El Movimiento Comunero Y Las Germanías Durante El Comienzo Del Reinado De Carlos I

Los orígenes tanto del movimiento de los Comuneros surgido en la Corona de Castilla como del movimiento de las Germanías producido en la Corona de Aragón durante los primeros años de reinado de Carlos I habría que buscarlos bastantes años atrás, en época de los Reyes Católicos. Así, para entender mejor la revuelta de los Comuneros habría que analizar a la conflictiva sociedad castellana de finales del siglo XV e inicios del XVI. La burguesía urbana y comerciantes de las ciudades centraban buena parte de sus ingresos en la industria manufacturera textil, un sector que llevaba tiempo en decadencia debido, fundamentalmente, a la carestía de la materia prima, la famosa lana castellana al priorizar los dueños de las grandes explotaciones ganaderas – la alta nobleza y aristocracia – su exportación a Flandes antes que su venta a esos manufactureros locales.

De este modo se va gestando una marcada rivalidad entre los dirigentes de las ciudades castellanas – esa burguesía urbana y nobleza baja – y esa alta nobleza exportadora, quienes a su vez estaban apoyados por una monarquía que también obtenía lucrosos beneficios con el comercio de la lana. En los reinos de Valencia y Mallorca los conflictos sociales se originan en el seno de las ciudades y tienen también su germen a finales del siglo XV, con Fernando el Católico, motivados por la precaria situación económica en que vivía el sector artesanal en contraste con las privilegiadas oligarquías municipales. Paralelamente existe, como telón de fondo, un larvado rechazo de esa maltrecha población urbana hacia las comunidades mudéjares que vivían en las ciudades y que se encontraban al servicio de los sectores oligárquicos.

En este contexto llega a España en 1517 el nuevo rey, Carlos de Austria. Durante los primeros meses tanto esa baja nobleza urbana castellana como la clase media y artesana de los reinos de la Corona de Aragón ponen grandes esperanzas en el nieto de los Reyes Católicos al esperar que solucione sus problemas. No tardarían mucho en darse cuenta que la monarquía seguiría decantándose por esa aristocracia nobiliaria y sectores oligárquicos, desoyendo sus reclamaciones.

El movimiento comunero

En Castilla las relaciones entre Carlos I y los dirigentes de las ciudades comienzan a deteriorarse pronto cuando, aquél comienza a instalar a sus asesores flamencos y borgoñones en los principales cargos públicos y eclesiásticos en un claro menosprecio hacia las élites locales, aumentar la presión fiscal, nombrar al extranjero Adriano de Utrech como regente de Castilla durante su ausencia y, algo fundamental, presionar a las ciudades vía convocatoria de Cortes – como la de Valladolid de 1518 o las tormentosas de Santiago de Compostela y continuación en La Coruña de 1520 – para recaudar una enorme cantidad de dinero que necesitaba para consolidar en Centroeuropa la corona imperial.

Desengañados del nuevo monarca, regidores y dirigentes de ciudades ubicadas en el centro peninsular, enemistados desde hace tiempo con la alta nobleza como hemos dicho anteriormente, comienzan ahora a realizar también una política de crítica y desconfianza hacia Carlos I. La ciudad de Toledo, con el regidor Juan de Padilla al frente, es la primera que se revela contra el gobierno del joven monarca en abril de 1520, poco antes de la salida de éste de España, expulsando de la ciudad al corregidor del rey y proclamando la Comunidad, contagiando este espíritu rebelde a otros núcleos urbanos castellanos. En julio de ese año se constituye en Ávila, con la participación inicial de cuatro ciudades, la San Junta de la Comunidad. Apoyándose en la figura de una apartada reina Juana – recluida en Tordesillas y que, por cierto, en ningún momento dio su apoyo al movimiento comunero – hacen saber su programa: limitación del poder real y de la nobleza, reducción de impuestos, que éstos fueran recaudados por las ciudades y no por los arrendatarios, una mayor participación de los municipios en el gobierno del país y la antigua reivindicación de la limitación a la exportación de la lana y apoyo a la industria textil castellana.

En agosto el gobierno regido por Adriano de Utrech reacciona y organiza un ejército que castiga a diversas ciudades levantiscas, entre ellas Segovia y Medina del Campo. Esta ciudad resulta incendiada y genera una reacción en cadena de otras muchas ciudades en contra del gobierno: Palencia, Zamora, Cuenca, o Salamanca, llegando incluso a alcanzar al mundo rural. En septiembre la Junta, ubicada en Tordesillas, llega a su punto más álgido de poder pero también marca el inicio de su decadencia ya que comienzan a surgir discrepancias entre las ciudades con un sesgo más revolucionario – caso de Zamora – con otras más moderadas como Burgos donde únicamente reclamaban ciertas reformas de menor calado.

