Conducta Prosocial En Jóvenes y su Relación con Empatía y Moral
Introducción
El trabajo aquí presentado surgió de un gran interés sobre la conducta pro social y la relación que existe con algunos otros conceptos, como la conducta de ayuda, la empatía, la moral y la sociabilidad.
Sundell y Stone (2000) mencionan que la conducta es una repuesta de actividad observable verbal o no verbal, con la que puede responder el sujeto a alguna cuestión de la vida diaria
Llevando con esto a un análisis más riguroso sobre el concepto de conducta pro social, Urquiza y Casullo (2006) mencionan que es un conjunto de comportamientos a favor de otras personas, que pueden o no restituir beneficios para la persona que está llevando a cabo este tipo de conducta. Retomando la anterior definición se puede considerar que la conducta pro social es la conducta voluntaria de ayudar a las demás personas. En cuanto a la relación de ayuda Bermejo y Martínez (1999) mencionan que es un modo de acoplarse a las actitudes y habilidades relacionadas al acompañamiento en los procesos de integración social.
Desarrollo
Otro concepto relacionado con la conducta pro social es la empatía, ya que es considerada un precursor para dicha conducta, basándose en algunos estudios que lo revelan, Bermejo y Martínez (1999) refieren a la empatía como el grado de disposición que se tiene para llegar a la comprensión de la dificultad o problemática de una persona. Urquiza y Casullo (2006) señalan que:
“Las teorías vigentes distinguen entre empatía disposicional o empatía de rasgo como una característica de la personalidad que se manifiesta en una tendencia relativamente estable de la persona a percibir y experimentar de forma vicaria los afectos de los demás” (p.298).
Con esto se puede decir que la empatía es la capacidad que una persona tiene para comprender las situaciones difíciles de los demás, para así mismo tener un panorama mas amplio sobre los sentimientos y emociones que terceras personas experimentan.
En cuanto al desarrollo moral Urquiza y Casullo (2006) mencionan que es un proceso que se divide en tres niveles: preconvencional, donde la persona actúa prosocialmente porque los adultos lo piden y no quiere llevar la contraria; convencional donde el sujeto sigue normas sociales y leyes, para ser reconocido y tomado en cuenta; el posconvencional donde la persona comprende que la convivencia con los demás requiere de normas.
Eisenberg (citado en Urquiza y Casullo 2006) refiere que el juicio moral y la empatía están estrechamente ligados porque son esenciales para el logro de conductas sociales maduras y solidarias.
Escarti, Pascual y Gutiérrez (2011) mencionan que:
La responsabilidad como cargo u obligación moral respecto a uno mismo y a los demás, presenta cinco niveles de responsabilidad que los adolescentes y jóvenes deben de aprender para convertirse en personas adaptadas y eficientes en su entorno social: 1) respeto por los derechos y sentimientos de los demás, incluye empatía y autocontrol, 2) participación y esfuerzo, 3) autonomía, 4) ayuda a los demás y 5) transferencia aplicando los comportamientos de responsabilidad (p. 14).
Con lo anterior se puede determinar que tanto el juicio y la obligación moral son de vital importancia para el desarrollo de conductas prosociales porque ayudan marcando las bases de un buen desarrollo socializador.
Entonces para efecto de este trabajo se define el concepto de conducta prosocial como el comportamiento que desarrolla una convivencia de calidad donde la empatía, la conducta de ayuda y el desarrollo moral juegan un papel importante para la mejor socialización.
Un factor que no se puede dejar de lado es el ámbito familiar en el que se desarrollan los jóvenes, que se ve influido directamente en la forma de convivencia que tienen desde pequeños con sus padres y otros familiares cercanos. Garaigordobil (2014) menciona que la convivencia de padres (prosociales o altruistas) e hijos, brinda confianza básica y seguridad a los pequeños, lo cual les ayuda a una apertura de sociabilidad sana que van reforzando a lo largo de su vida con las experiencias que van teniendo.
Rodríguez (citado en Correa 2017) menciona que en la familia es donde se desarrolla las bases de la personalidad del niño, porque ahí es donde se da la crianza, el desarrollo de habilidades cognitivas, comportamentales y sociales. Por ejemplo, se inculca el respeto, Solano, Pick y Vargas (2008) mencionan que respetar es aceptar una serie de cosas de los demás, como sus decisiones, no meterse con sus cosas personales, escuchar a la otra persona, preocuparse por el bienestar de las personas, ser cortes y amable, con todo lo anterior bien desarrollado e inculcado en la familia ayuda a un buen desarrollo de una conducta pro social.
Conclusión
Otro aspecto importante es el desarrollo del liderazgo en los jóvenes porque es de gran ayuda para el desarrollo de la conducta prosocial en ellos mismos y en las personas que los rodean, Cardona (2006) señala que un líder ayuda a cada una de las personas que lo rodea a aumentar su autoconfianza y su autoestima, porque empuja a los demás a elevar el concepto de su propia identidad ya reflexionar sobre las acciones que llevan a cabo en sus vidas, creando un estado positivo de conciencia en si mismo y en los demás.