Historia de la Doctrina Social de la Iglesia
El origen de la Doctrina Social de la Iglesia: León XIII (1878-1903) y San Pio X (1903-1914)
El nacimiento de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) data de 1891 con la publicación de una Encíclica de contenido social denominada Rerum Novarum escrita por el Papa León XIII. Desde ahí, la DSI recoge un cúmulo de reflexiones de la Iglesia frente a diferentes temas sociales, políticos y humanos.
El contexto histórico del siglo XIX deriva del Pensamiento Ilustrado, que introducía una visión relativista que rechaza la Ley Natural y defiende que solo lo que puede ser demostrado científicamente debe ser acatado (con Rousseau como uno de los personajes destacados). Esto derivaría a nivel económico en el liberalismo económico y el socialismo revolucionario; un marco social en el que existía una división de la sociedad en estratos que desembocaba en abusos a las clases sociales desfavorecidas; y un contexto político en el que existían movimientos contrarios a la Iglesia como la III República Francesa o la oposición a los católicos de Bismark que hicieron que la Iglesia perdiese su influencia.
León XIII es un Papa con una gran producción de documentos, siendo uno de los más destacados Rerum Novarum (los documentos pontificios suelen estar escritos en latín y llevan el nombre de las primeras palabras del texto: las cosas nuevas exigen respuestas nuevas).
Supuso una gran revolución, exigiendo la implicación del Estado en la sociedad (“Estado para qué estás: para regular con justicia y no lo estás haciendo porque te parece muy bien el sistema económico y social que hay”), crítica al capitalismo industrial en defensa de la dignidad y el respeto de los derechos de los trabajadores por los empresarios y criticando el Marxismo (ha surgido en los últimos años una ideología supuestamente liberadora para el trabajador que es el Marxismo”, añade: “no lo libera, lo esclaviza de otro modo, porque parte también de una antropología extraviada, porque niega a Dios y por tanto el hombre no tiene la dignidad de criatura de Dios.”)
En resumen, las ideas más importantes de esta Encíclica son: La objeción al liberalismo y a la solución socialista; la preservación de la dignidad, defensa de los obreros y crítica a la explotación; obligaciones del Estado y exigencia de apoyo a los obreros en sus derechos (contrario a la llamada “Ley de Bronce de los salarios”); y crítica de la vía revolucionaria y defensa del derecho de propiedad.
San Pio X también sigue esta línea de rechazo al relativismo y crítica al modernismo en su obra Pascendi.
Contra los totalitarismos: Pio XI (1922-1939)
El difícil contexto histórico de principios del S. XX que le toca vivir a Pio XI viene determinado por la crisis económica de 1929 y los sistemas totalitarios: el fascismo italiano de 1922 y la llegada de Hitler al poder en 1933 así como el auge del comunismo. En España destacó la República Española seguida de la Guerra Civil en 1936.
Al Papa Pio XI se le puede conocer como el Papa de los totalitarismos, a los que condenó Encíclica tras Encíclica llegando incluso a tener una Encíclica por cada uno de los sistemas totalitarios: Mit Brennender Sorge contra el nacismo (una característica interesante es que fue escrita en alemán pues se dirigía al pueblo alemán y no solo para los cultos que hablasen latín), Divini Redemptoris contra el comunismo, Non Abbiamo Bisogno son algunos ejemplos, y ya para el caso de España está Dilectissima Nobis.
Una de sus obras más relevantes es Quadragesimo Anno (1931) que conmemora los 40 años del Rerum Novarum, que defiende a la población y condena el poder absoluto del Estado sobre la sociedad, suponiendo una crítica contra el capitalismo, marxismo y totalitarismo. En resumen, pretende restaurar el orden social mediante la caridad y la cristianización del orden económico y político.
Considero este fragmento del texto como relevante dentro de la Encíclica: “A cada cual, por consiguiente, debe dársele lo suyo en la distribución de los bienes, siendo necesario que la partición de los bienes creados se revoque y se ajuste a las normas del bien común o de la justicia social, pues cualquier persona sensata ve cuán gravísimo trastorno acarrea consigo esta enorme diferencia actual entre unos pocos cargados de fabulosas riquezas y la incontable multitud de los necesitados”.
La guerra y postguerra: Pio XII (1939-1958)
El difícil contexto histórico al que le toca lidiar al Papa Pio XII viene marcado por dos grandes acontecimientos: La Segunda Guerra Mundial a la que se asocia una crisis económica durante la postguerra y la Guerra Fría a la que se asocia una división del mundo en dos grandes bloques.
Su contexto histórico explica que su aportación adquiera mayor importancia las cuestiones políticas, continuando con la crítica de los totalitarismos (nacismo y comunismo) y defendiendo la democracia como sistema político, siendo la paz su preocupación principal. Ello hace que el Papa comience a hablar de los principios de la doctrina desde una dimensión internacional, recalcando que no somos sociedades cerradas.
A nivel social, probablemente su intervención más importante es el radiomensaje en conmemoración del cincuenta aniversario de la Encíclica Rerum novarum, en el que reafirma la competencia de la Iglesia para intervenir en el problema social y cuyos puntos fundamentales son tres: sobre los bienes materiales, sobre el trabajo y sobre la familia.
