El Enfoque Psicológico del Humanismo y el Empoderamiento Humano

Introducción

El humanismo, también llamado “a tercera fuerza”, es un enfoque psicológico que se origina en contraposición del conductismo y el psicoanálisis. Tuvo grandes precursores, de los cuales se estarán analizando diversos argumentos y entre los cuales podemos mencionar a Erich Fromm, Abraham Maslow, Carl Rogers, Viktor Frankl, entre otros. Este enforque está muchas veces conectado con la Gestalt, y rescata varios de los postulados de la misma. El humanismo vino a revolucionar la psicología moderna, ya que nos ayudó a cambiar la visión determinista en la que se encontraba estancada y nos hizo resaltar al ser humano como un ser individual y capaz de tener el control de su situación. Esta misma nos resalta las cualidades humanas y nos recuerda la valiosa experiencia del ser y su papel dentro del juego de la vida.

La psicología humanista vino a resaltar el vínculo entre terapeuta y paciente, creando así un ambiente más ameno, sincero y abierto al cambio. El entable de este vínculo es muy efectivo, ya que el paciente ve a su terapeuta como un igual y no como una autoridad o una entidad que le va a decir qué hacer y cómo hacerlo. El psicólogo humanista pretende acompañar a su paciente mientras resalta sus cualidades y fortalezas y le hace conocer sus debilidades para que este, al identificarlas, pueda empoderarse y llegar a un estado de autorrealización y/o un estado pleno.

El presente trabajo pretende enfatizar en los distintos postulados dentro de la psicología humanista, así como centrarse en defender el por qué este enfoque es tan efectivo e importante para que la salud mental, emocional y social del ser humano. Humanismo y el empoderamiento humano

Desarrollo

Como ya sabemos, el humanismo es ese enfoque psicológico que trata al ser humano desde su totalidad, no fragmentándolo en diversas situaciones, problemas, conflictos, entre otros. Con la finalidad de que este comprenda que existe la fuerza de voluntad y que comprenda que él es quien decide que posición tomar ante la adversidad de la vida y cómo enfrentar las diversas situaciones por las que el ser atraviesa. Esto se da ya que la experiencia subjetiva que tiene el individuo sobre la vida, le da una experiencia única y particular Lo que Churchill (2017) comenta sobre este enfoque es que: “la Psicología humanista se caracterizó por apoyarse en alguna concepción del ser humano de índole filosófica (con antecedentes que van de Sócrates a la fenomenología y la filosofía de la existencia yexistencialismo) …” Lo cual nos invita a pensar que la psicología humanista no es algo que se haya dado de repente este último siglo, sino que esta tiene sus orígenes desde tiempos antiguos y ha tenido cimientos a partir de postulados de grandes y alabados pensadores a lo largo de la historia.

Resulta interesante el pensar en cómo a lo largo de la evolución humana, ya se tenían pequeños destellos de lo que hoy íbamos a conocer como Humanismo. Esto podría deberse a la naturaleza humana de buscar un estado de plenitud, de crecimiento y trascendencia, un estado de autorrealización. El ser siempre está en búsqueda de placer (no me refiero a un placer intuitivo, sino a ese sentimiento de placer, satisfacción y plenitud tanto emocional, como física y mental) y evitación del sufrimiento e inconformidad.

Desde el punto de vista de Goldstein (1993) “la autorrealización se trata del motivo principal del organismo, el único motivo real: ‘la tendencia a realizarse a sí mismo tanto como sea posible es el impulso básico… el impulso de autorrealización’ es la motivación verdadera.” (p. 44). Esto nos ayuda a inferir el gran impacto que tiene este deseo de trascendencia propio del ser humano. El humano busca sobrevivir por naturaleza, y la autorrealización no solo le da la motivación para hacerlo, sino lo ayuda para superarse y anteponerse ante cualquier adversidad que le cause malestar.

