'The Post': Análisis de la Película sobre la Guerra de Vietnam

Resumen

Este ensayo refleja la película “The Post”. Análisis de este cine nos permite reflexionar sobre tales temas eternos cómo la responsabilidad y la libertad de expresión.

El argumento principal de la película es el conflicto interno que se desarrolla en la redacción del periódico “The Washington Post” a causa de la filtración de ciertos secretos oficiales del Gobierno Estadounidense. Meryl Streep, que interpreta a Kay Graham, es la directora del periódico, y lucha por tomar las riendas de su empresa y abrir su camino como líder del periódico en un universo hostil y completamente masculino, el cual cuestiona constantemente sus capacidades. También nos encontramos con Tom Hanks interpretando a Ben Bradlee, editor jefe del periódico, quien normalmente tiene un punto de vista diferente al de los consejeros o inversores.

Ambos personajes, juntos, deben decidir si publicar o no una historia acerca de la Guerra que estaba sucediendo en Vietnam, que afecta de manera directa al ejército norteamericano y a los norteamericanos en general. El argumento de la película está basado en hechos reales ocurridos en Estados Unidos a inicios de los años 70, durante el mandato del presidente Nixon, quien se muestra como el principal detractor de las publicaciones desveladas por el reconocido periódico New York Times. Periódico que toma la decisión de divulgar unos documentos ocultados por el gobierno de Estados Unidos y la CIA, los cuales encubren información reveladora acerca de la Guerra de Vietnam.

La trama principal comienza cuando el fiscal general de los Estados Unidos, John N. Mitchell, exige el cese de las publicaciones mediante una sentencia judicial, que prohíbe a todos los medios de comunicación divulgar todo tipo de información acerca de los documentos, aludiendo al incumplimiento de la ley sobre la revelación de secretos oficiales, que pueden llegar a poner en peligro la seguridad del país.

El New York Times va a publicar una noticia referente a la Guerra de Vietnam y a la implicación del gobierno norteamericano en ella. Y el fiscal general de los Estados Unidos, John N. Mitchell, expidió un telegrama al Times para exigirle que cesaran las divulgaciones sobre el tema debido a que se estaba incumpliendo una ley sobre revelación de secretos del gobierno, y las publicaciones tuvieron que parar.

Nixon ante esta situación y el miedo a las críticas no duda en intentar desacreditar a cualquier periódico que saque a la luz cualquier tipo de información respecto a este tema.

Una vez ocurre esto, El Gobierno Norteamericano no van a achantarse ante y pretende destruir a cualquier periódico que publique algo respecto a los secretos del Pentágono y en el caso del Washington Post, una vez se sabe que son poseedores de esta información, se amenaza al periódico con destruirlo si la noticia les repercute de forma directa.

Estos secretos de Estado contenían información acerca de cómo había sido la participación de los estadounidenses en la guerra se había dado antes de que fuera una información de conocimiento público y, lo que es peor: sabiendo la realidad de que no se estaba ganando, no se retiraron las tropas, siguieron mandando soldados al frente únicamente por cuestión de orgullo, para no demostrar que se habían equivocado, y que ya no había motivos por los que seguir en el campo de batalla.

Cuando se hace pública la prohibición del Times sobre los artículos relacionados con la guerra de Vietnam, el director del Washington Post, Ben Bradley, ve el momento perfecto para que el Post entre en el juego y decide continuar con la tarea de publicar la jugosa historia.

Sin embargo, Bradley se enfrenta a un grave problema a la hora de publicar, ya que existe la posibilidad de que la fuente informativa haya sido la misma en el caso del Post y del Times y eso supondría que si se publica se estaría violando el veto del gobierno.

Finalmente, deciden publicar, hecho que por supuesto trae consigo consecuencias, como el llamamiento del periódico al Tribunal Supremo, sin embargo, muchos otros periódicos comienzan a publicar los archivos lo que hace que el Times y el Post no estén solos.

Acaban siendo absueltos con una mayoría de seis a tres. Y con la garantía de la libertad de prensa, sabiendo que esta, debe servir a los gobernados, no a los gobernantes.

Relación con la responsabilidad del informador

La responsabilidad del informador es un elemento que aparece de manera continuada en la película, pero primero debemos saber qué comprende a la responsabilidad del informador: cubre la responsabilidad jurídica (civil, penal o administrativa) y ética.

Dan, funcionario del Pentágono que trabajó para Macnamara. Tiene constancia plena de que filtrar ese tipo de documentos tiene una responsabilidad penal directa hacia su persona, pero su responsabilidad ética, su remordimiento de ocultar la verdad a la nación estadounidense es mucho mayor, aunque eso no requiera responsabilidad penal, de hecho cuando el redactor del Washington Post con Dan le dice “vas a ir a la cárcel Dan”, todos saben lo que implica esto.

