El Escritor Liberal John Locke
Carta sobre la tolerancia son una serie de escritos del filósofo y médico John Locke que vieron la luz entre los años 1689 y 1690, presentan en buena medida las bases ideológicas fundamentales para su teoría política formulada por las mismas fechas en Dos tratados sobre el gobierno civil. Este escrito surge en medio del temor de que el catolicismo se adueñase de Inglaterra, y responde a los conflictos religiosos proponiendo, supuestamente, la tolerancia religiosa como respuesta. Esta carta estaba dirigida a un amigo próximo de Locke, Philipp van Limborch (teólogo remonstrante neerlandés), quien la hizo ver la luz sin el conocimiento de Locke. Su publicación original fue en latín, aunque se tradujo al poco tiempo a otras lenguas.
Para Locke la Iglesia y el Estado son cosas diferentes, el fin de la primera sería la salvación de las almas y el fin del segundo sería la paz social y la protección de los derechos individuales. Esto significa que ninguna de las partes, ni Iglesia ni Estado, pueden exigir más que lo que sea necesario para cumplir su propósito, el Estado no puede obligar a sus ciudadanos profesar una confesión concreta y la Iglesia debe tolerar todo aquello que va más allá de la salvación de las almas. La tolerancia sería un criterio de verdad y fiabilidad para juzgar a la Iglesia y las religiones, cuanta más tolerancia hacia otras confesiones más verdadera será esa Iglesia, dejando de lado la ortodoxia de una tradición pasada. Esta tolerancia tiene unos límites, es decir, se puede excomulgar a una persona que ataca y cuestiona la autoridad de una confesión, pero la Iglesia no puede intervenir sobre los derechos individuales de ese individuo y tampoco tiene autoridad sobre los miembros de otras confesiones y no pueden exigirles adherirse a su creo.
El Estado debe ser todo lo tolerante que pueda con todo aquello que no altere la paz social, aunque Locke da primacía al Estado sobre la Iglesia si la paz social se ve alterada, el Estado puede y deber exigir a una Iglesia a recluirse al ámbito privado. El deber del Estado es proteger los derechos individuales y no convencer a sus ciudadanos de los pensamientos religiosos “correctos”. Aunque para garantizar la paz social, el Estado puede imponer y exigir a sus ciudadanos que sean tolerantes con los ciudadanos de otras creencias y que no sean intolerantes, la tolerancia es indispensable para lograr la paz social. Pero Locke parece que su tolerancia tiene unos límites muy marcados con los ateos y los católicos. Para el autor el ateísmo tendría unas consecuencias prácticas inaceptables e inasumibles para el Estado, negar la existencia de Dios es un error moral y no teórico, quien niega la existencia de Dios pretende estar más allá de cualquier obligación. El ateo es un sujeto poco fiable porque no acepta las obligaciones morales y la sociedad, sustentada en el pacto social, podría venirse abajo. El Estado está obligado, según Locke, a combatir esta doctrina que generaría anarquía. Los católicos tampoco serían un colectivo de fiar porque se someten al poder del Papa, un poder extranjero, que podría ordenar a sus fieles desobedecer las leyes del Estado. Aunque también hay que añadir que el autor inglés considera al catolicismo como un credo intolerante.
No debemos olvidar que el pensamiento de Locke se enmarca en unas determinadas circunstancias históricas y geográficas, la Inglaterra del siglo XVII. Y aunque pienso que se debe reconocer al autor como el creador de los primeros pasos del desarrollo del concepto de tolerancia, Locke no parece que quiera una separación total de Iglesia y Estado y tras todos sus planteamientos, le da a la religión una utilidad política para reprimir a católicos y ateos.