Ballenero: Caza de Ballenas en el Atlántico Sur

Introducción

En este trabajo se emprende un reconocimiento arqueológico de un territorio en el cual no es posible realizar un trabajo in situ para un equipo de investigación argentino por tratarse de un espacio ocupado por Gran Bretaña que impide luego de la Guerra de Malvinas la actividad de cualquier equipo argentino en dicho territorio. Estamos hablando de las islas Georgias del Sur que están ubicadas a 1650 km. al este de la Isla de los Estados (continente Americano), poseen una extensión de 3850 km2. La Isla principal es la de San Pedro de unos 160km. de largo por unos 30 Km. de ancho, la misma se encuentra atravesada por la cordillera de San Telmo cuyo pico máximo es el monte Paget con 2935 msnm. En esta isla surgió a principios del siglo XX una industria ballenera muy prospera que propicio la colonización del territorio por parte del Homo sapiens del continente antártico.

Breve historia de la industria ballenera en el Atlántico Sur

Como señala Deleuze (1990), el capitalismo es un sistema que precisa expandirse para poder sobrevivir. Por ello incorpora constantemente nuevos espacios, recursos y personas bajo su órbita. Pensar este proceso de acumulación infinita puede ser una línea interesante para discutir las estrategias mediante las cuales el sistema intentó alcanzar su cometido. La llegada del hombre a las islas del Atlántico Sur y a la Antártida ha sido resultado de la expansión del capitalismo y su constante búsqueda de recursos para abastecer un mercado en crecimiento.

Desde el primer tercio del siglo XVIII, la demanda sostenida del aceite de ballena incrementó la caza de estos cetáceos que eran rastreados en los mares de todo el mundo. Las zonas australes asignadas por bulas papales a la corona española potencialmente ricas en esta especie atrajeron balleneros de distintas procedencias. La Corona española decidió reforzar su presencia en el atlántico sur y aprovechar estos recursos mediante el establecimiento de la colonia en Puerto Soledad, islas Malvinas y el fuerte y la Real Compañía de Pesca, en Puerto deseado (caviglia, 2015).

Los puertos balleneros más especializados estaban en la costa atlántica de Estados Unidos y poseían astilleros especializados en la construcción de este tipo de barcos y todas las industrias complementarias y derivadas. En ellos también se procesaba, al menos en parte, las materias primas obtenidas para su posterior refinamiento. También se elaboraban productos derivados. En 1774 Dartmouth, que más tarde se llamará New Bedford, comenzaba su ascenso como puerto ballenero. La mayoría de los barcos del s XIX al Atlántico Sur partían de este puerto. En 1841, 75 barcos balleneros zarparon de New Bedford y la ciudad se estaba convirtiendo rápidamente en una de las más ricas de la nación norteamericana. El periódico Whaleman’s Shipping enumera 20 puertos en 1855, la mayoría en la región de Nueva Inglaterra y New York.

En Gran Bretaña, Londres era el centro comercial de la mayoría de las compañías navieras. Especialmente en Gran Bretaña la industria lobera y ballenera formaba parte de una flota marítima o comunidad marina mucho mayor. Aun conociendo la envergadura comercial de las pesquerías, en palabra de Jones era solo una gota en el océano en relación al comercio imperial.

Durante la década de 1860 y 70, se pensaba que había una escasez de ballenas. En realidad solo fue una disminución en el número de las especies tradicionalmente cazadas. Hasta ese momento no se cazaban las especies que nadaban a más velocidad, que son las que comienzan a aprovechar, en principio, los balleneros Noruegos. El noruego Svend Foyn of Tønsberg introdujo la tecnología utilizada en la ballenería moderna entre 1863 y 1870, reemplazando las antiguas embarcaciones a vela y remo, por embarcaciones a vapor que alcanzaban velocidades de hasta siete nudos (Vairo et al, 2007). En la proa de la embarcación se ubicaba el cañón arpón. Cada arpón contenía un dispositivo de granadas que se activaban después de impactar el animal. También contaba con un sistema de arrastre para subir la ballena a la embarcación y procesarla en el lugar. Las modernas maquinarias permitieron por primera vez que los cuerpos se mantuvieran lo suficientemente frescos como para que el aceite y la carne fueran comestibles. Los residuos no comestibles se utilizaban para hacer fertilizantes o alimento para animales. En 1905 se descubrió que el aceite de ballena podía ser hidrogenado y sus productos utilizados en la manufactura de jabones y alimentos lo que dio más impulso a la industria ballenera.

Una expedición ballenera noruega llegó en abril de 1894 y permaneció brevemente en las Georgias del Sur. C. A. Larsen, líder y capitán de la embarcación “Jason” fue acompañado por los buques “Hertha” y “Castor”, exploraron Cumberland Bay y Royal Bay . En 1902 Larsen vuelve al Atlantico sur al mando del Antarctic buque que llevó a la Expedición Antártica Sueca, 1902-1903, dirigida por Nordenskjóld a la Península Antártica. El buque arribo a las Gerorgias del Sur en abril de 1902 a la bahía de Cumberland. Esta expedición exploró partes de la isla de San Pedro. En dicha oportunidad se le da nombre de Grytviken —caleta de las ollas- nombrada por las ollas de los loberos en la caleta de Cumberlan East Bay. El barco más tarde regresó a la Península Antártica a reembarcar a los miembros de la expedición que había pasado el invierno en la isla Snow Hill. No pudieron llegar a ellos y, fueron rodeados y aplastados por hielo. La expedición fue rescatada después de circunstancias muy difíciles por la corbeta ARA Uruguay a fines de 1903.

