Carpe Diem como El Tema Central del Poema “Mientras por Competir con Tu Cabello”

El poema que nos ocupa en este comentario fue escrito por Luis de Góngora durante el Siglo de Oro español (siglo XVII), época también conocida como el Barroco. Se trata de una etapa definida por su pesimismo, que se trasluce en su poesía. Góngora representa el culteranismo de la época, movimiento que gusta de lo formalmente complejo y cuyas características representa magníficamente el poema.

Comentaré primeramente su estructura métrica. Cuenta el poema con la disposición del conocido soneto clásico, constituido por dos cuartetos y dos tercetos, todos ellos con versos endecasílabos, con rima consonante y de arte mayor: ABBA ABBA CDC DCD.

Esta composición fue muy utilizada en el Renacimiento y es una forma venida de Italia, que era en este momento una parte de la tradición literaria de la época; en ella demuestra Góngora su conocimiento y deuda con la poesía anterior.

El tema central del poema es el carpe diem, famoso tópico tomado de los clásicos, que invita a disfrutar de la juventud y subraya el inexorable paso del tiempo. En este poema lo vemos simbolizado en la exhortación a una joven a gozar de los atributos de belleza que posee, pues después estos desaparecerán. Es exactamente el mismo tema que construye Garcilaso en “En tanto que de rosa y azucena”, pero el tratamiento es diferente, pues en este caso los recursos se basan en la hipérbole, la metáfora y la complicación sintáctica. Garcilaso desarrolla el tópico con aparente sencillez, en tanto que Góngora presenta una interpretación diferente del mismo motivo, basada en la exageración y la complicación sintáctica, aunque las metáforas que emplea son esencialmente las mismas.

El poema está conformado por únicamente una oración, con la siguiente estructura: los dos primeros cuartetos cuentan con cuatro subordinadas temporales coordinadas entre sí y en los dos tercetos aparece una enumeración a modo de complemento directo (“cuello, cabello, labio y frente”, v. 9), encabezada por el verbo imperativo goza (v. 9); después, hay otra cláusula subordinada temporal que llega hasta el final del último terceto. Esta unidad sintáctica es un primer elemento de complicación y es un ejercicio de habilitad constructiva; además la proliferación de subordinadas temporales se relaciona con la centralidad del paso del tiempo, elemento esencial en el motivo tratado.

Por otro lado, en la construcción interna de cada oración es clave un tipo de hipérbaton consistente en que sistemáticamente los complementos verbales se anteponen a los verbos de los que dependen, como corresponde a una sintaxis latinizante. El latín era lengua de prestigio y por ello los autores intentaban imitar algunas de sus características, como es el caso. Así lo observamos en “a cada labio por cogello” (v. 5) y “en plata o viola troncada” (v. 12), entre otros. Otro modo de hipérbaton también latinizante consiste en la anteposición del complemento del nombre al propio nombre (v. 8). Todos estos recursos ayudan a diferenciar la lengua del poema de la lengua cotidiana, en la que el ordenamiento de estos elementos era diferente, y por lo tanto contribuyen a crear esa impresión de distancia y de elevación de registro que se quiere conseguir, así como a exaltar la habilidad del poeta.

Otro recurso sintáctico que se utiliza a lo largo del poema es el paralelismo. En los dos cuartetos iniciales este se crea a través de la recursividad de las oraciones subordinadas temporales y de su elemento introductorio, presente en el inicio de todos los versos impares (vv. 1, 3, 5 y 7). Los dos cuartetos son aquellos en los que se hace la caracterización de la amada y se conforman como un retrato, y la recursividad sintáctica hace que lo veamos con claridad. También el uso de una adjetivación cromática a través de epítetos, generalmente antepuestos, contribuye a realzar ese retrato de juventud.

En el motivo carpe diem es fundamental la caracterización de la mujer, símbolo de la belleza que caducará. Esta caracterización es únicamente física y se basa en la evolución de determinados elementos emblemáticos de su cuerpo a lo largo del tiempo. En la primera etapa se dibuja a la fragmentada mujer en su juventud, utilizando metáforas cromáticas presentes en la tradición (el cabello es como el oro, la frente es como el lirio, el labio es como el clavel). Lo diferente y propio del Barroco es que estas se llevan a la exasperación hiperbólica: el cabello es como el oro, pero no solo, sino que es como oro bruñido (trabajado, cuyo brillo es mayor) y el sol relumbra en vano (con la personificación del sol, que quiere “competir con tu cabello”, v.1); la frente es blanca, pero no solo, sino que en medio del llano mira con menosprecio la blancura del lirio, v.4). Por su parte, las realidades de la naturaleza son humanizadas y presentadas como compitiendo con la belleza femenina.

En el segundo cuarteto, los dos primeros versos introducen la idea de deseo sexual que crea la belleza de la mujer en el ojo (metonimia) que la contempla. Es interesante que dentro de este ejercicio de desmembramiento de la belleza femenina se alude de manera individualizada a “cada labio” (v. 5). En los dos últimos versos del cuarteto se vuelve de nuevo a la estrategia del primer cuarteto, de nuevo se presenta la belleza femenina compitiendo (y venciendo) con una realidad de la naturaleza que se personifica: el “luciente cristal” (v. 8).

El primer terceto se inicia con un rotundo goza y la enumeración de los elementos físicos de los que la mujer debe gozar. Luego viene la advertencia de la transformación de estos elementos, de su carácter efímero, y ello se señala en dos momentos temporales: no solo se van a volver “plata o viola truncada” (utiliza aquí también la metáfora clásica de los cabellos canosos identificados con la plata, un metal de menor valor que el oro; por otro lado, alude metafóricamente al color violeta “roto” característico de la piel en la vejez, en contraposición al “lozano” de los primeros años).

Sobre este segundo momento de la mujer en su vejez el poema pasa rápidamente, pues el segundo terceto se centra en el tercer momento, la muerte, presentada de nuevo a través de una enumeración (el último verso) que va gradualmente refiriéndose a realidades cada vez más inexistentes: “tierra-humo-polvo-sombra-nada”. Esta enumeración tiene de diferencial su mayor intensidad frente a las otras dos enumeraciones del poema, porque consta de cinco y no de cuatro o dos elementos. Ello es así porque es la más importante en el desarrollo del tópico del carpe diem.

Cabe concluir, pues, que Góngora presenta una versión de un tema clásico caracterizada por las metáforas tradicionales (cromáticas) presentadas de manera novedosa a través de esa idea de competición entre los fragmentos de la mujer y realidades naturales. Casi se pasa por alto el momento de la vejez, aludido a través de dos metáforas también procedentes de la tradición; la desesperación e intensidad de la percepción de la nihilidad del ser humano se expresa a través del último verso, enumeración in crescendo conformada por cinco elementos metafóricos. No sé hasta qué punto original, pero bien montado.

01 August 2022
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