El deseo por autorrealización con el cual cuenta el ser humano es algo fascinante, ya que este deseo nos motiva e impulsa a actuar como actuamos, todo esto en base a nuestra libre voluntad. Muchas personas muchas veces están cegadas de esta cualidad humana, por lo que actúan de manera destructiva. Atentan contra sí mismos y contra sus iguales, es en estos casos en donde el humanismo entra en acción para lograr que estas personas se den cuenta de su capacidad y de todo el potencial que tienen, haciendo que estas retomen el control y dirección de sus vidas.

García, Díaz y Medina (2007) rescatan que “Maslow definió en su pirámide las necesidades básicas del individuo de una manera jerárquica, colocando las necesidades más básicas o simples en la base de la pirámide y las más relevantes o fundamentales en la cima de la misma, a medida que las necesidades van siendo satisfechas o logradas surgen otras de un nivel superior o mejor.” (p. 289-296). Lo que Maslow quería decir es que, al cubrir ciertas necesidades, se iba adquiriendo la capacidad de aspirar a nuevas y más trascendentales. Maslow nos comparte la siguiente propuesta de las necesidades: Fisiológicas, de Seguridad, de Afiliación, de Reconocimiento y la Autorrealización. Su pirámide empieza por las necesidades más básicas y llega hasta las de autorrealización. Esto tiene sentido, ya que un ser malnutrido o sin un hogar difícilmente (casi siendo imposible) podría llegar a una autorrealización verdadera y plena.

El humanismo es ese enfoque que trabaja con las personas de una manera un tanto personalizada, ya que se basa en la individualidad del ser humano como en sus conflictos y experiencias particulares. Esto nos ayuda a tener un mayor control sobre la terapia y el proceso de nuestro paciente. Muchas personas critican la subjetividad de esta corriente; sin embargo, considero que dicha subjetividad es el fuerte de la misma, ya que permite al individuo ser quien cuestione sus percepciones y crea el cambio o modifique conductas de una forma más activa dentro del proceso terapéutico, ya que lo hace consciente de lo que está pasando dentro de su realidad.

Otro gran exponente, Viktor Fankl,(1991), dentro de su teoría, la Logoterapia, nos menciona que “El ser humano es responsable de su propia finitud, está apretado por muchos lazos pero son justamente estos los puntos de apoyo sobre los cuales se yergue su misma libertad.” Lo que Frankl nos quiere decir es que nosotros somos capaces de llegar hasta donde queremos y pretendemos llegar, y que todas esas situaciones que muchas veces sentimos que nos hunden hacen todo lo contrario, ya que nos dan los cimientos para reencontrarnos a nosotros mismos y desde los cuales vamos a encontrar la fuerza para seguir. Frankl es un gran creyente de que el ser humano es capaz de encontrarse y de superarse en base a su sufrimiento. Él argumenta que al uno encontrarse tan vulnerable, puede caer en la locura y desesperanza y perecer o puede seguir manteniendo esa esperanza, la cuál si o si nos estuviese encaminando a nuestra felicidad y nos serviría como motivación para nuestra autorrealización.

Muchos son los exponentes que encontramos dentro del enfoque humanista, cada uno con sus propias teorías y postulados, pero todos nos llevan a lo mismo: el ser humano es un todo y está diseñado, por naturaleza, a buscar su autorrealización. Ahora bien ¿cuál es la ventaja que tiene la llamada “tercera fuerza” sobre otras corrientes como lo son el psicoanálisis y la cognitiva conductual?

Tubert (2000) comenta que “El psicoanálisis tiene como objetivo la investigación y el tratamiento de los problemas emocionales desde el punto de vista de la infancia de la persona, la interpretación de los sueños, los actos fallidos y la técnica de asociación libre, entre otras.” (p.26-27). Esto nos afirma que el psicoanálisis se va a centrar en el pasado de la persona y en cómo este mismo afecta su presente a través del inconsciente. He aquí el psicoanálisis fragmentando al individuo e infiriendo que trabajando los traumas de la infancia o los traumas guardados en el inconsciente va a haber una mejora en nuestro paciente, sin mencionar que el psicoanálisis adora “etiquetar” a los pacientes con diversas problemáticas.

