El Consumo De Drogas En El Desarrollo De La Adolescencia
Introducción
El consumo de drogas es un fenómeno relacionado con el desarrollo, que aumenta casi linealmente desde el comienzo hasta el final de la adolescencia. Las drogas generan un gran número de problemas a las personas que las consumen y ello afecta no sólo en el ámbito individual o personal sino, además, al ámbito familiar, social y de salud pública. En la actualidad el consumo de drogas, tanto las de comercio legal como el alcohol y tabaco, así como las de comercio ilegal (cannabis, cocaína, drogas de síntesis y alucinógenos) tienen una alta prevalencia, y conllevan una alta incidencia en problemas para la salud en las personas que las consumen, especialmente en los más jóvenes, reflejándose en una importante morbi-mortalidad en los afectados.
Actualmente, la edad promedio donde se ha determinado que se comienza a ingerir drogas es a los 12 años, en la cual las consecuencias son graves tanto en lo personal, física, psíquica y social que, de acuerdo a esto, este problema apunta a influir a los adolescentes que tienen la oportunidad de cursar los primeros años e colegio, donde la mayor cantidad de estudiantes poseen esta edad.
Considerado que en las unidades educativas y colegios del Ecuador se consume dichas substancias, lo que afecta la imagen de la institución y los estudiantes, es importante buscar una solución; para ello es necesario contar con información, veraz, actualizada, de forma metodológica, estructurada y confiable, que sirva como herramienta técnica para tomar decisiones preventivas y correctivas ante dicho problema. Generando proyectos que ayuden a beneficiar a los adolescentes manteniendo su tiempo libre en la realización de actividades físicas que sean saludables en el diario vivir del ser humano.
Desarrollo
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), se define como adolescencia a la etapa de desarrollo y crecimiento humano, que está después de la niñez y previo a la etapa adulta; es un proceso de transición, con un ritmo acelerado de crecimiento y desarrollo fisiológico; dicho periodo abarca entre los 10 y 19 años y se divide, a su vez, en dos etapas: adolescencia temprana (10-14 años) y adolescencia tardía (15-19 años) (OMS, 2017)
Debido a estos cambios por los cuales atraviesa el adolescente éste se torna más vulnerable, dentro de los contextos en los cuales se desarrolla; pero estos cambios no solo implican los aspectos físicos y fisiológicos, sino la esfera emocional y espiritual.
El mayor anhelo de un adolescente es independizarse, ser útil por sí mismo, desea desperdiciar su vida y tiempo en cuestión de segundos; les importa el presente y no ven el futuro, ni las consecuencias que les podría ocasionar sus actos del momento, es por eso que buscan relacionarse con otros adolescentes para dialogar sobre el asunto de vivir solos, que cuál sería sus beneficios y complicaciones; pero no perciben como es la realidad que les espera.
Muchos adolescentes en su proceso de cambio hasta llegar a la edad adulta desean mostrarse de diferentes maneras para atraer el interés del grupo familiar, desean ser ellos mismos; sin tener en cuenta los peligros que los acecha; enfrentándose a problemas sin saber cómo solucionarlos de una manera responsable.
El proceso adolescente y sus características evolutivas, una ventana de vulnerabilidad al uso y abuso de distintas sustancias En la adolescencia el sujeto está experimentando una serie de cambios decisivos para su vida futura. En esta etapa evolutiva el universo de valores, intereses, actitudes vitales y comportamientos adultos quedan, si no fijados, al menos orientados, y la propia identidad personal se va configurando, experimentando un desarrollo emocional, comportamental y físico que lo llevará a tratar de independizarse de sus padres y a buscar su propia identidad.
Desde una perspectiva individual, debemos recordar que la pubertad se manifiesta por profundas modificaciones fisiológicas que evidentemente tienen importantes repercusiones psicológicas y/o sociales, tanto a nivel de la realidad concreta como a nivel de lo imaginario y lo simbólico.
El cuerpo se transforma a un ritmo variable, pero de forma global, enfrentándose el sujeto a una serie de modificaciones corporales que le cuesta integrar y que sobrevienen a un ritmo rápido. Vestido o a veces disfrazado, el cuerpo representa para el adolescente un medio de expresión simbólica de sus conflictos y de sus formas de relación.
En el ámbito neurobiológico, se sabe desde hace mucho tiempo, que las funciones integrativas superiores están contenidas dentro de la corteza cerebral. La mente humana depende en parte del encéfalo, el cual se desarrolla en secuencia evolutiva para varias estructuras y funciones biológicas.
