El Deber Absoluto, Un Imperativo Categórico
Introducción.
El hombre desde sus inicios en el camino de la razón y la sociedad siempre ha existido el cuestionamiento de qué es lo bueno y qué es lo malo, y sobre sus acciones respectivas. Años y años de filosofía han llevado a la cabeza de múltiples mentes maestras el concebimiento de lo que hoy denominamos moral, el cual determina las costumbres, y por ende el comportamiento de los humanos en las sociedades.
A este punto llego un excelentísimo prusiano el cual pensó que existía cierto mandato que regía nuestros actos, al que decidió darle el creativo nombre de Imperativo categórico y explicarlo en un divertido libro, con llamativas ideas y un razonamiento excepcional nunca visto sobre un concepto jamás antes utilizado como lo es la metafísica, curiosamente muy parecido a lo que Aristóteles y Santo Tomás realizaron en cierto punto, o bueno solo el primer misógino lo hizo y al otro no lo demandaron por plagio porque no existía el copyright en ese entonces, pero que esta vez lo trazo hacia un punto distinto, llámese la moral.
Desarrollo.
Para Kant el imperativo categórico no es solo una acción en busca del máximo fin, sino que es cito. El imperativo categórico sería el que representaría una acción como objetivamente necesaria por sí misma, sin referencia a ningún otro fin, vale decir que el imperativo categórico consiste necesariamente en la obtención de algo supremo, tan así que simplemente nada podría reemplazarlo en la vida y básicamente sería lo que nosotros buscamos en nuestro existir, dicho algo lo integra en la moralidad que tenemos al vivir en sociedad, tal que Kant dice “.
Esencialmente bueno consiste en la intención puede ser llamado la moralidad si lo vemos de esa forma es claro que para este autor el imperativo categórico es la máxima de nuestro comportamiento, comportamiento regido por nuestra voluntad que a su vez es dada por la razón entregada “naturalmente”, desde el hecho de obtener lo absoluto se puede relacionar directamente con el pensamiento de Aristóteles con base en lo que se refiere como máximo fin obtenible en esta vida, que para él es la felicidad, obtenible gracias a la prudencia, siendo la felicidad una actividad del alma conforme a la virtud perfecta (refiriéndose a la prudencia), pero la prudencia es otra vez una virtud que podemos tener gracias al maravilloso regalo que Dios nos dio a todos por igual y con el cual somos indudablemente más felices, ósea la razón.
¿Cómo si fuésemos racionales después de todo? ¿O cómo si fuese un don realmente?
Raro sería que, con la aparición de Aristóteles, no mencionase a su clon católico. Santo Tomás nuevamente introduce un sentido de fin último para el hombre, el cual es dado gracias a la razón que Dios nos entregó, dado citar “Porque el hombre y las demás criaturas racionales alcanzan el último fin conociendo y amando a Dios” (Suma de Teología, pág. 14) la sola lectura de esta cita nos hace imposible relacionarla con Kant, sin embargo para Santo Tomás tenía un punto de la moral muy estricto, evaluando sus acciones bajo tres preceptos basados en la doctrina de Dios, y que dichas acciones debían ser buenas para poder estar en una sociedad de buena voluntad entregada por el don de la razón.
Es curioso como siempre se repiten exactamente las mismas cuatro palabras; razón, voluntad, fin último, y de forma más implícita, el comportamiento en sociedad. Los tres autores nombran que como tenemos razón, tenemos voluntad y por ende tenemos un fin, el cual es obtenible a través de la vida en conjunto con otros seres humanos, sin embargo es realmente absurdo pensar que tenemos un fin en nuestras vidas siendo tan insignificantes, tal vez el hecho de que seamos los únicos con el don de la razón en este planeta nos hace creernos especiales, claro somos especiales más no en el buen sentido de la moral planteada por Kant, solo es cosa de ir a una población y a un sector como La Dehesa para ver la diferencia.
¿Qué moral hay detrás de casas tan grandes que caben 10 elefantes dentro? ¿Qué buenas costumbres existen bajo personas que hacen bailar a un vagabundo por 100 pesos? Para Kant es imperativo el hecho de que la acción sea buena por su intención, pero afrontémoslo no hay buenas intenciones, salvo nuestros propios deseos que se ven reflejados en nuestro actuar, ¿qué desearán las personas que viven con todo lo que puedan soñar?, ¿qué deseo máximo tendrán cuando ya lo tienen todo?
Conclusiones.
Kant dice que las acciones son buenas no por su resultado, sino por su intención y que es un deber absoluto el encontrar una finalidad, claro es que no tiene sentido alguno el hecho de que tengamos un fin, siento que al escribir estas líneas se me cae parte de mi razón para vivir, nuestro deber absoluto viene por la razón, la moralidad viene por la razón, la voluntad viene por la razón, todo lo malo proviene de dicha razón, personas tratando de descubrir algo inalcanzable es absurdo, una acción que es hecha para obtener algo con lo que estarás completamente satisfecho es falsa, somos insaciables y no hay nada absoluto en nuestro entendimiento, solo somos humanos inmorales que se creen el cuento de que somos algo en conjunto.