El Estrés Academico, Métodos de Afrontamiento de Estrés

Introducción

El estrés es un sentimiento de tensión, puede ser física o mental y puede tener diversas causas y consecuencias. El estrés puede ser agudo (De corta duración, pero gran intensidad) o puede ser crónico (Constante) y luego degeneraren un trastorno de ansiedad. El estrés agudo puede ser provocado por diversas actividades de la vida cotidiana, no suele tener efectos nocivos y en ciertas ocasiones puede llegar a ser positivo, por ejemplo, cuando nos ayuda a terminar algún trabajo a tiempo o cuando sentimos presión en diversas actividades normales; En cambio, el estrés crónico si es nocivo, aparece en situaciones de estrés constantes, se diferencia del otro por una característica fundamental, y es que cuando el estímulo estresor desaparece, el estrés sigue presente, en el caso de estrés agudo, este desaparecería al desaparecer el estresor. El estrés crónico puede llegar a tener consecuencias catastróficas de forma secuencial, primero es el sentimiento de estrés que poco a poco empieza a transformarse en irritabilidad emocional y cansancio tanto físico como emocional, con el paso del tiempo puede alterar las capacidades de toma de decisiones, el ciclo de sueño, el desarrollo social, la salud física y mental, tu cuerpo se hace más débil, te enfermas con más facilidad, agotamiento, no eres capaz de manejar tus sentimientos y emociones, después te enfermas aún más, todos los síntomas siguen pero con más fuerza, en el peor de los casos, el estrés puede ser una causa de muerte indirecta, el estrés no te mata en sí, pero te debilita en todos los ámbitos permitiendo que otros factores acaben con tu vida.

Por eso hemos querido abordar este tema, nos parece importante y pensamos que no se le da suficiente importancia, hay tantos jóvenes con estrés académico crónico, jóvenes que son rebasados por las circunstancias y parece no importarle al sistema educativo, no parece que se tomen iniciativas para mejorar el sistema, hay personas que llegan al suicidio o a la muerte provocada por consecuencias del estrés y no hay cambio, por eso decidimos abordar este tema, para que la gente esté más informada sobre el estrés académico, y así, lo pueda entender mejor y entender que no es juego, porque, evidentemente, vivimos en una sociedad que parece ser que se toma la salud mental como un juego, personas que piensan que la psicología no sirve de nada o que la psicología son unos test de Facebook, gente que no cree que la depresión y otros trastornos existan, o que son sólo “loquitos”, queremos evidenciar con esto que no, no es un juego, existe y es grave, y les mostraremos a continuación que el estrés es tanto fisiológico como psicológico, lo cual evidencia su gravedad.

Introducción al estrés académico

El entorno universitario, con el alto grado de dificultad predisponen a los estudiantes a estados de depresión, ansiedad y estrés. Aunque todos los estudiantes de diversas carreras se encuentran vulnerables ante esta situación, los más afectados son los jóvenes que cursan su carrera en el área de la salud, debido al mayor esfuerzo académico requerido por sus estudios.

“El estrés es la respuesta psicológica, fisiológica o emocional de una persona al intentar adaptarse a presiones internas o externas” (Castillo, Cantillo y Alvis, 2018 p.2) De hecho, pueden provocar estrés sucesos positivos que implican un cambio importante o que tienen que ver con algún proceso de adaptación física o mental. Cuando estas situaciones, sean positivas o negativas, aparecen en el ámbito escolar como parte del desarrollo educativo, se les suele poner el nombre de estrés académico. El entorno escolar, en especial el nivel de enseñanza, mantiene una relación directa y proporcional con el nivel de estrés, y cuando este aumenta, el estrés del sujeto también tiende a aumentar. (Castillo, Cantillo y Alvis, 2018.)

