Desarrollo del Comercio En La República Dominicana
La República Dominicana y Haití sostienen una relación comercial tan vieja como sus respectivas historias. Desde la división de La Española por el Tratado de Ryswick entre España y Francia, en 1697, la parte hispana y la parte francesa de la isla continuamente han compartido un intenso tráfico de productos a través de la frontera, dada la naturaleza simbiótica de dos grupos humanos distintos ocupando un mismo espacio geográfico de tamaño reducido.
Las exportaciones a Haití han presentado un crecimiento constante en los últimos 5 años, con una tasa promedio del 20%. Los productos principales de intercambio son: tejidos de algodón, harina de trigo, galletas, varillas de acero, cemento, entre otros. El comercio tanto formal como informal de la República Dominicana con Haití ha venido tomando importancia en la década del 2000, de forma que en promedio durante 2014-2015, las exportaciones dominicanas a Haití representan el 13% de las exportaciones totales dominicanas y el 31% de las importaciones totales de Haití, para alcanzar un monto que se sitúa por encima de los US$1,200 millones. Existen grandes cantidades de empleos y riquezas que dependen del mantenimiento de este comercio bilateral, y que podrían representar todavía mayores ganancias para los dos países.
Un caso en particular que representa el comercio binacional dominico-haitiano son los mercados transfronterizos. La frontera de República Dominicana y Haití vive de intercambios comerciales los 365 días del año, siendo el mayor ingreso de los pueblos de esta franja y uno de los más importantes del país.
La República Dominicana y Haití comparten la misma isla con dos razas y culturas distintas, aun así, las dos naciones tienen varias cosas en común, 391 kilómetros de frontera, 311 pirámides que marcan la división del territorio, 32 pasos formales que constituyen la transición de un país a otro, diversas actividades económicas especialmente en los pueblos fronterizos en donde funcionan 14 mercados transfronterizos que fortalecen las economías de ambos países y donde convergen al menos 2,600 pequeños comerciantes dominicanos y haitianos. En un bullicio que se produce en español y creole, en los mercados bilaterales se cambian divisas y se venden productos para consumo personal o reventa, al por mayor y al detalle, entre ellos productos de segunda mano que son donadas a los haitianos, además de la venta de productos realizados en ambos países, tanto agrícolas como artesanales y demás. Muchos mercaderes llegan un día antes a instalarse. Con algunas excepciones, como el mercado de Dajabón (el más grande de todos), todo se hace en un espacio insalubre en el que no se toman en cuenta medidas sanitarias.
A raíz de la alta migración haitiana hacia Republica Dominicana, los haitianos también se han asentado dentro del país estableciendo distintos comercios, mayormente informales. Otros se han dedicado al trabajo de mano de obra, a los cultivos agrícolas y algunos son empleados, entre otros oficios.