Análisis de la Película "Naranja Mecánica"
La película escogida para la práctica es la adaptación cinematográfica realizada por Stanley Kubrick de la novela británica del escritor Anthony Burgess.
El protagonista, Alex, es un joven peculiar con dos obsesiones muy curiosas y diferentes entre sí: la violencia y la música de Ludwig Van Beethoven. Desde el inicio de la película se aprecia notablemente la extravagante forma de ser del adolescente, quien hace el mal por placer, dejando que su rabia se desate sin ningún tipo de reparo junto a sus amigos, con los que tiene una banda. Juntos, realizan numerosos actos de violencia a posteriori de ingerir leche con velloceta o dencromina, sustancias que los preparan mentalmente para una “sesión de ultraviolencia”.
El protagonista cuenta con un estilo de vida caótico: llega a altas horas de la noche a casa, sus padres no le regañan por su mala conducta, el lugar donde vive parece estar deshabitado, tiene como mascota una serpiente, no acude a clases… todo esto influye en que se sienta por encima de la ley.
Casi al principio de la película, Alex, narrador en primera persona, dice: “Si hay algo que nunca he podido aguantar es ver a un viejo y asqueroso borracho…” resulta llamativo, ya que deja claro su odio a las personas que viven en la calle, siente repulsión ante él. Esto lleva a que el protagonista y su banda, lo dejen inconsciente. En cuanto a la tipología de la víctima, teniendo en cuenta su aportación etiológica, el sin techo toma parte activa, interviene, provoca a la banda (afirma que no le importa morir), etc, y en referencia a la vulnerabilidad, se trata de un individuo que carece de recursos económicos, por lo que la víctima puede considerarse una víctima imprudente, incitadora e individual (la pandilla está formada por cuatro, el mendigo es solo uno). La ultraviolencia y carencia de empatía de Alex sigue presente en la pelea con un grupo de jóvenes que intentaban violar a una mujer, sin embargo el detonante de la pelea no es el abuso sexual que estos estaban cometiendo, si no que se trataba de la pandilla de Billy Boy.
Otro de los momentos donde se puede apreciar la psicopatía y brutalidad del personaje principal es en el ataque a un escritor y a su esposa. Se cuela en la casa del matrimonio, haciéndose pasar por alguien herido y agrede al hombre, lo ata, obligándole a mirar mientras viola a su mujer. La tipología de víctima de la pareja, según la clasificación de Mendelsohn, pueden considerarse como víctimas completamente inocentes o ideales, ya que no han tenido culpa del suceso ni han aportado nada para desencadenar la situación.
Es este el hecho que marca totalmente que Alex es el líder de la pandilla, él da las órdenes que el grupo sigue y él es quien viola a la señora Alexander, sin embargo, ya en la agresión al mendigo se aprecia que el protagonista tiene el control del grupo. El grupo se plantea su liderazgo, no obstante, el protagonista no tarda en marcar su territorio, dejándoles claro quien es el que manda. La banda se vengará traicionándole cuando este se cuela en la casa de la mujer de los gatos y la asesina. Alex no logra escapar de la policía al haber sido agredido por sus compañeros.
Alex es condenado a catorce años de prisión, a pesar de ser un adolescente es juzgado como un adulto por sus crímenes. Aparece aquí el concepto de control social, como manifestación de represión frente a la desviación del delincuente. Es en la cárcel donde éste descubre el tratamiento Ludovico, a través de las conversaciones con un sacerdote. Alex se somete a este tratamiento de forma voluntaria.