El proceso de adaptación al nuevo grado académico que se requiere en los estudios universitarios se va dando progresivamente conforme aumenta el nivel de dificultad en sus carreras. Se puede relacionar el estrés con diversos efectos en la salud física de la gente que lo padece; como podrían ser cefalea, náuseas, problemas gastrointestinales, fatiga y problemas de insomnio (Castillo, Cantillo y Alvis, 2018.). Al afectar al estudiante a nivel físico y emocional, los universitarios cambian sus rutinas diarias, afectando la forma en que se alimentan, consumen tabaco o alcohol y la frecuencia de su esfuerzo físico, generando malos hábitos para la salud. Todo esto funciona de manera retroalimenticia debido a que las consecuencias provocadas por el estrés generan más estrés. Las principales causas del estrés académico son la manera en que se establecen los horarios, las formas de evaluación, problemas socioeconómicos o el alto grado de trabajo asignado a cada estudiante. (Suárez y Díaz, 2015.)

Estudio del estrés del doctor Selye Hans Hugo Bruno Selye, fue un médico Austriaco nacido en la ciudad de Viena en el año 1907 (Bertola, 2010), conocido principalmente por sus investigaciones y aportaciones dedicadas al estudio del estrés. En 1929, durante su estancia en la universidad de McGill de la ciudad de Montreal Canadá, llevó a cabo una serie de investigaciones que le permitieron describir el “síndrome general de adaptación” o “GAS” por su nombre en inglés (Bertola, 2010).

Las primeras investigaciones del doctor Hans Selye estuvieron orientadas a descubrir una hormona sexual. Su procedimiento consistía en inyectar ratas con un extracto de ovario, después de esto realizaba un análisis al detalle, lo que le permitió observar una serie de cambios que tendían a ser repetitivos y que eran proporcionales según la cantidad de extracto ovárico que les administraba a las ratas, estos cambios eran: Atrofia del sistema retículo endotelial, hipertrofia de la corteza adrenal, además aparecían úlceras gástricas y duodenales (Bertola, 2010).

Al estar frente a estos cambios, el doctor Hans Selye, pensó que se había topado con unos efectos que nunca se habían descrito antes sobre esta sustancia.

Para corroborar sus hallazgos, el doctor, inyectó a un nuevo grupo de ratas sustancias como extracto de hipófisis y placenta. Al obtener los mismos resultados, volvió a inyectar a más ratas con hormonas extraídas de órganos como el hígado y el riñón, pero nuevamente los resultados fueron similares. Por último, inyectó formalina a los roedores y al obtener resultados similares a los de las otras pruebas, su hipótesis sobre la existencia de una nueva hormona quedó completamente descartada (Bertola, 2010).

Mientras resolvía qué hacer con su investigación, recordó haber observado, mientras estudiaba medicina en la universidad de Praga (donde tuvo sus primeros acercamientos con personas enfermas), que muchos pacientes presentaban síntomas similares como dolor abdominal, pérdida de peso, cefalea (dolor de cabeza), artralgias y fiebre, independientemente de la enfermedad que los sujetos padecieran.

Al comparar estas observaciones con los resultados de sus experimentos con los roedores, salió a relucir una nueva teoría que le permitía explicar cómo tratamientos tradicionales de la medicina como descansar, comer saludable, etc.

Resultaban efectivos en pacientes que padecían trastornos específicos. Esto lo llevó de nuevo al laboratorio donde experimentó con sus ratas exponiéndolas a temperaturas extremas, rutinas de ejercicios agotadoras y traumatismos, además inyectando a las ratas con una gran variedad de drogas.

Los resultados lo llevaron a la conclusión de que el organismo reacciona de la misma forma de adaptación independientemente del origen del estímulo. A esta reacción, que representa un esfuerzo del organismo, el doctor Hans Selye la denominó “Síndrome General de Adaptación”. A este síndrome, el doctor Selye, lo describió con tres etapas (Bertola, 2010), la primera conocida como “alarma” es donde el agente nocivo es reconocido por el organismo el cual responde con una señal de alerta y generando defensas contra los diferentes síntomas presentados, esta etapa es de corta duración, pero intensa.

