Dorothea Lange: Una Mujer Influyente
Introducción
Esta foto fue tomada por la artista Dorothea Lange en 1936, en la que la protagonista es Florence Owens Thompson (1903 – 1983). La fotografía fue tomada en un momento bastante peculiar, ya que era una época situada en la mayor crisis económica del siglo XX. Florence viajaba junto a su familia por una autopista con la intención de encontrar un trabajo digno, pero desgraciadamente el coche se averió y tuvieron que quedarse en un campo de Nipomo. En ese momento, el marido de Florence y dos de sus hijos mayores se fueron a la ciudad para reparar el radiador, y ella se quedó allí con los niños.
Desarrollo
Construyeron un campamento provisional en lo que esperaban, y fue entonces cuando llegó la artista Dorothea Lange, que empezó a tomar fotos. Dorothea Lange (1895 – 1965) fue una influyente fotoperiodista documental estadounidense. Las fotografías humanistas de Lange, la convirtieron en una de las periodistas más destacadas del fotoperiodismo mundial. Análisis objetivo de la fotografía: Estamos ante una fotografía en blanco y negro, donde la luz es importante en su composición, ya que gracias a ella se pueden apreciar los detalles más importantes, así como las líneas, las formas, la textura, etc.
La fotografía tiene un encuadre vertical rectangular, lo que hace que se visualice mejor de arriba a abajo o de abajo hacia arriba (aunque preferiblemente, la primera opción), y no de lado a lado. Está tomada desde el punto de vista de la artista, haciendo que parezca que seas tú quien está observando a la mujer. Además, está tomada frontalmente. La imagen representa a una mujer que parece algo cansada, junto a dos niños que podrían perfectamente ser sus hijos, que también parecen algo cansados y tristes, aunque eso ya es una valoración un poco subjetiva. En varias ocasiones se ha desvelado que realmente Florence no quería ser fotografiada.
Por lo que eso también tuvo algo que ver con el resultado de la fotografía, ya que podemos verla con una expresión de desagrado, lo que le aporta a la imagen un carácter más sobrio y formal, dando a entender que no era un buen momento ni para ella, ni para su familia. Análisis subjetivo de la fotografía: Después de conocer la historia de la fotografía y de saber que esa mujer no estaba de acuerdo con que le tomaran la foto, no puedo evitar que me transmita cierta incomodidad, lo cual sobre todo se expresa a través de la mueca de Florence. Aun así, me gusta bastante, y no sé qué pretendía transmitir Dorothea Lange, pero desde luego.
Si quería transmitir seriedad e incomodidad, lo ha logrado, y en mi opinión, eso es lo más importante para un artista, poder llegar a transmitir emociones. Me parece una foto bonita, a pesar de todo, creo que por el hecho de que Florence se encuentre con los niños y ellos estén tan cerca de ella, como sintiéndose protegidos ante su presencia. Actividad complementaria: Debido a esta cuarentena que estamos viviendo, no podría recrear bien la fotografía, dado que no tengo los elementos necesarios. Por lo tanto, voy a elegir la segunda opción, que es crear un pequeño relato relacionado con la imagen de Dorothea Lange.
Para crearlo me voy a basar en lo que conozco de la historia original, la cual ya expliqué en la primera parte. Florence había terminado de preparar algunas cestitas con algo de comida para sobrellevar de una manera adecuada el largo viaje que tenían por delante. Tenía que ir, junto con su familia, a otro lugar para poder encontrar una buena situación laboral, o al menos, mejor de la que tenía en ese momento. ¿Ya está todo listo? Cuanto antes salgamos, antes llegaremos, y con suerte si nos vamos ya, llegaremos antes del atardecer – le dijo su esposo, un poco angustiado por toda esta situación.
Él, a pesar de que tenía muchísimas preocupaciones, conseguía mantener una actitud adecuadamente positiva, al contrario de Florence, que parecía algo decaída. Sí, está ya todo. ¡Nos vamos, vamos al coche! – gritó para que el resto de los niños apareciera, ya que aún faltaban los dos más pequeños, que seguramente se habrían entretenido jugando. Unos pocos minutos después ya se encontraban todos en el coche, en marcha. La radio no funcionaba, así que algunos de ellos preferían tararear cualquier melodía antes que disfrutar del silencio. Cuando llevaban ya dos horas y media conduciendo.
Se empezó a escuchar un ruido extraño, y al acto seguido, el coche paró, de un movimiento brusco que hizo que Florence y su esposo se sobresaltaran. ¿Qué pasó? – preguntó uno de los mayores. El padre de la familia suspiró y le dio un pequeño golpe al volante, claramente frustrado. Ya llevaba varias semanas dándome problemas, pero quise creer que aguantaría al menos hasta mañana – explicó, refiriéndose al coche. Florence se sintió preocupada al instante, parecía que la vida estaba dispuesta a hacerle la vida imposible fuera de la forma que fuera. Pasaron unos cuantos minutos hasta que decidieron que lo mejor sería que su esposo.
Y dos de los hijos mayores fueran a la ciudad para intentar arreglar el radiador del coche. Mientras tanto, Florence y los niños decidieron montar una especie de campamento, aunque realmente no sabía si lo hacía por comodidad o simplemente para tener a los niños ocupados para que no la volvieran loca. Ella los quería mucho y siempre jugaba con ellos, pero hoy no era su día, y eso puede comprenderlo cualquiera que tenga la capacidad de sentir empatía. Cuando terminaron de montarlo, ella decidió sentarse para descansar. De pronto, comenzó a rugirle la barriga, tenía hambre, pero no le dio tiempo de levantarse a por las cestitas que había preparado, porque apareció una mujer que se acercaba a ella.
Florence la observó con curiosidad y con algo de temor a la vez, ya que no sabía lo que quería. Hola – la saludó antes que nada -. Perdona, ¿qué estás haciendo aquí? En lo que decía esas palabras, los niños notaron la presencia de aquella desconocida y se acercaron a su madre, buscando protección. Sin responder a la pregunta de Florence, aquella mujer que se llamaba Dorothea, levantó su cámara y sacó una foto, sin disimular ni un poco. Rápidamente, en la expresión de Florence se cruzaron reflejos de incredulidad. ¿Qué haces? Nadie te ha dado permiso para sacarnos ninguna foto, es más, no quiero que me fotografíes explicó.
Conclusión
Soy Dorothea Lange, una fotoperiodista, solo quiero tomar unas cuantas fotos – comentó ella con una sonrisa, como para demostrarle que no era nada malo -. Me gustaría hacer un reportaje de esta situación. Lo siento, pero no estoy interesada – respondió Florence. Dorothea volvió a sonreír como si no pasara nada, pero decidió ignorar el comentario de aquella pobre mujer y siguió sacando más fotografías. Florence creyó que lo mejor era ignorarla y mirar para otro lado, como si la cosa no fuera con ella, y así lo hizo, como podemos observar en la fotografía original. Y así es como nació esta imagen que ha cautivado a muchas personas.