Desarrollo del Problema del Explotación de Los Animales por el Hombre Planteado por Jeremy Bentham
El dilema ético en la experimentación con animales está en relación con la posible contraposición entre dos valores. Por un lado, atentar a la sensibilidad de los animales abusando de su incapacidad de decisión como sujetos no morales y, por otro lado, la necesidad de estos experimentos que contribuyen al progreso de la ciencia al permitir la docencia, la investigación y el ensayo de nuevas técnicas e ideas.
La actual discusión tiene sus antecedentes en el siglo XVIII en Inglaterra, cuando el filósofo Jeremy Bentham marca una inflexión planteando el ‘problema ético’ del sufrimiento y explotación abusiva de los animales por parte del hombre. Para Hume, la moralidad: ‘es objeto del sentimiento, no de la razón’. Las fundamentaciones ’emotivistas’ de la moral surgidas en el siglo XVIII introdujeron cambios importantes. Este ’emotivismo’ moral desarrolló una mayor sensibilidad hacia el dolor animal.
Sin embargo, el actual debate polarizado lleva activo prácticamente toda la historia de la humanidad. Ya el Corpus hippocraticum (la ‘biblia’ de los médicos, escrita en los siglos V y IV a.C. por Hipócrates y sus seguidores) recoge estudios de anatomía de animales, demostrando que ya se usaban en esos tiempos para avanzar en el conocimiento científico. Por otro lado, en la misma época Pitágoras propuso que animales y humanos están equipados con el mismo tipo de ‘alma’, convirtiéndolos así en merecedores de respeto y protección.
Según algunos autores, el olvido del respeto hacia los animales se remonta a las bases de la cultura de nuestra sociedad, debido a nuestra tradición griega y judía. En ellas, la relación del ser humano con los animales no entraría dentro del ámbito ético, ya que según la tradición bíblica se considera el mundo y los seres vivos que hay en él como seres que están bajo el dominio del hombre.
Las visiones enfrentadas respecto al uso de animales en la experimentación científica comparten una premisa básica: los animales son seres sintientes, sufren igual que los seres humanos. Con lo cual, existe una contradicción ética para justificar el uso de animales en los experimentos científicos. Se asegura que son muy similares a los humanos y por ello constituyen un modelo confiable en cuanto a los resultados obtenidos, pero cuando se habla de consideración moral, catalogan a los animales no humanos como material biológico desechable. Debido a esta similitud deberíamos tener la misma carga moral y no someter a los animales a ciertos procedimientos a los que no someteríamos a los humanos.
Los experimentos con animales han desempeñado un papel crucial en el desarrollo de la medicina moderna, es más, no se conoce ninguna área de la medicina que no deba muchos de sus principales avances a la experimentación animal. Pasteur investigó las enfermedades infecciosas en animales domésticos y descubrió también que la inmunización podía proteger contra esas patologías. Lister declaró ante la CoMisión Real en 1875 que los experimentos con animales habían sido fundamentales en sus propios trabajos sobre la asepsia y que restringir el uso de animales en la investigación impediría descubrimientos beneficiosos para la humanidad. En este siglo son también numerosos los avances científicos que han dependido de una previa experimentación con animales, como ocurrió con las sulfamidas que disminuyeron notablemente las cifras de sepsis puerperal, neumonía lobular e infecciones en heridas superficiales. Sin olvidarnos de la cirugía y tantos otros campos donde la experimentación animal ha sido fundamental.
No obstante, estos experimentos con animales tienen su base en el hecho de considerar al resto de especies como moralmente menos importantes que la del ser humano, incluso cuando sus intereses son equivalentes. Los seres humanos somos sujetos morales porque tenemos la capacidad para razonar y ser depositarios de derechos y deberes. Por lo tanto, la utilización de seres vivos que no tienen esa capacidad ética no es un proceso moralmente correcto. Si una persona no puede decidir sobre otra vida humana, ni si quiera cuando son individuos que carecen de capacidad plena de decisión, como un niñx, un ancianx o una persona con alguna discapacidad mental, entonces tampoco debería poder hacerlo sobre la vida de cualquier otro ser vivo. El machismo, el racismo, la homofobia o la transfobia son formas de discriminación, igual de intolerables en pleno siglo XXI, que el especismo. Los seres humanos, como sujetos morales tenemos el deber de proteger al resto de animales que carecen de esa cualidad.
Los modelos de ordenador y cultivos celulares, así como otros métodos alternativos de investigación, son caminos excelentes para reducir el número de animales utilizados en investigaciones. Estos métodos se emplean para examinar y determinar el potencial toxico de una sustancia en fases iniciales de investigación, reduciendo así el número total de animales necesitados, pero en el examen final es imprescindible un sistema completo y vivo. Ni siquiera la más sofisticada tecnología puede imitar las complicadas interacciones entre células, tejidos y órganos, que se dan en humanos y animales.
