Discriminación De Género En Menores
Introducción
Llegados a este extremo, es necesario hacer hincapié en uno de los pilares fundamentales que pueden dar lugar a situación de violencia de género, y ese concepto no es otro que el término sexismo. Esta acepción ha ido sufriendo un proceso gradual de evolución a lo largo de estos años. Sexismo clásico o sexismo hostil, se entiende que es “una actitud prejuiciosa o discriminatoria, basada en la inferioridad de las mujeres como grupo”, es decir, se basa en los estereotipos de género para justificar la conducta, en que la mujer se ve como un sujeto débil, frágil tanto física como mentalmente, y por lo tanto, inferior al varón.
Desarrollo
En la actualidad, el sexismo, pese a continuar manteniendo ese postulado basado en la desigualdad, inferioridad y discriminación hacia la mujer como colectivo, es más sutil que en sus orígenes. Este sexismo conocido como sexismo “benevolente” o sutil, da lugar a que sea en gran medida, un hándicap a la hora de que las propias víctimas pueden detectar a tiempo estas señales, así como por los agentes institucionales, que tienen como objetivo percatarse de estos indicios en los que se basa la violencia de género que en este caso, los adolescentes pueden llegar a padecer.
El sexismo es la base fundamental que sirve de caldo de cultivo para que se materialicen esta clase de comportamientos, como consecuencia de la permanencia de elementos de carácter social y cultural que subsisten en la actualidad. Dando lugar a que se creen una serie de modelos diferenciadores entre hombres y mujeres, que se van transmitiendo de generación en generación con base a través de factores educativos, y sobre todo entre los jóvenes, en parte, por su alta capacidad de sugestión y posibilidad de manipulación como consecuencia de una personalidad no completamente conformada. Como consecuencia de todo ello, da lugar a la construcción de identidades basada en estereotipos de género y en el sexismo.
Conclusión
Aunando en la idea tradicional de la protección que la mujer necesita por parte del hombre, configurándose este último como ser dominante, y por tanto, superior, gracias a esa diferencia de poder entre ambos sexos, dejando a la mujer relegada a un segundo plano al ser considerado como un ser frágil que siempre necesitará de un varón a su lado. En conclusión, la ideología sexista actúa como factor predominante a la hora de mantener y favorecer las relaciones de desigualdad entre ambos sexos, dando lugar a situaciones perjudiciales para el colectivo menos favorecido (mujer) que puede llegar a culminar en episodios de violencia de género, en el que la mujer puede llegar a ser agredida por su pareja sentimental.