Culturas Y Subculturas Juveniles Y Violencia
Introducción
En las décadas anteriores el análisis de las culturas y subculturas juveniles se podrían definir como más estáticas y previsibles, en la actualidad con los cambios acaecidos en la juventud como etapa vital, las transformaciones de una sociedad más individualista y consumista, la irrupción de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (Tics), las nuevas formas de ocio, etc., han dado lugar a nuevas formas de sociabilidad y a formas de crear y transmitir identidades colectivas diferentes.
El mundo de la juventud se encuentra en un escenario complejo que, en décadas anteriores, precarizada su situación con altas tasas de desempleo, dependencia del núcleo familiar, promesas sociales incumplidas en relación a la formación y la inserción sociolaboral, que esta provocando una creciente desconfianza de los y las jóvenes hacia el mismo sistema social.
Ocio y estilos de vida son dos aspectos fundamentales que influencia en la conformación de culturas y subculturas, especialmente en el caso de la música tanto como generadora de identidades y como elemento central de las mismas, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XX, con el nacimiento del Rock & Roll, un punto de inflexión sin duda alguna. La juventud se caracteriza por su diversidad y heterogeneidad. Especialmente en un contexto como el actual, en el que las identidades colectivas ya no son tan monolíticas, sino que están caracterizadas por una diversidad de influencias y elementos que las conforman.
Uno de los elementos más importantes para analizar las culturas y subculturas juveniles, y su relación con conductas antisociales o violentas, es hasta qué punto estas culturas y subculturas van en la actualidad contra dicho orden. Es decir, si han perdido fuerza en su dimensión más reivindicativa o incluso contracultural, y han deslegitimado la violencia como forma de expresión.
En definitiva, las culturas y subculturas juveniles, se han convertido en parte del paisaje de nuestras sociedades, y representan expresiones de una parte de un colectivo como el de los jóvenes. Porque desde rockers, mods, punks, heavies, metaleros, emos, hiphoperos, bandas latinas hasta skaters, gamers, incluso ultras de fútbol, etc., son un hecho sociológico con múltiples dimensiones.
Culturas y subculturas juveniles
Para analizar la relación entre culturas y subculturas juveniles con conductas antisociales, violencia y hechos delictivos es necesario partir inicialmente
de la definición de estos conceptos. En primer lugar, para Feixa “las culturas juveniles se refieren a la manera en que las experiencias sociales de los jóvenes son expresadas colectivamente mediante la construcción de estilos de vida distintivos, localizados fundamentalmente en el tiempo libre o en espacios intersticiales de la vida institucional”. Por su parte, Rubio Gil y San Martín Pascual indicarían que “subcultura es un término partitivo, no peyorativo, y cada subcultura implica una pertenencia a otra cultura global, pero que como microsistema complejo puede ser estudiada cada una, a través de sí misma”
Dos conceptos que inciden en el aspecto colectivo, destacándose como una forma de expresión, y con especial incidencia del tiempo libre y del ocio en el caso de las culturas juveniles. cada subcultura comparte una ideología, como forma de entender la sociedad y sus conflictos, dando base a su existencia y como filosofía de vida: una posición frente a la diferencia sexual, económica o étnica, que se piensa de las autoridades, que valor le dan a la salud, la participación sociopolítica, la violencia, las relaciones sexuales, etc.
Este aspecto es fundamental en periodos como la adolescencia y la juventud, cuando la socialización primaria puede ser cuestionada y entrar en colisión con otros modelos: “a esta edad el sentido de pertenencia al grupo está más presente de lo que nunca había estado y probablemente de lo que estará́. Por sentido de pertenencia al grupo entendemos la seguridad que tiene el individuo de ser aceptado y formar parte de un grupo, así́ como de la sociedad en general”.