Por otro lado, tenemos a la cognitiva conductual. Phillip (2009) nos resalta que “se ha demostrado útil tratando algunos trastornos y padecimientos como la ansiedad, la depresión, los ataques de pánico, las fobias, bulimia, esquizofrenia, entre otras.)” Esto nos resulta bastante llamativo, pero si nos centramos en la teoría de esta corriente nos podríamos percatar en cómo nos reduce a simples seres que se basan en una relación casi automática estímulo- respuesta. Otra vez dejando a un lado la importancia de hacer partícipe activo a nuestro paciente para que este tenga una sensación de logro cada vez que, desde su propia voluntad, logra afrontar algún conflicto que tenía gran impacto en su vida.

Con esto no se pretende desvalidar a estas dos corrientes, ya que ambas han marcado en gran medida la psicología de hoy en día, es más, hasta influyeron en el origen del enfoque Humanista; sin embargo, es necesario reconocer que no muchas veces serán nuestra mejor opción para tratar a nuestro paciente y que estas no se centran en ayudar al paciente a lograr una autorrealización sino que lo ayudan a solucionar problemas, conflictos, conductas o comportamientos que no se consideran sanos o aceptables.

Conclusión

Por lo expuesto en este trabajo, se puede inferir que el humanismo, al tomar al ser como un todo, puede trabajar de forma más amplia y general y sin detenerse y focalizarse en una sola problemática. Esto nos resulta útil para poder empoderar al ser humano y ayudarlo a afrontar y superar una gran cantidad de conflictos a la vez. Obviamente, el terapeuta puede trabajar con el paciente los problemas que más le angustien, pero al mismo tiempo se están dando las herramientas para enfrentarse a una gran gama de situaciones que podrían estar dando conflictos. El humanismo, a diferencia de corrientes como el psicoanálisis y la cognitiva conductual las cuales son consideradas como deterministas, es una corriente antropocentrista, centrando sus herramientas, terapias, teorías y técnicas en la ayuda de la búsqueda de una autorrealización por parte del individuo.

La ventaja que tiene el humanismo por sobre otras corrientes es que más allá de concentrarse en el problema o problemas de la persona, pone su atención en el sujeto en sí. Ya que, si tenemos a una persona consciente de su potencial y capacidad humana, vamos a tener a una persona dispuesta a afrontar sus diferentes conflictos (ya sean internos o externos). Es por eso que considero que el enfoque humanista puede ser una de las corrientes más exitosas que hay y nos puede servir para mejorar la calidad de experiencia humana de nuestro paciente acompañándolo en la búsqueda de su autorrealización.

Referencias

  • Churchill, S. (2017) «Society for Humanistic Psychology.» American Psychological Association (APA). 
  • Goldstein, citado por Arnold H. Modell, The Private Self (Harvard, 1993) p. 44.
  • García-Aurrecoechea, R.; Díaz-Guerrero, R.; Medina-Mora Icaza, M.E. (2007). «Déficit de satisfacción de necesidades en usuarios de drogas solicitantes de tratamiento». Adicciones: Revista de socidrogalcohol, Vol. 19, Nº. 3, págs. 289-296.
  • FRANKL V., La voluntad de sentido, Herder, Barcelona, 1991.
  • Tubert, S. (2000). Sigmund Freud: Fundamentos del psicoanálisis. Argentina: EDAF. pp. 26-27.
  • Pinto, Carmen (trad.); Philip, Timms (ed.) (2009). La terapia cognitivo‐conductual (tcc).
  • Londres y España: Sociedad española de psiquiatría y Royal College of Psychiatrists.
27 April 2022
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