Preocupaciones Y Conflictos Durante La Época Del Imperio Romano

El historiador Arniano Marcelino ocupa con su figura la segunda mitad del siglo IV d. C., ya que vivió aproximadamente entre los años 332 y 398, época en la que se produce la progresiva decadencia del Imperio Romano, causada entre otros factores por el declive demográfico, productivo y por los cuantiosos gastos que exigían tanto el ejército como el aparato burocrático del Estado y que favorecieron su consecuente debilitación.

Sin embargo, Amiano Marcelino no es imparcial. En su obra, encontramos la preocupación ante los conflictos políticos, sociales y religiosos que le rodearon durante la época del Bajo Imperio Romano. Más en concreto, se centra en la actitud que mantenía el pueblo romano ante esta decadencia. Intentando concienciar a los demás de los males de su época mientras miraba con nostalgia al pasado (las épocas de la República y el Principado), donde se caracterizaba por su marcado carácter marcial y expansionismo territorial. En definitiva, la Roma esplendorosa y monumental que había conquistador la mayor parte del mundo conocido.

Los Emperadores Antoninos y sus sucesores habían llevado a cabo numerosos intentos para sanear las arcas del Imperio, incluso se llegó nacionalizar la economía, debido a los enormes gastos del ejército y el funcionariado. Como resultado, llegó el descontento de los distintos sectores de la sociedad (senatoriales, familia imperial, militares, plebe) y una mayor indisciplina del ejército.

Aunque sus alusiones a la situación económica en esta época no son muy abundantes ni explícitas, el aspecto social de la crisis aparece, sin embargo, claramente descrito en este escrito. Por ello nos presenta a las diferentes clases sociales de la forma en que lo hace, ya que, por un lado, nos encontramos a una minoría que tiene como cometido la protección del Imperio, mientras que el grueso de la población eran desempleados hastiados de sus vidas, lo que desencadenaba a menudo disturbios civiles y motines callejeros.

La clase más baja necesitaba encontrar un modo de entretenerse y olvidarse de lo que realmente les afectaba en su vida diaria, y los espectáculos de masas comenzaron a llenar el vacío de sus vidas, y acabaron usándose como instrumentos políticos.

A partir de este momento, pasan a convertirse en un fenómeno de masas, despreciado por las élites sociales e intelectuales que lo tachaban como algo vulgar alejado de la imagen que tenían de Roma en épocas anteriores. A pesar de ello y debido al gran número de seguidores estos espectáculos se convertirán en un fenómeno que no dejará de crecer en importancia hasta el punto de que algunos emperadores financiarían con dinero estatal estos juegos para ganar así popularidad y poder entre las masas.

Esta situación llevó a que los espectáculos se convirtieran en el Imperio en un fenómeno político y social de primera magnitud, y el hecho de que el Estado y los magistrados los organizaran gratuitamente (o cobrando una entrada a precio irrisorio) para los más desfavorecidos hizo que los ciudadanos pronto los consideraran como un derecho más, que las autoridades procuraron satisfacer, evitando de esta forma las posibles revueltas. Hay que entretener a un público que, en su mayoría, es inculto, que desconoce el pasado, teme y se siente muy lejos de los poderosos del presente, y no se preocupa mucho del futuro

El costo de los juegos de gladiadores, eventualmente llegó a representar un tercio de los ingresos totales del Imperio Romano hasta convertirse en el corazón social y político de su época. En consecuencia, empeoraron las condiciones económicas de amplias capas de población.

Los signos visibles o manifiestos de la «crisis» bajo-imperial, se pueden resumir en los siguientes puntos:

– Reformas de Diocleciano. La figura del emperador pasa de ser un “primus inter pares” a la de un déspota al estilo oriental. Esto distancia al gobierno del Senado, y a su vez, del pueblo. El poder imperial, cada día más absolutista, ensayó la búsqueda de nuevos amplios apoyos religiosos e ideológicos, pero las reformas de Diocleciano solo subsistieron bajo su régimen.

Al abdicar, el sistema de gobierno tetrárquico colapso, ya que era un sistema inherentemente propenso al conflicto al proponer a cuatro candidatos al trono imperial que no duraron al frente del mismo durante mucho tiempo. Fue creada para normalizar el funcionamiento del poder ejecutivo, evitando la desintegración del Imperio y los pronunciamientos militares y usurpación en la época precedente. Se trata de un periodo de inestabilidad pues ninguno se iba a conformar con gobernar una cuarta parte del imperio en lugar del imperio completo.

A pesar de esta situación, seguirían celebrándose con regularidad las carreras de carros, y en especial las asociadas a las festividades oficiales sagradas, además de las sufragadas por los magistrados a título personal.

