Helena Mi Cielo Y Mi Infierno
A veces nos conmovemos con grandes historias de amor entre dos mujeres, como la película La Vida de Adele, que su final nos desgarra el Corazón, nos emocionamos con el final de Carol y nos apasionamos con Habitación en Roma.
Pero todas las que hemos sufridos por mujeres, tenemos también grandes historias que aunque no se llevan al cine, existen y nos hicieron o nos hacen conocer el cielo y el infierno al mismo tiempo.
Esta historia que voy a contarle me sucedió aunque cambio los nombres, sobre todo el de mi gran amor, que aquí llamó Helena.
Con Helena conocí el cielo y el infierno, con Helena viví en dos países, con Helena arriesgue todo. Y es que Helena se divorcio por mí y yo me desgarre por ella.
Esta es mi historia con Helena
Hace siete años, entre en una sala de chat de lesbianas de Yahoo, la cual realmente tenía tiempo sin frecuentar, pues años atrás, había sufrido un engaño, conocí a una chica y se dio un enamoramiento, todo iba lindo, hablábamos horas, cambiábamos el mundo, nos dábamos cámara, nos llamábamos, pero a los dos años descubrí que tenía un hijo de diez años y un marido.
Pero bueno voy con mi historia con Helena, la mujer que verdaderamente ame y aún amo. Resulta que a mi en las salas de chat me gustaba hablar por el micro, pues sabía lo fascinante de mi voz, y esa noche no fue la excepción, al saludar en la sala, inmediatamente se abrieron varías ventanitas elogiándome.
En una de esas ventanitas estaba Helena quien me invitó a hablar por el micro. Me gusto la conversación, me llamó fuertemente la atención Helena, por su voz, inteligencia, educación y sobre todo por su sinceridad.
Helena me llevaba 15 años, era casada, tenía un hijo de 13 años y un nivel de vida económicamente muy estable. Nunca había sido feliz en su matrimonio, su esposo en varias ocasiones la maltrato físicamente.
Helena antes de conocerme se había dado cuenta que realmente amaba a las mujeres, por una relación con una chica que tuvo por internet y a la que luego conoció personalmente, pero todo termino porque ella no se atrevió a dejar a su esposo.
Yo amaba mi trabajo como productora audiovisual, y bueno mi empleo era mi refugio, pues siempre luchaba con mis demonios internos, sobre todo el más grande, una violación sexual.
Aunque ya había estado sexualmente con una mujer de mi país (Colombia), con la que tuve una relación de tres años, conocí el amor y la pasión con Helena.
Al conocer a Helena me sentí feliz, escuchada, amada y comprendida, sobre todo cuando ella tomo la decisión de divorciarse y tomar un avión y llegar a mi país, lo considere el alto más valiente y romántico que jamás en este mundo alguien había hecho por mí.
Cuando la conocí fue el momento más feliz de mi vida, sentí que ella era una bendición de Dios, en sus brazos dejo de importarme el estilo conservador de mi familia, las reglas de la sociedad, y me sentí libre.
Pasamos un mes en Colombia, conociéndonos y besándonos cada parte de nuestro cuerpo, hacíamos el amor en cualquier parte, reíamos sin razón, nos prometimos que la pasión sería nuestro principal mandamiento y que jamás nos separaríamos.
Pero yo aún no estaba segura de emprender un nuevo rumbo, es decir, dejar mi trabajo, mi familia, que era precisamente lo que me pedía Helena. De hecho jamás había salido de Colombia.
Yo estaba en mi mejor momento laboral, trabajaba donde siempre había soñado, pero reflexionaba: Si Helena había dejado su esposo, su hijo sobre todo, que importaba un empleo.
Al final pudo más el amor y tome un avión con ella para Argentina, donde las dos éramos extranjeras, nadie nos conocía, nadie nos juzgarías…
En Argentina al poco tiempo empezaron los problemas, nos dimos cuenta que faltaron cosas por contarnos. No nos llevamos bien y casi no nos tolerábamos. El único momento feliz era cuando estábamos en la cama, ahí todo era perfecto.
Yo no conseguía trabajo, ni Helena un negocio, aunque ella había vendido una propiedad y compró un apartamento chiquito, la situación era difícil. Entonces empezamos a repartirnos las culpas, que sí por ti deje a mi familia, que si por ti deje mi trabajo…
Y vino lo peor Helena tomó la decisión más desleal y dolorosa, me dejó, me compro un pasaje a mi país y ella uno al suyo.
Yo sentía un gran un dolor en el alma y un gran resentimiento a momentos contra ella, la consideraba una desleal, indolente y egoísta. Dure meses sin trabajo y sin dinero.
Yo podre ser lo que sea, pero era y soy leal, aunque me echaba la culpa por mis cambios de humor, por esos traumas productos de abusos sexuales desde niña y digamos que se consolidaron ya en mi edad adulta. Y bueno entre mi desconsuelo y sentimientos encontrados comprendía la actitud de Helena y la justificaba en ocasiones.
Helena me volvió a buscar me pidió perdón, yo la amaba aún, pero ya me había vuelto desconfiada, ya tenía de nuevo trabajo y aprendí la importancia de ahorrar.
Al tiempo volvimos por Internet, y un año después Helena llegó a Colombia, esta vez a comprar un apartamento para las dos, pero la situación y la inflación ponían nuestros planes patas arribas.
