Gestión Del Tiempo Desde El Punto De Vista De Aristóteles

Introducción

En la concepción del tiempo desde el punto de vista de Aristóteles, plantea los interrogantes del tiempo sobre el problema de la existencia y cuál era su naturaleza, la afirmación sobre la composición del tiempo en dos dimensiones determinan que el tiempo no existe de modo absoluto, el futuro y el pasado son las consideraciones de dos estados intertemporales que no contribuyen a la participación del ser, debido a que este se considera algo visible y que es determinado por el ahora, es decir por el presente. 

Sin embargo, se debe resaltar que Aristóteles no plantea el ahora como un estado temporal si no como el límite, que resulta ser inextenso e indivisible. Para Aristóteles si fraccionamos el tiempo encontramos que cada fracción es diferente a otra, es decir que no pueden coexistir dos fracciones al mismo tiempo, debido a que no representan extensiones de tiempo, las extensiones de tiempo son fracciones comprendidas por límites, y el ‘ahora’ al no estar comprendido, al ser considerado un límite es indivisible.

Desarrollo

Aristóteles considera que el movimiento es distinto, en el sentido de que cada fracción del movimiento es distinta a cualquier otra, el tiempo se consideró distinto porque cada lapso específico no se identifica con otro, pero si consideramos el tiempo en su totalidad es igual en que cada lapso de tiempo es tiene lugar en el mismo planeta y en el mismo tiempo, es decir él ahora es siempre el mismo en sí mismo pero diferente en otro, si consideramos “ser ahora” los lapsos son totalmente distintos debido a que cada ahora posee un ser distinto al otro. 

Aristóteles radica una analogía entre el “ahora” y el “móvil” y expresa que él ahora es al tiempo lo que móvil es al movimiento, pero se constituyan como algo distinto en cada lapso de movimiento por ejemplo una fecha en el calendario es la misma, pero es distinta en cada lapso de tiempo.

Definición del Tiempo

No es posible dar una definición sobre el problema del tiempo, pero ahora nos garantiza una clara en su modo de ser grandes elementos para dar paso a la cuestión de la naturaleza del tiempo. De igual manera Aristóteles Constituye un examen acerca de las opiniones que han dejado sus predecesores en torno al tema, con esta exposición, pese a lo breve y simplificada que resulta ser y de esta manera introduce los primeros elementos para una definición del tiempo, de esta manera surgen dos hipótesis 1 el tiempo es el movimiento de la esfera celeste y 2 el tiempo es la esfera misma.

Para la primera hipótesis Aristóteles rechaza propiedad del tiempo con el movimiento de la esfera debido a que, aunque la esfera no de la vuelta completa, aun se puede hablar de tiempo, además en la existencia de otras plantas tendrían tiempos diferentes debido a que los movimientos circulatorios dependen de la esfera. De otra manera la consideración del tiempo como la esfera misma, la cual Aristóteles desestima como ingenua, debido a que como todas las cosas están suceden en la misma esfera entonces están el mismo tiempo.

El tiempo no es homogéneo con el movimiento, pero se tiene que considerar que cuando se habla de tiempo de igual modo se habla de cambio. Pues cuando en nuestra alma no cambia nada o no advertimos que cambie algo, tampoco advertimos el pasar del tiempo, expresado de otra manera el tiempo solo lo consideramos nosotros, en tanto que el alma capte cambio o movimiento. Cada vez que analizamos el tiempo percibimos movimientos y es por esto que debemos de hablar del tiempo relacionado con el movimiento.

Sabemos que cuando acontece un movimiento, éste se da desde algo hacia algo, es decir se da en un ‘continuo’. Y para Aristóteles el ‘continuo’ por antonomasia es el espacio o ‘magnitud’ de esta manera se considera el movimiento es continuo en función de la magnitud, pero también el tiempo es continuo en función del movimiento. 

De esta manera lo él ayer y el mañana se da primeramente en el espacio o magnitud y da origen a la ‘antero-posterioridad’ del movimiento y éste a su vez da lugar al ayer y al hoy del tiempo. por lo tanto, se puede decir que consideramos el tiempo cuando determinamos un movimiento según el ayer y el hoy, es decir cuando el alma logra distinguir dos límites o ‘ahora’ reconociendo que son distintos entre sí y de lo contenido entre ellos, por lo tanto, el tiempo es el movimiento entre el ayer y el hoy.

De esta manera, cuando se dice que el tiempo es el ‘número’ del movimiento según lo él ayer y el hoy, lo que se está numerando no es el movimiento en sí o los ‘ahora-limites’ o una supuesta sucesión de ahora determinados por limites, sino que se numera la magnitud o amplitud del movimiento comprendido entre los ‘ahora’ (anterior y posterior). De esta manera no podemos identificar el tiempo y el movimiento de manera total, sino solo en tanto el movimiento es numerado. Según Aristóteles si lo mayor y lo menor se mide por medio del número, y si un movimiento mayor o menor se mide por el tiempo, entonces el tiempo es una especie de número.

