Análisis de Acontecimientos de Antes y Después del 11 de Septiembre

En el siguiente enfoque estaremos hablando de las diferentes estructuras que acontecieron antes y después del 11 de septiembre analizaremos cada uno de los sucesos ocurridos. Y como las acciones de Estados Unidos en todo el mundo podían ser noblemente descritas como construcción de naciones o democratización, y en que la generosa ayuda al exterior por parte de Estados Unidos tenía la finalidad de levantar a los más pobres de entre los pobres. Pocos estadounidenses creían que la política exterior de su país podía ser considerada otra cosa que no fuera amigable y benévola por parte de quienes vivían fuera de Estados Unidos y eran los objetivos de dichas políticas. Los estadounidenses no eran inocentes de los desastres que las políticas estadounidenses habían causado en todo el mundo, aunque es cierto que, en general, los desconocían y también ignoraban las políticas que los provocaron. Dieron por sentado que ninguna política estadounidense alrededor del mundo podría tener, jamás, ninguna consecuencia seria en sus vidas dentro de Estados Unidos. Powell tenía en mente un consenso internacional controlado por Estados Unidos, aunque fuera militarizado, en cuyo nombre se impondrían las políticas estadounidenses. Incluso Wolfowitz dijo en su discurso de investidura en el Senado que, aunque apoyaba el respaldo militar de Estados Unidos a una fuerza de oposición dentro de Irak, aún no veo un plan plausible Washington invites plan for ousting Saddam, AFP, The Dawn, Feb 27, 2001. 

En la primavera de 2001 el Gobierno de Bush, con el respaldo británico, intentó imponer una nueva resolución en el Consejo de Seguridad basada en sanciones inteligentes contra Irak. Ninguno de los demás países del Consejo estaba muy entusiasmado y los vecinos de Irak, concretamente Jordania y Turquía, se mostraron consternados ante una propuesta que exigía controles rigurosos del comercio informal que desde hacía mucho tiempo mantenían con Irak. Sin embargo, después de tantos años demonizando al líder iraquí, muchos estadounidenses estaban dispuestos a abrazar una nueva guerra contra Irak como parte de la guerra contra el terrorismo, incluso cuando no existiera conexión con los hechos del 11 de septiembre. Hacia finales de año se intensificaron los llamamientos a la opinión pública para ampliar la guerra a Irak y, en la ONU, circularon rumores de que Washington estaba orquestando un nuevo planteamiento militar contra este país. El nuevo enfoque se basaría en coaccionar a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad con derecho de veto para que aceptaran un plan estadounidense de nuevos ataques militares contra Irak durante el año 2002. 

Estos ataques serían legitimados por una nueva resolución de la ONU que autorizaría el uso de la fuerza por parte de los Estados miembros o de una coalición en respuesta a cualquier negativa iraquí a aceptar nuevos controles de armamento. Éste no era un Gobierno -o un presidente- que tuviera lazos políticos duraderos con Israel, con fuerzas pro Israel dentro de Estados Unidos o con la comunidad judía estadounidense. El general Ariel Sharon -comúnmente conocido como el Carnicero de Beirut por su papel en la masacre de palestinos en los campos de refugiados de Sabra y Shatila en Líbano, en 1982- se convirtió en primer ministro israelí a comienzos de 2001. Su elección, o quizá sería mejor decir la derrota de su oponente, el Partido Laborista de Ehud Barak, era la respuesta de Israel al fracaso de las conversaciones de paz y a la resistencia cada vez mayor de la segunda Intifada palestina. Muy pronto surgieron voces beligerantes dentro de Israel que reclamaban que esta vez, a diferencia de la guerra del Golfo, diez años antes, Israel no accedería a la exigencia estadounidense de mantenerse al margen.

Al Qaeda no emprendió ningún ataque contra Israel y las reivindicaciones israelíes de que las organizaciones palestinas que se resisten a su ocupación militar ilegal son, de algún modo, equivalentes a los terroristas del World Trade Center, no convencieron a nadie. Poco después, dos ataques suicidas en represalia provocaron la muerte de docenas de civiles israelíes y el Gobierno de Sharon emprendió una guerra declarada contra las ciudades, los pueblos y los campos de refugiados palestinos.

