El Movimiento Social E Individual, El Verdadero Significado
Al hablar de movimiento, nos remontamos en la historia y la comprensión del mismo en Occidente, la cual fue definida como, la transformación de las costumbres y su contribución a la alineación del cuerpo, donde el trabajo y el deporte, brindaron este efecto, y su consecuencia, un cuerpo deserotizado y a su concepción mecanicista (Bernard, 1980). Por otro lado, se considera la necesidad de movimiento, la cual, permite a todo organismo disponer de un determinado nivel de vigilia, poseer una determinada percepción de sí mismo a la adaptación al medio donde se encuentra, considerándola como una próxima manifestación cercana y funcional de la felicidad, calificándola como, vivencia, experiencia o conducta. Por lo tanto, sea cual sea, el concepto que queramos proporcionar al movimiento, lo fundamental es entenderlo y apropiarnos de él.
El movimiento, puede ser visto desde diferentes perspectivas, donde existen varios paradigmas, que buscan brindar un concepto específico del movimiento, pero desde la naturaleza humana, entendemos al movimiento como, la globalidad integradora de ambas dimensiones, lo somático y lo psíquico, que, a través de lo corporal, adquiere una trascendencia que permite concebir el movimiento que despende de ella como expresiones muy complejas, desde sus múltiples significados. Donde el movimiento, no es únicamente un rendimiento biomecánico, donde puede ser visto desde contextos diferentes, proporcionando un escenario a la conducta humana, y no consideradas únicamente como, conductas desarrolladas de una manera mecánica, automática o irreflexiva.
Bajo el término de adaptación, encontramos la teoría homeostática del movimiento, la cual pretende equilibrar la relación del hombre con el mundo, a través de acciones o conductas, donde el movimiento es fundamental, por medio de estos comportamientos, el organismo intenta organizar nuevamente su interacción con el medio en donde se encuentra, la ordenación que establece consigo mismo, con el mundo de los objetos y el mundo de los demás. Cuando determinamos estas relaciones, debemos considerar que el hombre desarrolla un repertorio conductual, individual o colectiva, que concretamente se manifiesta de forma diversa, ya sea por, la búsqueda de respuestas trascendentes, la tendencia lúdica, las ganas de experimentar placer o cerciorarse de su propia existencia. Generan distintos procedimientos, donde podemos identificar el componente motriz, ya que es aquel que se encarga de hacer posible su expresión, pero, esto dependerá de cómo lleguemos a interpretar la noción de movimiento, y se pueda determinar su intervención o su significación como elemento del comportamiento humano.
Cuando en la Educación Física, se deje de creer que el movimiento es algo mecánico y no posee ningún fin en específico, se podrá romper los lazos de aquellas técnicas tradicionales, y constituir una ciencia capaz de poseer un objeto de estudio propio, donde los postulados puedan ser aplicados en ámbitos de actividad o en diferentes campos de actuación. Cabe destacar, que esta básica acción biomecánica que compone la trama de movimiento, siempre estará presente en cualquier conducta o acción adaptativa. Esta es manifestada en el tono muscular como su estructura básica sobre la que se construye cualquier tipo de comportamiento adaptativo, ya sea transitivo o progresivo. Identificando el tono de reposo, el postural o el de acción, para sus manifestaciones más significativas, haciendo más eficaces los comportamientos, acciones o la inhibición del movimiento del individuo. En algunas ocasiones, la conducta puede integrar el desplazamiento y en otros puede utilizar la inhibición del movimiento, vale considerar que la acción transitiva o cualquier movimiento, es el resultado del compromiso sinérgico, la cual requiere de la contracción de ciertos músculos, exigiendo la decontración y elongación de sus antagonistas.
Jean Le Boulch, nos proporciona tres grandes significaciones en el movimiento, siendo estas, la biológica, psicológica y social. La significación biológica del movimiento, proporciona la seguridad de la presencia de vida de un organismo, satisfacer ciertas necesidades orgánicas mediante actividades de tipo adaptativo, como aquellas que van ligadas a la protección o la exploración no especifica, las cuales favorecen, el conocer las necesidades de movimiento, estimulación o expresión.