La etapa siguiente es la “resistencia”; Es en esta etapa donde el organismo se adapta al agente estresor, además el estado de alerta y la respuesta física aumentan y los síntomas iniciales desaparecen.

Por último, la etapa de “agotamiento” donde reaparecen los síntomas iniciales, si es que el agente estresor continúa presente; los procesos de recuperación se interrumpen provocando que exista una posibilidad de que el proceso finalice con el deceso del organismo (Cassaretto, Chau, Oblitas y Valdez, 2003).

Los resultados del doctor Hans Selye fueron publicados en 1936 en la revista científica “Nature” en un artículo titulado A Syndrome Produced by Diverse Nocuous Agents.

Un par de años más tarde de la publicación de los resultados de sus investigaciones fue el propio doctor Selye el que adoptó el término “stress” para darle nombre a la condición con la que el organismo reaccionaba al agente nocivo (Bertola, 2010).

Aunque esta teoría es muy útil, carece de una explicación que describa las diferentes respuestas psicofísicas de estrés que se han podido observar en diferentes sujetos expuestos a los mismos factores estresantes (Cassaretto, Oblitas y Valdez, 2003).

En el siguiente apartado se describen más al detalle las etapas de la teoría del doctor Hans Selye.

Etapas del síndrome de adaptación general

Para Selye (1960 citado en Sandín, 1984) “el estrés es el estado que se manifiesta por un síndrome especifico” (más tarde en 1974 redefiniría el concepto como “La respuesta no específica del cuerpo a cualquier demanda que se le haga”) y consiste en cambios inespecíficos provocados adentro de un sistema biológico y el estímulo que infringe el estado de homeostasis se le conoce como estresor o alarmígeno y cualquier estímulo puede ser considerado como estresor, por ejemplo, la temperatura del ambiente, el cansancio, el ejercicio etc.

Las exigencias que se producen hacia el organismo son especificas (Sandín, 1984), por ejemplo, cualquier ejercicio constante provoca que la frecuencia cardiaca, a causa de la segregación por parte de las glándulas suprarrenales de adrenalina, se eleve junto con la presión sanguínea, además, se produce un aumento en el nivel de glucosa o, por ejemplo, la elevación de la temperatura corporal produce que el organismo transpire para poder mantener una temperatura adecuada. Estos estímulos comparten la particularidad de generar que el organismo busque recobrar su estado de homeostasis (Sandín, 1984).

Fase de alarma

Esta fase Sandín (1984) la define como la fase donde la suma de todos los fenómenos que no son específicos y que son generados por la imprevista exposición al estímulo que perturba a grandes zonas del cuerpo y a las cuales el organismo no se encuentra preparado.

En esta primera fase se da una activación instantánea y automática del eje hipofisosuprarrenal, que está constituido por el hipotálamo que es la estructura nerviosa alojada en la base del cerebro y que funciona como vínculo entre el sistema endocrino y el sistema nervioso, por la hipófisis que se encuentra igualmente en la base del cerebro y por las glándulas suprarrenales que se encuentran situadas en la parte superior de cada riñón. Esta activación está constituida por una serie de síntomas generales que se pueden presentar en mayor o igual intensidad: se genera una movilización de las defensas del organismo, se da un aumento de la capacidad respiratoria y de la frecuencia cardiaca, el bazo sufre de una contracción lo que provoca la liberación en grandes cantidades de glóbulos rojos, se produce un aumento en el número de linfocitos y de la coagulación de la sangre, las pupilas se dilatan y se genera una redistribución del flujo sanguíneo para que la sangre se dirija a los músculos, el cerebro y el corazón, lo que provoca que el flujo de sangre se vea disminuido en la piel, lo que a su vez causa la aparición de palidez, también el flujo sanguíneo se ve disminuido en las vísceras intestinales lo que provoca que la mucosa gástrica que protege las paredes internas del estómago sufra una disminución que causa.

