Dentender la Violencia Inserta en el Estallido Social

El viernes 25 del mes pasado cerca de 1.200.000 personas protestaron en Plaza Baquedano bajo la consigna “Chile Despertó”. A la fecha no se ha podido replicar la masividad de esta manifestación producto de la alta represión policial en el lugar. El objetivo de las protestas es fomentar la idea de un país más digno y atacar los problemas de desigualdad que aquejan a ciudadanos, en todas las regiones, y obligar a los políticos a actuar con urgencia para abordar esta crisis. En el último discurso del presidente Sebastián Piñera, la palabra violencia fue repetida 14 veces. ¿Cómo se entiende la violencia en este contexto?, ¿Se pueden establecer tipos de violencia? Ambas preguntas están libres de múltiples respuestas, dado que la temática de la violencia implica un punto de vista, para algunos el uso de las fuerzas del Estado es imperiosa, también es vista como algo innecesario; Amnistía Internacional (AI) acusó a Carabineros de Chile, entre otras cosas, de cometer ‘ataques generalizados, usando la fuerza de manera innecesaria y excesiva con la intención de dañar y castigar a la población que se manifiesta’.

En este ensayo lo que se propone es establecer los tipos de violencias situados en la realidad chilena actual y cómo esta debe ser juzgada bajo dos criterios.

El análisis desarrollado en el presente ensayo surge de textos de análisis histórico y artículos de prensa.

La Organización Mundial de la Salud define violencia como “el uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia o es muy probable que tenga como consecuencia un traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte”.

En esta perspectiva se entiende que no se trata sólo de lo físico/material, sino también de lo psicológico. Jean-Marie Domenach (1981), por su parte, postula. “La violencia es el uso de una fuerza. abierta u oculta, con el fin de obtener de un individuo, o de un grupo, algo que no quiere consentir libremente'(p.36). Si bien esta definición fue escrita hace 40 años, se puede utilizar de igual forma ahora en el siglo XXI para referirse al concepto en general.

Para efectos de este ensayo, se entenderá bajo la lógica de que es coaccionar la voluntad del otro. A continuación, se darán ejemplos de actos que han sido catalogadas como violencia en las últimas semanas: 

  • 241 personas con heridas oculares (INDH) 
  • Uso de lacrimógenas para dispersar movilizaciones
  • Toque de queda
  • Saqueos
  • Incendios
  • Ineficiencia por parte de los Ministerios (Ministerio de la Mujer, del Transporte, de Salud, entre otros)
  • Visitas protocolares a carabineros heridos
  • Violaciones en contexto de detenciones policiales
  • Incidente en el Portal La Dehesa
  • Cobertura mediática con faltas éticas.

La lista de ejemplos podría continuar, pero para la realización de este ensayo es necesario acortarla. En un análisis rápido estas acciones implican, y no, fuerza física. Por lo tanto, los dos principales de tipos de violencia identificables son la violencia simbólica y la material o física.

El toque de queda, la ineficiencia por parte de los Ministerios, las visitas protocolares a carabineros heridos, el incidente en el Portal La Dehesa y la cobertura mediática con faltas éticas pueden ser consideradas como violencias simbólicas. Mientras que los ejemplos restantes serían violencias materiales.

La violencia simbólica es más dificil de definir. Tiene que ver con lo que acuerdan y cómo se relacionan los individuos. Se considera una violencia muy fuerte, porque es enormemente contextual. La violencia vivida en el contexto chileno es diferente a la de otros años. Hoy se forja como una acumulación de eventos, se evidencia en el lema que surge con las evasiones masivas, “No son 30 pesos, son 30 años”. Violencia simbólica son actos sin uso de fuerza física, donde una persona se posiciona sobre el otro. Tomemos de ejemplo el incidente en el Portal La Dehesa, donde un individuo le dice, textual, a un manifestante: “Ándate a tu población de mierda, roto concha de su madre”. No se ejerce fuerza física, sí el posicionamiento sobre otro.

“La violencia simbólica se ejerce en el Estado, se encarna a la vez en la objetividad bajo formas de estructuras y de mecanismos específicos. Hay una gama muy amplia de aspectos o de formas como se puede ejercer tal violencia simbólica y cada campo es un lugar de su ejercicio. Los sistemas culturales funcionan como una matriz simbólica de las prácticas sociales y se constituyen en el fundamento de una teoría del poder, de la reproducción de la dominación” (Peña, 2009, p.63).

La ineficiencia de los Ministerios es el ejemplo contraparte que se relaciona con lo expuesto por el autor anterior.

Por el contrario, la violencia material o física es más concreta y especifica. Esto no significa que una o la otra sea más o menos violenta, solo indica que las categorías de violencia son distintas. Dentro de este tipo de violencia resaltaremos dos esferas: la violencia estatal y violencia entre privados.

Guemureman et al. (2017) explican la estatal:

“Concepto que permite ubicar al Estado en el centro de la teorización respecto de la violencia ejercida por las agencias de control social de carácter público. Además, apunta a que la noción de violencia estatal habilita responsabilizar al Estado tanto en su faz punitiva como en su rol central como garante de los derechos humanos” (pág.13).

Se debe poner extrema atención a lo que pasa cuando el Estado en su actuar punitivo viola los derechos humanos de sus gobernados. El Estado debe ser riguroso, si no lo es su violencia se deslegitima.

Por otro lado, Seoane (1998) define la privada como “una violencia individual, entre personas, y abarca las agresiones familiares, escolares y hasta las infantiles”.