El tratamiento Ludovico es una clara muestra, también, del control social, definido por García Pablos como “el conjunto de instituciones, estrategias y sanciones sociales que pretenden promover y garantizar dicho sometimiento del individuo a los modelos y normas comunitarias” pero, llevado al extremo. Este tratamiento cuenta con tres fases, en la primera se lleva a cabo en el joven la inyección de una droga, que creará posteriormente en él rechazo hacia los actos de violencia y al sexo, aquí entra la segunda parte del tratamiento, donde atan a Alex y con un aparato se le impide cerrar los ojos para que vea una serie de películas que incluyen de manera explícita estos temas. La repugnancia cara este sadismo no surge en él de manera instantánea, la primera proyección, dónde se ve a unos hombres golpeando a un individuo, parece gustarle, sin embargo, en la segunda proyección ya se empieza a notar el cambio en él. Unos hombres violan a una mujer, en principio a Alex no parece disgustarle pero cuando el hecho se produce varias veces, el protagonista comienza a sentirse muy enfermo, tiene ganas de vomitar, el doctor afirma “Dentro de poco la droga producirá en el individuo una parálisis aparentemente mortal, unida a un profundo sentimiento de terror y desamparo…”. De este modo, el doctor ha conseguido que aquello que anteriormente al protagonista le causaba placer, pase a darle asco, que sienta repugnancia ante ese tipo de actos violentos. En la siguiente sesión se proyecta una secuencia de unos nazis con música de Beethoven de fondo, lo que generó una reacción muy violenta en él, ya que no concebía relacionar la violencia con la música, con esa sonata que tanto le gusta. Alex relacionaba la música de Ludwig Van Beethoven con una experiencia de éxtasis y era a través de la música en donde salía a la luz su único lado humano, ya que solamente sentía empatía hacia los que amaban la música. No entraba dentro del experimento que generase ese sentimiento de repulsión a algo que tanto amaba. Este tratamiento es similar al cruel experimento “Pequeño Albert”, en el cual un bebé de once meses fue utilizado como sujeto de pruebas para descubrir si las fobias pueden o no ser creadas.
La última parte del tratamiento consiste en exponerlo al público. Es subido a un escenario para que estos decidan si Alex ha cambiado o no. Queda claro que ha tenido éxito, por lo que reaparecen los controles sociales, el criminal ha sido eficazmente curado gracias a los métodos empleados por estos.
Es aquí cuando el protagonista ya puede reinsertarse en la sociedad, consideran que ya está curado, sin embargo, le es imposible. Al regresar a su casa se encuentra con que sus padres han acogido a un joven. El mismo se refiere a los padres del protagonista como “mis papis”, por lo que Alex se siente totalmente fuera de lugar, se va. Esto es una evidencia de la dificultad para los criminales de reinsertarse en la sociedad una vez salen de la institución penitenciaria.
Cuando se marcha, se encuentra con el hombre sin hogar que había agredido con su pandilla, este le pega, acompañado de sus amigos. Poco después. unos policías, entre los que se encuentran dos miembros del que era su grupo, estos lo golpean, sufre violencia policial. La violencia está presente a lo largo de toda la película.
Tras esto, moribundo, busca refugio en la casa del matrimonio que habían agredido. El escritor, cuya mujer había fallecido, no reconoce a Alex y debido a su contrariedad a los métodos y medidas autoritarias empleadas por el Gobierno, llama a dos individuos que le plantean cuestiones al joven. En sus respuestas se puede apreciar lo destrozado que está, dice “deseo evaporarme, morirme tranquilamente”, tiene la moral por los suelos,… El escritor lo reconoce ahí y decide vengarse, lo despierta con La Novena Sinfonía, Alex no lo aguanta y se tira por la ventana.
El joven es llevado al hospital. Podría englobarse dentro de las técnicas de investigación criminal, exactamente en el reconocimiento médico, a la psiquiatra comprobando posteriormente mediante unas diapositivas a las que Alex debía dar su primera impresión ante ellas. Algunos ejemplos de sus impresiones cara las diapositivas son: “tengo la cabeza vacía y voy a partiros la cara”, “no hay tiempo para un mete y saca guapa”. La psiquiatra apunta que se está curando.
Finalmente, el Ministro acude a la sala donde se encuentra para disculparse o, al menos, borrar su imagen. Sus padres también lo visitan, lo vuelven a reconocer como su hijo. Es apreciable como Alex vuelve a ser el mismo que era previamente al Tratamiento Ludovico cuando se imagina teniendo relaciones con un público en frente.