Es común escuchar que el número de animales utilizados en investigación científica es pequeño en relación al inmenso beneficio social que produce en términos de progreso médico y avance del conocimiento biológico. En un estudio Taylor et al. (2008, 336) se calculó que durante el 2005 se utilizaron más de 58 millones de animales en 179 países. Este dato no reflejó el número real, ya que no contabilizó a los animales genéticamente modificados; ni a los que fueron eliminados por considerarse excedentes; o los que se mataron para obtener células, tejidos u órganos; tampoco aquellos sujetos de experimentos crónicos de más de un año; ni los usados en experimentos que no se llegaron a publicar. Tomando en cuenta a todos estos animales, el estimado incrementó a un total de más de 127 millones de vertebrados para la investigación (Knight, 2008, 495). Millones de animales sometidos a prácticas tales como obligarles a inhalar gases tóxicos, aplicarles sustancias corrosivas en piel y ojos, infectarles con VIH o extirparles parte del cerebro. Tras esa publicación no se han vuelto a realizar nuevos cálculos para determinar el número de animales empleados a nivel mundial. En algunos países como México, no existe un control ni censos en el uso de animales, por lo tanto, no se cuenta con información al respecto.
El paradigma tradicional descansa en la suposición de que los resultados de todos los experimentos con animales se pueden aplicar directamente a los humanos puesto que son predictivos y poseen los mismos mecanismos fisiológicos, hormonas y neurotransmisores que nuestra especie. Sin embargo, numerosas investigaciones han demostrado que la extrapolación entre especies no es tan exitosa como se cree (Greek y Kramer, 2019, 391). Por ejemplo, las diferencias de susceptibilidad entre especies como el efecto teratogénico de la talidomida en cepas de conejos, ratones y ratas en donde las dosis requeridas fueron considerablemente superiores a las que resultaron teratogénicas en humanos. Por otro lado, sustancias como la epinefrina, salicilatos como la aspirina, ciertos antibióticos y la insulina, causan malformaciones en animales de laboratorio, pero no se ha demostrado que sean teratogénicas en el humano.
A pesar de las grandes similitudes en el genoma de la rata y el humano, el 90% de los medicamentos que se ha demostrado que son seguros en estos animales terminan fallando en los ensayos clínicos, con lo cual sólo hay un 10% de poder de predicción (Shanks et al., 2009, 3). Los modelos animales no imitan por completo la fisiopatología humana debido a varias razones:
- Los animales de prueba son grupos homogéneos en género y edad, rara vez tienen comorbilidades y no están expuestos a tantas variables ambientales como los humanos.
- Hay variaciones en las vías de administración y farmacocinética.
- La mayoría de los experimentos con animales tienen un tamaño de muestra limitado por lo que es más probable que indiquen estimaciones de efecto más altas que en una población real.
En 2015 el estudio de Graham y Prescott demostró que en el 89% de las investigaciones con animales no se pudieron reproducir los resultados, debido a un diseño deficiente, a sesgos del investigador y a informes incompletos. La misma evidencia fue reportada recientemente por Würbel (2017). Algunos de los avances médicos que han contribuido a la salud humana no son resultado directo de la experimentación en animales, sino de la investigación clínica en nuestra propia especie. Y el control de muchas enfermedades se ha debido a medidas preventivas, de saneamiento y mejoras en la calidad de la dieta, todas ellas derivadas de acciones en la salud pública.
Se sabe que muchos de los resultados extrapolados de estudios que utilizan animales no pueden predecir con precisión las respuestas en humanos, pero incluso si estos experimentos aportaran resultados válidos se produce el fenómeno conocido como “sesgo de optimismo”. En las publicaciones se seleccionan los datos positivos de los experimentos con animales, mientras que los resultados fallidos se ignoran y no se publican. Esto constituye uno de los factores que ha aumentado la replicación innecesaria de estudios en animales. Otra falta ética es la gran cantidad de investigaciones que se duplican innecesariamente debido a que no se realiza una búsqueda exhaustiva en bases de datos especializadas para conocer el estado del tema. Si se realizaran metanálisis rigurosos de todos los datos experimentales se podrían reducir los ensayos clínicos que no han tenido éxito a costa del dolor y sufrimiento de los animales, pero esto raramente se realiza, probablemente porque los intereses de los investigadores y la industria están centrados en el reconocimiento público y la ganancia económica.
Por ello, un procedimiento más ético a la par que válido, como alterativa a la utilización de animales para experimentos científicos, es que las personas se ofrezcan a ser objetos de estos experimentos de forma voluntaria y consciente. Enfermedades como hepatitis, apendicitis, fiebre reumática, fiebre tifoidea, colitis ulcerativa e hipertiroidismo, han sido entendidas mediante estudios en humanos. La sustitución animal es difícil en algunos casos, pero posible en otros gracias al avance de las pruebas químicas y microbiológicas.