Esta primera fase se puede dividir en otras dos: la fase de shock y la de contra-shock (Sandín 1984).

Fase de Shock

La fase de shock es la reacción primaria e inmediata hacia el agente dañino (Belloch, Sandín y Ramos, 2011), general e intensa (Sandín,1984) y está caracterizada por:

La presencia de hipotermia, hipotensión (presión baja), depresión del sistema nervioso, disminución del tono muscular, hemoconcentración, permeabilidad capilar y celular, acidosis, leucopenia seguida de leucocitosis, eosinopenia y erosiones gastrointestinales (Sandín, 1984, p. 646).

La liberación de hormonas como la adrenalina y la corticotropina y de corticoides como el cortisol es una reacción primaria de defensa del organismo que empiezan durante esta fase pero que se más notable durante la fase de contra shock (Sandín, 1984).

Fase de contra-shock

Esta fase está caracterizada por la presencia de defensa contra el shock (Sandín.1984). Durante esta fase se produce un agrandamiento de la corteza suprarrenal con la presencia de hiperactividad, involución rápida del sistema timolinfático y en general se revierten la mayoría de los cambios que se generan durante la fase de shock; por ejemplo, se eleva la presión sanguínea, aumenta el volumen de sangre, se aumenta la diuresis (segregación de orina), hiperglucemia (aumento del nivel de glucosa en la sangre), hipercloremia (nivel aumentado de cloruro en la sangre) y ocasionalmente se produce hipertermia que el aumento en el nivel de temperatura corporal. Esta serie de cambios dependen en gran medida de la descarga de corticoides al flujo sanguíneo y de la actividad corticosuprarrenal (Sandín, 1984). La mayor parte de las enfermedades relacionadas al estrés agudo conciernen a estas dos fases (Belloch, Sandín y Ramos, 2011).

Fase de resistencia

Es durante esta fase que se origina la adaptación del organismo al estresor.

Esto causa que los síntomas desaparezcan y por ende el organismo percibe una mejora. En esta etapa la resistencia hacia el agente nocivo se ve aumentada y también se percibe una menor resistencia hacia otros estímulos (Belloch, Sandín y Ramos, 2011). Además, gracias a que el organismo intenta adaptarse a la amenaza, los niveles de corticoides se normalizan (Nogadera, 1996), y la mayoría de los cambios bioquímicos y morfológicos que se dan durante la fase anterior desaparecen (Sandín, 1984).

Fase de agotamiento

Durante esta fase, si la exposición del organismo hacia el estresor continua se llega a perder la adaptación que se había adquirido durante la etapa anterior, el agotamiento se presenta si el estresor es lo suficientemente severo y prolongado.

Si se llega a esta etapa, los síntomas que caracterizan a la reacción de alarma vuelven a aparecer, lo que puede ocasionar el descenso del organismo (Belloch, Sandín y Ramos, 2011). Si se entra a esta fase de agotamiento pueden aparecer enfermedades psicosomáticas además se genera una alteración tisular (Sandín, 1984).

Inteligencia emocional y métodos de afrontamiento

Inteligencia emocional

El concepto Inteligencia Emocional O IE fue utilizado por primera vez por los profesores John D. Mayer, académico de la Universidad de Hampshire en 1990 y por Peter Salovey docente de la Universidad de Yale. Ellos definieron la inteligencia emocional como parte de la inteligencia social que comprende a la capacidad de poder manejar nuestras emociones y las de los demás, diferenciarlas y comprenderlas y poder usar esto con el fin de guiar nuestro pensamiento y actitud (Céspedes, Soto y Alipázaga, 2016).

