Clases Sociales en la Roma Antigua

Introducción

No cabe duda de que, mientras más nos adentramos en la historia de nuestra sociedad y en los diferentes acontecimientos que se dieron en el pasado, más fácil es entender que, realmente, las cosas no son tan diferentes ahora con respecto a como lo eran en el pasado; un claro ejemplo de esto es el tema que estoy por abordar; las clases sociales, específicamente, las que surgieron junto con los orígenes de Roma.

“Desde su origen, patriciado y plebe fueron grupos opuestos desde el punto de vista sociológico. Mientras que el patriciado era no sólo minoría, sino que agrupaba a la élite de la ciudadanía romana, la plebe estaba formada por una masa heterogénea cuyo denominador común era su carácter de grupo no privilegiado” (Bravo, Gonzalo, 1998).

A lo que quiero llegar hablando de este tema es, cómo la división tan marcada y discriminatoria que existía en ese entonces sigue estando presente en la sociedad en la que vivimos actualmente. La mayoría de las personas tiene la errónea idea, desde mi punto de vista, de que hoy en día no existen las clases sociales, que no hay una división marcada entre unas personas y otras sólo por las condiciones económicas en las que viven, o por las “influencias” que tienen en el poder o en la administración de éste; la cruda realidad es que, aunque para muchos eso dejó de existir hace muchos años, mi perspectiva es totalmente distinta, pues, la verdad es que, aunque no queramos aceptarlo, vivimos en una sociedad donde las personas son criticadas o juzgadas por la clase social a la que pertenecen (esto engloba todo lo relacionado con la ropa que visten, el lugar donde viven, los lujos que pueden darse, etc.).

Entonces, ¿cómo es que las clases sociales que existieron en la Antigua Roma tienen influencia en la sociedad en la que vivimos actualmente? A continuación, daré a conocer una serie de argumentos e ideas para expresar mi punto de vista sobre esta problemática y así se pueda comprender más fácilmente porqué es así mi forma de pensar con respecto a este interesante tema.

Principales características de las clases sociales en la Antigua Roma

En Roma, los patricios, los clientes y la plebe eran quienes representaban la organización política y social que constituía la ciudad romana en sus principios; “los patricios constituyen una nobleza de raza, y ellos solos participan del gobierno del Estado y gozan de todos los privilegios del ciudadano romano” (Petit, Eugene, 1892). Tal como nos dice Petit en su libro Derecho Romano, los patricios eran, por decirse así, la punta de la pirámide con respecto a las clases sociales en la Antigua Roma, claramente después de la autoridad del rey, por lo que puede afirmarse que, cómo es común utilizar el término actualmente, se les consideraba la “clase alta” de aquella época.

Al lado de las diferentes familias patricias había varias personas que se denominaban clientes. Según Petit las personas que eran acreedoras del título clientes estaban bajo la protección de un jefe o un patrón con el que creaban tanto derechos como deberes, “el patrón debe a sus clientes socorro y asistencia; toma su defensa en justicia y les concede tierras. Por otra parte, el cliente debe al patrón respeto y abnegación” (Petit, Eugene, 1892).

El origen de la clientela no está del todo claro, sin embargo, se cree que muchos de los que llegaron a tener este título eran extranjeros que llegaban a Roma por derecho de asilo y que, para poder estar protegidos o más seguros se ponían, de manera voluntaria, bajo la protección de alguna familia patricia.

Algunos historiadores afirman que, al principio en la Antigua Roma solo había patricios y clientes, pero que al instante aparece otra clase, los plebeyos o la plebe. “Libres de toda unión con los patricios, ocupan en la ciudad un rango inferior. No tienen ninguna participación en el gobierno; está prohibido su acceso a las funciones públicas, y no pueden contraer matrimonio legitimo con los patricios” (Petit, Eugene, 1892).

Debido al alto grado de discriminación que recibían los plebeyos por parte de los patricios y a la poca o casi nula participación que se les daba en la administración del Estado, era de esperarse que con el tiempo surgiera una gran rivalidad entre estas dos clases sociales, por una parte la plebe tratando de crear una igualdad de derechos para toda la ciudadanía romana y, por otro lado, los patricios resistiéndose al cambio, queriendo ellos seguir siendo los únicos que pudiesen tomar las decisiones importantes a la hora de administrar el poder.

