El Éxodo Rural En España y la Industrialización
Desde mediados del siglo XIX la población en España ha ido aumentando de forma más o menos sostenida, pero su distribución ha ido generando grandes desequilibrios entre unas áreas y otras. Frente a ciudades que se prolongan con periferias cada vez más extensas como Madrid o Barcelona, otras áreas como Soria, Teruel o la Sierra Norte Andaluza presentan todos los rasgos de un invierno demográfico: baja densidad de población, elevado porcentaje de ancianos frente a la escasez de niños, pérdida de servicios (escuelas que se cierran, cierre de sucursales bancarias…) e incluso abandono de pueblos enteros.
La causa es el éxodo rural que tuvo lugar entre 1900 y 1975. Se trata de una migración entre áreas rurales y urbanas con carácter definitivo o larga duración. Los emigrantes procedían de zonas atrasadas de Galicia, el interior peninsular y Andalucía oriental, donde predominaban las actividades primarias y el crecimiento vegetativo era alto. Se dirigieron primero a las zonas industriales de Cataluña, el País Vasco y Madrid, y más tarde también a las zonas turísticas de Levante, Baleares y Canarias, buscando trabajo, ingresos más altos, mejor nivel sanitario, cultural y de ocio, y mayor libertad.
El Éxodo rural despobló a la España rural, pero su desarrollo no fue uniforme. Antes de 1936 se debió a la alta natalidad de las familias de los campesinos y del inicio de la mecanización del campo. La Guerra Civil interrumpió este proceso y el primer franquismo procuró fomentar la permanencia de la población rural en sus lugares de su origen. Se consideraba que los campesinos planteaban menos problemas al régimen que los obreros, y que las ciudades eran focos de inmoralidad y de ideologías de izquierda. La película Surcos muestra esta visión simplista e intenta alertar a la población rural de los supuestos peligros de la vida urbana.
Lo cierto es que entre 1950 y 1975 el éxodo rural se reanudó y alcanzó su mayor volumen, alcanzando hasta el medio millón de migrantes en algunos años. La pésima gestión económica de España de acuerdo con los principios de la autarquía fue la causa determinante.
En estos años, el auge industrial impulsado por los planes de desarrollo, que generó puestos de trabajo en las ciudades industriales, y el “boom” del turismo en el litoral mediterráneo e insular que creó también una oferta laboral en los servicios turísticos y en la construcción. Así, las zonas inmigratorias formaron dos ejes: el del Mediterráneo (desde Gerona a Alicante, y Baleares) y el del Ebro (desde Tarragona al País Vasco a través de Zaragoza y de Navarra). A ellos se unía Madrid, en el centro de la Península.
La crisis económica de 1973 supuso el fin de la emigración a los países más desarrollados de la Europa Occidental (Alemania, Francia, Suiza…) y también cortó bruscamente el éxodo rural. Pero a esas alturas, España ya es un país con una población predominantemente urbana y la mentalidad de sus habitantes han cambiado por completo,
Las migraciones interiores han tenido varias repercusiones, en el plano demográfico siendo las responsables de los desequilibrios en la población. En el plano económico arruina a las regiones emisoras, pues al marchar la gente más joven y capacitada desciende la productividad y el rendimiento. En plano social: se produjeron problemas de asimilación al pasar los emigrantes de una comunidad rural de valores tradicionales, a una gran sociedad urbana y competitiva. Y también en el aspecto medioambiental que en las zonas de procedencia de los emigrantes quedaron abandonados y se deterioraron ecosistemas tradicionales, sobre todo de montaña.
En la actualidad resulta urgente detener el éxodo rural y revertir sus efectos. Las medidas que se deberían tomar tendrían que estar orientadas a favorecer el autoempleo y apoyar a los emprendedores, ya sea mediante préstamos, formación o con adquisición de viviendas. Otra de las claves sería la infraestructura digital, ya que el acceso de banda es necesario para poder desarrollar cualquier actividad productiva y para el empleo. Otra opción también sería explotar la industria agroalimentaria, ya que genera muchos puestos de trabajo, y el turismo rural que provoca que se rehabiliten parajes, edificios y monumentos históricos.
En suma, el éxodo rural es uno de los fenómenos más importantes de nuestra historia, responsable de la actual fisionomía de nuestro país, pero también es un fenómeno que causa muchos de sus problemas demográficos, económicos y sociales y se hace preciso buscar alternativas y soluciones.