El Problema Del Mal Y El Orden De La CreaciÓn Desde San AgustÍn
La existencia del mal ha sido siempre una de las causas de crisis en nuestro entorno natural, de esto se han querido dar respuestas de lsa preguntas como: ¿qué comportamiento debemos tener ante el mal? ¿Qué ocasiona el mal? ¿será que Dios lo permite?, ¿ante esto tenemos responsabilidad? El abordar este tema es complejo y en ocasiones sus respuestas provisorias son el resultado de esto. en varias ocasiones.
EL MAL COMO UN PROBLEMA
Desde épocas muy antiguas o se preguntaban preguntas sobre si Dios quiere el mal o si no lo quiere, si puede o no quitarlo, si quiere quitarlo o no quiere quitarlo; pero si Dios quisiera eliminar el mal ¿Por qué no lo hace?
Con una mayor comprensión por la racionalidad propia del proceso de la secularización, la fatalidad natural no es reconducible directamente al creador, sino que se da una base en la libertad humana, de manera que el hombre es responsable del mal moral, es decir, el pecado, en cuanto decide deliberadamente actuar contra el orden que Dios ha establecido. Comment by user: Las citas se hacen con el apellido, el año de publicación del artículo, libro, etc y la página.
LA APORÍA DEL MAL
El mismo concepto del mal presenta dificultades; debido a su dimensión inabarcable, es indefinible, generalmente se ha definido como un mal moral, físico y social, pero en esencia muestra la crueldad del maligno (Cf. Gómez Santibáñez, G. El problema del mal,3). El mal es un misterio y es algo que a todos nos afecta e hiere. San Agustín abordó el tema como una reacción frente al maniqueísmo dualista que ponía entre la espada y la pared el tema de Dios como sumo bien y dispensador de la gracia., y San Agustín quiere explicar cómo este problema del mal afecta el orden creado por Dios.
EL MAL MORAL Y EL ORDEN DE DIOS
Este problema del mal conturbó mucho en el pensamiento de san Agustín al punto de considerar que este constituía un obstáculo para la comprensión racional del mundo y del ser humano. Para san Agustín el ser humano no tiene otro destino que Dios ya que en ÉL está la misma esencia. Sin privarse de la libertad el ser humano nace dentro de un orden divino y el ser humano tiene la alternativa de someterse o rebelarse frente al poder divino. Si este elige el orden divino se salva, trascendiendo a la verdad y abriéndose al amor redentor de Dios. El ser humano solo encuentra su libertad si se somete al orden de Dios. En san Agustín la voluntad juega un papel muy significativo y esta se impone a la reflexión filosófica. La libertad es algo propio de la voluntad y no de la razón, la razón puede conocer el bien, pero la voluntad puede rechazarla., lLa razón conoce y la voluntad elige aquello que se muestre conforme a la recta razón. Vivir contiene un valor superior a la simple existencia como la vida racional superior a la sensitiva, y por encima de la razón está una potencia superior que es Dios.
El orden del ser, el de la verdad y el orden del bien son perfectamente correlativos. De aquí brota el principio focal de la ética agustiniana: el orden del valor exige el orden del amor. Solamente guardando esto el ser humano es virtuoso. Este orden del amor exige que su elección fundamental prefiera el Ser absoluto, por ser el mejor, fuente de toda existencia, bondad y verdad participadas. Este es el orden de Dios, la creación al servicio del ser humano para su salvación y este ser humano al servicio de Dios. Por esto la creación se convierte en el medio más accesible para llegar a conocerle y amarle.
La verdad que captamos intelectivamente, está constituida por ideas. Las ideas son formas fundamentales, estables e inmutables de las cosas. En el pensamiento de San Agustín hay dos preocupaciones que son Dios y el alma. En élSan Agustín se puede advertir que ontología y moral van de la mano. Los bienes creados son objeto de nuestro amor en la medida que nos conducen a Dios y como una conclusión, Dios es el Ser y es objeto de amor absoluto. A esto podemos preguntar: ¿qué afán tiene el hombre por romper el perfecto engranaje del plan de Dios establecido para su felicidad? ¿qué es lo que lo puede llevar a romper su propio destino que está ordenado según el plan de Dios?
¿Todo esto nos remite al pecado original y a esto se dan preguntas de el por qué Adán que pudo apreciar la visión clara del orden de Dios se rebeló con soberbia ante Dios.? Por su soberbia fue expulsado del verdadero Ser, y saliendo de su propio centro, al salir del orden divino sale de Dios inmediatamente, perdiendo su conciencia. La ignorancia y la concupiscencia rompen un equilibrio y el hombre empieza a verse sumergido en el desorden. Para poder regresar a esa gracia divina el hombre debe empezar su conversión y dar actos que agraden a Él, y tomando conciencia de nuestra imagen divina.
EL ORDEN ÉTICO
Esto se centra en el orden de Dios, este orden es una ley impresa por Dios en el alma que actúa en lo hondo de ellal alma como impresión que es la ley eterna. San Agustín llama a toda expresión primera de una realidad que late en el alma una Noción, estas no son conocimientos, conceptos o ideas sino ontologías. Así como los animales poseen instintos, los seres racionales poseen nociones.
EL IMPERATIVO MORAL
Para San Agustín la moral descansa sobre la experiencia interna como resultado de la impresión de la ley eterna en el hombre. La conciencia abarca mucho en este tema y es un eco interior y un órgano de ese orden de Dios. Así el hombre cuando peca ataca al orden contra el dictado de su conciencia.
CHRISTUS TOTUS DE SAN AGUSTÍN
San Agustín pone de centro a Dios en todo sin perder el sentido de la doctrina de la encarnación del verbo como posibilidad de recreación del plan de Dios y como respuesta a la soberbia humana. Para el santo, la medicina a la enfermedad del mal es la gracia de Dios que nos salva en Cristo. San Pablo dice que el mal entró al mundo gracias al pecado, para San Agustín el mal tiene su origen en la voluntad humana. El mal físico es el castigo del mal moral indirectamente, apenas el pecado desordenó la naturaleza.
Jesús murió para salvarnos, toda la salvación está en la fe de Cristo y en la conversión. Cristo es la cura de la maldad y el único camino de la salvación.