¿Qué son las clases sociales?

Es de suma importancia dejar claro que era lo que caracterizaba a cada una de las clases sociales en las que estaba dividida la ciudadanía romana para así poder entender cómo es que la sociedad en la que vivimos actualmente tiene varias similitudes con la sociedad romana de aquél entonces.

Nosotros como personas que conforman una sociedad hemos estado acostumbrados a usar frecuentemente o sino usar, por lo menos haber escuchado, aunque sea una vez, el término de “clase social”, pero, ¿sabemos en realidad cuál es la correcta definición de esta común expresión? Lenin nos dice que “las clases son grandes grupos de hombres que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por las relaciones en que se encuentran con respecto a los medios de producción (relaciones que las leyes refrendan y formulan en gran parte), por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo, y, consiguientemente, por el modo y la proporción en que perciben la parte de la riqueza social de que disponen” (Lenin, Vladimir, 1919).

Al momento de referirse a “la diferenciación que existe por el puesto que ocupan en un sistema de producción social” trata de explicarnos cómo es que una persona puede formar parte de una clase social sólo por el simple hecho de desempeñarse laboralmente en el mismo ámbito que otras, por ejemplo, en la sociedad en la que vivimos actualmente jamás va a ser bien visto que una persona que se gane la vida ejerciendo la profesión de albañil se junte con empresarios o incluso abogados, es ahí donde entra la discriminación en base a la clase social a la que perteneces.

En su definición Lenin nos dice que otra principal diferencia entre clases sociales se da “por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo”, esto quiere decir que, una persona que es empleada por otra automáticamente entra en una diferente clase social a la del empleador.

Mucha gente cree que en el área laboral se trata a todos por igual, que no existe una discriminación, y eso es válido, todos somos libres de creer y pensar lo que queramos, por eso es que existe la libertad de expresión, sin embargo, una cosa es que las personas lo piensen o lo den por verdadero, y otra muy distinta es la realidad en la que tenemos la “dicha” de vivir.

Aunque sea difícil aceptarlo, la verdad es que lo que nos dice Lenin no es más que la realidad, en una empresa o en alguna compañía es sumamente complicado ver conviviendo a un empleado de rangos inferiores con el jefe o con el director, ¿por qué es esto así? Por el simple hecho de que desde pequeños nos han criado con la típica y tonta frase de “no te juntes con esa chusma” y aunque suene irónico o ridículo, al momento de nuestros padres utilizar ese tipo de expresiones discriminatorias hacia otros, nos queda marcado el que, si una persona no pertenece a la misma clase social a la que nosotros, no debemos de entablar una relación con ella.

Desafortunadamente esto hoy en día se sigue practicando mucho más frecuentemente de lo que debería, pues la sociedad poco a poco se ha tenido que ir adaptando a este tipo de comportamientos discriminatorios de parte de cierto grupo de personas hacia otras, en lugar de rechazarlo y promover un cambio positivo en favor de aquellos que más lo necesitan.

Por último, Vladimir afirma que “consiguientemente por el modo y la proporción en que perciben la parte de la riqueza social de que disponen”. Sin duda alguna, esta acepción es la que más comúnmente utilizamos o a lo que nos referimos cuando hablamos de clases sociales: el dinero o las riquezas de las que dispone un cierto grupo de personas; personalmente, considero que este aspecto es lo que hace más notorio la diferencia entre una clase y otra, pues, los lujos que una familia puede darse viviendo sólo del salario de una persona cuyo trabajo es muy mal pagado jamás van a ser los mismos de aquella en la cual dos o más personas aportan ingresos de empleos relativamente bien pagados, por lo que es ahí donde entra el pertenecer a determinada clase social y tener que atenerse a las consecuencias que traiga consigo el ser parte de ésta.

A lo que quiero llegar hablando de todo esto es, por qué tratamos de hacernos a la errónea idea de que las cosas son diferentes a como lo eran antes, por qué ese afán de presumir o alardear que hemos evolucionado como sociedad con el paso del tiempo, cuando en el fondo todos sabemos que no es así, las personas siguen siendo juzgadas por la clase social a la que pertenecen, por la forma en la que visten, por el lugar en donde viven, por los restaurantes a los que van; por el más mínimo detalle la gente critica, habla mal, lastima, discrimina, y eso es exactamente lo que sucedía en el pasado en diferentes épocas históricas de la humanidad, la pura verdad es que no, no hemos cambiado en absoluto, solo se ha tratado de disfrazar la realidad.

