El Falso Heroísmo, Hitler Como Jefe Supremo

Introducción

La historia será referente de nuestro pasado, la base en prospectiva de nuestro futuro, tanto en tiempos de paz como de guerra y los hombres que en ella tomen decisiones que impacten el mundo, serán siempre recordados por la humanidad, dejando un gran legado para recordar o uno tristemente para lamentar.

Por esta razón, en este ensayo se pretende abordar de manera muy específica, pero analítica aquellas variables que sobresalieron en el mando del señor Adolf Hitler, de origen Austrohúngaro, con rasgos de personalidad y conductas que podrían interpretarse como psicológicamente anormales, pero quien con fines inicialmente de expansión en Europa, termino buscando establecer un nuevo orden basado en la autocracia y hegemonía de la Alemania Nazi y llevando al mundo a una guerra; al menos esa fue su estrategia.

“Hoy pocos piensan en Hitler como soldado. Pero él se consideraba a sí mismo como político y artista”, como lo describe Keegan (1987, p .552) al abordarlo en su libro La Máscara del Mando, Un estudio sobre el liderazgo.

Desarrollo

Este político – militar, fue descrito por el psicólogo Henry Murray de la Universidad de Harvard como un hombre en cuyo “apretón de manos débil demuestra una radical incapacidad para mantener relaciones humanas dentro de los parámetros normales y a quien lo aterra la intimidad”, rasgos que serían incompatibles con quien pretende desarrollar liderazgo sobre una nación, un ejército o el mundo entero como lo anheló.

Desde 1934, cuando se convirtió en jefe supremo del ejército y la armada alemana, siempre quiso tener el control directo sobre los ejércitos en el campo de batalla, su alto nivel de desconfianza lo llevaba a tener una clara obsesión por el poder, si en algo evidenciaba fallas, emitía relevos de cargo e incluso determinantemente ordenaba cesar la vida de sus detractores, razón por la cual se le conoció incluso como “el primer soldado del Reich”, todo debía estar bajo su conocimiento y control.

Su servicio y experiencia en la primera guerra mundial, le daba el honor de sentir el deber que representaba para él ser reconocido como el jefe supremo, todo un hombre de guerra, un líder en campaña, Frontkämpfer (combatiente del frente), herido en tres oportunidades, distinguido con la cruz de hierro primera clase, al menos vivenció doce batallas, como lo refiere Keegan (1987), “se le habría podido llamar “el buen soldado Hitler” sin asomo alguno de ironía”.

Así pues, su carácter tal vez lo llevó a sentirse diferente, único, capaz, omnipotente, dotado de todo poder e influencia, tanto, que al poco tiempo de alistarse en 1914, por su desempeño en el campo de batalla, fue ascendido a soldado de primera, o cabo, pues notablemente Hitler logro salir con vida de diversos enfrentamientos, como también viendo perder a muchos de sus compañeros en las líneas de combate.

Hitler nunca acepto ni concibió por su carácter tareas fáciles tales como cocinar, escribir, ser mozo de caballos, entre otras tantas que se podrían llevar a cabo en tiempos de guerra. Siempre mostró, como lo refería el general Pietz, (citado por Keegan, 1987) quien había tenido bajo su mando a Hitler, como un hombre con “agallas excepcionales”, “afrontaba las situaciones peligrosas y los riesgos de combate”, por su parte el coronel Spatany lo recordaba como una persona vista con “ejemplo brillante para todos sus compañeros”, “ejercía una poderosa influencia sobre sus compañeros y esto, unido a su falta de afectación, lo hizo merecedor de sus superiores y oficiales”. Rasgos y conducta que le iban perfilando como líder y estratega militar, mostrando siempre un sentido nacionalista.

Hitler, después de vivir mil noches de batalla, de haber sido soldado, pasó a ser visto como jefe, a mostrar sus capacidades y cualidades, para ello retomo su experiencia como Meldegänger cuando estuvo en el regimiento List, como lo describe Keegan (1987). Allí debió mostrar sus capacidades para abordar temas políticos, económicos, estratégicos de la guerra, mostrando así otras de sus grandes cualidades para liderar, convirtiéndose en todo un desafío en tiempo de guerra.

Sin lugar a dudas, el papel de ser el mensajero de la guerra, marcaría para Hitler la disposición absoluta para conocer en tiempo real lo ocurrido en el campo de batalla, aprender sobre decisiones que se tomaban a sangre fría, calcular el número de bajas, conocer el avance enemigo, determinar el próximo ataque, motivar a la tropa, conocer en detalle la geografía, identificar las cualidades de un estado mayor, reconocer el importante rol de los mariscales de campo, concentras fuerzas, aprender a distraer a su enemigo mientras pensaba una nueva estrategia de maniobra y así llegar a ser tan contundente y temido en la guerra.

Conclusión

Finalmente, las decisiones que como consecuencia de su personalidad y conducta llevaron a millones de hombres, mujeres y niños a la muerte, obedecieron a los fines y medios de esa absurda guerra, dada por una filosofía perversa, liderada por un superhombre.

27 April 2022
close
Tu email

Haciendo clic en “Enviar”, estás de acuerdo con nuestros Términos de Servicio y  Estatutos de Privacidad. Te enviaremos ocasionalmente emails relacionados con tu cuenta.

close thanks-icon
¡Gracias!

Su muestra de ensayo ha sido enviada.

Ordenar ahora

Utilizamos cookies para brindarte la mejor experiencia posible. Al continuar, asumiremos que estás de acuerdo con nuestra política de cookies.