El Respeto Al Derecho Intelectual Es La Moral
Hoy en día, al utilizar tantos medios de comunicación, redes sociales, y al tener tan disponible la información, es muy difícil delimitar a quién le pertenece la información y qué debe de ocurrir para que la información de alguien más se vuelva pública.
Por ejemplo, al buscar información acerca de un tema, como aparece en internet en una red pública en cuestión de segundos, y puede haber sido traspapelada un sinfín de veces, es difícil encontrar al autor correcto a quien acreditar. Otro ejemplo es la música y la televisión, que, al ser circulada de manera ilegal a través del internet, sin dar la compensación merecida a los autores, pierde su legalidad y se considera un robo de propiedad intelectual, donde el trabajo de los autores es utilizado libremente.
Por lo tanto, cada vez se vuelve más importante la propiedad intelectual, y dar el crédito merecido a las personas que hayan invertido en la investigación y desarrollo. Se presenta un caso ético controversial en cuanto al robo de propiedad intelectual, en el cual un ingeniero, llamado Fernando, es asignado a un proyecto de ingeniería, donde se tiene que diseñar una turbina eólica más eficiente.
Por falta de tiempo, subcontrata a una ingeniera, llamado Alejandra, para que le realice parte de los planos para hacer el proyecto final. Alejandra cumple con su parte y Fernando la compensa de manera adecuada. Sin embargo, después de unos años, Fernando inscribe su proyecto a una competencia de tecnologías renovables, en el cual queda en segundo lugar, y gana un premio de $1000 dólares. Al enterarse, Alejandra se queja con Fernando, ya que parte del proyecto ganador es de su propiedad intelectual, pero Fernando le dice que él ya le pagó su parte correspondiente y que de tal manera compró su trabajo y ahora es de su propiedad.
Aquí entra el dilema ético, ya que no es claro hasta dónde Alejandra es dueña de su propiedad intelectual. Ésto es algo que sucede con frecuencia en las áreas de ingeniería y tecnología, ya que muchas veces los estudiantes tienen que hacer trabajo “de talacha” o sólo una parte de investigación o medición dentro del proyecto, pero al final no se les da el crédito que se merecen. A pesar de que se podría argumentar que no es un caso de robo de propiedad intelectual, ya que al pagar por el servicio, se dió la remuneración adecuada por el trabajo y se está comprando la información, en realidad el autor del trabajo siempre es dueño de la propiedad intelectual, ya que proviene de su desempeño e investigación, y en caso de utilizarla se debería de necesitar el consentimiento del autor y una compensación proporcional en caso de generar más dinero. En primer lugar, es esencial proteger la propiedad intelectual de las personas porque ellos son quienes han invertido su tiempo, esfuerzo y dinero en producir un resultado, el cual es su propiedad dentro de sus derechos.
La propiedad intelectual sirve como una protección que le permite a los autores el derecho a excluir a ajenos de la apropiación de sus contenidos o del material creado por ellos. Cuando un humano invierte su esfuerzo intelectual en la creación de una idea o conocimiento nueva, agrega un beneficio a la sociedad, ya sea en términos de desarrollo, económicos, sociales o para la solución de problemas. Por lo tanto, para que una sociedad logre mantener un crecimiento económico y social, es muy importante incentivar la innovación que se enfoque en desarrollar la tecnología, la ciencia, y la eficiencia energética. Para promover este crecimiento, es necesario que la sociedad esté consciente de que cuentan con las leyes necesarias para proteger su inversión, es decir, un reglamento de propiedad intelectual seguro que haga válida su innovación y que les dé el reconocimiento adecuado. De acuerdo al Instituto Nacional de Propiedad Industrial, la propiedad intelectual existe “para proteger legalmente los derechos morales y patrimoniales de los creadores respecto de sus creaciones y los derechos de la sociedad en general para tener acceso a las mismas. […]
Para incentivar la creatividad y la aplicación de los resultados de los conocimientos desarrollados, así como para fomentar prácticas comerciales leales que contribuyan a su vez al desarrollo económico y social.” (INAPI, 1). Sin embargo, por otro lado se podría argumentar que al pagar por un servicio, ya se dió la remuneración apropiada por el trabajo de la persona, y que por lo tanto, nunca fue su propiedad intelectual, ya que únicamente se llevó a cabo la investigación porque fue comisionada por otro. Es decir, al comprar el servicio es como adquirir un producto, que al momento de pagar se convierte en la propiedad del segundo. A pesar de este contraargumento, se sigue considerando que la manera más ética de acercarse a este tema es a través del respeto al derecho a la propiedad intelectual, donde cada quien es dueño del trabajo que produce.
