beber. Sin duda, ser capaz de concentrarse significa poder estar solo con uno mismo y esa habilidad es precisamente una condición para la capacidad de amar.
Estar concentrado significa vivir plenamente en el presente, en el aquí y el ahora, y no pensar en la tarea siguiente mientras estoy realizando otra. Es innecesario decir que la concentración debe ser sobre todo practicada por personas que se maman mutuamente. Deben aprender a estar el uno cerca del otro, sin escapar de las múltiples formas acostumbradas. El comienzo de la practica de la concentración es difícil; se tiene la impresión de que jamás se logrará y la finalidad buscada.
Es imposible aprender a concentrarse sin hacerse sensible a uno mismo. Si consideramos la situación de ser sensible a otro ser humano, encontramos el ejemplo mas obvio en la sensibilidad y correspondencia de una madre para con su hijo. Ella nota ciertos cambios corporales, exigencias y angustias, antes de que el niño los manifiesta abiertamente. Se despierta porque su hijo llora, si bien otro sonido más fuerte no hubiera interrumpido si sueño. Todo ese significa que es sensible a las manifestaciones de la vida del niño; no está ansiosa ni preocupada, sino en un estado de equilibrio alerta, receptivo de cualquier comunicación significativa proveniente del niño. Similarmente, cabe ser sensible con respecto a uno mismo.
De acuerdo con lo dicho sobre la naturaleza del amor, la condición fundamental para el logro del amor es la superación del propio narcisismo. En la orientación narcisista se experimenta como real sólo lo que existe en nuestro interior, mientras que los fenómenos del mundo exterior carecen de realidad de por sí y se experimentan sólo desde el punto de vista de su utilidad o peligro para uno mismo. El polo opuesto del narcicismo es la objetividad; es la capacidad de ver a la gente y las cosas tal como son, objetivamente, y poder separar esa imagen objetiva de la imagen formada por los propios deseos y temores. El insano o el soñador carecen completamente de una visión objetiva del mundo exterior; pero todos nosotros somos más o menos insanos, o estamos más o menos dormidos; todos nosotros tenemos una visión no objetiva del mundo, que esta deformada por nuestra orientación narcisista.
La facultad de pensar objetivamente es la razón; la actitud emocional que corresponde a la razón es la humildad. Ser objetivo, utilizar la propia razón sólo es posible si se ha alcanzado una actitud de humildad, si se ha emergido de los suelos de omnisciencia y omnipotencia de la infancia.
En los términos de este análisis de la practica del arte de amar, ello significa: puesto que el amor depende de la ausencia relativa del narcisismo, requiere el desarrollo de humildad, objetividad y razón. Toda la vida debe estar dedicada a esa finalidad. La humildad y el amor son invisibles, tal como lo es el amor. No puedo ser verdaderamente objetivo con respecto a mi familia si no puedo serlo con un extraño, y viceversa. La adquisición de la capacidad de objetivo y de la razón, representa la mitad del camino hacia el dominio del arte de amar, pero debe abarcar a todos los que están en contacto conmigo.
La capacidad de amar depende de la propia capacidad para superar el narcisismo y la fijación incestuosa a la madre y al clan; depende de nuestra capacidad de crecer, de desarrollar una orientación productiva en nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos. Tal proceso de emergencia, de nacimiento, de despertar, necesita de una cualidad como condición necesaria: fe. La practica del arte de amar requiera la practica de la fe.
La fe racional no es primariamente una creencia en algo, sino la cualidad de certeza y firmeza que poseen nuestras convicciones. La fe es un rasgo caracterológico que penetra toda personalidad, y no una creencia especifica.
Mientras que la fe irracional arraiga en la sumisión a un poder que se considera avasalladoramente poderoso, omnisapiente y omnipresente, y en la abdicación del poder y la fuerza propios, la fe relacional se basa en la experiencia opuesta. Tenemos fe en una idea porque es el resultado de nuestras propias observaciones y nuestro pensamiento. Tenemos fe en las potencialidades de los demás, en las nuestras y en las de la humanidad, porque, y sólo en esa medida, hemos experimentado el desarrollo de nuestras propias potencialidades, la realidad del crecimiento en nosotros mismos, la fuerza de nuestro propio poder y del amor.
Una actitud, indispensable para la practica del arte de amar que es fundamental es: la actividad. El amor es una actividad; si amo, estoy en un constante estado de preocupación activa por la persona amada, pero no solo por ella. Porque seré incapaz de relacionarme activamente con la persona amada si soy perezoso, si no estoy en un constante estado de conciencia, alerta y actividad. La capacidad de amar exige un estado de intensidad, de estar despierto, de acrecentada vitalidad, que sólo puede ser el resultado de una orientación productiva y activa en muchas otras esferas de la vida.
El examen del arte de amar no puede limitarse al dominio de la adquisición y el desarrollo de las características y aptitudes que hemos descrito. Esta inseparablemente relacionado con el dominio social. si amar significa tener una actitud de amor hacia todos, si el amor es un rasgo caracterológico, necesariamente debe existir no sólo en las relaciones con la propia familia y los amigos, sino también para con los que están en contacto con nosotros a través del trabajo, los negocios y la profesión.
El amor es la única respuesta satisfactoria al problema de la existencia humana, entonces toda sociedad que excluya, relativamente, el desarrollo del amor, a la larga perece a causa de su propia contradicción con las necesidades básicas de la naturaleza del hombre. Hablar del amor no es predicar, por la sencilla razón de que significa hablar de la necesidad fundamental y real de todo ser humano. Que esa necesidad haya sido oscurecida no significa que no exista. Analizar la naturaleza del amor es descubrir su ausencia general en el presente y criticar las condiciones sociales responsables de esa ausencia. Tener fe en la posibilidad del amor como un fenómeno social y no sólo excepcional e individual, es tener un fe racional basada en la comprensión de la naturaleza misma del hombre.