La responsabilidad del informador se vuelve a ver clara cuando Ben Bradlee (Tom Hawk) no le importan las consecuencias de lo que pueda suponer la publicación de dichos archivos y ve la censura informativa sobre el tema de Vietnam que hace el gobierno sobre el New York Times como un incumplimineto de la primera inmienda estadounidense y como una ventaja para el Post ya que su responsabilidad ética, su deber de querer informar y de que se sepa la verdad. Para él, pesa mucho más el descubrimiento de la verdad por parte de los ciudadanos que el carácter disuasorio y sancionatorio que pueda causar el poder judicial hacia el Post por publicar los archivos.

¿Por qué es legal que el juez federal cese al Times de esa manera sobre esas noticias?

Porque los jueces aplicando el derecho, son los únicos que tienen potestad para limitar libertades y derechos, pero esto choca con la primera enmienda de la constitución americana (que es a lo que se agarra Ben Bradlee). De hecho, cuando le dicen a Ben que, si siguen con esto, el gobierno cerrará el Post, él responde que vivimos en un mundo en el que el gobierno le dice al Times puede o no puede publicar, y que si esto es así, entonces el Post ya ha dejado de existir, o frases como “la única manera de defender el derecho a publicar es publicando.”

Por el lado contrario, está Katharine Graham que ante el carácter sancionador de lo que supondría publicar los archivos, teme que eso afecte de lleno a Post y a su reciente salida a bolsa, que inesperadamente decide dar el visto bueno a la publicación por sus propios valores éticos, asumiendo así la responsabilidad correspondiente.

¿Por qué el abogado insiste en saber la fuente?

Porque en caso de que se descubra que la fuente es la misma (Dan) que la que proporcionó información al New York Times, la responsabilidad y en este caso penal sería no sólo para Dan por filtrar el documento, si no también para Ben Bradlee y Graham por incurrir en un delito de desacato, algo que hasta el momento se desconocía.

Relación entre “The post” y los secretos oficiales

Es cierto, que el tema principal que se desarrolla a lo largo de la película se podría relacionar en mayor medida con la libertad y responsabilidades de informar a la hora de publicar en los medios de comunicación, explicado anteriormente, sin embargo, no podemos olvidar el hecho que desencadenó en su momento la publicación del famoso documento, conocido como “Los papeles del Pentágono”. Daniel Ellsberg, personaje personaje secundario en el filme de Spielberg y representado por el actor Matthew Rhys, era un analista que trabajaba para las fuerzas armadas de Estados Unidos (Corporación RAND), quien decidió filtrar al periódico The New York Times, y posteriormente a otros periódicos como The Washington Post, un estudio del Pentágono, clasificado como alto secreto, en el cual se hablaba de las decisiones tomadas por el gobierno de Estados Unidos en relación con la Guerra de Vietnam. Información totalmente desconocida por el pueblo estadounidense, cuestionando la credibilidad de diferentes presidentes, bajo cuyos mandatos se mintió repetidamente al pueblo americano.

Ellsberg marcó un antes y un después, ya que a partir de entonces se han producido diferentes filtraciones de documentos clasificados como secretos oficiales, no sólo en Estados Unidos, sino en otros países como hemos podido ver en la película también comentada en clase, “Secretos de Estado”.

En España la protección de los secretos oficiales, está regulada por la Ley 9/1968, de 5 de abril, actualizada en distintas ocasiones, donde se establece la necesidad de imponer limitaciones a la hora de divulgar documentos que puedan poner en juego la seguridad del Estado español o los intereses de la colectividad nacional. La Ley obliga a cualquier persona que tenga conocimiento de una “materia clasificada”, a mantener el secreto o entregar dicha información a las autoridades.

Es cierto que existen secretos oficiales que deben ser guardados y ocultos, cuyo conocimiento por personas no autorizadas pueden perjudicar la seguridad nacional, así como comprometer los intereses del pueblo. Sin embargo, debemos tener en cuenta que, en numerosas ocasiones, cómo han podido mostrar múltiples gobiernos, hay decisiones o mentiras que se esconden bajo secretos oficiales, simplemente para ocultar ciertos beneficios económicos o políticos, como ha sido el caso que hemos podido ver en el largometraje.

Debemos tener en cuenta que las personas autorizadas a este tipo de información forman parte de una nación, la cual debe estar protegida por su gobierno, y por esta razón no podemos pedir una total restricción a la hora de poder desvelar o no los secretos oficiales. Porque siendo así, ¿Qué hacemos con la consciencia?, ¿Qué ocurre si permitimos a los gobiernos poder clasificar ilimitadamente la información como secretos oficiales?, ¿Estaríamos protegiendo realmente los intereses fundamentales de las naciones? Autores de estas filtraciones como Daniel Ellsberg, o Katherine Gunn, quien desafió al gobierno inglés, han conseguido la impunidad judicial, al demostrar, en parte, la necesidad de destapar estos sucesos al pueblo.

