Estereotipos en la Sociedad: Religión, Juguetes y Estereotipos de Género
Los estereotipos han pertenecido a la sociedad desde el androcentrismo hasta la actualidad, como parte fundamental del pensamiento de las personas para la construcción del género estandarizado que se pretende imponer como algo correcto en la sociedad. Por lo que la corriente filosófica, el existencialismo, abordó la cuestión de que el segundo sexo, o sea el de las mujeres, no realiza plenamente su libertad sino que lo hace en función a la de los demás. Es así que según Chirinos, esta teoría sostiene que cada ser humano debería seguir sus mismos patrones de conductas y no dejar que los pensamientos idealizados del resto actúen en ellos. Según la filosofía existencial debemos ser libres por el simple hecho de estar vivos y de que existimos, ya que, forjamos y decidimos nuestras propias acciones que influyen en nuestro comportamiento y pensamiento, haciendo de ellos seres únicos y auténticos. (2018, p. 36)
En conclusión, entendemos por ser libre a la acción de seguir nuestras propias ideas sin dejarnos influir por los demás y sin que pongamos como prioridad el sexo al que pertenecemos. Es necesario esta valoración a lo que somos para a partir de ahí tener libertad plena, desde nuestros pensamientos sin dejarnos llevar por los estereotipos.
Por otro lado, los transmisores de estereotipos de género se van adoptando desde que uno es niño y esto se da desde el entorno que tenemos, generando así ideas positivas o negativas relacionadas a lo femenino o masculino. Es así que según Zapata y Ruz la transmisión ideológica se utiliza para mantener influenciada a la sociedad. Estos transmisores provocan muchas veces la desigualdad en ambos sexos. Entre ellos a parte del entorno también tenemos a los medios de comunicación. Por ello es de suma importancia radicar los estereotipos en estos contextos. (2012, p.25)
En conclusión lo que le marque su infancia al individuo va a ser una parte importante para adquirir ciertas ideas en torno a algo, en este caso sería al género correcto que este debería adoptar.
Por otra parte, los estereotipos en la religión se han creado como una forma de adoctrinar a las personas a través de un Dios castigador si no se cumple con lo estandarizado por la sociedad. Es así que según Rodríguez, la religión tiene una postura aún conversadora frente a la educación sexual, y es que ella solo acepta la diferencia biológica entre hombres y mujeres como determinante para el género. Esto significa que las personas que enseñan la materia de religión imponen, a sus alumnos, las doctrinas para tener el control de la sexualidad de los niños a través de erróneos pensamientos relacionados a una falsa ideología de género. Es así, que podemos verlo reflejado desde un contexto histórico, en el cual distintos enfoques conservadores niegan que la persona puede elegir su sexualidad, incluso algunos entienden a esta como causante de enfermedades sexuales. Sin embargo, para la psicología no era así y más bien consideraba que la forma de crianza de padres a hijos, la educación que escogen para ellos hasta las personas que tenemos como referentes desde nuestra infancia influye para determinar la identidad de nuestra sexualidad. (2018, p.1-2).
En conclusión, la religión busca imponer sus ideales desde las instituciones educativas religiosas hasta en las familias, sistematizando a los niños en su sexualidad, respaldándose en que un modo de vida correcto para formar una familia es el que está conformado por la figura masculina y femenina, más no la que esta con el mismo sexo.
En otro orden de ideas, la normalización de los estereotipos en el pensamiento de las personas refiere a que esta empieza a clasificar como “correctas” las formas negativas del comportamiento del individuo, ya que creció en un ambiente de agresiones, odio y machismo; donde lo principal era la interdependencia entre los distintos miembros familiares que lo rodeaban. Es así que según Carranza los estereotipos pueden mostrar una idea general de la conducta y/o características de las personas, que en cierta medida contribuyen al establecimiento de relaciones interpersonales al brindar preconceptos de gustos, estilos de vida, tipos de personalidades, etc. dentro de una sociedad ya que “(…) forman parte del repertorio de categorías que se utilizan en las interacciones sociales para clasificar y posicionar a los individuos”. (2018, p.25)
En concreto para confirmar, el normalizar los estereotipos nos indica que desde una posición privilegiada no entendemos la profundidad o la necesidad de la situación porque no nos sucede, sin embargo es algo que pasa todos los días y la manera de evitarlo es a través de la implementación de un enfoque de género adecuado.
Desde otro punto de vista, la enseñanza estereotipada de los padres hacia los juguetes se da desde que el infante nace y se le empiezan asignar determinados roles para la forma de jugar y lo que debe utilizar para hacerlo, como categorías para el juguete femenino y otra para el masculino.
No es problema que a cada niño le guste jugar con un tipo de juguete o lo identifique cierto color, sino el problema está en el cómo los padres le transmiten esa enseñanza, la idea será que el niño no piense que es negativo o que será rechazado por gustarle el color rosado o porque quiera jugar con una muñeca, al igual que para las niñas. (Zapata y Ruz, 2012, p.29-30)
En conclusión para ratificar, la sociedad provoca que los padres tengan un pensamiento erróneo en torno a que cada niño dependiendo de su sexo se le debe asignar un juguete por tal condición.
Por el contrario, los patrones estereotipados en la personalidad de la mujer se dan porque la sociedad parte que la mujer es el sexo débil y sumiso, por lo que según ellos no merecería los mismos derechos que un hombre, ya que este asume el papel de un ser superior. El primero se escogió debido a que a través de la constante aceptación de los estereotipos por parte de la sociedad, las mujeres empiezan aceptar el rol que les imponen y a desarrollar una personalidad sumisa y resignada, y que en muchos casos al momento de tener descendencia suelen continuar con esta forma de pensar e inculcan los estereotipos de género con los que han sido formados en su infancia, creando así patrones estereotipados que posiblemente se repitan de generación en generación. (Carranza, 2018, p.13)
En definitiva para ejemplificar, los patrones asignados a la mujer bajo estereotipos de la sociedad se crean a partir de un pensamiento retrógrado, ya que carece de fundamentos válidos y más bien es basado en la misoginia que se tiene hacia el sexo de la mujer por el simple hecho de ser así.