Quiero aclarar que no soy interesada antes de partir a Argentina gaste todos mis ahorros, en hoteles y finalmente en los pasajes que nos llevaron a ese país. Ella siempre puso el doble que yo. Pero yo puse todo lo que tenía.
Yo amaba a Helena, un poco menos que antes, y andaba cuidadosa, tenía un puesto muy bueno y era idealista, creía en un proceso. Bueno en este segundo intento nos empezamos a conocer más y a llevar mejor, pero siempre con nuestras diferencias y discusiones.
Sin embargo la vida tenía otro infortunio preparado para nosotras.
Helena se enfermó y la tuvieron que operar de emergencia, tuvo que regresar a su país, Ecuador, porque allá había tratamiento para su dolencia, la cual al poco tiempo afortunadamente, termino.
En esta parte de la historia yo me sentí culpable por dejarla ir y no ofrecerle alquilar algo, llore mucho, aunque era difícil en ese momento y bueno sentí que Helena estaría mejor en su país.
Pasaron tres años, seguimos, a veces terminábamos y durábamos tiempo sin hablarnos, la relación ya se venía tornando muy tormentosa, llegaron los insultos, las ofensas, sobre todo de mi parte.
Helena me echaba la culpa de todo, que ahora estuviera sola y más vieja, a mi nunca me importo, y ni me importa su edad, solo que sus actitudes y ofensas me alejaban de ella.
Además sentía que con mis problemas no superados la hacía muy infeliz. Sentía que llevaba el peso de su desdicha en mi espalda, por eso me alejaba por tiempos, para que buscara su felicidad. Sin embargo el destino nos tenía planeado un tercer encuentro.
Aprendí algo de esta relación: Nadie va a solucionar tus problemas, el amor no te libera de ellos, solo nosotros mismos podemos liberarnos .
En esos tres años que pasamos separadas deje de creer en lo que antes creía, me di cuenta que mi gran empleo, era mi gran esclavitud. Antes me refugiaba en el trabajo, para olvidar mis traumas y los problemas con Helena, pero ahora estaba decepcionada de él.
Me preguntaba ¿Por qué Helena me dejo en Argentina? ¿Por qué la deje ir cuando vino por segunda vez a mí? ¿Por qué no me volví arriesgar?, esta ultima interrogante si me la respondía, y bueno tenía miedo a que fuera de mi tierra me volviera hacer lo mismo.
Al pesar de nuestras diferencias que ya eran bastantes, volvimos a encontrarnos en las costas de Colombia.
A Helena no le gustaba que nos viéramos en su país, porque es muy conservador, y ella aunque lo niegue también lo es, muchas taras mentales y complejos le impedían entregarse por completo. Su familia no sabía su condición de lesbiana, sobre todo por su hijo.
Ella quiso pasar sus 50 años en las costas colombianas.
Yo contaba los días para verla, cuadre mis vacaciones, el avión que nos llevaría a esa playa hermosa, todo, pero yo había cambiado mucho, ya sumaban varias frustraciones en mi haber, laborales, sentimentales y mis traumas de siempre.
Cuando vi a Helena la abrace, no lo podía creer, estábamos juntas otra vez, pero…a la media hora tuvimos el primer problema, como siempre por no estar de acuerdo en algo.
Pasamos momentos lindos y apasionados, hacer el amor después de tres años, fue tocar nuevamente el firmamento, además paseamos, reímos, nos contamos tantas pero tantas cosas…
No obstante me ponía muy rápido de mal humor, a veces sin querer arruinaba las cosas, me había prometido ser la persona más especial para Helena, pero su testarudez, su carácter dominante y ese empeño de llevar siempre la contraria, ocasionaban reacciones negativas en mí.
Se acabo nuestro encuentro que duro diez días, Helena se fue a su país. Me sentí muy triste, porque era un viaje para planear nuevamente nuestro futuro, pero en cambio hubo más peleas que momentos lindos, y como siempre el único momento feliz fue en la cama.
Yo no era la misma que cuando me fui la primera vez con ella, ni la misma de hace tres años, debo reconocer que ha llegado la amargura en mi vida, y quizá eso ha cambiado mi interior.
Debo decir que no creo que nadie haga lo que hizo Helena por mi, ni alguien que haga lo que yo hice por ella.
Y sí en nuestro primer intento la ame ciegamente, ella era mi mundo, y en el segundo la ame con precaución y en el tercero la ame con azúcar amargo.
Otra cosa, que aprendí de esta relación, el amor no es suficiente para que dos personas estén juntas, hay demonios que se deben vencer como los traumas, los complejos y las mentiras.
Bueno luego de ese viaje nuestra relación no mejoro, le pedí perdón a Helena por mi actitud, yo solo quería amarla, consentirla y entregarme por completo a ella, pero nuestras diferencias nos ganaron la batalla.
Pasado un tiempo decidimos nos escribirnos más, no pelear más, ella igual que yo, siente un gran vació y nos extrañamos un montón, pero sentimos algo que hace siete años no sentíamos: Paz
En esos siete años conocimos el cielo y el infierno, de lunas de miel pasamos a lunas de hielo.
El amor es un paso hacia el dolor y el dolor abre la puerta al rencor.