Pero esto también nos lleva a pensar, hasta qué punto es necesario para la sociedad conocer unos secretos oficiales u otros. Del mismo modo, debemos plantearnos hasta qué punto dejar filtrar ilimitadamente secretos oficiales que no provoquen ningún tipo de peligro para la seguridad, pueda crear una desconfianza total en el gobierno y en las instituciones públicas.

Conexión con agentes externos

Para obtener distintas perspectivas del asunto, decidimos preguntar a tres personas que estuviesen más relacionados o menos con el tema. Son: una periodista, una estudiante de periodismo y una persona de la calle que apenas conoce el tema y las consecuencias que podría tener.

La periodista, que trabaja en la Junta de Castilla y León, nos respondió a si ella, como informadora, publicaría un Secreto Oficial. Su respuesta fue contundente: sí lo publicaría siempre que no perjudique a civiles. No es responsabilidad del periodista que esa información acabe en sus manos, es de su fuente. El informador solo tiene que estar seguro de la veracidad del asunto, pero, “una vez comprobada, y sopesadas las consecuencias de la publicación, su responsabilidad social y su compromiso con la verdad, él decide publicarlo, o no”.

Ahora bien, sí está de acuerdo en que los informadores asuman responsabilidades penales siempre que se extralimitan en el ejercicio de sus funciones. Ahora bien, estas no pueden afectar al secreto profesional y la cláusula de conciencia que los protegen.

Defiende que no siempre la libertad de expresión está justificada, porque los derechos de uno acaban donde empiezan los del otro y discursos de ocio o incitar a la violencia a través de un medio de comunicación puede llegar a considerarse delito.

La siguiente persona a la que le preguntamos por su opinión sobre este tema, fue una estudiante de periodismo de la UCM. Ella nos comentó que siempre publicaría una información tan importante como esa siempre que fuese de interés público y más si el Estado está mintiendo a los ciudadanos en busca de sus propios intereses, como ha sucedido en el caso que hemos analizado. Además, también apela a que sobre el informador no debe recaer ningún tipo de responsabilidad penal ya que siempre que esa información cumpla el principio de veracidad, la responsabilidad recaería sobre aquel que haya proporcionado la información. Solo debe formar parte de tu decisión tu responsabilidad ética. En cuanto a la libertad de expresión, esta estudiante afirma que la libertad de expresión tiene límites, y que no todo se puede publicar.

Finalmente, pensamos que sería bueno preguntar a personas ajenas en un primer momento a este tipo de cuestiones, y que no tienen porqué saber exactamente en qué términos nos estamos moviendo. Para ello, consultamos a una chica que cursa un grado superior de Higiene Bucodental de 19 años con pocos conocimientos sobre Derecho o Política. Ella nos cuenta, que, como ciudadana, sí le gustaría conocer uno de estos Secretos Oficiales que le pudiese afectar de forma perjudicial de forma directa o indirecta, y más si su Estado le está mintiendo. Quiere creer que algún informador lo publicaría por el bien de toda la sociedad, que su deber ético no le permitiese que eso no saliera a la luz. Para ella, la libertad de expresión tiene límites. Al igual que nuestros demás entrevistados, piensa que ese derecho acaba cuando le quita otros al que está a su lado.

Conclusión

En conclusión, podemos extraer que la publicación de Secretos Oficiales siempre que sean de interés público y puedan afectar de manera negativa a la sociedad si sería bien vista por estas tres personas, cada una de ellas con una perspectiva distinta del tema.

Además, las dos primeras coinciden en que, en este tipo de casos, prima la responsabilidad ética del informador de hacer conocer a la sociedad de lo que le puede afectar. Finalmente, la libertad de expresión, al igual que todos los derechos fundamentales, no son absolutos y tienen límites. No se puede hablar de libertad de expresión, cuando atacamos la dignidad y derechos de los que están a nuestro alrededor.

24 May 2022
close
Tu email

Haciendo clic en “Enviar”, estás de acuerdo con nuestros Términos de Servicio y  Estatutos de Privacidad. Te enviaremos ocasionalmente emails relacionados con tu cuenta.

close thanks-icon
¡Gracias!

Su muestra de ensayo ha sido enviada.

Ordenar ahora

Utilizamos cookies para brindarte la mejor experiencia posible. Al continuar, asumiremos que estás de acuerdo con nuestra política de cookies.