El Valor Del Último Samurái y Su Suicidio Ritual

Introducción

La flor de Japón, hermosa y elegante en su poder, se separó del árbol de la vida. Fue el 25 de noviembre de 1970, el último samurái, representante del Japón imperial, cometió su último acto de honor, el suicidio aristocrático, mostrando al mundo un valor superior de devoción a la vida. Era Yukio Mishima, el escritor japonés más famoso del siglo XX. Pero Yukio era mucho más que eso. Mishima nació en 1925 bajo el nombre de Kimitake Hiraoka. Creció con su abuela y regresó a la casa de los padres solo a la edad de 12 años. 

Estaba estrechamente ligado a su madre mientras su padre estaba en un ejercicio militar. A instancias de su abuela, Yukio Mishima asistió a una escuela estatal de élite, donde estudió literatura en detalle. El actor, poeta, guerrero, nacionalista, personalidad polivalente que a través de su pensamiento político-filosófico e idealista, se orientó a restaurar el valor del Japón tradicional frente a la visión de la vida del consumidor, impuesta a su país por las bombas atómicas y un período de decadencia a través de la ocupación estadounidense. 

Desarrollo

Su vida fue la continuidad de la lucha contra la invasión japonesa y la destrucción de sus valores autóctonos. Como escritor, viajó a los Estados Unidos y Europa; quedó especialmente impresionado por la cultura griega, en la que encontró un compuesto de intelecto y fortaleza física, la voluntad de poder como la aplicación de la ‘voluntad de poder’ de Nietzsche. Su vida en Japón fue casi tan conocida por la construcción del cuerpo como por sus libros. Él declaró que el objetivo de su vida era adquirir tantos atributos como guerreros. 

Él, que era el cuerpo de espíritu sol y el acero, como el autor de ‘lección espiritual para los jóvenes samuráis’, llena de motivos de lectura tradición japonesa, no podía aceptar la imposición de los Estados Unidos a su país de origen. Además, él, como la encarnación más prominente y auténtica de la filosofía de la acción, que dedicó vida a la belleza, la forma, los ingredientes de la vida y la muerte. Aceptó el concepto nietzscheano de nihilismo activo, listo para delinear los valores de una sociedad consumista, vacía y plástica. 

Un ejemplo es esta mejor juventud en el mundo decadente, porque pensó que en el pacifismo y la democracia el espíritu de la putrefacción y la muerte de la percepción heroica de la vida. El pensamiento, la idea y el honor de quien luchó por el ideal, el 25 de noviembre de 1970, se convirtieron en trabajo y, finalmente, en sangre y espíritu. Mishima junto con otros cuatro miembros cercanos de Mishima, secuestraron al general Mishitu en su oficina dentro de la base militar de Ichigaya en Tokio. El guerrero escritor va al balcón con toda su explosividad y se dirigió a las fuerzas armadas japonesas con el fin de elevarlos a la revuelta. 

Conclusión

La operación no tuvo el efecto deseado. Las palabras de Mishima no fueron aceptadas por los soldados. En ese punto, no dejó nada más que hacer el gesto supremo. El Espíritu separado del cuerpo. En el último acto de honor, el hijo del sol se quitó la vida mediante el seppuku, el suicidio ritual. Mishima había descrito anteriormente el lado positivo del suicidio, que no es un signo de derrota, cómo se entiende en Occidente, sino la máxima expresión del libre albedrío, la autoestima y el idealismo intransigente. 

A sabiendas, el sacrificio como manifestación de tal voluntad abre el camino a las preguntas existenciales sobre el significado de la vida. Señalando a otros la fuerza y ​​el valor de una idea por encima de cualquier otra cosa sobre el material. Por lo tanto, a la edad de 45 años, murió, el último samurái japonés que permaneció entre las ruinas. El hombre de honor a quien su tiempo no derrotó ha encontrado la inmortalidad en la mortalidad. Yukio Mishima, un hombre que vivirá para siempre.