San Juan XXIII (1958-1963) y el Concilio Vaticano II (1962-1965).
San Juan XXIII podría conocerse como el Papa del Concilio Vaticano II. Aunque fue mayor en su elección, fue de suma importancia ya que marcó un antes y un después en la historia de la Iglesia con el Concilio, poniendo al día a la Iglesia en el mundo, acercándose a la sociedad de su tiempo y pretendiendo renovar la Iglesia sin perder su esencia. Él convocó el Concilio, pero falleció antes de que terminase y su sucesor, Pablo VI, se encargó de terminarlo.
Dentro de su contexto histórico destaca, por un lado, el incremento demográfico y la llegada del Estado de Bienestar; y por otro la desigualdad entre países ricos y pobres (sobre todo en relación con la aparición de nuevos países debido al proceso descolonizador).
En su obra cabe destacar dos grandes Encíclicas donde trata con gran sensibilidad los temas sociales: Mater et magistra y Pacem in terris.
Mater et magistra (1961) se trata de una actualización de los puntos más importantes de la Rerum novarum y Quadragesimo anno. Tiene una clara dimensión universal, apelando a la colaboración mundial y al bien común internacional. Constata la necesidad de cambios en el mundo y critica la desigualdad, pues al igual que se habla de personas pobres, también se ha de hablar de sectores o naciones pobres.
Podemos resumir los mensajes principales de dicha Encíclica en: Implicación de la Iglesia con el bien común a nivel mundial; Defensa de los derechos de los trabajadores y la propiedad privada así como la necesidad de la participación de los poderes públicos a la perspectiva económica contra la desigualdad; Ratificación del valor de la doctrina social de la Iglesia.
La segunda gran Encíclica es Pacem in terrris (1963), publicada 53 días antes de su fallecimiento. Es una Encíclica dirigida a todos los hombres de buena voluntad en la que el Papa hace una declaración de derechos y deberes naturales del hombre universalmente proclamados, establece los pilares fundamentales para alcanzar la paz (la verdad, la justicia, el amor y la libertad) y promueve a los cristianos a colaborar al bien común universal.
Sin embargo, una de sus más importantes iniciativas fue la convocatoria del Concilio Vaticano II en 1962 con el fin de acercamiento y renovación de la Iglesia a los tiempo modernos. Supuso el comienzo de lo que se denominó la segunda etapa y algunas de sus aportaciones fueron: Cambio a la metodología inductiva (los conflictos sociales se abordaban partiendo de los hechos), la recuperación de la autonomía del mundo siendo este subordinado a la Iglesia con la realización del hombre como fin común o la doctrina como ayuda para la actuación siendo las prioridades de la Iglesia la justa distribución de la riqueza y la defensa de la evolución desde perspectivas teológicas.
Algunos de los documentos de este Concilio son: Gravissimum educationis como declaración sobre la educación cristiana de la juventud o Dignitatis humanae como declaración sobre la libertad religiosa o Nostra aetate sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas o Gaudium et spes como constitución pastoral acerca de la Iglesia en el mundo actual.
Por último, dejo una frase de la Gaudium et spes sobre el bien común que me parece interesante: “La comunidad política nace, pues, para buscar el bien común, en el que encuentra su justificación plena y su sentido y del que deriva su legitimidad primigenia y propia. El bien común abarca el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección.”
Pablo VI (1963-1978)
El contexto histórico de Pablo VI viene determinado por el Concilio Vaticano II, ya que sobre él cae la responsabilidad de aplicarlo cuando este acabase en 1965. Su papado a su vez coincide con la revolución cultural de los años 60 (el Mayo Francés del 68) que manifestaba una visión antiautoritaria. Sus conceptos se resumen en la colonización del hombre, es decir, el hombre está sometido por las instituciones (Estado, policía, Iglesia, familia…). Es un Papa muy implicado con el proceso descolonizador de mediados del siglo XX denunciando la brecha entre el enorme progreso de Occidente y la pobreza del Tercer Mundo.
Los principales mensajes que introduce en sus obras son: Octogesima adveniens en el aniversario de la Rerum Novarum. Se trata de una carta apostólica llamando a la justicia universal en la que trata los nuevos problemas en el mundo (urbanización, consumismo, migración, la juventud y la mujer, etc.). Entre sus múltiples proposiciones destaca la participación de los cristianos en la vida política y económica de sus países ante la imposibilidad de dar con una solución universal.
Populorum prorgessio es, sin lugar a duda, una de sus obras más destacadas en la que habla de la justicia universal y del desarrollo armónico de todos los pueblos del mundo y de la colaboración con la que debe llevarse a cabo. En ella critica la pobreza de las nuevas colonias, así como de los países del Tercer Mundo en contraste con el gran desarrollo económico de los países Occidentales. Se muestra como una invitación a la acción partiendo de la necesidad de una solidaridad universal, no solo la cooperación entre los pueblos, sino también de las personas para conseguir un completo desarrollo humano e integral imprescindible para alcanzar la paz mundial. Este desarrollo integral tiene una doble dimensión, humana y cristiana pues no se entiende en plenitud sin Dios.