Discriminación de naturaleza política

Regresando al tema de las clases sociales en la Antigua Roma, la discriminación era algo tan común en aquél entonces, que la mayoría de la plebe poco a poco fue acostumbrándose a ser tratados mal, pero, la discriminación más notoria fue la de naturaleza política, pues, “los plebeyos en cuanto ciudadanos podían aspirar al desempeño de cargos públicos (puestos de representación en la Monarquía, magistraturas en la incipiente república), pero sus posibilidades reales fueron decreciendo progresivamente hasta el punto de que senadores o magistrados plebeyos se convirtieron en situaciones realmente excepcionales. Pero aun siendo rara la opción se mantuvo vigente durante unos veinte años. Ya en el año 485 los patricios cerraron filas para impedir que los plebeyos pudieran desempeñar cargos públicos” (Bravo, Gonzalo, 1998).

Desafortunadamente, esta es otra de las muchas similitudes que nuestra sociedad tiene con la sociedad romana; a los cargos públicos solo puede aspirarse si se tienen “contactos”, si se tiene el suficiente dinero para todo lo que conlleva el postularse, si se tiene la aprobación de la clase alta, pues, en muchas ocasiones, son ellos quienes patrocinan o pagan los gastos que conlleva una campaña electoral. Aunque suene feo o cruel, es casi imposible que una persona tenga siquiera la más mínima posibilidad de postularse para algún cargo público, pues, o la gente piensa que no sabrá sobrellevar el puesto sólo por ser de una clase más humilde, o no tiene los fondos para la campaña o simplemente porque no tiene conocidos ya dentro del poder, por lo que me atrevo a decir que es exactamente igual a como eran tratados los plebeyos en la Antigua Roma por parte de los patricios, siendo discriminados y negándoles cualquier oportunidad a aspirar a representar a toda su gente por medio de la política.

Es innecesario decir que, como consecuencia de esto obviamente iba a desencadenarse un conflicto entre ambas clases sociales, pues los patricios no estaban dispuestos a doblegarse, por lo que no tenían planeado incluir en las decisiones sobre el pueblo a la plebe, ellos querían seguir siendo los únicos que pudieran administrar el poder, mientras que, por otro lado, los plebeyos no iban a quedarse para siempre con los brazos cruzados, en algún momento tenían que reaccionar y pelear por lo que se merecían, es en este momento donde comienza la verdadera lucha por los derechos de la plebe, buscando equidad para toda la ciudadanía de la Antigua Roma, dándole a cada uno lo que se mereciese en función de sus méritos o condiciones.

El conflicto

Después de varios siglos de la plebe quedarse callada, no reclamar el ejercicio de sus derechos, no participar en la administración del poder, ser sometidos a la discriminación de parte de los patricios, etc., algo los motivó a por primera vez empezar a pelear por lo que se merecían, es ahí donde inicia un conflicto entre estos y los patricios en una lucha por la igualdad para todo ciudadano romano. “En este sentido, se suele reducir el conflicto a una demanda de derechos políticos por parte de los plebeyos, pero es significativo que las primeras reivindicaciones fueran de naturaleza económica” (Bravo, Gonzalo, 1998). Esto quiere decir que, al decidirse a no dejarse más y pelear por sus derechos, el primer aspecto que quieren mejorar es su economía, los ingresos que generan, las ganancias que deberían de recibir por los diferentes trabajos que desempeñen, por lo que es aquí donde comienza su lucha por la igualdad en contra del patriciado.

Bibliografía

  1. Bravo, Gonzalo (1998), Historia de la Roma antigua, Alianza Editorial, España.
  2. Petit, Eugene (1892), Derecho Romano, Editorial Porrúa, Francia.
  3. http://www.rebelion.org/docs/89545.pdf, consultado el 14 de octubre de 2019.
  4. http://laforja.cat/media/1038/una-gran-iniciativa-vladimir-ilich-lenin.pdf, consultado el 14 de octubre de 2019.
01 August 2022
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