Por otro lado, la significación psicológica, se basa en su plasticidad y la capacidad que tiene el individuo en sus comportamientos, por la inmadurez que posee su sistema nervioso al nacer y la capacidad para construir sus propias conductas y aptitudes, caracterizándose en las siguientes funciones de movimiento, entre ellas, el filtrar, analizar e integrar la información sensorial, para construir una imagen coherente que pueda representar un mundo adaptado a las aptitudes particulares de cada individuo. Finalmente, la significación social, integra la función expresiva, que comienza desde el dialogo tónico y después la complementa con aportes de orden cultural o social, donde se estructura la relación, y la función transitiva, que permite adaptar el medio a las necesidades y posibilidades del organismo que actúa.
Por lo tanto, luego de estas tres significaciones del movimiento, vale resaltar el movimiento es aquel quien da sentido a la simbiosis, ya que consigo trae significados de la conducta del individuo, siendo protagonista de la actividad física, que fue evidenciado en estudios sobre la relajación, o ser concebido como la válvula de seguridad imprescindible para el manteamiento del equilibrio afectivo, donde Min (1967), afirma que sin movimiento no puede existir ninguna emoción. Por otra parte, en el movimiento identificamos sus dimensiones principales, que nos periten comprender su estructura y abordarlo pedagógicamente, en estas tres etapas encontramos: la motriz, la cognitiva y la afectiva, teniendo en común su función adaptativa implícita en toda acción, así mismo se añade el movimiento inteligente, el cual debe poseer: carácter voluntario, cuando integra la intencionalidad y el significado que se le proporciona para ser interiorizado (Marina, 1993). Por lo tanto, otros formatos de movimiento, praxias o conductas, básicamente serian coordinaciones motrices en función de un resultado, que incluirán como último punto un carácter adaptativo, lo cual pretendería la restitución del equilibrio entre el individuo y el medio en donde se encuentra.
Por otra parte, el desarrollo y la estructuración de la inteligencia en los efectos que la experiencia de la acción comprende en el primer estadio, conocido como sensorio-motor, la solución adaptativa, para Piaget (1969 sería el resultado de dos procesos básicos y complementarios, la acomodación y la asimilación, según la dirección en la que esta sea orientada y la superioridad de cada uno de los miembros de la relación que es establecida entre el sujeto y su medio. Mientras que, J. Bruner (1989), considera que la educación debe ser comprendida como un proceso que se dirige fuera-a-dentro como una consecuencia de la acción cultural de la sociedad. Además de las tres áreas que Bruner denomina como ‘evolución mediante prótesis’, que a nivel conducta representa la posibilidad de ampliar la capacidad sensorial, la capacidad de raciocinio y la capacidad motriz. El poder analizar el entorno, ejecutar conductas adaptativas, permitirán que el individuo mantenga una nueva representación del problema, del mundo y de sí mismo, obteniendo un conocimiento mas objetivo de sus elementos.
En cuanto a la dimensión afectiva y emocional del movimiento, se orienta en buscar en la dimensión afectiva, ya que sin esta no hay movimiento, así también, su repercusión educativa, puede ser orientada a objetivos relacionados en este ámbito. Maslow (1983), menciona que es adecuado jerarquizar las necesidades humanas básicas que dinamizan la conducta o los desequilibrios que requiere el ajuste adaptativo a través de la acción. La motivación va de la mano con la conducta, ya que, sitúa un lugar prioritario las necesidades fisiológicas, después las relacionadas con el individuo, posteriormente las que van ligadas al amor, el afecto y la posesión, seguidamente de la atención, y la correspondencia y, por último, la estimación, el deseo de fuerza, éxito, autoestima o de prestigio.
Mientras que, Wallon (1979), Lapierre (1982) o Vayer (1977), dirigieron su atención al estudio de la relación como elemento motivador y solución adaptativa, además de, el instrumento de expresión del contenido afectivo implícito en cualquier relación, como el uso inicial del bipolar tono que el niño realiza al nacer mediante respuestas hipertónicas. Es por esta razón que, la función ligada a las emociones exterioriza una afectividad como las que Maslow describe. El fin es construir un dialogo tónico, que establezca la posible comunicación afectiva necesaria en toda relación.
