Antígona: Un referente De Revolución

El acto de revolución, así como los sentimientos de inconformidad, opresión e injusticia, directamente asociados con este, representan una constante en la historia de la humanidad y de cierto modo, encapsulan conductas inherentes al ser humano como la lucha, la cooperación y la búsqueda de libertad. De este modo, la revolución se ha convertido en un eje central en incontables historias y ha sido encarnada por un sinfín de personajes.

Un personaje a destacar en la interminable lista de figuras asociadas al concepto de revolución es Antígona, protagonista de la obra con su mismo nombre. En este texto, se pretende hacer un breve análisis a dicho personaje y a los factores que influyen en sus actos, con el fin de identificar las discrepancias entre estos y el ideal de revolución mediante un contraste entre las dos, así como una comparación con Policarpa Salavarrieta, una representante paradigmática del espíritu de la revolución y proceso independentista colombiano.

Con dicho fin en mente, resulta apropiado aclarar el concepto de revolución; para tal propósito, se recurrirá a la Real Academia Española (2019), la cual define revolución así: “Cambio profundo, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional.” (párr. 2.). De esta cita, se puede extraer un detalle que resultará importante más adelante en el análisis de Antígona, dicho de detalle es la intención del acto revolucionario, la cual debe radicar en la búsqueda de un cambio para una colectividad y por lo tanto debe pretender solucionar una situación que perjudique o afecte a un grupo poblacional y no solo a unos pocos individuos. Esto constituye la primera discrepancia entre Antígona y el paradigma de la revolución.

Partiendo de lo anteriormente presentado, se entiende a Antígona a partir de dos perspectivas: como parte de la obra y desde el acto que la define, ambos aspectos del personaje que se consideran a la hora de llamarla revolucionaria.

Una de las principales razones por las que Antígona es sostenida como un estandarte revolucionario, es la transgresión que representa en el ámbito de la literatura de la antigua Grecia, donde se solía reservar el heroísmo para los hombres. Según lo anterior, Antígona es vista como una joven heroína que actúa en nombre del bien pese a que las leyes del hombre se lo impiden. Esta es la postura de Autores como Guyomard (2005) quien dice: 

Antígona es, en todo el sentido de la palabra, absolutamente contemporánea. Ella mezcla y subvierte las disposiciones habituales de la historia, de la temporalidad, de toda posterioridad posible a partir de aquel acto que hace de ella una heroína y la pone en escena (p. 1).

La implicación de posturas como esta, es que el personaje de Antígona revoluciona el ámbito social incorporando de modo significativo a la mujer en la literatura de la época. Donde se equivoca esta postura, es en asumir la intención de Sófocles a la hora de moldear el personaje.

Con respecto a la intención del autor, es falaz asumir que Antígona representa un esfuerzo de incluir o empoderar a la mujer. Por el contrario, llega a parecer claro que el género del personaje fue determinado por las relaciones ya establecidas anteriormente en Edipo Rey y Edipo en Colono, así como las implicaciones de estas en la narrativa de la obra. Por ejemplo, de no ser por su sexo, en el contexto de la antigua Grecia, Antígona hubiese ascendido al poder tras la muerte de sus hermanos, pudiendo así evitar cualquier afrenta contra el cadáver de Polinices. Dicho planteamiento, elimina el objeto de conflicto de la obra y crea una necesidad narrativa que obliga al autor a asignarle el género femenino al personaje. Por otro lado, y tal vez más decepcionante, es el papel que juega el género de Antígona en el subtexto de la obra, donde sirve como objeto de burla y como herramienta para agregar un aspecto cómico a la trágica premisa tratada. De nuevo examinando el ámbito cultural de la antigua Grecia, se puede ver cómo la figura de una joven mujer, intentando vencer en una heroica cruzada para mantener los decretos de los dioses y que, en últimas, muere en nombre de esta, desatando tragedia para aquellos que la rodean, representa más bien una parodia de los tradicionales héroes de la época. Así, en los ojos de una audiencia profundamente machista y excluyente con la mujer, Antígona cuenta la historia de una adolescente imprudente, buscando grandeza en un heroísmo que, cómo mujer, no le corresponde. Con lo anterior, se puede evidenciar una intención de burla frente al género de Antígona, dadas las acciones y a actitudes del personaje y se puede decir también que es precisamente esto, lo que concede el género de tragicomedia a la obra.