El psicólogo estadounidense Daniel Goleman fue quien popularizó y dio a conocer el término de inteligencia emocional, este mismo psicólogo definió la inteligencia emocional como:

La capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y, por último, pero no por ello menos importante la capacidad de empatizar y confiar en los demás. (Céspedes, Soto y Alipázaga, 2016, p. 170)

Los conceptos de la Inteligencia Emocional son un popurrí o una mezcla basada en las ideas rogerianas y el pensamiento budista: “Desarrollar la capacidad de motivarse, perseverar, soportar las frustraciones y controlar los impulsos, diferir las gratificaciones, tener empatía y confiar en los demás, etc.” (Manrique, 2015, p. 2)

La inteligencia Emocional propone el desarrollo del conocimiento de sí mismo, de sus propias emociones, así como las de los demás, también se menciona acerca de aumentar la capacidad de trabajar en equipo. Entonces se podrá llegar a un mayor desarrollo personal, social y económico, a sentirse a gusto con sí mismo, con los demás y con la sociedad de la cual somos parte (Manrique, 2015).

Métodos de afrontamiento

El mal manejo del estrés grave puede provocar un estado de estrés crónico, generando estados emocionales negativos, sufrir diversos síndromes o incluso degenerar la capacidad para tomar decisiones del individuo afectado (Fernández, Jiménez, Martín, 2003)

Hay factores de los que dependen los efectos negativos del estrés, como el género o la edad, los efectos son diferentes entre la adolescencia o la edad adulta, las mujeres son más afectadas por los efectos de las emociones negativas en presencia de estrés. Estas emociones negativas pueden desarrollarse hasta alcanzar el punto de trastornos como depresión, autoconcepto bajo, niveles de ansiedad elevados e irritabilidad (Fernández, Jiménez, Martín, 2003)

Hay diversas maneras de enfrentar el estrés, lo cual es un esfuerzo mental y emocional combinado con el carácter de la persona. Se plantean las siguientes estrategias recopiladas por Fernández, Jiménez y Martín (2003):

  • Reevaluación positiva. Ver la problemática desde un enfoque distinto tratando de rescatar los puntos positivos de la situación.
  • Reacción depresiva. Afrontar de manera negativa la situación al verse superado por la misma.
  • Negación. Evitar el problema, no aceptando que existe.
  • Planificación. Visualización objetiva y organizada del problema para afrontarlo de la mejor manera.
  • Conformismo. No tener ninguna reacción alguna ante el problema al verse superado por este.
  • Desconexión mental. Evitar pensar en el problema.
  • Desarrollo personal. Mejora de las capacidades individuales a consecuencia del aprendizaje estimulado por la problemática.
  • Control emocional. Manejo de los recursos para afrontar el problema y ocultar los sentimientos.
  • Distanciamiento. Un alto grado de concentración en el objetivo, ignorando emociones y situaciones distractoras.
  • Refrenar el afrontamiento. Postergar cualquier acción hasta no tener más información sobre el problema.
  • Evitar el afrontamiento. Por temor a deteriorar la situación, no hacer nada respecto al problema.
  • Resolución del problema. Afrontar el problema de manera directa y racional.
  • Apoyo social al problema. Apoyarse sobre los demás para resolver el problema.
  • Desconexión comportamental. No hacer nada respecto al problema y expresar comportamientos generados por la problemática.
  • Apoyo social emocional. Evitar el problema, buscando apoyo en las personas y en situaciones antiestresantres.

Según Lazarus, 1990 y 1994, (Como se citó en Martínez, Piqueras e inglés, 2011) sugiere que ante una situación de estrés hay que tener en cuenta:

  1. El concepto y la evaluación que la persona tiene y hace del estímulo estresor.
  2. El estado anímico que se relaciona con esta evaluación.
  3. El trabajo tanto cognitivo como conductual que se realiza para poder afrontar al estímulo estresor.