Coincide el momento en que estas ciudades más moderadas abandonan el movimiento Comunero cuando los por entonces cogobernadores del reino Fadrique Enríquez (almirante de Castilla), Íñigo de Velasco (condestable de Castilla) y Adriano de Utrech deciden hacer frente de un modo definitivo a esta revolución. A ellos se les une la alta nobleza castellana, alarmada por el matiz radical que estaba tomando esta rebelión y que amenazaba directamente a sus intereses y privilegios. La primera gran victoria real tiene lugar en Tordesillas el 5 de diciembre de 1520, forzando a la Junta Comunera a trasladarse a Valladolid; la segunda y casi definitiva ocurrirá el 21 de abril de 1521 cerca de la aldea de Villalar que genera el apresamiento, juicio y ejecución de sus principales líderes: Juan Padilla (Toledo), Juan Bravo (Segovia) y Pedro Maldonado (Salamanca). La ciudad de Toledo aún resistió algunos meses más defendida por María Padilla y el radical obispo de Zamora Acuña, cayendo en octubre de ese año. El movimiento Comunero había sido definitivamente derrotado.

Las germanías

Permaneciendo larvado ese rechazo de las clases gremiales de la ciudad de Valencia hacia las dominante oligarquía urbana, aquéllas consiguen autorización real en el verano de 1519 para organizar una Hermandad (Germanía), una especie de milicia armada, con el pretexto de poder defenderse ante la posibilidad de un ataque por parte de los piratas de Berbería. Aprovechando que un brote de peste en la ciudad había provocado el abandono de la ciudad de sus máximas autoridades, los gremios constituyen a finales de ese año la llamada “Junta de los 13” teniendo como principales líderes al pelaire (persona encargada de preparar la lana que ha de tejerse) Joan Llorens, el tejedor Guillem Sorolla y el mercader Joan Caro, y cuyo programa tiene como finalidad el reducir los privilegios de las clases nobles así como establecer una constitución de tipo republicano, al estilo de las existentes en ciudades como Génova o Venecia.

En 1520, y coincidiendo con el nombramiento de Diego Hurtado de Mendoza, conde de Mélito, como virrey de Valencia, los gremios se apropian de dos de los seis puestos de jurados que dirigían una Diputación valenciana que hasta entonces siempre había estado controlada por las clases oligárquicas, arrancando desde ese momento serios enfrentamientos entre la nobleza y los gremios y provocando que el rey Carlos I se decante finalmente por apoyar a aquéllos. Esto a su vez genera una espiral de violencia y radicalismo por parte de las clases medias y bajas de la ciudad que culminan con el control por su parte de Valencia y expansión del levantamiento hacia la totalidad del reino valenciano.

Diego Hurtado de Mendoza reaccionó en julio de 1521 sometiendo a determinadas poblaciones levantiscas, caso de Oropesa y Almenara. Las tropas agermanadas, por su parte, se radicalizan aún más y en aquellas ciudades que controlan, caso de Gandía, fuerzan a la población mudéjar – vasallos de esa oligarquía dominante – al bautismo forzoso. Una radicalización que provoca la deserción de esas clases medias urbanas en el movimiento revolucionario, hecho que ayuda al virrey y a las clases dirigentes a decantar la situación hacia su lado. Muerto Joan Llorens la situación se fue progresivamente restableciendo hasta que en octubre de 1921 las tropas reales se hacen con el control absoluto de la ciudad de Valencia y hacen desaparecer a la Germanía.

Durante los meses siguientes continuaron ciertos focos de resistencia en áreas como Játiva y Alcira dirigidos por el “Encubierto” – autoproclamado nieto de los Reyes Católicos -. Una resistencia que finaliza en 1522 con la muerte de este enigmático personaje y una posterior represión por parte del poder real con la ejecución de cientos de rebeldes. Ya en 1523, con Germana de Foix como virreina de Valencia, se concederá un perdón general. Por otro lado, también en el antiguo reino de Mallorca existían problemas similares, formando gremios urbanos y campesinos en 1521 su propia Germanía con el pelaire moderado Joan Crespí. Al igual que ocurrió en Valencia, el movimiento sufrió un proceso de radicalización en el que el extremista Joanot Colom se hace con el mando. Una revuelta que fue finalmente aplastada por las tropas reales en octubre de 1523.

Semejanzas

  • Ambos movimientos tienen lugar en el mismo período histórico, entre 1519 y 1523, coincidiendo con los primeros años de reinado en España del joven Carlos de Austria.
  • El germen que provoca el surgimiento de estas dos rebeliones habría que localizarlo décadas atrás, en época de los Reyes Católicos.
  • Movimientos de tipo social, de lucha de clases, de levantamientos de un sector de la población propio de una sociedad altamente compartimentada contra otro estamento de tipo superior.
  • Los dos tienen en sus inicios líderes moderados que solicitan reformas dentro del marco legal y los dos evolucionan hacia la radicalidad y propuestas claramente revolucionarias.
  • Unos movimientos que tendrán una corta vida, en torno a los dos años, y que acabarán siendo aplastados por la coalición formada entre la nobleza oligárquica y la realeza.

