Aproximación A La Violencia De Genero En La Adolescencia
Muchas son las noticias y artículos que en los últimos años aparecen en diferentes periódicos y publicaciones on-line con respecto a la Violencia de Género hacia las mujeres jóvenes.
Según “El País” en su versión digital publicada el 28 de Mayo de 2019, escribía el siguiente titular “La violencia machista crece más entre los hombres jóvenes”. El dato que manejaba era de 31.286 mujeres inscritas el pasado año en el registro Central para la Protección de las Víctimas de la Violencia Doméstica y de Género, un 7,9% más que en 2017 .
En este mismo año el 9 de septiembre, europress.es titula su portada “La Fiscalía ve ‘inquietante’ el aumento de la violencia de género y sexual entre jóvenes y lo vincula a la pornografía” haciendo especial hincapié, como casi siempre que hablamos de igualdad y prevención de la violencia de género, del medio educativo. Apunta además a reflexionar porqué las jóvenes funcionan con ‘patrones de discriminación’ pese a la sensibilización contra malos tratos.
Pero, ¿por qué aumenta la violencia de género entre los jóvenes? Reza otros de los ejemplares a los que hemos podido acceder, en la web soziable.es que recogía las conclusiones de las jornadas “Tolerancia Cero contra la violencia de Género”, organizada por Fundación Mutua Madrileña y Antena 3 Noticias asociando este incremento al uso o “mal uso” de las Tecnologías por parte de este colectivo.
Parece que podemos intuir la combinación (además de otros factores, indudablemente) para explicar el aumento de la violencia de género en jóvenes: el uso de las Tecnologías, concretamente del Smartphone-whatsApp y el consumo de pornografía cada más violenta en internet.
Muchas son las entidades y los y las profesionales que están en contacto directo con el problema, y desde hace muchos años vienen alertando del mismo.
Las recientes encuestas y estudios acreditan que la población juvenil y adolescente resulta ser un colectivo especialmente vulnerable frente a la Violencia de Género, concretamente en el maltrato psicológico u otras formas más sibilinas y escondidas de violencia., sino olvidar las agresiones sexuales, tanto individuales como colectivas.
Como dice Lorente Acosta, “la sociedad está dispuesta a aceptar un determinado grado de violencia contra las mujeres al igual que acepta un determinado número de homicidios, de accidentes de tráfico o de accidentes laborales. No interesa profundizar en el problema, no sea que pongamos al descubierto que históricamente nuestra sociedad se ha levantado sobre la base del control y del sometimiento de la mitad de la población, las mujeres, y poner fin a eso supone cuestionarse muchas de nuestras estructuras y de nuestras instituciones tal y como las conocemos y las vivimos” .
Pero si nos ha costado hacer ese ejercicio para la visibilización de la violencia contra la pareja en adultas, ese mismo trabajo para mujeres adolescentes, es todavía muy reciente. Aunque podemos encontrar diferentes guías, manuales, etc., desde posiblemente los servicios sociales especializados, o áreas y/o centros de la mujer de las diferentes institucionales municipales, comarcales y/o autonómicas, donde se hacen reflexiones, recomendaciones a las adolescentes para detectar el estar inmersas en una relación de pareja no solo no igualitaria sino violenta, no encontramos ningún protocolo de actuación donde las mujeres adolescentes sean las protagonistas . No existe, tampoco ningún protocolo en el ámbito sanitario para la prevención, detección y/o intervención de casos de Violencia de Género en parejas adolescentes .
El aumento del rechazo al sexismo va en crecimiento paralelo con el reconocimiento de haber sufrido Violencia de Género o haberla ejercido. Y es que hay una clara vivencia dentro del denominado “espejismo de igualdad ”, en la que las adolescentes, criadas dentro de la democracia, con leyes en las que la igualdad es un derecho reconocido y lo contrario se castiga, piensan que ésta ya ha sido lograda y que no les corresponde ni defenderla, ni detectar las múltiples desigualdades y las violencias de la vida cotidiana, aunque las afecten directamente también a ellas.
Pero si algo tiene que tener claro el feminismo que viene, es que no podemos dar la guerra por ganada mientras la violencia contra las mujeres y la prostitución, se lleven por delante el número de mujeres y niñas que se lleva cada año . Y es que desde la adolescencia la principal condición de riesgo de Violencia de Género es la mentalidad sexista basada en el dominio y la sumisión, mentalidad que la prevención debe erradicar.
Pero parece que campañas como “Cuéntalo, Hay salida”, dirigidas específicamente a la población femenina adolescente, no ha sabido enmarcar el problema de Violencia de Género en éstas de manera real, ya que muestra la solución como algo tremendamente sencillo, y no lo es. Muestran a las protagonistas como pobres ingenuas que no se han dado cuenta donde estaban metidas y donde su falta de autoestima las responsabiliza de su situación. Pero, ¿dónde están ellos en estas campañas?.
Cuando conocemos un nuevo caso de violencia de género en las noticias (por desgracia hecho que se ha convertido en algo cotidiano en los últimos años), siempre focalizamos una futura vía de resolución del problema a la educación. Como hemos analizado, es verdaderamente importante para la creación de una nueva sociedad libre de violencia de género. Pero, ¿cómo vamos a proteger a nuestras adolescentes y jóvenes de la violencia de género si ni siquiera las nombramos, si ni siquiera las visibilizamos? . Y si vamos más allá en el análisis, ¿cómo vamos a llevar a cabo esta educación, formación, sensibilización, si la mayoría del profesorado tampoco está formado para llevarla a cabo?.
Pero si es de justicia pedir “formación inicial obligatoria sobre coeducación, igualdad de género y violencia de género’ para el profesorado de todos los niveles educativos, bien sea en la carrera de Magisterio, el Máster de Formación del profesorado necesario para impartir clases, o bien por un sistema de formación permanente del profesorado ya ejerciente. Nuestra formación inicial carece de perspectiva de género, y sigue pasando en las nuevas generaciones del profesorado.
Otra de las aportaciones que queremos incluir en este trabajo tiene que ver con la inclusión en los centros educativos de Planes de Igualdad, haciendo hincapié en las situaciones de sexismo y violencias machistas, para asegurarnos que nuestros objetivos son realistas Contando con un equipo bien formado, habría más capacidad para convencer de la necesidad de elaborar un Plan de Igualdad en el centro a toda la comunidad educativa. En este sentido, las familias cobran un papel fundamental. La necesidad de formación se extiende también a este agente socializador, que es igual de potente o más que la propia escuela.
Siendo conscientes de que la igualdad en las aulas no es un objetivo fácil a corto y medio plazo, por todas las reticencias y obstáculos que nos encontramos en el día a día, sabemos que el planteamiento de generar escuelas diferentes, libres de violencias machistas, respetuosa con la diversidad, igualitaria y ejemplo de convivencia pacífica, debe de convertirse en un objetivo prioritario de toda la comunidad educativa, por el beneficio de todas y todas a largo plazo.