Y que el afrontamiento puede estar orientado:

  1. Hacia la tarea, enfocado en resolver el problema de la mejor manera.
  2. Hacia la emoción, enfocado en lo que siente y en sus respuestas a nivel emocional (ira, tristeza, etc.), en la evitación, preocupación y respuestas fantásticas o supersticiosas (Endler y Parker, 1990: Martínez, Piqueras e inglés, 2011).

Esta última estrategia de afrontamiento es la más inadecuada en situaciones de estrés, ya que un método de afrontamiento incorrecto y mal manejado puede aumentar la gravedad de la respuesta de estrés percibida y provocar repercusiones y consecuencias negativas en el aspecto emocional y en el rendimiento (Lazarus, 1990: Martínez, Piqueras e inglés, 2011).

Así, un afrontamiento poco adecuado en una situación de estrés grave puede provocar estrés crónico y la aparición de estados emocionales negativos y psicopatológicos (Escamilla, Rodríguez y González, 2009: Piqueras, Ramos, Martínez y Oblitas, 2009), a padecer un síndrome de quemarse o burnout, así como a una deficiencia de la capacidad para tomar decisiones. (Wheaton,1997: Martínez, Piqueras e inglés, 2011)

La aparición de estas emociones negativas bajo situaciones de estrés parece ser diferente en función del género. Algunos estudios indican que, desde los inicios de la adolescencia hasta la edad adulta, las mujeres tienen el doble de probabilidad que los hombres de experimentar emociones negativas ante situaciones de estrés. Así, diversos estudios indican la mayor frecuencia en la mujer de trastornos de carácter interno, tales como depresión (Gilman y Anderman, 2006: Jiménez y López, 2008: Khawaga y Bryden, 2006), bajo autoconcepto (Inglés et al., 2011), mayores niveles de ansiedad social (Inglés et al., 2003) e irritabilidad (Jiménez y López, 2008: Martínez, Piqueras e inglés, 2011).

Estrés académico

A lo largo de la formación académica de una persona se encontrará con situaciones que considere estresantes. Es en la adolescencia tardía la etapa del ciclo vital donde gran parte del alumnado universitario se encuentra y es en esta misma etapa donde diversos problemas de salud mental se acentúan como por ejemplo la ansiedad y algunos trastornos del estado anímico (Gutiérrez, Montoya, Toro, Briñón, Rosas, y Salazar, 2010). Como se menciona en Berrío y Mazo (2011), una gran parte de los alumnos presenta un alto grado de ansiedad que es causado por el estrés académico que es resultado de la constante presión por cumplir con sus responsabilidades académicas.

El concepto estrés académico se puede definir como una reacción emocional, cognitiva, conductual y fisiológica ante los estímulos y eventos provenientes de la vida académica del sujeto (Berrío, y Mazo, 2011).

Según Cabanach, Cervantes y Doniz (2014), estos estímulos o estresores académicos pueden agruparse en tres diferentes grupos:

  1. Los relacionados a la adaptación al programa universitario.
  2. Los que se relacionan con la evaluación, el miedo al fracaso, la sobre carga y el proceso de enseñanza y aprendizaje.
  3. Los que se asocian al miedo a cometer errores durante las practicas escolares.

En el segundo grupo se hacen repetidas menciones hacia lo que está relacionado al proceso de evaluación; por ejemplo, los exámenes, trabajos de evaluación, las pruebas de control, etc. A exposiciones que se realizan en el aula y a la sobrecarga de trabajo. Además, a las relaciones sociales conflictivas con compañeros de y profesores (Cabanach, Cervantes y Doniz, 2014)

En numerosas investigaciones se ha recalcado que para los estudiantes universitarios las actividades y la sobrecarga académica junto con el poco tiempo que tienen para cumplirlas son los eventos que provocan con mayor frecuencia estrés; la falta de tiempo para cumplir con las actividades académicas, la sobrecarga académica, la realización de exámenes, la exposición de trabajos en clase y la realización de trabajos y tareas obligatorias, son eventos generadores de altos niveles de estrés, siendo los estudiantes de primer año los que presentan los índices más elevados (Gutiérrez, et al, 2010). Además, se ha podido identificar a la sobrecarga curricular y a lo relacionado con los modelos de enseñanza con los dos estresores que presentan una mayor vulnerabilidad y la elevada carga académica, las preocupaciones por el futuro y las exposiciones orales como las generadoras de estrés severo (Gutiérrez, et al, 2010).