Independientemente de lo que se piense sobre el personaje de Antígona, es claro que sus actos toman un papel protagónico en el desarrollo de la narrativa de la obra. Estos son cuanto menos transgresores y suelen ser vistos como un acto de revolución en contra del sistema, sin embargo, es vital analizarlos a profundidad para lograr vislumbrar objetivamente los factores que hacen parte de este y cómo se relacionan con el fin del escrito.

Si bien resulta claro que Antígona y sus acciones van directamente enfrentadas al poder político establecido, del mismo modo que se esperaría de un supuesto acto revolucionario, existe una distancia significativa entre un acto de rebeldía, como el de Antígona y un verdadero hecho de revolución. Dicha diferencia, nace de la intención del acto y el fin que persigue.

Con lo anterior, resulta apropiado recordar la definición presentada al principio del texto, en lo que concierne al concepto de Revolución y las aclaraciones dadas al respecto. Entre ellas, cabe destacar la importancia de perseguir un bien común y pretender un cambio a favor de una colectividad. Esto es precisamente lo que separa a Antígona del ideal revolucionario, su obrar no busca más que intereses propios; no pretendía alcanzar un bien para sus conciudadanos, tampoco buscaba imponer un nuevo sistema que fuese más justo, por el contrario, solo se enfrenta al poder legítimo para alcanzar un beneficio en su favor y en el de su familia. Siendo las cosas así, Antígona carece de aquel fundamento que empuja las revoluciones y, por lo tanto, no se le puede considerar revolucionaria en su obrar.

Ahora, habiendo ahondado en el acto que define al personaje de Antígona, es pertinente compararlo con una verdadera representante del paradigma revolucionario como Policarpa Salavarrieta, con el fin de delimitar la diferencia entre hechos de rebeldía y hechos de revolución.

De Policarpa no se guarda mucha documentación, por lo que muchos aspectos de su biografía son objetos de conjetura y especulación; sin embargo, es bien sabido que fue un personaje esencial para la lucha independentista y se conocen varias particularidades de su carácter. La “pola”, al igual que Antígona, sale de lo habitual y, de hecho, comparte con ella una personalidad aparentemente similar: audaz, con arquetipos inclinados hacia la justicia y la libertad y con una tenacidad que podía llegar a poner sus ideales encima de su propia vida.

Pese a las importantes similitudes, es importante aclarar que el diferir de lo que se considera normal, el ser una mujer con un rol importante, o aún más, ir en contra de lo planteado, no determina en sí la importancia de cada uno de estos personajes. En el caso de Policarpa, su estatus revolucionario se basa en la primacía del bien común, la cual se mantuvo invariante a través de sus aportes a la campaña independentista colombiana como espía y corredora de encomiendas. 

Al igual a que a Antígona, su convicción le costó la vida a la Pola, quien fue fusilada el 14 de noviembre de 1817 en Bogotá. Aun así, a diferencia de la primera, Policarpa murió luchando, no por ella, no por su familia, sino por la libertad de su patria, perpetuando su nombre en la historia como una verdadera mujer revolucionaria.

Para concluir, si bien es cierto que Antígona resulta ser un personaje distinto a lo típico en la época de la antigua Grecia, y que es considerada un personaje revolucionario tanto por sus actos, como por su importancia social, dichas percepciones tan comunes en el entorno cultural actual, o bien, asumen erróneamente la intención del autor o se basan en un concepto muy desdibujado de revolución. En últimas, esta situación es mejor descrita por Gil (2015) quien sintetiza así: “Quizá, como en ninguna otra pieza del teatro griego, se expone el comentarista de la Antígona a comprender incorrectamente las intenciones del autor” (p.9.).

Referencias

  • Real Academia Española. (2019) Revolución. Diccionario de la lengua española edición Tricentenario [versión electrónica]. Madrid, España: Real Academia Española, https://dle.rae.es/revolución
  • Guyomard, P. (2005). Antígona, para siempre contemporánea. Le malaise adolescent dans la culture, 68-77.
  • Gil, L. (2015) Antígona, Bogotá D.C., Colombia: Penguin Random House.
01 July 2021
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