Ecología, Población Y Medio Ambiente
“Me parece muy bien que las mujeres sean más libres y autónomas, pero ‘el problema’ es que ahora muy pocas mujeres tienen hijos: ‘evitan la maternidad porque se han vuelto individualistas y egoístas’. Y eso va a llevarnos directo al desastre.
¿Qué le contestarías desde el punto de vista demográfico y poblacional para mostrar que esa persona está equivocada? Plantéalo 1) desde el caso específico español, y 2) en comparación con otro país europeo con unas tendencias de fecundidad diferentes”.
En 2016 el diccionario de Oxford adoptó el término “post-truth” como nuevo neologismo y lo definió como “aquellas situaciones en las que las realidades objetivas tienen poca influencia en la manera de crear opinión pública, frente a la gran influencia que sí tienen las emociones y opiniones personales”. Así comienza el profesor Andreu Domingo el prólogo de su libro “Demografía y posverdad”.
¿Por qué hemos iniciado así este ensayo? Aunque se nos pide un trabajo basado en datos demográficos y poblacionales, no deja de sorprendernos la gran cantidad de comentarios y opiniones a este respecto. Es decir, se suelen basar las opiniones más en la ideología o forma de ver la vida que en datos empíricos y demostrados científicamente.
Para Andreu Domingo, la demografía es una ciencia empírica idónea para comprender que su posverdad se ha utilizado para uso político y a veces populista en la sociedad. Son varias las razones que este profesor esgrime:
- La demografía está íntimamente relacionada con la gobernabilidad y su formulación está aparejada como agregado de individuos.
- Su relación con la New Public Management y la capacidad de evaluar los procesos futuros, la convierten en idónea para modelizar los comportamientos de los actores públicos (incluyendo el sector público).
- La capacidad de convertir a “poblaciones virtuales” en mero ejercicio de cálculo futurible.
En otras palabras, y de forma resumida, para este demógrafo la supuesta sencillez que se le atribuyen a algunos términos e indicadores demográficos (por ejemplo, el del índice de natalidad o el índice sintético de fecundidad) hace recaer en las parejas, y especialmente en las mujeres, el duro peso de la responsabilidad del futuro de la humanidad.
Otro de los aspectos que también se relaciona con posverdad y demografía, lo manifiestan tanto Teresa Castro como Celia Fernández-Carro, en tanto que a ambas demógrafas españolas les preocupa la relación que se hace sobre la natalidad en España y el discurso de las pensiones. Mientras Teresa Castro aboga por no caer en los catastrofismos y sus nuevas expresiones demográficas y nos invita a mirar los datos en su globalidad, Celia Fernández-Carro nos empuja a pensar en la baja natalidad como reto y en mirar a la inmigración como uno de los factores que pueden contribuir a solucionar este problema.
Según datos de la OCDE (año 2018), la tasa de fecundidad[footnoteRef:4] en Europa oscilaba entre 1,80 (Francia, Irlanda y Rumania) y 1.70 (República Checa, Dinamarca, Estonia y Suecia) como los países con la tasa más alta y 1,20 (Malta) y 1,30 (Chipre, Italia y España) como los países de más baja fecundidad. ¿Y qué los hace tan diferentes?
La tasa de fecundidad total en un año específico se define como el número total de hijos que nacería de cada mujer si viviera hasta el final de sus años fértiles y diera a luz hijos de acuerdo con la edad específica prevaleciente. Tasa de fertilidad. Se calcula sumando las tasas de fecundidad específicas por edad definidas en intervalos de cinco años. Suponiendo que no haya migración neta y una mortalidad sin cambios, una tasa de fecundidad total de 2,1 hijos por mujer garantiza una población ampliamente estable. Junto con la mortalidad y la migración, la fecundidad es un elemento del crecimiento de la población, que refleja tanto las causas como los efectos de la evolución económica y social.
El descenso de la natalidad es un proceso complicado y unido profundamente a cuestiones como la educación, las medidas de planificación, de expansión económica, a la derivada de los roles y de género y sobre todo a las políticas sociales que influyen en la desfamiliarización propias del welfare state. Si bien es cierto que la tasa de fecundidad influye en la evolución piramidal de la población, una tasa baja en fecundidad condiciona al estado de bienestar, sobre todo porque se basa en la solidaridad entre generaciones.
Vemos que en Europa todas las tasas están por debajo del hipotético nivel de reemplazo (2,1 hijos), sin embargo Francia, Irlanda y Rumanía están acercando sus tasas de fecundidad a ese nivel de 2 hijos. En comparación con España nos encontramos para el año 2019, los siguientes datos:
- España: Tasa de natalidad (7,60%) e índice de fecundidad (1,23)
- Francia: Tasa de natalidad (11,20%) e índice de fecundidad (1,88)
- Irlanda: Tasa de natalidad (12,10%) e índice de fecundidad (1,75)
- Francia: Tasa de natalidad (9,6%) e índice de fecundidad (1,76)
Por lo tanto, el que estas cifras varíen de un país a otro se centran en las políticas sociales para subsanar estos impactos o las decisiones que se tomen en relación a la pandemia. La demografía, para Celia Fernández-Carro, es una ciencia muy objetiva y descriptiva. Por lo tanto, no podemos decir si un dato es bueno o malo, solo podemos interpretarlo dependiendo de los discursos que se quieran realizar. Así, por ejemplo, para Teresa Castro, el momento que tiene España en la actualidad no es desastroso. Podemos suponer que los datos laborales pueden ser buenos en términos de pensiones, otra cosa será si los datos de los contratos son precarios o no.