Explicación Cinetífica de Reacciones Emocionales cuando Estamos Escuchando Música

Supongamos que estás escuchando música tranquilamente cuando suena esa canción que hace que todo tu vello se erice. Esa misma canción es el detonante de una infinidad de emociones que tu cuerpo siente en el instante que suena dicha melodía. La música tiene un efecto real sobre nosotros y es algo que está conectado directamente con nuestro cerebro.

Los seres humanos experimentamos el placer y apreciamos la estética, buscando de esta forma la belleza en este mundo. Mostramos respuestas a ciertos estímulos que no tienen un valor intrínseco, pero si uno estético, ya que resultan atractivos y hasta valiosos al utilizar nuestros sentidos. Un dato interesante es que, aunque esos valores estéticos son característicos de la especie humana, no todos lo comparten. Cada persona es distinta y existe una gran variabilidad individual en lo que corresponde a las reacciones estéticas.

Tal como decía el escritor ruso León Tolstoy:“La música es la taquigrafía de la emoción”. Se considera a la música como el estímulo ideal para estudiar el placer en el hombre y posee un valor netamente estético. Cada individuo responde fisiológicamente diferente al escuchar música: algunos al oír una canción sienten un nudo en la garganta, se conmueven por la melodía o la letra de la canción, experimentan un escalofrío en la espalda o ven que se les pone la piel de gallina; mientras que, a otros no les pasa nada de lo mencionado anteriormente. Estas respuestas emocionales van unidas frecuentemente a una estimulación del placer lo que permite que tengamos una reacción auditiva encantadora. En el caso particular que se pone “la piel de gallina” científicamente es llamado este estímulo como piloerección provocando que los músculos ubicados en la base de cada capilar se contraigan y levanten en los vellos que recubren la piel. Mientras se dilatan levemente los poros, causando esa apariencia tan singular de la “piel de gallina”.

El diseño biológico del hombre se ve impulsado por emociones, las cuales se albergan en un sistema del cerebro que ha estado presente en diversas generaciones pasadas y con el paso del tiempo ha ido evolucionando hasta la actualidad. Es por esto, que ante cualquier amenaza que se interpone, respondemos instintivamente con recursos emocionales. Acorde a su etimología, la palabra emoción émotion, derivado de émouvoir que significa ‘conmover’ de la familia etimológica de mover. De este modo, toda emoción constituye un impulso que nos moviliza a la acción.

Alrededor del tallo encefálico, se aloja la región más primitiva de nuestro cerebro y regula las funciones más básicas como la respiración o el metabolismo, y es así como se fue configurando el sistema límbico el cual aporta las emociones a las respuestas cerebrales. El sistema límbico tiene como función principal la regulación emocional y está constituido por diversas estructuras cerebrales interconectadas entre sí. Una de las estructuras es el hipotálamo que junto a sus cuerpos mamilares, ubicados en su extremo posterior, contienen núcleos hipotalámicos y se encargan de la recepción de los impulsos procedentes de la amígdala y del hipocampo, y el reenvío de estos impulsos hacia el tálamo. La amígdala, que tiene la forma de una almendra, cumple con la función de integrar las emociones con los patrones de respuesta correspondientes a nivel fisiológico y conductual. Sus conexiones producen una reacción emocional y permiten la inhibición de conducta. Mientras que, el hipocampo es el principal encargado de la memoria emocional. Esto quiere decir que cada acontecimiento vivido, sentido y experimentado es filtrado por el hipocampo que, junto con el hipotálamo, hace que podamos recordar no solo las experiencias, sino también lo que sentimos asociadas a ellas. Y el tálamo se encarga de distribuir los mensajes a las otras regiones de procesamiento cerebral. Sin embargo, el neocórtex, a pesar de no formar parte del sistema límbico, es también una estructura importante, pues su función es registrar, analizar la situación y acudir a los lóbulos prefrontales para comprender y organizar los estímulos relacionándolo con el sistema límbico permite ampliar nuestro abanico de reacciones ante los estímulos emocionales.