Adicionalmente, lo moral y éticamente correcto en este caso sería requerir el consentimiento del autor del trabajo en caso de querer hacer uso externo de su información, ya que siempre será propiedad suya y se debería de pedir permiso. Es decir, al prestar un servicio que resulte en una idea o conocimiento nuevo, a pesar de que éste quede en manos de otro, siempre le pertenece al original, y por lo tanto su distribución siempre debería de suceder bajo el consentimiento del autor. Si el material del autor llega a aparecer en algún lugar ajeno, sin que él esté de acuerdo, es equivalente a que alguien robe algo de tu propiedad personal y lo utilice para su beneficio, sin antes haber recibido tu permiso. En caso de que el autor acepte conscientemente prestar su material para algo más, de todas maneras es indispensable dar el crédito necesario; de otra forma, se están vulnerando los derechos personales y se está poniendo en riesgo la integridad moral del individuo. En este caso, se ponen en riesgo los derechos de las personas, porque es una protección que da la constitución, la dignidad, ya que robar atenta contra el respeto del individuo, y la justicia, ya que no se cumple con lo que es debido.
Al contrario, se puede argumentar que al pagar por el servicio, se está comprando la información, y por lo tanto cambia de propietario, al igual que sucede al comprar un producto ordinario. Con el nuevo propietario, ya no es necesario pedir consentimiento a nadie, ya que él decide qué hacer con la información. Sin embargo, lo ético que hacer en este caso es siempre considerar el consentimiento del otro antes de utilizar la información, ya que siempre le pertenece y es imposible que cambie de propietario.
Por último, tras haber recibido el consentimiento del autor, se le debe de compensar la parte proporcional de cualquier ingreso adicional que genere la información, ya que, de no ser por esa información, es posible que el proyecto no hubiese generado nada. Es decir, si la información se utiliza para una publicación, concurso, presentación, etc. y este medio genera ganancias económicas, es esencial que el autor original de la información sea recompensada por su trabajo. De acuerdo a la Organización Mundial del Comercio, o WTO, por sus siglas en inglés, proteger los derechos de autor tiene un objetivo social, que es “proteger los resultados de las inversiones en el desarrollo de nueva tecnología, con el fin de que haya incentivos y medios para financiar las actividades de investigación y desarrollo.” (OMC, 1). Por lo tanto, la sociedad debería de sentirse preocupada por este dilema ético, ya que puede llegar a afectar a toda la población. A pesar de que, por otro lado, se puede argumentar que como el comprador del material fue quien tuvo la iniciativa de utilizarlo para generar más ganancias, y que si no fuera por su financiamiento, la idea nunca se hubiera desarrollado o logrado volverse realidad, no se considera que esta sea la opción ética o moralmente correcta.
En conclusión, a pesar de que existen muchos argumentos en contra y a favor del derecho a la propiedad intelectual, y de que es fácil argumentar a favor tanto del derecho intelectual como de la compra de información como método legítimo de adquisición, la respuesta más ética a la situación propuesta es siempre respetar y promover la propiedad intelectual, a pesar de que involucra pérdidas económicas. A pesar de que existen muchos contraargumentos, los beneficios de impulsar y apostar por siempre respetar el derecho de autor son mucho mayores que los beneficios de aprovechar de la compra de información, ya que la primera postura reafirma la dignidad de las personas, de sus derechos y de su integridad. Dado que no existen leyes tan específicas que argumenten a favor de la propiedad intelectual en casos tan ambiguos como este, se debería de juzgar desde un punto de vista ético, donde entre en juego la moral universal sobre los intereses personales de los actores.