Los y las jóvenes buscan en estos grupos una fuente de reconocimiento y una posición en el mundo, la cual no encuentran en el que la sociedad les reserva: “el joven de hoy en día, espera a que sus padres le ayuden a vislumbrar su futuro como adulto, y mientras espera ociosamente a que algo cambie, adquiere un estilo de vida, que solo consiste en distanciarse culturalmente de una sociedad que los jóvenes no han fabricado”
La juventud como tal, acumula un sentimiento de discriminación social, incluso de exclusión. Ya se ha señalado las dificultades con las que cuentan para articular un proyecto de vida, lo que genera un sentimiento de frustración que puede expresarse o canalizarse a través de formar parte de una subcultura, lo que da lugar a la aceptación por el grupo, al compartir una identidad, a un apoyo mutuo… Por lo tanto, no debe dejarse de lado cómo la propia juventud percibe su situación en la estructura social. Y es que es una etapa marcada por la inseguridad, por el deseo de poder tomar sus propias decisiones en un contexto que no se lo permite, por asumir el control. El grupo, en ese sentido, es fundamental porque comparte sus mis problemas y anhelos, reforzándose de esta forma su propio relato. Dentro de ese grupo, además, las formas de rebeldía pueden expresarse y canalizarse.
Las TIC van a desempeñar un papel central en la vida de la juventud, auténticos nativos digitales, una comunicación visual y relaciones basadas en las Redes Sociales. De esta forma, también adquirirán un importante valor para la socialización y determinarán las formas de ocio y el uso del tiempo libre: “la ficción televisiva y los videojuegos que consumen las personas jóvenes tienen un carácter subcultural y apuntan a algunas de las distinciones entre etapa juvenil y etapa adulta”. En este sentido, podemos hablar de nuevas subculturas juveniles, por ejemplo, los gamers y su vinculación con los videojuegos.
Una de las culturas juveniles que han adquirido una especial visibilidad en las dos últimas décadas han sido las “bandas” constituidas por jóvenes latinoamericanos llegados con la inmigración, donde cobra especial importancia la Globalización y la rápida transmisión de la información por Internet. Son grupos en los que la dimensión territorial es determinante así́ como la dimensión afectiva que aporta a sus integrantes: el término ‘banda’ se convierte en paradigma de nuevas formas de sociabilidad juvenil, aplicándose desde este momento sólo a jóvenes de origen migrante y limitándose en la mayoría de los casos a su vertiente criminal, mientras el término ‘tribus urbanas’ se identifica sólo con jóvenes autóctonos, se convierte en algo vinculado a la moda o desaparece. Es interesante observar cómo la llegada de estas bandas supuso una estigmatización de diversos colectivos y una caracterización de determinadas subculturas juveniles, vinculada a una serie de estereotipos en los que la violencia estaba presente por determinados comportamientos de algunos de sus integrantes. Igualmente, es importante señalar las transformaciones de unas identidades que “surgen en un territorio fronterizo donde, además de la cultura hegemónica y de las culturas parentales, confluyen varias tradiciones subculturales”.
Violencia juvenil y conductas antisociales: tópicos, lugares comunes y realidades
En primer lugar, es necesario señalar que hay muchos menos delitos cometidos por la juventud, de la imagen que se transmite desde determinadas agencias. Esa identificación y amplificación mediática de determinadas conductas, especialmente las que impliquen el uso de la violencia, van a afectar a determinadas subculturas juveniles, vinculándolas con cuestiones como las drogas y la propia violencia urbana.
Hay algunas conductas que se asocian a la juventud derivadas de la impulsividad y de la búsqueda constante de novedades, que implicaría una baja reflexividad en la toma de decisiones. Igualmente, la juventud también se ve asociada a aspectos como la emotividad, la simplicidad o la estabilidad, que están vinculadas a lo “primitivo”. En este ámbito también entrarían en escena cuestiones como el consumo de drogas, en los momentos de ocio o no, que está relacionado con comportamientos violentos y/o delictivos, aumentándose la probabilidad de ese tipo de conductas. No hay que olvidar que el consumo de drogas entre los jóvenes, en gran medida vinculado al ocio recreativo, sigue siendo un objeto de estudio fundamental desde diferentes ámbitos.
