El Ataque Pirata en la Isla

Introducción

Los remos tocaban el agua con la suavidad de la seda y sin embargo las chalupas se desplazaban velozmente. La luna llena convenientemente tapada por densos nubarrones daba la luz ideal para pasar desapercibidos, ambos factores: el andar silencioso y la casi nula iluminación eran componentes perfectos, les iba la vida en ello. A pesar de la noche oscura las pequeñas embarcaciones navegaban raudas entre las escolleras de piedra y coral que cada tanto lanzaban chorros de agua acompañados de un fuerte ruido cuando la resaca golpeaba con violencia en las rocas haciendo saltar millones de gotas en forma de lluvia.

Los piratas se acercaban a la tranquila bahía de la isla Esmeralda guiados por algunas luces mortecinas de los faroles costeros mientras los habitantes y huéspedes dormían plácidamente luego de una noche de festejos y libaciones interminables, nadie sospechaba que estaban a punto se ser arrasados de la faz de la tierra. Casi nadie en realidad, Miguel de Zalamenda, el joven grumete de la Santa Encarnación estaba de guardia esa noche, le había tocado en suerte quedarse a bordo y lo había aceptado con resignación, era el más joven de la tripulación y aun debía parte del costo del viaje hacia el nuevo Mundo.

Desarrollo

 Miguel observó desde lo alto del palo mayor como las chalupas pasaban a estribor en el mayor sigilo, cosa que llamó poderosamente su atención, sospechó un ataque y comenzó a pensar rápidamente que acción tomar para alertar a su gente, si es que estos pudieran despertarse de sus borracheras, las que seguro habían tomado esa noche. Hasta bien entrada la madrugada se escuchaban voces, cantos y gritos de la gran juerga en la costa, Miguel renegaba de su mala suerte, hasta que vio pasar los botes cargados de gente, ¡Piratas! Ahora se alegraba de estar a resguardo allí arriba.

Bajó lo más rápido que pudo y cargó uno de los grandes cañones del castillo de popa, que era la parte del gran bergantín que apuntaba hacia el pueblo, no puso la munición, con el ruido bastaría, al menos eso suponía él. Ahora el problema sería otro, una vez alertada la tripulación en tierra seguramente se dispararía una cacería sobre su persona, algún otro bote del barco anclado a pocos cientos de metros del suyo vendría en su búsqueda. 

Ya pensaría en algo, ahora lo importante era avisar lo antes posible a su gente, antes que las chalupas llegaran a la costa. Pensando mejor la situación, volvió sobre sus pasos y lo más rápido que pudo colocó la gran bala dentro del cañón y empujó con todas sus fuerzas, además de alertar a los suyos podría, con suerte, acertar con su tiro a alguno de esos botes furtivos y disminuir su poder de ataque.

Era un tiro imposible, no veía, la luna continuaba cubierta por grandes nubarrones y la visión de la ensenada y los botes solo era una expresión de deseo. Pero justo en ese momento y para su suerte algunas nubes se abrieron, fue solo un instante pero lo suficientemente largo como para permitirle ver que solo unas pocas brazas separaban las chalupas de la costa, apuntó y cuando disparó ya la luna se había vuelto a ocultar y las sombras impenetrables vuelto a ganar la batalla. 

Escuchó el estruendoso ruido del agua al caer la bala, también gritos que no supo identificar en ese momento, a los pocos segundos comenzaron a prenderse algunas luces en el pueblo y se escucharon tiros de mosquetes y arcabuces, gritos y confusión total. No sabía que estaba pasando, solo pensó en esconderse en algún recóndito lugar de su embarcación, estaba seguro que los piratas vendrían por su cabeza.

Conclusión

Pasó una hora interminable hasta que escuchó el inconfundible ruido de un bote arrimándose al casco y gente subiendo por la red de estribor, se acurrucó en su escondite rezando y rogando que los corsarios no lo encontraran, sería hombre muerto si eso ocurría. Pero el llamado que escuchó lo tranquilizó, reconoció la voz de su capitán que lo llamaba con insistencia y salió corriendo a su encuentro. Todos sus camaradas y hasta el propio capitán lo felicitaron y le contaron que no solamente los había puesto sobre alerta con su disparo sino que además había destruido completamente dos de las chalupas de los atacantes con lo cual la tarea de repelerlos había sido por demás sencilla. 

Por primera vez en su vida tomó alcohol, un poco lo obligaron y otro poco él quiso festejar como un grande y experimentado marinero, su total falta de entrenamiento en la bebida lo volteó en pocos minutos. Se despertó sin saber dónde estaba, poco a poco recuperó la conciencia y la memoria, reconoció su cuarto y vio tirado a un costado de la cama el libro que había estado leyendo la noche anterior, El corsario Negro de Emilio Salgari, en ese momento llegó su madre transportando una bandeja con su desayuno.

17 February 2022
close
Tu email

Haciendo clic en “Enviar”, estás de acuerdo con nuestros Términos de Servicio y  Estatutos de Privacidad. Te enviaremos ocasionalmente emails relacionados con tu cuenta.

close thanks-icon
¡Gracias!

Su muestra de ensayo ha sido enviada.

Ordenar ahora

Utilizamos cookies para brindarte la mejor experiencia posible. Al continuar, asumiremos que estás de acuerdo con nuestra política de cookies.