Esta votación reflejó la frustración de muchos países, especialmente de Europa occidental, ante los continuos rechazos por parte de Estados Unidos de los compromisos de Naciones Unidas y otros tratados internacionales, incluyendo los de derechos humanos. Después de años de un discurso multilateral bajo el Gobierno de Clinton -aunque de poca responsabilidad de Estados Unidos en la toma de decisiones colectivas y los tratados internacionales- no fue sorprendente que los europeos se pusieran furiosos cuando el Gobierno de Bush llevo su posición unilateral hasta límites insospechados. El Gobierno de Bush sostenía que el artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas, que permite a una nación utilizar la fuerza militar en defensa propia, legitimaba su guerra unilateral en Afganistán. En ausencia de dicha autorización, la campaña militar unilateral lanzada por Estados Unidos en el otro extremo del mundo después de los ataques de Nueva York y Washington, contra objetivos poco claros cuya responsabilidad no estaba probada y con desastrosas e inevitables consecuencias para los civiles, siguió siendo una completa violación del derecho internacional y de la Carta de Naciones Unidas. Hacia finales de año, se produjo un desencuentro entre Estados Unidos y Europa debido a la insistencia del Gobierno de Bush sobre la cuestión de los tribunales militares y la pena de muerte para los terroristas, mientras los europeos hacían hincapié en que las convenciones sobre derechos humanos de la Unión Europea prohíben la extradición de personas, incluyendo a los acusados de terrorismo, a aquellos países en los que exista la pena de muerte. 

Posteriormente al 11 de septiembre de 2001 escogieron una respuesta militar inmediata, con un llamamiento a la guerra al pueblo estadounidense y a todos aquellos que quisieran estar con nosotros en lugar de ser tratados como si estuvieran con los terroristas. Hubiera sido considerar los ataques como un crimen contra la humanidad y crear una nueva coalición mundial que encontrara y llevara a los criminales ante la justicia, mientras se analizaba la política exterior estadounidense en busca de las causas profundas de semejantes atrocidades. El presidente podría haber comenzado con el compromiso de demostrar al mundo que Estados Unidos, su Gobierno y su pueblo eran realmente distintos de los terroristas, prometiendo que ni una sola vida inocente más se perdería en aras de ese objetivo. Podría haber proseguido diciendo que los atentados del 11-S hicieron que Estados Unidos cayera en la cuenta de que se habían equivocado al oponerse al Tribunal Penal Internacional y que, además de prometerle un completo apoyo financiero y político en el futuro, empezaría de inmediato respaldando a Naciones Unidas. 

La importancia de la coalición comenzó a menguar cuando se vio que la victoria militar en Afganistán estaba al alcance de la mano. Desde enero de 2002, comenzaron a llegar a Guantánamo los primeros presos y poco a poco la cárcel improvisada en una base militar en el oriente de Cuba se llenó con algunos de los hombres más peligrosos del mundo. Y aunque desde 2008 el presidente Barack Obama ordenó el cierre de dichos centros de detención a lo largo del mundo, la cárcel de Guantánamo sigue abierta como el último reducto donde se tienen a los prisioneros más relevantes de la ‘guerra contra el terrorismo’. Estuvo casi tres años bajo custodia de la CIA y también fue llevado a Guantánamo en 2006. Fue arrestado durante un tiroteo con autoridades en Karachi en 2002 y enviado a un centro secreto de detención hasta septiembre de 2006. El ‘Informe de Tortura’ explica que fue arrestado en marzo de 2003 y que pasó unos 1.260 días bajo custodia de la CIA y trasladado a Guantánamo en 2006.

Se cree que los cinco están presos en el llamado Camp 7, el lugar más secreto e inaccesible de Guantánamo donde Estados Unidos tiene a los prisioneros más peligrosos. De acuerdo con la abogada de Human Right First, los prisioneros de Guantánamo se encuentran en un limbo que no solo les impide ser trasladados a Estados Unidos en caso de emergencia, sino también de ser llevados a las cortes federales. Y aunque desde 2008 el presidente Barack Obama ordenó el cierre de dichos centros de detención a lo largo del mundo, la cárcel de Guantánamo sigue abierta como el último reducto donde se tienen a los prisioneros más relevantes de la ‘guerra contra el terrorismo Ammar al Baluchi: nacido en Paquistán en 1977, fue detenido en abril de 2003 en Karachi y, según el ‘Informe de Tortura’ del Comité de Inteligencia del Senado, pasó unos 1.180 días bajo custodia de la CIA antes de ser trasladado a Guantánamo en septiembre de 2006. De acuerdo con Estados Unidos, fue parte del sustento económico de los 19 atacantes, a quienes proveyó de boletos de avión, cheques de viaje y reservas de hotel. Estuvo casi tres años bajo custodia de la CIA y también fue llevado a Guantánamo en 2006. Además de haber sido guardaespaldas de Bin Laden, está acusado de seleccionar y ayudar a entrenar a varios de los secuestradores de los ataques del 11S. Los prisioneros de Guantánamo se encuentran en un limbo que no solo les impide ser trasladados a Estados Unidos en caso de emergencia, sino también de ser llevados a las cortes federales.

