El Cuerpo Humano Durante Una Enfermedad Autoinmune

El interés por escribir sobre este tema surgió desde hace casi un año, cuando a partir de un caso producto de la práctica clínica que ejerzo, una chica de 24 años que llega a mi consultorio con un recién diagnóstico de lupus, llama mi atención incluso en un seminario anterior sobre investigación me plantee poder trabajarlo de manera más extensa para posteriormente un trabajo de tesis.

Lo que principalmente le aqueja versa así “me siento terrible, estoy muy asustada, me acaban de diagnosticar con lupus y tengo mucho miedo” la sesión continua con el relato, días antes a nuestro encuentro había recibido el sobre con los resultados de unos análisis de sangre que por orden médica de un especialista reumatólogo se había realizado, al cual había consultado por los intensos dolores articulares que le aquejaban varias semanas atrás, el resto de la sesión prosigue describiendo detalladamente lo sucedido ese día en el que la sorpresa de un diagnóstico como este le arrebató su tranquilidad y que la llevó hasta la silla que soporta el discurso entrecortado y doloroso. “Los síntomas iniciaron desde hace varios meses, pero nunca creí que tuvieran relación, al principio se me empezó a caer el cabello, creí que el tinte que había decidido ponerme me había caído mal, después comencé a sentirme muy cansada, quería estar dormida todo el tiempo, creí que era la presión de la escuela, lo que ya no pude soportar fueron los dolores articulares, todo me dolía desde los dedos de los pies, todo el cuerpo hacia arriba y hasta la mandíbula, cada movimiento, cada articulación me dolía”

Este seminario sobre cuerpo en filosofía y psicoanálisis me permitió una mirada diferente con respecto al tema concerniente a las enfermedades autoinmunes y la relación que podría plantearse del cuerpo con el saber, es decir la ciencia. Planteando interrogantes como ¿Qué es un cuerpo para el psicoanálisis? ¿Qué es una enfermedad autoinmune? ¿Serán nuevos síntomas, o como lo planteo la profesora que dicto este seminario, será lo nuevo del síntoma?

En la actualidad la queja subjetiva tiene diferentes formas de manifestarse, podríamos llamarlos síntomas contemporáneos, las enfermedades autoinmunes como el lupus cuya inclusión en el campo de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE10) se dio desde el año 1971 y aun a la fecha tiene una etiología desconocida.

La ciencia y estos manuales de clasificación sólo pretenden instaurar un lenguaje común que sirva teóricamente, a los fines de una comunicación clínica simple, indiscutible y universal, intentando dar cuenta mediante estudios clínicos con la intención de encontrar ciertas condiciones genéticas predisponentes que desencadenen la enfermedad, sin tener éxito hasta el momento y no sólo no se sabe la causalidad, sino que tampoco se sabe cómo curarla y continuando con ese mismo discurso se intenta solucionarla con tratamientos farmacológicos que solo disimulan la presencia de síntomas en lo corporal, perdiendo de vista la singularidad del sujeto que la padece.

Bien menciona Aflalo en su texto “Subjetividades modernas y luchas de los cuerpos” que la ciencia disminuye el efecto de una serie de funciones del discurso, ya que el significante se reduce a su efecto de letra; la división del sujeto está desconectada de la castración porque el trabajo dialéctico de verdad ya no es posible. La verdad y lo real singular de la libido están disjuntos. El único real en juego en ese discurso obedece a las leyes universales, la ciencia ya no necesita recurrir a la intuición corporal. No opera más que sobre el organismo y su real, la ciencia le pone un velo a la parte del sujeto que se expresa en el fantasma y que está correlacionada con el objeto a. El sujeto, neutralizado así en su división, deviene universalizable. Pero la liberación del cuerpo provoca una disyunción entre lo universal del cuerpo y lo particular del objeto a, el cual como conjunto vacío es incorporable. 

En el caso que presento, la implicación del cuerpo es innegable, pero no el cuerpo como organismo como la ciencia podría verlo, sino pensado desde el terreno conceptual del psicoanálisis. Por lo tanto, si recorremos los textos de Jacques Lacan para determinar el lugar que tiene el cuerpo en su enseñanza. De manera breve podemos decir que este involucra tres dimensiones, la imagen, el significante y el goce.

Pensado desde el psicoanálisis no se tiene un cuerpo hay que adquirirlo y esa adquisición inicia desde el estadio del espejo en donde se le da un valor a la imagen, fenómeno imaginario sostenido en lo simbólico, que va acentuando la capacidad del significante. La imagen nos permite creer que tenemos un cuerpo, creer que se es un cuerpo. El cuerpo goza a través de la apropiación de una imagen, a través de la imposición de un significante o su incorporación.

Los sujetos son inseparables de los cuerpos, porque el discurso es un lazo social cuyo lugar es el cuerpo. Por lo tanto, si hablamos de sujetos y de cuerpo ambos son efecto de la inserción del significante por la castración.

Como mencionamos anteriormente una de las dimensiones del cuerpo es el goce, para este punto me gustaría retomar el texto de Soler “Los afectos lacanianos” en donde menciona que no hay que olvidar que la clínica del deseo se desdobla en una clínica del goce, que el objeto causa, negatividad de goce, es también lo que condiciona todos los “plus de gozar”. Desplegando todos los goces que el objeto la condiciona. Según lo estipulado por Lacan en su seminario de “La angustia” inscribe 3 goces en el nudo borromeo, el goce del sentido, el goce fálico y el goce del Otro.

Considero que por lo explicado por Soler en el texto ya mencionado podría apuntar que en el caso referido, la paciente se encuentra experimentando un goce del sentido (joui-sens), siendo el más mental, que pone en juego lo imaginario del cuerpo y de las representaciones que se le adosan, correspondiéndole una angustia directamente conectada con el sentido, y es la angustia de las rupturas de sentido. 

Sin pretender dar respuestas ante lo que la paciente refiere que la aqueja, tal vez una vía para ir entendiendo su padecimiento sea a través de su posición gozante, ya que pareciera que lo real del cuerpo no es especularizable, en donde hay un bloqueo de sentido y como algo desde lo real del cuerpo hace a-significancia vía la angustia, imposibilitando la simbolización y como uno de los destinos de la angustia se manifieste en los síntomas en el cuerpo.

Considero que esas respuestas estarán dadas por el análisis del sujeto que dentro del dispositivo analítico se permita hablar de eso que habla desde el inconsciente, de lo que hablan sus síntomas, de lo que habla el lupus en este sujeto y así intentar acercarse más a su verdad, justo a través de la palabra que ofrece la posibilidad de la aparición de puntos de quiebre en el discurso los cuales adquieren un valor elemental en la manifestación de la verdad, en tanto se esté advertido de ello se podrá entender la relevancia del psicoanálisis que pretende rescatar al sujeto del discurso social y cuya finalidad no es curar sino darle lugar al sujeto y escucharlo, brindando un espacio que se pretende sea testigo de esa historia no revelada.

Bibliografía

  • Agnes Aflalo, Subjetividades modernas y lucha de los cuerpos, en El orden simbólico en el siglo XXI. Grama ediciones, Buenos Aires 2012. Pp. 268-281
  • Rosa López, “La actualidad de la histeria” (2013), en Nucep, Instituto del Campo Freudiano, Madrid, pp. 1-14
  • Soler Colette, Abordaje por el reverso, Teoría de los afectos, La serie lacaniana. En Los afectos lacanianos. Letra Viva, Buenos Aires 2011. Pp.25-43
02 Jun 2021
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