Otro aspecto para destacar es la forma radical de la violencia entre privados. Este fenómeno que ha ido en crecimiento en América Latina, entre grupos intermedios hacia otros grupos, la llamaremos violencia liminar. Por estar en el umbral de la violencia entre privados o civiles. Esta es ilegitima. Seoane, ya advertía de esta en 1998:

“Nuestras sociedades actuales están construidas bajo el valor generalizado del individuo, de la secularización y privatización de lo que quieren, piensan y sienten los ciudadanos. Sin embargo, al igual que los hoteles en plena temporada turística, los individuos empiezan a sufrir sobrecarga, en este caso de deseos, de pensamientos y de sentimientos. Y esta sobrecarga tiene como resultado la violencia como fórmula para resolver conflictos”.

Ejemplos son la violencia ejercida por narcotraficantes y caudillos. En Chile, en este contexto son los “chalecos amarillos”. Según lo informado por CNN Chile, “los chalecos amarillos buscan resguardar la propiedad privada de los saqueos que se han dado a locales como supermercados y farmacias”. El mes pasado el periódico El Austral sostuvo una conversación con participantes de la organización de chalecos reflectantes, y estos dijeron que “desean que el país y la ciudad recuperen la paz y no responde a ningún partido o tendencia política. Tampoco a determinados gremios productivos o empresariales, si no que integra a ciudadanos que se ponen al servicio de la ciudad para intentar proteger la propiedad pública y privada que se ha visto gravemente dañada en las últimas semanas”.

En una entrevista con La Tercera, la fundadora del movimiento de chalecos amarillos en Francia, Jacline Mouraud, dijo que, en el caso chileno, el chaleco amarillo “se ha convertido en un símbolo mundial, en un uniforme de protesta. Es el instrumento por el que las personas explican que, desde un momento dado, ya no están de acuerdo con el sistema”. La violencia liminar debe ser vigilada y sancionada por el Estado y los Tribunales de Justicia, puesto que, su efectuar es ilegal y peligroso.

Ahora, que se estableció que sí se puede identificar y clasificar las violencias ocurridas en este tiempo. Lo que se cree importante es pensarlas de forma crítica. Uno de los criterios que se creen imperativos para entender y justificar la violencia es su legitimidad. Al vivir en una sociedad democrática se puede identificar la violencia legítima e ilegítima. Se toma la palabra de Weber (1998), existe un pacto social entre los ciudadanos para conferir al Estado el monopolio de la violencia. Y el límite de los actores estatales es el principio de proporcionalidad. El uso de la violencia desde el agente estatal al ciudadano debe ser proporcional a la acción violenta que este está realizando. La razón de este permiso es que el Estado sería el capaz de controlar esta violencia ilegitima. El segundo, refiere a cuestionar su inteligencia política. Montañés (2003) afirma que “los inteligentes son poco políticos; los políticos poco inteligentes”. Él acuña el término de inteligencia política que significa la unión entre la inteligencia y el poder. El equilibrio entre la inteligencia para trazar una visión y formular unas estrategias, y la habilidad política para trasladar la visión a la realidad (Montañés, 2003). Se plantea, entonces, hacerse la pregunta: ¿Es una medida políticamente inteligente? En palabras más simples, ¿es eficaz?

En la misma línea, Briceño (2007) postula:

“La búsqueda de la seguridad ciudadana, en concordancia con el uso de normas penales equilibradas y efectivas en la disminución de los índices criminalidad, sólo será posible en la medida en que coexistan con el respeto a los derechos fundamentales de la población. Esta interacción entre acciones contra la violencia y derechos fundamentales nos colocará frente a la realidad del incremento de la violencia en sociedades con altos niveles de represión, en las cuales se ha llegado a un punto de “brutalización” de las medidas estatales, por no reconocer éstas el obligatorio resguardo de los derechos fundamentales, en virtud del necesario cumplimiento “eficaz” de sus fines” (pág.111).

Briceño, sin haber aplicado el concepto de Montañés, también apunta a juzgar la eficacia de las acciones.

Por último, la violencia de privados siempre será ilegitima en su análisis, salvo en el caso extraordinario de defensa personal. Mientras que en la estatal su límite de legitimidad no siempre está claro. Tomemos ahora el ejemplo del toque de queda es una violencia simbólica, es una medida legitima del Estado, pero no significa que sus consecuencias hayan sido legitimas. Personas fallecieron. Radio Bío Bío informó que, en Coquimbo, un hombre que falleció en medio de disturbios que se registraron en la durante el toque de queda. El general Morales explicó que los militares hicieron uso de sus armas de fuego, lo que le causó la muerte a este hombre. Otro ejemplo de legitimidad, pero poca inteligencia política es el uso de perdigones y bombas lacrimógenas. 161 traumas oculares se registran, según el INDH, en consecuencia. Gustavo Gatica y Fabiola Campillay quedaron ciegos por la acción de los agentes del Estado. Esta violencia estatal no fue políticamente inteligente, por lo mismo, la Coordinadora de Víctimas de Traumas Oculares anunció una querella contra el presidente.

Finalmente, para que se puedan cumplir estos dos criterios es necesario que la sociedad se eduque respecto a estos temas y buscar nuevas formas y valores para abarcar el consentimiento de la violencia. Lo es se ve difícil, pero a la vez, realizable en el país. Si bien la educación de calidad aún no está al alcance de todos, la Internet y las redes sociales se han convertido en un nuevo espacio de información educacional.

En este ejemplo de ensayo periodistico se concluye que la violencia ha mutado en los últimos años y se ha complejizado su definición, abarcando más niveles y lógicas. Asimismo, esta requiere pensamiento crítico y suma atención para no llegar a polaridades. Esta discusión deja abierta la conversación sobre los caminos a los que se podría llegar si el Estado no tuviera el monopolio de la violencia, ¿podría volver a consolidarse una victoria militar en Chile? En la misma línea, ¿reinaría el caos y la anarquía total?

08 November 2022
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