A raíz de los acontecimientos que el pueblo americano ha vivido en los últimos 18 años, se ha podido entrar el debate de los diferentes tipos de terrorismo que por ejemplo cuando un hombre abrió fuego contra el público de un concierto en Las Vegas, acción con la que asesinó a decenas e hirió a cientos de personas, el ataque no fue calificado de forma generalizada como un acto de terrorismo. Pero esa etiqueta se usó de inmediato para describir el ataque del martes en el que murieron ocho personas, lo cual detonó otra ronda en el feroz debate nacional. Sin embargo, la nueva generación del terrorismo islámico, perpetrado por individuos que dicen inspirarse desde lugares lejanos, ha borrado las distinciones entre terroristas e individuos perturbados que actúan por cuenta propia. Como resultado, el terrorismo a menudo está en la mirada del espectador, y se determina tanto por el atacante como por la comunidad que se vuelve blanco de las acciones, la cual debe decidir si el ataque representa una amenaza más amplia que requiere una respuesta. Además, el crimen pareció ajustarse perfectamente a la definición legal de terrorismo. Ese argumento expresa las crecientes preocupaciones de la izquierda acerca de que la palabra ‘terrorismo’ ahora tiene una carga racial y religiosa, y se utiliza principalmente para describir ataques por parte de musulmanes contra no musulmanes. Esto formó parte del gran debate sobre si a algunas víctimas de terrorismo se les otorgaba más protección que a otras con base en quién los atacó o por qué, y si los políticos entendían ciertas formas de terrorismo. El mismo año del ataque de Roof, la campaña presidencial de Trump ganó terreno gracias a un argumento distinto de que las políticas de identidad habían provocado que se desestimaran ciertas formas de terrorismo. Así, definir el terrorismo se ha convertido en otra manera de debatir quién pertenece a la discusión y qué preocupaciones importan en un momento de peligro, cuando escuchar es más difícil y gritar parece ser necesario.

Podemos por concluir que el terrorismo ha tenido una serie de guerra contra el terrorismo, sin embargo, el número de acciones terroristas y la emergencia de nuevos grupos radicales, el más conocido el Estado Islámico, una incisión de la red Al Qaeda, fueron en aumento a lo largo de la última década. La nueva generación del terrorismo islámico, perpetrado por individuos que dicen inspirarse desde lugares lejanos, ha borrado las distinciones entre terroristas e individuos perturbados que actúan por cuenta propia. Además, el crimen pareció ajustarse perfectamente a la definición legal de terrorismo. Ese argumento expresa las crecientes preocupaciones de la izquierda acerca de que la palabra ‘terrorismo’ ahora tiene una carga racial y religiosa, y se utiliza principalmente para describir ataques por parte de musulmanes contra no musulmanes. Esto formó parte del gran debate sobre si a algunas víctimas de terrorismo se les otorgaba más protección que a otras con base en quién los atacó o por qué, y si los políticos entendían ciertas formas de terrorismo. El nuevo enfoque era en coaccionar a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad con derecho de veto para que aceptaran un plan estadounidense de nuevos ataques militares contra Irak durante el año 2002. Estos ataques serían legitimados por una nueva resolución de la ONU que autorizaría el uso de la fuerza por parte de los Estados miembros o de una coalición en respuesta a cualquier negativa iraquí a aceptar nuevos controles de armamento.

Referencia

  1. National University College. (2020). Impacto del terrorismo sobre la seguridad nacional y la comunidad internacional. Recuperado. https://nuc.instructure.com/courses/26263/pages/modulo-3?module_item_id=939790
  2. Phyllis Bennis. Anuario CIP 2002, Icaria/FUHEM, Barcelona 2002. Recuperado. https://www.tni.org/es/art%C3%ADculo/antes-y-despues-politica-exterior-estadounidense-en-2001
  3. PBS (Productor). (2011). Where has national security come since 9/11? [Archivo de video].
  4. Disponible en: http://video.pbs.org/video/2123607078
07 July 2022
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