  • Pérdida de los valores marciales de la población. La necesidad de tropas para cubrir las extensas fronteras del imperio hace que muchos emperadores recluten barbarous como mercenarios, con la consiguiente mezcla de culturas, diluyendo los valores romanos, lo cual llevó, entre otras cosas, a un incremento de la presión impositiva y una menor identificación con la propia Roma y lo que esta representaba.
  • Cristianismo. La adopción de esta religión durante el reinado de Constantino I el Grande en detrimento del panteón romano, que predica unos valores completamente opuestos a los romanos (marcialidad, amor a la Patria) hace que la carrera militar sea mucho menos atractiva. Este punto se ve reforzado por el autor, un gran amigo del emperador Juliano II el Apóstata, que fue también un emperador-soldado y renegó del cristianismo.
  • Mezcla de culturas. Se ha comentado que los barbarous mercenarios en el ejército romano diluían los valores romanos con la mezcla de culturas; pero esto no pasaba solo en el ejército.

Las extensas fronteras del imperio eran cada vez más difíciles de defender, y una de las soluciones fue asentar a los barbarous dentro de las fronteras, incluyéndolos en la vida civil romana. Durante el periodo de los emperadores ilirios, las fuerzas bárbaras, sobre todo godos, alamanes y vándalos fueros completamente rechazados, primero por el emperador Claudio Gótico y luego por su successor Aureliano. Pero con el paso del tiempo y la galopante decadencia, lo logrado por estos emperadores soldado fue perdiéndose paulatinamente hasta llegar al culmen durante el reinado del emperador Valente.

Este emperador intentó asentar a los godos dentro de las fronteras, pero el flujo de barbarous era simplemente demasiado grande, y pronto empezaron las hambrunas. Al no suministrar alimentos y dejarlos morir, estallo la guerra, llegando al punto final en la batalla de Adrianopolis en el 378, donde el propio emperador fue muerto, desencadenando una serie de acontecimientos que desemboco en la separación del Imperio durante el reinado de Teodosio I el Grande.

Tras la crisis del siglo III y las reformas de Diocleciano y Constantino, el Imperio de Occidente pudo sobrevivir dos siglos más, hasta la segunda mitad del siglo V. Sin embargo, la ideología, la sociedad y la cultura fueron notablemente diferentes y se caracterizaron por nuevos elementos que iban a originar el mundo europeo y mediterráneo de la Edad Media, y que iban a pervivir en los tiempos posteriores del feudalismo.

Una ciudad hecha por y para la guerra y en el que también introduce sus recuerdos y opiniones personales.

En conclusión, la sociedad del bajo Imperio Romano se vio inmersa en un periodo de descomposición que se manifestó en varias categorías como en el religioso (cristianos, paganos; romanos, bárbaros); político (poder, privilegio) y socioeconómico (productivas y fiscales).

El denominador común de todos ellos fue la lucha contra el poder establecido, ya se tratará de la Iglesia, el Estado o las autoridades locales. En realidad, estos movimientos expresaban las contradicciones propias de la sociedad tardoantigua, en la que el clima de descontento e injusticia social se unió a la confusión general en la identificación de los nuevos centros de poder.

Un discurso permitía al historiador retratar al personaje que lo pronunciaba, cambiar el ritmo de la narración, introducir tópicos y figuras propias de la persuasión evocando el pasado, inflamando o calmando sentimientos de los oyentes. No olvidemos que suelen pronunciarse en momentos clave (antes de una batalla, en el lecho de muerte, en un juicio, en el nombramiento de un emperador), de manera que el historiador debe concentrar en ellos todo su genio literario. Esto es lo que hace Amiano Marcelino, el último gran representante de la historiografía latina, un historiador que supo recuperar en su obra y en su estilo el tono, el objetivo y la calidad de los grandes historiadores del pasado, pero enriqueciendo también toda esa tradición con el colorido y el retoricismo propio de la literatura de su época.

En conclusión, si la retórica desempeñaba un papel fundamental en Grecia y Roma a la hora de escribir, es normal que los discursos, con todas las posibilidades literarias que ofrecen, fueran utilizados por unos historiadores que intentaban contar lo ocurrido, pero también divertir y entretener al público con una obra literaria.

la preocupación por el futuro del Imperio es la principal razón por la cual nuestro autor, presenta de forma tan clara e incluso patética el comportamiento de los romanos. Recordemos que Marcelino estuvo en las campañas militares, y como miles era conocedor de la situación fronteriza del Imperio, ya sea en la Galia o en Persia. Por ello presenta a los grupos sociales romanos de la forma en que lo hace, ya que un pequeño grupo de hombres lleva sobre sus hombros la protección del Imperio, mientras que los romanos se vuelcan a la diversión, el lujo y el boato.

Estas críticas se suman a la concentración de la tierra y a la falta de preocupación por los asuntos públicos. Un alejamiento de los antepasados los cuales no se preocupaban por la ostentación, sino que era el valor, la virtud el cual hacía a la aristocracia merecedora de este título y no la ostentación de lujos como crítica Amiano

Bibliografía

  • Este artículo está basado en : Panen et circenses. Una historia de Roma a través del circo. —David Álvarez Jiménez(Alianza editorial)
  • La vida cotidiana en Grecia y Roma. —Ian Jenkings(Akal ediciones)
  • El circo romano. —Friedlaender, Ludwig(Fondo de cultura)
  • La caída del Imperio Romano y la génesis de Europa: cinco nuevas visiones
  • Escrito por Gonzalo Bravo Castañeda, Maria Del Mar Marcos Sanchez
27 April 2021
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