Conclusión

El estrés académico es un tema de suma importancia que no debe ser tomado a la ligera debido a sus consecuencias que pueden ser de diferentes tipos, el estrés académico puede provocar desde cosas tan simples como un dolor de cabeza hasta cosas tan graves como un debilitamiento global del organismo, dando paso a síntomas que pueden llegar a ser mortales, también existe la variable en que el estrés no llega a estos extremos fisiológicos pero en las que alcanza extremos psicológicos aún más fuertes llegando a provocar el suicidio antes de que llegue el colapso físico. Es por esto por lo que llegamos a la conclusión de que el tema debe seguir investigándose para poder crear conciencia e intentar que llegue a tener una mayor visibilidad.

Referencias

  1. Belloch, A., Sandín, B. y Ramos, F. (2011). Manual de psicopatología Vol.2 (Ed. Rev.). Madrid, España: Mc Graw Hill.
  2. Berrío, N. y Mazo, R. (2011). Estrés Académico. Revista de Psicología, 3(2), 65-82
  3. Castillo, I., Cantillo, A. y Alvis, L. (2018). Estrés académico en estudiantes de enfermería de Cartagena Colombia. investigación en enfermería imagen y desarrollo, 20(2).
  4. Cassaretto, M., Chau, C., Oblitas, H. y Valdez, N. (2003). Estrés y afrontamiento en estudiantes de psicología. revista de psicología, 21(2), 363–392.
  5. Castillo, I., Cantillo, A. y Alvis, L. (2018). Estrés académico en estudiantes de enfermería de Cartagena Colombia. investigación en enfermería imagen y desarrollo, 20(2).
  6. Céspedes, E., Soto, V. y Alipázaga, P. (2016). inteligencia emocional y niveles de estrés académico en estudiantes de medicina de la universidad de San Martin de Porres, Chiclayo-Perú. Revista Del Cuerpo Médico Del Hospital Nacional Almanzor Aguinaga Asenjo, 9(3), 169–178.
  7. Cabanach, R., Cervantes, R., & Doniz, L. (2014). El estrés académico en estudiantes de ciencias de la salud. Fisioterapia, 36(3), 101–102. https://doi.org/10.1016/j.ft.2014.03.002
  8. Fernández, E., Jiménez, M. y Martín, M. (2003). Emoción y Motivación: La adaptación humana. Madrid: Ed. Centro de Estudios Ramón Areces.
  9. Gutiérrez, J., Montoya, L., Toro, B., Briñón, M., Rosas, E. y Salazar, L. (2010). Depresión en estudiantes universitarios y su asociación con el estrés académico. CES Medicina, 24(1): 7-17
  10. Martínez, A., Piqueras, J., & inglés, C. (2011). Relaciones entre Inteligencia Emocional y Estrategias de Afrontamiento ante el Estrés.
  11. Nogadera, S. (1996). Fisiología del estrés. INSHT.
  12. Suárez, N., & Díaz, L. (2015). Estrés académico, deserción y estrategias de retención de estudiantes en la educación superior. Revista de Salud Pública, 17(2), 300–313. https://doi.org/10.15446/rsap.v17n2.52891
  13. Solana, R. (2015). La Cuestión de la inteligencia emocional. Revista de la Asociación Española de neuropsiquiatría, 35(128), 801-814. https://doi.org/10.4321/S0211-57352015000400008
  14. Sandín, B. (1984). Hormonas y conducta. (tesis doctoral). Universidad complutense de Madrid, España.
01 August 2022
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