En este punto también hay que diferenciar conductas antisociales y delitos, aunque no todas se pueden considerar como violentos, ya que la mayoría de la juventud habría cometido alguna de las primeras (consumir alcohol, uso ilegal del ordenador, etc.), mientras que una minoría reducida habría cometido delitos como conductas violentas o contra la propiedad. Dentro de conductas antisociales se incluyen, por ejemplo, el consumo de alcohol en el caso de los menores, relativizada socialmente cuando no aceptada. Los delitos o las conductas antisociales que cometen los y las jóvenes están determinadas por una elevada diversidad de factores, tanto individuales como sociales, entrando dentro de estos últimos la pertenencia al grupo.
De lo que no cabe duda es de que esa violencia juvenil, esas conductas antisociales, pueden venir marcadas por el sentimiento de frustración en los y las jóvenes, por el enfrentamiento generacional, pudiéndose canalizar hacia el sistema a través de la adscripción a grupos que emplean la violencia de forma ritual como los ultras de futbol o algunas bandas callejeras. De hecho, comportamientos violentos suelen formar parte de ritos de iniciación de estos grupos, incluso se produce una planificación de encuentros, batallas, etc.
En relación al ejercicio de la violencia por parte de culturas y subculturas juveniles, es importante reseñar el enfrentamiento entre diferentes grupos, produciéndose una competencia territorial y simbólica. Y aunque en el pasado los enfrentamientos entre tribus urbanas podían ser más frecuentes, rockers frente a mods por ejemplo, en la actualidad esa violencia entre grupos se da más entre ultras futbolísticos y los caracterizados por el extremismo político.
la cibercriminalidad, es un fenómeno importante y reciente, en el que los y las jóvenes son un colectivo de alta vulnerabilidad, en un entorno en el que se están socializando en mayor medida estos nativos digitales. Cuestiones vinculadas a aspectos como las descargas ilegales, la propiedad intelectual, etc., cobran cada vez mayor visibilidad. Pero uno de los aspectos en los que más se ha incidido en relación a las TIC es la debatible relación entre videojuegos y violencia, existiendo estudios que no encuentran vinculación. Otro elemento importante es la influencia de los medios de comunicación y
de Internet como agentes de socialización y de transmisión de determinados modelos de comportamiento Y es que, en ese sentido, “la propia violencia se ha convertido en una mercancía espectacular que se consume ávidamente en películas, series de televisión, reality shows, etc., al alcance diario de los menores que perciben escenas y hechos sin disponer del grado de maduración personal imprescindible para digerir adecuadamente estas situaciones”.
uno de los fenómenos relacionados con la violencia juvenil más claros es el bullying, que ha adquirido una importante relevancia social, así́ como nuevas dimensiones con el ciberbullying, y cuyas consecuencias son muy graves. Sin embargo, habría que precisar la vinculación entre bullying y culturas y subculturas juveniles, que podría estar presente en la discriminación hacia algunos colectivos por su diferencia del resto, por su estética, etc.
También es destacable que muchos de estos actos son puntuales y que “en algunos jóvenes, la delincuencia es algo transitorio, utilizado para llamar la atención a falta de autodominio, mientras que, para otros, se convierte en norma de vida”. son minoría y que, en la mayoría de ellos, es el grupo el que funciona como escudo de esos comportamientos, que en no pocas ocasiones formarían parte de un ritual, hecho que parece mantenerse en casos como los ultras de fútbol. Hay que señalar que, en la mayoría de las situaciones, estas formas de violencia se dan en grupo, ya sea en enfrentamientos con otros grupos, agresiones, etc.
Hay culturas y subculturas que están más vinculadas a la rebeldía y al cuestionamiento del orden, lo cual no quiere decir que tengan que derivar necesariamente en conductas antisociales o violentas. Sin embargo, sí que es cierto que se utiliza esa desviación de las normas sociales convencionales como un medio para estigmatizar a los jóvenes y generalizar comportamientos que son puntuales y aislados, dando lugar a situaciones de pánico y alarma social.