Por lo siguiente podemos decir que la analogía de Aristóteles entre el ahora y el movimiento no se agota en el simple hecho de que ambos comparten la característica de ser en un sentido la misma cosa y en otro siempre algo diferente, sino que también son un determinante clave para el conocimiento del continuo al que pertenecen; podríamos considerar que tenemos el conocimiento del movimiento por medio del móvil y por otra -si atendemos a la definición de tiempo ya formulada, es decir, ‘número del movimiento según lo pasado y el futuro’ e identificamos que lo ‘pasado’ y ‘ el futuro ‘se refiere a dos cortes o limites en el tiempo, entonces podemos decir que también tenemos conocimiento del tiempo a través del’ ahora ‘.

Las posteriores fracciones de este trabajo se dispondrán a abordar las implicancias derivadas de las relaciones tiempo/alma y tiempo/mundo. Los conceptos elaborados por Paul Ricoeur en Tiempo y Narración en torno a los dos modos en los que se presenta nuestro problema, Por una parte, se observa una aproximación al análisis del tiempo desde una perspectiva que podríamos llamar psicológica, en la cual la pregunta principal a responder sería aquella que investiga la relación existente entre tiempo y alma. 

Además, nos enfrentamos a una perspectiva que podríamos llamar cosmológica, la cual tendría por objetivo responder los interrogantes del tiempo y su relación con el mundo. De esta manera la medición del movimiento por parte del alma se constituye como la instancia en la cual la existencia del tiempo cobra algún sentido, esta relación no es en modo alguno la condición de posibilidad de manera absoluta de la existencia del tiempo.

La misma definición de tiempo que nuestro filósofo entrega de manera definitiva implica la existencia del alma, sostendremos que una lectura atenta del tratado en cuestión nos permitirá esbozar una eventual concepción del tiempo independiente de su relación con el alma (cosmología del tiempo), pues aún sin alma podemos hablar de un ‘sustrato del tiempo’ gracias al cual nos es posible estudiar la relación tiempo/mundo. Observemos cuál es la importancia y la función que cumple el ‘Motor inmóvil’ en relación a los presupuestos cosmológicos que fundan la noción de temporalidad en Aristóteles.

Psicología del tiempo

Para resolver la función que cumple el alma según Aristóteles en relación con el tiempo se debe recordar lo mencionado con respecto al tiempo y el movimiento, se puede considerar que existe una relación directa entre estos dos ‘continuos’ pues, como afirma el estagirita, conocemos el tiempo a través del movimiento y el movimiento a través del tiempo, de esta relación podemos obtener de manera clara apelando a su propia definición de tiempo. “Pues esto es el tiempo: número del movimiento según lo anterior y lo posterior”.

Al establecer que ‘número’ puede ser entendido en dos dimensiones distintas, como número numerado y como número numeraste, para Aristóteles su definición opera claramente el sentido de número numerado, es decir lo que se ‘mide’. Esta medición debe considerarse obviamente por un agente numerador; de esta manera interviene el alma dentro de la concepción aristotélica del tiempo. 

Es el alma, o su intelecto, quien al discernir dos ‘ahora’ distintos en el tiempo, es decir el pasado y el futuro en el movimiento, y establecer que estos límites son también distintos de lo contenido entre ellos, pero ¿Es posible que, tras haber definido el tiempo como número del movimiento, podamos concebirlo como algo que sea capaz de existencia independiente del alma?

Aristóteles plantea la respuesta el siguiente interrogante ¿Existiría o no el tiempo si no existiese el alma? Porque si no pudiese haber alguien que numere tampoco podría haber algo que fuese numerado, y en consecuencia no podría existir ningún número, pues un número es o lo numerado o lo numerable, además la respuesta de Aristóteles a esta aparente complicación resulta ser bastante inestable, y se basa sustancialmente en la apelación a su definición entregada debido a que el que el tiempo es número del movimiento, resulta necesaria la existencia de un agente capaz de numerar este movimiento para que el tiempo pueda existir de manera efectiva.

 De esta manera no inviable la existencia del tiempo sin la existencia del alma. Como ha señalado oportunamente Alejandro Vigo ha presentado desde varias complicaciones para su interpretación, esto se debe en gran parte a la lectura que se le ha aplicado al pasaje desde la óptica de la modernidad, involucrando las categorías que aluden al problema de la esencia del conocimiento, un sable, realismo e idealismo.

 Vigo afirma que el problema esencial pasa justamente por el hecho de que el tratamiento aristotélico en torno a la cuestión del alma en relación al movimiento –y en definitiva, la cuestión del alma en relación al mundo en general- no se deja encasillar bajo ninguna de estas categorías. En efecto, una interpretación idealista se desvanece de inmediato al considerar que lo que Aristóteles afirma no es que el tiempo se dé del alma o que sea ésta quien lo constituya, sino que solo se sostiene que el tiempo, al ser número del movimiento, se encuentra en estrecha relación con aquello que encuentra a cabo la numeración.