Con la pubertad se da inicio a la adolescencia, etapa en la cual el cerebro está sometido a un sinnúmero de cambios que lo hacen más sensibles a un sinnúmero de estímulos, entre ellos los estímulos químicos generados por las distintas drogas. Estos estímulos, tienen la potencialidad de producir cambios, que tenderían a perdurar en el tiempo, generando ciertas modificaciones en la circuitería cerebral, base fundamental de la adicción en el adulto.
La corteza prefrontal, estructura involucrada en el juicio, planificación y toma de decisiones, es la última en desarrollarse en el adolescente, esto puede ayudar a explicar, por qué los adolescentes tienden a tomar riesgos, por qué estos son particularmente vulnerables al abuso de drogas y por qué la exposición a drogas en este periodo crítico, puede afectar la propensión para adicción futura.
Esto enfatiza la relevancia de sustancias consideradas bajo el término de “droga puerta de entrada”, las cuales producirían cambios neurobiológicos que aumentarían la respuesta del SNC a otras sustancias adictivas.
El consumo de drogas perjudica a la realización de actividades físicas en la adolescencia, debido a que en ciertas ocasiones estás los encierran en un círculo que impone el vicio, mientras en otras ocasiones la droga les ayuda a algunos deportistas a tener un mejor desempeño momentáneamente ocasionándoles de igual manera en tiempo largo perjuicios en la salud y en su desempeño deportivo.
La droga es una necesidad que se registra como una constante a lo largo de la historia de la humanidad, situación debida a la confluencia de factores sociales y sanitarios. Entre los factores sociales se podrían comentar los siguientes: consumo de drogas conocidas en sociedades y contextos culturales que antes no lo eran, además el consumo se atribuye básicamente a los miembros más jóvenes de la sociedad, consumo de drogas nuevas como LSD y derivados anfetamínicos, consumo de preparados más potentes y por vías de administración más directas (heroína intravenosa en lugar de opio fumado; bebidas destiladas en vez de fermentadas) y el incremento de la delincuencia para conseguir el dinero preciso para comprarlas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS, 1947) establece que “La salud es el estado completo de bienestar físico, mental y social”, y, en el 2000, imprime un nuevo concepto de salud y entiende por esta “el nivel de salud suficiente para poder trabajar productivamente y participar activamente en la vida social”.
Dichas definiciones aportan un concepto integral de salud que comprende las dimensiones físicas, psicológicas, fisiológicas y sociales. Por lo tanto, el concepto de salud parece ser que en la actualidad debe ser tratado desde una perspectiva integral de la persona.
En este sentido, Sánchez Bañuelos (1996) describe los efectos o beneficios de la actividad física para las personas desde el punto de vista fisiológico, psicológico y social, y nos presenta una investigación donde describe las actividades físicas de los escolares de secundaria y su vinculación con hábitos de vida saludables o no, como la alimentación, el consumo de alcohol, el consumo de tabaco, etc. Así, los beneficios de la actividad física sobre la salud se han documentado en numerosos estudios fiables.
A estos efectos, la actividad física regular reduce el riesgo de que la gente padezca ataques al corazón, cáncer de colon, diabetes y presión sanguínea alta; además de un posible derrame cerebral. Asimismo, ayuda a controlar el peso; contribuye a tener unos huesos, músculos y articulaciones más sanos; reduce las caídas entre los adultos mayores; favorece al alivio del dolor de artritis; merma los síntomas de ansiedad y depresión; y está asociado con un menor número de hospitalizaciones, visitas médicas y medicamentos.
Muchos son, por tanto, los datos que sugieren una multitud de beneficios psicológicos asociados con un estilo de vida activo: se refuerza el humor, se reduce la tensión, se disminuye el estado de ansiedad y los niveles de aparición de la depresión, se aumenta el auto concepto positivo de sí mismo.
El 59% de las personas no realiza actividad física, con poca frecuencia. En este contexto, un estudio demostró que no existe motivación en los individuos para realizar actividad física, lo cual constituye un factor de riesgo en la producción de enfermedades crónicas y en jóvenes o adolecentes a encaminarse al uso indiscriminado de las drogas.
Conclusión
Para disminuir el activo crecimiento de los adolescentes involucrados en las drogas es necesario que la familia en especial los padres dediquen ese tiempo, amor, comprensión y entendimiento hacia sus hijos, para que ellos en esta etapa muy importante de sus vidas emprendan el camino correcto y no se encaminen hacia la drogadicción, lo que les permita realizar actividades que ayuden a su desempeño como son las actividades físicas que pueden mejorar su estilo de vida y salud, permitiendo tener una vida tranquila, sociable y admirable.
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