C. A. Larsen esta convencido que las Georgias del Sur sería la base más adecuada para la caza de ballenas antárcticas, al arribar a Buenos Aires luego de su rescate, logró interesar a capitales argentinos para explotar la caza de ballenas. Así se creó la Compañía Argentina de Pesca (CAP). Viajó a las Georgias del Sur, con “Louise”, “Rolfe” y “Fortuna” llegaron a Grytviken el 16 de noviembre 1904 y se crea la primera estación de caza de ballenas. La CAP fue creada con los aportes de Pedro Christophensen, Ernesto Tornquist, Teodoro de Bary y Heinrich Schlieper, quienes aportaron 200 mil pesos oro. La empresa fue reconocida por decreto gubernamental del 29 de febrero de 1904 e inscripta como tal el 8 de abril de 1904. La presidía el primero de los nombrados.

En 1908/09 había 19 cazadores operando en las islas del Atlántico Sur. Básicamente cazaban ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae), pero también fin (Balaenoptera physalus) y azules (Balaenoptera musculus); a veces francas (Eubalaena australis), sei (Balaenoptera borealis schleglii) y unos pocos cachalotes (Physeter macrocephalus). El movimiento ballenero en Georgias fue muy grande, con el tiempo en las diversas bahías se asentaron otras empresas (7 factorias) y llegaron a vivir más de 1.500 personas, tanto como en todas las Malvinas. La mayor producción de la CAP se obtuvo en la temporada 1924-25, 5.790 ballenas faenadas y una producción de 411.500 barriles de aceite .

En 1905 la Argentina estableció una oficina meteorológica en la isla, la segunda en la Antártida, pues la primera la había instalado en las islas Orcadas. En 1905 llegó la mujer de Larsen, Andrine Thorsen, acompañada por sus siete hijos, a bordo del “Cachalote”. Pasaron el verano allí y volvieron en marzo a Buenos Aires. Hubo otros familiares presentes en los diversos balleneros anclados en la bahía. Muchos balleneros o trabajadores de las factorías vivieron en el lugar con sus familias, aun con niños. Algunos se casaron y tuvieron sus hijos: el 8 de octubre de 1913 nació Solveig Gunbjorg Jacobsen, una niña, primer ser humano nacido en las Georgias. Más adelante nació otra, Aase Jacobsen, el 31 de julio de 1918.

Con tanta gente en la isla se organizaron algo así como juegos deportivos en la que competían equipos de los distintos puertos que allí estaban afincados, también en los puertos factorías existían, bibliotecas, cines, teatros y hospitales. Entre la primera y la segunda guerra mundial varios buques de la Armada Argentina aprovisionaron de carbón a la isla. Algunas veces se usaron balleneros especialmente contratados. La I Guerra Mundial impuso un alto en el florecimiento de la industria ballenera y cuando volvía a levantar cabeza la depresión del 30 se hizo sentir también en tan lejanos lugares (varias de las factorías cerraron). Larsen entonces vendió su parte en la CAP a los otro socios. El último presidente de La Compañía Argentina de Pesca (1945-1963) fue Alfredo L. R. Ryan, nacido en Gibraltar, empresario marítimo de los Talleres de Reparaciones del Río de la Plata, de familia irlandesa.

Hacia 1950 sólo quedaban tres factorías: Salversen, inglesa, en Leith, que cerró en 1964; Husvik, noruega, en dicha bahía, que lo hizo en 1960, y la Compañía Argentina de Pesca, que se inició en 1904 y cerró en 1963. Ryan vendió su parte a la Albion Star Ltd., que pertenecía a su propio grupo y tenía sede en Malvinas, transformó sus buques balleneros en remolcadores para uso portuario y alquiló las instalaciones a una empresa ballenera japonesa que operó entre 1963 y 1965. Las instalaciones de Grytviken fueron abandonadas en 1967, Ryan intentó venderlas a los soviéticos, pero para evitarlo fueron adquiridas por capitales británicos encabezados por Christian Salversen que compro todos los puertos factorías de la Isla San Pedro; a su vez dicha empresa, en 1981 las vendió como chatarra al búlgaro Constantino Davidoff con nacionalidad argentina. El permiso de desmantelamiento de ellas, otorgado por el gobierno inglés a Davidoff y luego desconocido por dicho gobierno, dio origen formal al Conflicto del Atlántico Sur en 1982 entre la Argentina y Gran Bretaña. 

Hoy se encuentran los restos de estas factorías tal cual quedaron desde fines de los 60 del siglo pasado, como testimonio de la expansión del sistema Capitalista en la islas subantarticas del Atlántico Sur.

24 May 2022
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