Cosmología del tiempo

Para Aristóteles y para el pensamiento griego, el mundo es único e incorruptible, no hay lugar para una creación desde la nada ni para el paso del ser al no ser absoluto del mundo. Pero en la esencia de los argumentos donde las diferencias se hacen patentes en este terreno, mientras para Platón el mundo resulta ser según el mito del Timeo formado y establecido por un Demiurgo que obra sobre una materia prima preexistente en un ‘tiempo caótico’ e indefinido , Aristóteles afirma que el mundo es todos sus componentes y afecciones, tales como el espacio, el movimiento y el tiempo, son coeternos a una realidad eterna y primera, que es tal porque es causa primera del movimiento.

La necesidad de afirmar la existencia de un Motor inmóvil que si bien, no se involucra de manera directa con el mundo, podríamos decir que gracias a él éste último subsiste, pero Aristóteles cree absurdo que el mundo sea generado y es algo que la lógica no puede permitir. La demostración más clara de esta doctrina se da en Física VIII.

Aristóteles se refiere de manera específica a la eternidad del movimiento, es posible extender dicha argumentación a la eternidad tanto del tiempo como del mundo material, de esta manera tanto espacio, movimiento y magnitud de ser continuo, posee un antes y un después, “ahora bien, el antes y el después son ante todo atributos de un lugar, en virtud de su posición relativa, puesto que en la magnitud hay un antes y un después, también en el movimiento tiene que haber un antes y un después,

El movimiento solo se puede dar a través de la magnitud espacial, puesto que el movimiento es movimiento de algo y no de sí mismo. Es decir, se da con necesidad de un sujeto que soporte el cambio y sirva de sustrato. Por lo tanto, cuando afirmamos la eternidad del movimiento, también lo hacemos respecto del tiempo y el mundo.

Eternidad del mundo, del movimiento, y del tiempo

Aristóteles aparte de la figura sacada sobre la finitud o perpetuidad del mundo, se puede decir que todos o la mayoría han hablado de las cosmogonías, y también han acogido evidente o recíprocamente la existencia del universo, debido a que todos han departido acerca de la generación o corrupción, lo que significa en modelos de cambio. Se debe resaltar que el movimiento es algo que ya fue discutido en el tercer libro de la Física. Se entiende que el movimiento comenzó en algún momento o espacio, considera dos alternativas:

  1. Admitiendo que el mundo fue creado para que posteriormente iniciara el movimiento, debemos atender al hecho de que esta generación ya constituye un tipo de cambio por lo tanto de movimiento, debido a que, si algo no existe, y tiene la potencia de existir , en el preciso momento en que viene una existencia se genera una utilización significativa de una potencia, y debido a la utilización de la potencia se genera un movimiento por lo tanto seria anterior al supuesto inicio del movimiento. De otra manera si se piensa que el mundo se origina al mismo tiempo que el movimiento, no puede ser aceptado, debido a que cuando se discute de generación se cree en un tiempo existente donde ni esta el mundo ni el movimiento, y como el tiempo es únicamente posible cuando posee movimiento; esta declaración se vera como una hipótesis falsa.
  2. Pero si suponemos que el mundo es eterno y que el movimiento se origina en este, es un poco irracional. Debido a que, si en circunstancias como estas en algún instante el universo se originó, de igual modo se piensa que se originó un primer móvil y un primer motor; no obstante, lo que es motor, para conseguir andar debe poseer en si mismo movimiento y este solo es transmitido por otro motor, y así constantemente volviéndose en un ciclo infinito.

Conclusión

De esta manera podemos decir que el objeto de conocimiento posee una existencia independiente de las determinaciones que el alma pueda captar en ella. Sin embargo, resulta conveniente aclarar entre lo que sería un objeto primario de percepción como lo es el color, el sabor, y cualquier tipo de determinación perteneciente a la materia en tanto que sensible y lo que sería el substrato de dichas determinaciones; pues, mientras el primero no posee existencia actual independiente del acto mismo de la percepción, el segundo puede existir con independencia de la actividad perceptiva del alma puesto que solo es aquello por lo cual tiene lugar lo sensible.

En definitiva, debemos reconocer que el tiempo no es un objeto sustancial, es decir no es algo independiente del alma, si no que coexisten entre sí, el tiempo está íntimamente ligado con la percepción de éste llevada a cabo por el alma. Los momentos del pasado y el futuro se dan en el cambio, pero el tiempo se da en tanto que estos momentos se pueden contar. Entonces podemos afirmar con Aristóteles que el tiempo no consiste en una mera inspección del alma ni tampoco en una mera determinación del movimiento, sino que más bien resulta ser donde confluyen en una y la misma actualización, la potencia que el alma tiene para numerar con la potencia que el movimiento tiene para ser numerado.

15 May 2021
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