En cada uno de nosotros se encubren dos mentes distintas: una que piensa y otra que siente, reflejando el funcionamiento de circuitos cerebrales diferentes, aunque interrelacionados. De hecho, el intelecto no puede funcionar adecuadamente sin la inteligencia emocional o viceversa, y la complementación entre el sistema límbico y el neocórtex exige la participación de ambas. Sobre esta base se asientan nuestras emociones y es lo que nos diferencia de las demás especies.

Precisamente las reacciones emocionales, que nos hacen humanos capaces y sensibles a su vez, han sido objeto de estudio de científicos como Matthew Sachs, ex graduado de Harvard. Él lleva años estudiando las reacciones físicas de nuestro cuerpo cuando escuchamos música. Hace unos meses, publicó los resultados de un estudio que hicieron a 20 estudiantes a quienes les pusieron sus canciones favoritas y vieron que a 10 se les ponía la piel de gallina y a los otros 10 no. Un 50% de la gente puesta a prueba siente escalofríos al oír una música determinada. Con un escáner cerebral vieron que el grupo que había experimentado reacciones físicas tenía más conexiones neuronales en el córtex auditivo, los centros de procesamiento emocionales y corteza prefrontal. Aunque en el estudio participaron muy pocas personas, los resultados podrían indicar que las personas que reaccionan físicamente a la música podrían tener mejores conexiones neuronales. Por lo tanto, aquellas personas a las que se les eriza el vello con la música pueden tener habilidad de sentir emociones de forma más intensa. Se llegó a la conclusión que las personas que tenían una fuerte respuesta emocional, eran más abiertas a nuevas experiencias musicales y tenían más formación musical, mientras que otros eran más abstractos y cognitivos.

“La idea es que si hay más fibras y mayor eficiencia entre las dos regiones probablemente tengas un cerebro que procesa mejor toda la información y que comparten sus distintas partes”, explicó el científico Matthew Sachs.

Gracias a los medios tecnológicos que se han desarrollado con el tiempo, como el escáner cerebral se ha podido ir descubriendo el funcionamiento de nuestros cerebros y, así, la ciencia cuenta con una poderosa herramienta para tratar las emociones. Los estudios de neuroimagen, que permiten visualizar cómo se maneja el cerebro y ver, en estos casos, la activación de las regiones que procesan las emociones. Es decir, la respuesta fisiológica ante una melodía está vinculada a una respuesta emocional y una sensación de placer.

Si una canción específica estimula determinadas respuestas cerebrales, nuestro corazón se pone a latir más rápido, las pupilas se dilatan, la temperatura corporal aumenta, el cerebro se activa aún más, el circuito de recompensa (situado en el cerebro) se inunda de dopamina y se siente como un estímulo eléctrico que surge del cuerpo. Curiosamente la descarga de dopamina alcanza su pico varios segundos antes de que llegue ese momento determinado que nos genera esa sensación. Se cree que es debido a que el cerebro está prediciendo lo que va a suceder, anticipando el placer, pero eso no solo sucede con melodías que ya conocemos sino también con otra que oímos por primera vez. Sin embargo, la música, si no se ha escuchado antes, es impredecible y se puede mantener en cierta tensión emocional durante su tiempo de reproducción. Si finalmente aparece ese acorde predicho por los circuitos neuronales, el cerebro marca esa señal de satisfacción y se siente ese escalofrío.

Como resultado, el cerebro pensante creció y se desarrolló a partir de la región emocional y junto a la cognitiva siguen estando estrechamente vinculados por miles de circuitos neuronales. Estos descubrimientos arrojan luces sobre la relación íntima entre pensamiento y sentimiento. Una investigación publicada en la revista “Social Cognitive and Affective Neuroscience” encontró que aquellos que son más propensos a tener escalofríos al escuchar una canción tienen más fibras que conectan la corteza auditiva con las áreas cerebrales asociadas con el procesamiento emocional. Así que, ¿tienes alguna canción que te pone la piel de gallina? 

27 April 2022
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