Así lo manifiesta el libro de ‘Principles of Humane Experimental Technique’ de los científicos británicos Russell y Burch, donde argumentaban que los experimentos con animales deberían seguir siempre el principio de “las tres erres”: reemplazo de animales conscientes por animales no conscientes o materiales no sensibles; reducción del número de animales sin disminución de la precisión; y refinamiento de las técnicas para reducir el dolor y el malestar. Estos principios que aparecen por primera vez en 1959 han sido adoptados para su aplicación a través de normas bioéticas en diferentes países del mundo. No obstante, todas las normativas son del siglo XX, con excepción de la de la Comunidad Europea (Directiva 2004/9-10/CE relativa a la inspección y verificación de las buenas prácticas de laboratorio. Parlamento Europeo y del Consejo de 11de febrero de 2004) que, igualmente, es de hace casi 17 años.
Existe una entidad reguladora, el Centro para el Control de los Medicamentos (CECMED), cuya función es el control de las pruebas o ensayos de medicamentos e, indirectamente, controlar el uso adecuado de los animales de laboratorio por los centros productores. Dentro de los aspectos éticos a tener en cuenta en la experimentación con animales están: las instalaciones en las que se mantienen deben tener una temperatura, humedad, ventilación e iluminación adecuada y disponer de jaulas con un espacio adecuado. Deben tener buena alimentación, así como un adecuado bienestar psicológico. Los experimentos deben realizarse en laboratorio o áreas preparadas para este fin, entre otras. No existe un control estricto de estas exigencias ya que no es una entidad específica para ello.
En conclusión, los seres humanos, como sujetos morales tenemos el deber de proteger al resto de animales que carecen de esa cualidad. La justificación ética del uso de animales de laboratorio se encuentra en el valor del Objetivo principal del experimento y en la probabilidad de que tal experimento contribuya al Objetivo final. Los investigadores deberían considerar aspectos éticos, sociales y de bienestar animal, aplicando las cuatro erres en el diseño y realización de sus protocolos. Esto incluye el perfeccionamiento de procedimientos más éticos como alternativa a la utilización de animales para la experimentación científica, que únicamente debería efectuarse en casos extrema necesidad. Además, es necesario que los investigadores lleven a cabo un riguroso análisis del daño-beneficio de dichas investigaciones, siendo honestos y neutrales sin duplicar experimentos cuyos resultados ya se conocen, publicando resultados veraces y confiables para no debilitar la credibilidad de su trabajo.
Fuentes consultadas:
- Villarreal, Diana Solano. ‘Algunas reflexiones a favor y en contra de considerar a los animales no humanos como sujetos morales.’ Revista PRAXIS 67 (2011): 163-171.
- Brey, Luis Cuesta, and Kyrenia Sánchez Rodríguez. ‘Aspectos éticos de la experimentación con animales.’ Bioética 27 (2007): 1-3.
- Garcés Giraldo, Luis Fernando, and Conrado Giraldo Zuluaga. ‘La responsabilidad profesional y ética en la experimentación con animales: Una mirada desde la prudencia como virtud.’ (2013).
- Téllez Ballesteros, Elizabeth, and Beatriz Vanda Cantón. ‘Cuestionamientos éticos a la generación de conocimiento en la investigación biomédica con animales no humanos.’ Revista de Bioética y Derecho 49 (2020): 173-189.
- Giraldo, Luis Fernando Garcés, and Conrado Giraldo Zuluaga. ‘Bioética en la experimentación científica con animales: cuestión de reglamentación o de actitud humana.’ Revista lasallista de investigación 9.1 (2012): 159-166.
- Singer, Peter. Ética práctica. Vol. 13. Ediciones Akal, 2009.
- https://www.eldiario.es/caballodenietzsche/justificable-experimentacion-animal_132_3631416.html
- https://www.eara.eu/cuarenta-razones-para-defender-la-i?lang=es
- https://www.animal-ethics.org/experimentacion-animal/
- https://culturacientifica.com/2018/01/05/cuantos-animales-se-usan-espana-experimentacion/
- https://ellipse.prbb.org/es/debate-sobre-la-experimentacion-animal/
- https://www.bbvaopenmind.com/ciencia/investigacion/los-animales-que-cambiaron-la-historia-de-la-ciencia/
- https://www.um.es/web/coMisión-etica-investigacion/experimentacion/ensayos-animales
- https://www.youtube.com/watch?v=i8GDN1hk0dA
- https://www.youtube.com/watch?v=R2KZKbTDmVQ
- https://www.mapa.gob.es/es/ganaderia/temas/produccion-y-mercados-ganaderos/bienestanimal/en-la-investigacion/Informes_y_publicaciones.aspx