Diferencias

  • Las Germanías surgen como un claro conflicto urbano entre los cada vez más empobrecidos burgueses y artesanos de la Corona de Aragón por un lado y la alta nobleza privilegiada que copa los puestos más destacados en las ciudades por otro. Sólo más adelante, con el avance de las posturas más revolucionarias, acabará también enfrentándose con el poder que representa al rey. En cambio con el movimiento Comunero el proceso será inverso. En un primer momento el enfrentamiento se originará entre la media y pequeña nobleza, comerciantes y manufactureros de la industria textil de determinadas ciudades castellanas – que componen el Tercer Estamento de las Cortes – y la propia monarquía encabezada por un Carlos I muy discutido por aquellos. Posteriormente se involucrará en el conflicto dando su apoyo al rey esa alta nobleza que en la Corona de Castilla que se enriquece con el negocio de la exportación de lana al norte europeo y que recibe amplios favores por parte de la monarquía.
  • Por otro lado, Las Germanías, como afirma John Lynch, carecía en realidad de una base social concreta ya que estaba formado por un conglomerado de artesanos, pequeños agricultores, jornaleros, comerciantes e incluso bajo clero. La rebelión Comunera, sin embargo, estaba canalizada por un nítido grupo de representantes del llamado “Tercer Estado” en las Cortes de Castilla: burguesía urbana, hidalgos y letrados.
  • Ni existió hilo alguno de conexión entre los dos movimientos ni sus intereses coincidían. Los agermanados, a diferencia de los comuneros, nunca presentaron un programa político, caracterizando sus revueltas la espontaneidad y el deseo de escapar de una muy baja calidad de vida. Los comuneros, por el contrario, desde un principio dejaron en Tordesillas bien claras sus pretensiones políticas y económicas al rey.
  • Valore de forma personal las consecuencias que resultaron del movimiento comunero y del movimiento de las Germanías.

Una vez analizados ambos movimientos sociales bajo la óptica de dos de los principales hispanistas del siglo XVI, los británicos Henry Kamen y John Lynch, mi opinión personal sobre las consecuencias que éstos acarrearon se alinea – como no puede ser de otra manera – con la de estos prestigiosos historiadores: supuso un claro triunfo de la alta nobleza y alto clero sobre esa otra mediana y pequeña nobleza de carácter urbano, el artesanado y la burguesía mercantil. Gracias al apoyo prestado al monarca con sus poderosos ejércitos, vieron cómo sus privilegios sociales y propiedades aumentaron en gran medida.

Pero quien verdaderamente salió más fortalecido de estos enfrentamientos fue, sin duda, Carlos I. Desde entonces ningún movimiento social surgido en el interior peninsular alteró su largo reinado (1516–1556). Acaparó todo el poder político, dejando al margen de él a los tres estamentos que componían las Cortes aplicando para conseguir ésto una buena estrategia según nos cuenta Kenry Kamen: orientar sus intereses hacia otros terrenos como pueden ser las lucrativas carreras en la corte y la burocracia. No obstante, las Cortes siguieron funcionando con asiduidad y conservando sus derechos – caso de los fueros o las prerrogativas regionales – e incluso los vieron aumentados en algunos períodos, caso de 1525 y en 1534 cuando obtuvieron el derecho de poder recaudar los impuestos.

Por último, destacar como consecuencia indirecta del movimiento de las Germanías el afloramiento, una vez más, del sentimiento antimorisco por parte de la nobleza baja y estado llano de la Corona de Aragón (en Castilla el decreto de conversión o expulsión de los musulmanes del reino de Granada es de 1502). Unos moriscos que mayoritariamente trabajaban en el campo para los grandes terratenientes y que fueron progresivamente presionados por las citadas capas sociales hasta conseguir de Carlos I el poco eficaz decreto de conversión forzosa de 1525.

Bibliografía

  • Kamen, Henry. “Una sociedad conflictiva: España, 1469-1714”, 1983. Madrid, Alianza Editorial.
  • Castilla Soto, Josefina y Rodríguez García, Justina. “Historia Moderna de España (1469-1665). 2011. Madrid, Edit. Centro de Estudios Ramón Areces. 2ª reimpresión julio-2017.
  • Floristán, Alfredo (coordinador). “Historia de España en la Edad Moderna”, 2011. Barcelona, Editorial Ariel. 5ª impresión enero-2018.
  • Lynch, John. “Los Austrias 1516-1700”, 1993. Barcelona, Editorial Crítica. 8ª impresión enero 2019.
22 July 2021
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