Sami-Ali (1994) concibe la imagen del cuerpo como el ser mismo del sujeto encarnado como imaginario, nuestra imagen del cuerpo, que es brindada por el esquema corporal, nos permite entrar en comunicación con el otro, siendo el esquema corporal una imagen dinámica compuesta por tres dimensiones del cuerpo distintas, que son: la imagen base, que permite que el niño experimente la mismidad del ser con una continuidad narcisista, seguidamente esta la imagen funcional, es aquella que tiende al cumplimiento de su deseo y finalmente, la imagen erógena, es el lugar donde se focaliza el placer y el displacer erótico con relación al otro. Mientras que Freud (1993), atribuye que, el yo corporal se concretara a través del lenguaje del cuerpo, donde se justificaría su carácter universal que expresa su relación con estructuras arcaicas, innatas y genéticas, en un tono más idóneo, el lenguaje del cuerpo utiliza, el tono postural, el de sostén y el de acción, a través de los cuales se traduce lo afectivo para ser expresado como contenido relacional, que por medio de una conversación simbólica, es apto para ser comunicado. Por lo tanto, en Educación Física, se lo identifica como expresión corporal, ya que, dependerá de los objetivos que en cada caso se quiera alcanzar.
Finalmente, encontramos los planteamientos experienciales y holísticos, en primer lugar, encontramos La Gestalt, desde posiciones inequívocamente pertenecientes a la escuela de la Gestalt, identifica al movimiento y la experiencia (Kepner, 1992). Desde este punto, define la experiencia corporal como aquella que se basa en la conciencia de uno mismo, y su consecuencia del aquel material con el que se nutre el yo para así lograr su propia estructuración. La acción muscular interviene de cualquier intercambio con nuestro entorno, permite que, por medio del movimiento, resolvamos las funciones más fundamentales de esta relación, que constituye, la expresión de nuestros sentimientos y de nuestras emociones, la manipulación y conformación del mundo y el establecimiento de relaciones con los demás. En líneas generales, la Gestalt, no es un proceso mecánico aislado, más bien, es un ciclo de autorregulación organísmica, representando una posibilidad de manipulación del entorno y de expresión del sí mismo, del yo, que no es nada más que la emoción.
El método Feldenkrais, hace hincapié en el procedimiento de intervención en la reestructuración de una autoimagen que está compuesta por cuatro elementos, siendo estos los mismos que intervienen en toda acción, estos son: el movimiento, la sensación, el sentamiento y el pensamiento. Gerda Alexander (1998), menciona que para conseguir los objetivos que permiten la mejor adaptación del individuo, propone alcanzar la eutonía o toma de conciencia de la unidad psicofísica del ser humano, basando la experiencia eutónica, en el contacto permanente con el medio y con el resultado de la relación se busca estructurar la unidad psicofísica. Para conseguir este estado, es importante que su relación con el entorno no se distorsione, esta unidad en su conjunto, además de enfocar intensamente y actuar de manera consciente sobre nuestras tensiones musculares y nerviosas, sobre todo en el sistema neurovegetativo y neuromotor.
Por último, se encuentra la bioenergética, Reich (1972), ejemplifica su característica versión de la energía orgónica, que se generara en distintas fuentes, una como, consecuencia del metabolismo, por medio de la respiración, mediante la fricción de dos cuerpos o en su efecto la acción de los sistemas vegetativos sanguíneo y linfático. Mientras que, Keleman (1997), hizo énfasis en la necesidad de ajustar la conducta del sujeto a un principio organizador, que se basa en la cualidad innata y fundamental del ser vivo, que le hace tender hacia la búsqueda de un orden. Compaginándose con los planteamientos de la Gestalt, describiendo la naturaleza del movimiento básico como una reacción que ha de orientarse hacia la forma común como individual.
Como corolario, el movimiento no es una mecanicista, tiene un significado consigo cada que nos movemos y educativamente nos debemos apropiar del movimiento como un medio de aprendizaje, en la Educación Física, se considera al movimiento como un elemento característico y un recurso esencial para conseguir sus objetivos y otorgar la organización de la conducta. Por lo tanto, a través del movimiento, podemos comunicarnos de distintas maneras y conseguir los objetivos que nos propongamos alcanzar, ya que así nos entendemos a nosotros mismo y a nuestro medio, y los niños utilizaran el movimiento para comunicarse y resolver problemas.