El Rol Político Y Religioso De Mahoma En Arabia
La extensión de Arabia cubre los actuales países de Arabia Saudita, Omán, Emiratos Árabes Unidos, Yemen, Jordania, Siria, Irak, aunque el Islam incluso llegará a influir en Egipto, España y África romana en su época de mayor extensión. Siendo un territorio rico en agricultura, gracias a las tierras fértiles del centro norte, y el comercio, en este caso como resultado de la posición geográfica estratégica, permitió que una gran cantidad de comunidades con pluralidad de religiones tanto politeístas como monoteísta, convivan. Incluso muchas tribus y grupos continuaban avalando creencias antiguas, por ejemplo el paganismo. Por otro lado, las comunidades se conformaban en base de una estructura patriarcal, a través de lazos de sangre y se dividían dependiendo del linaje al que pertenecía cada tribu, permitiendo que se subdividan.
La ubicación geográfica de la región fue fundamental para su desarrollo posterior; se encontraba en medio de dos de los grandes imperios de la época, el Imperio Bizantino y el Imperio Sasánida, que aproximadamente para el siglo VII, es decir en los primeros indicios del Islam, ambos se encontraban en un momento de gran decadencia, en comparación a sus años dorados. La posición neutra de Arabia, desde la periferia, logró que su rol como mediador fuera ideal para controlar los conflictos entre las partes mencionadas: su ubicación permite que el enfrentamiento no fuera directo y que se pudieran regular los enfrentamientos armados.
Tras conocer este período anterior, debemos destacar nuevamente que la falta de organización de la región, tanto políticamente como en relación con la religión, permitió el surgimiento de una de las creencias con mayor importancia a nivel mundial: el Islam.
El Islam es una religión monoteísta, que surge a partir del mensaje profético que Mahoma, o Mohamed, recibe por parte del Ángel Gabriel, en el siglo VII. Una de las características principales de esta creencia fue su profunda vinculación con el poder temporal, ya que a partir de sí, surge el conocido Estado islámico, una institución política que sobrevivirá hasta nuestros días. Esta religión se basará la Ley Suprema y Verdadera, que se podrá encontrar bajo las reflexiones del Corán, el libro supremo de esta comunidad; y tal como ellos, Santo Tomás de Aquino utilizó conceptos similares para describir la ley Eterna de los cristianos.
Oponiéndose al contexto anterior al profeta árabe, donde el conflicto entre los poderes de la región predominaba; la creación del Islam provocó que la consolidación del poder islámico unificara y resolviera esta problemática en manos de un hombre quien sería el jefe de la comunidad, “el profeta y hombre de Estado”: formó una teocracia, un “binomio político-religioso”, un ordenamiento y guía para la umma (la comunidad musulmana) a través del mensaje revelado. Este ordenamiento será cuestionado y apoyado desde diferentes perspectivas por parte de autores islámicos.
El Profeta Mahoma y el inicio de las ideas políticas islámicas
No existe una fecha exacta para determinar cuando nació Muhammad Ibn Abd Allah, también conocido como Mahoma, aunque se conoce que nació en el año 570 en la Meca. A su vez, podemos afirmar que perteneció al clan de los Banü Häsim de la tribu Quarays y se convirtió en huérfano desde muy pequeño, un hecho que marcaría su vida y provocaría que se encontrará bajo el cuidado de diferentes familiares durante su infancia y adolescencia. Su situación económica siempre fue empobrecida hasta su primer matrimonio con una mujer llamada Jadíya, quien poseía mucho dinero.
Su vida bajo el rol de creyente fiel al culto de sus antepasados permitió que, al desarrollarse bajo la oración, la meditación ocupara un rol importante en su vida. Justamente fue durante un momento de soledad y silencio, en el monte Hira, cerca de la Meca, donde tuvo su primera revelación con el Ángel Gabriel. Y gracias a su carisma, poco tiempo después, convirtió a la mayoría de sus familiares próximos a esta nueva creencia.
Para el año 613, Mahoma comienza a predicar el Islam en base a la fe en Allah como el único creador, y rechaza a cualquier otro tipo de dioses y espera el castigo divino. Luego sus sucesores establecerán finalmente los cinco pilares del Islam: Alá es el único Dios, Mahoma es el único profeta; el camino a la Meca; el pago de limosnas; ayuno en el Ramadán y la oración de la fe enfrente a la Meca y profesión de fe. Y a su vez, el Islam establece que Mahoma es el último gran profeta guiado por Dios, a quien brinda la mayor revelación de la Ley Eterna. Por lo tanto, esta religión acepta la creencia en otros profetas como Adán, quien fue el primero de ellos, Noé, Abraham, Moisés, David, Salomón y Jesús. Asimismo, la predicación de Mahoma genera una gran polémica debido a su rechazo a otras creencias que provoca que ciertos grupos, principalmente de los sectores más importantes económicamente, decidan enfrentar al profeta, ya que su influencia política crecía cada día más. Por lo que decide, poco tiempo después de la muerte de su esposa y su tío, quien ocupó el lugar de su protector, dirigirse hacia Medina: de esta manera inicia el conocido Calendario Musulmán.
La migración hacia Medina provoca que el Islam comience a expandirse aún más y que la consolidación de Mahoma como la principal figura religiosa y política comience a consagrarse en una misma persona: “la unificación del principio rector espiritual, es decir, el monoteísmo, y de su representación en la sociedad humana, a través de una soberanía teocrática”. No obstante, debemos tener en cuenta que el Corán no establece quien debe o qué tipo de autoridad debe gobernar en la Comunidad islámica. Este será uno de los mayores conflictos, y a su vez, aportes de los musulmanes a la campo político, que luego mencionaremos con mayor detalle.
A pesar de que el profeta ocupaba su lugar correspondiente, los nuevos islámicos debieron enfrentarse a una difícil adaptación a aquella vida en Medina, donde convivían con otras comunidades. Por esta misma razón, hubo ciertos enfrentamientos entre los diferentes grupos, los cuales fueron defendidos por Mahoma: “Combatir en ese mes es pecado grave. Pero apartar del camino de Alá -y negarle- y de la Mezquita Sagrada y expulsar de ella a la gente es aún más grave para Alá, así como tentar es más grave que matar”. (Corán 2:217). Por lo tanto, cuando los musulmanes y los quarysies de la Meca se enfrentaron, como consecuencia de saqueos en los caminos comerciales por parte de los primeros, Mahoma no dudará en apoyar a sus seguidores y de esta manera iniciar la conocida Guerra Santa. Morirá continuando con este tipo de peregrinación y lucha, argumentando que el Islam debe cumplir con la yihad, la obligación o el llamado de expandir el Islam en el territorio de los no creyentes. En la actualidad, hay diversas concepciones de este concepto como fanáticos o yihadistas; y también como un seguimiento introspectivo, de intentar difundir la palabra de Alá.
Los cuatro califas
Tras la muerte del profeta, la comunidad islámica debió enfrentarse a un gran problema que continúa en la actualidad: Mahoma fallece sin determinar quién sería su heredero.
Debido a lo cual será seleccionado por los sectores enriquecidos de la umma uno de sus primeros discípulos, Abu-Bakr as-Siddiq (632 – 634) quién adquiere el título de califa, es decir sucesor. Poco tiempo después, muere y uno de los suegros de Mahoma lo sucede: Umar Ibn al-Khattab (634 – 644). Tras 10 años de poder, en tercer lugar, asciende Uthmann ibn Affan (644 – 656), quién continúa la expansión política de su antecesor y consolida la versión final y definitiva del Corán .