Hollywood Como Arma Para Implementar La Ideología Estadounidense
El poder de un Estado puede ser medido a través de distintos parámetros según la óptica desde la que se analice, pero en términos generales un país es considerado poderoso cuando posee una población y un territorio grande, una economía fuerte, recursos naturales, estabilidad social y capacidad militar. En este punto vale la pena aclarar que contar con estos recursos no es suficiente para ser poderoso, ya que los recursos por sí solos, sin una estrategia y liderazgo, pueden ser inútiles.
En el mundo moderno, cada día es más usual la utilización de los medios de comunicación para emitir todo tipo de mensajes persuasivos con fines comerciales, culturales e ideológicos, la utilización del Soft Power que puede ser definido como un poder fundado en influencias intangibles o indirectas como cultura, valores e ideologías, se puede conseguir el apoyo de otros tan solo proyectando una imagen atractiva de sí mismo. De esta manera los Estados observadores que se sienten atraídos o seducidos por los logros, características y/o cualidades de dicho Estado, empezarán a actuar de la misma manera adoptando sus comportamientos. Durante el último siglo la industria cinematográfica estadounidense en Hollywood ha dominado la industria del entretenimiento global, las películas estadounidenses en la actualidad aparecen en más de 150 países, lo cual le da un gran poder a EE.UU. para esparcir su identidad e ideología, además de servir en términos de persuasión, sugestión y poder. Este es el caso del clásico American Dream literalmente el sueño americano, que proyecta una imagen de los Estados Unidos como la tierra de las oportunidades, un lugar donde los sueños de cualquier individuo –sin importar su raza credo o nacionalidad- pueden hacerse realidad solo con esfuerzo y trabajo, Esto es lo que atrae a otros actores a admirar a un Estado dominante y lo que los lleva a alinearse con este y compartir sus valores, la aspiración de compartir esa estabilidad y prosperidad.
El Código Hays ó autoregulador de Hollywood
El código Hays fue un reglamento que rigió las películas estadounidenses desde 1934 hasta 1966, creado por el primer presidente del Motion Pictures Association of America (MPAA) y miembro del partido republicano William Hays, el editor católico Martin Quigley y del sacerdote jesuita Daniel A. Lord. El código se elaboró para preservar la moral de las películas, se trazó una enorme lista de pautas de vigilancia que tenían en el punto de mira el sexo, especialmente, la violencia o la blasfemia. Se prohibían los desnudos, la ingesta de alcohol de manera excesiva, las parejas interraciales, el adulterio y todo comportamiento sexual ilícito. El final de Casablanca es una concesión al código, con Ingrid Bergman desconsolada tras su desencuentro con Humphrey Bogart. Las películas producidas durante este periodo de censura demuestran a los protagonistas como niños en las que las acciones que iban en contra de la moral de la época eran castigadas con la muerte o cárcel, mostraban un ideal en el que cada hombre y mujer debían de aspirar, demostrando que no existían finales felices si se iba en contra de lo que se consideraba correcto.
La segunda guerra mundial y el racismo
Durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se mantenía aislado del conflicto y fiel a sus llamadas reglas de neutralidad, a finales de 1939 una encuesta mostró que menos del 30% de los norteamericanos estaba a favor de que el país entrara en la guerra, dado que consideraban que la intervención en la primera guerra había sido un error y era en gran medida la causa de la gran depresión. Estados Unidos se mantuvo en esta posición hasta 1940 ignorando el veloz avance de Alemania en Europa y del expansionismo japonés en Asia. El 7 de diciembre de 1941 Japón ataca la base militar estadounidense en Pearl Harbor, el Presidente Roosevelt al día siguiente firma la Declaración de Guerra contra el Japón, como consecuencia, la declaración de guerra de Alemania e Italia a los Estados Unidos. Es aquí en donde cine norteamericano juega un factor importante a la hora de persuadir a su población a enlistarse para luchar en el frente exaltando la idea de que la guerra es un conflicto por cuyas causas vale la pena dar la vida, ya no sólo por las ofensas a su país, sino para salvar la libertad del Mundo. En este contexto el Departamento de Guerra de los Estados Unidos a través de la Oficina de Información de Guerra (OWI) convoca a destacados cineastas hollywoodenses a participar en este cometido, compromiso que asumen logrando una muy importante producción de documentales que resultan eficaces y cinematográficamente valiosos, para cumplir su objetivo. Tanto es así que en la décimo quinta entrega del Oscar, se crea la categoría al Mejor Documental, en 1943. Además, durante este periodo se realizan largometrajes de ficción, algunos con una mirada muy aséptica de la guerra .
Los guiones cinematográficos de este período giraban de acuerdo a tres temas: el sacrificio como generador de moral, el enemigo como eje motivador de la lucha y la justificación de un modelo político-social e ideológico. De acuerdo con el Criterio de guerra (Yardstick for War Winkler), las imágenes han de mostrar al pueblo el esfuerzo a realizar en la retaguardia (mujeres trabajando solas o niños recogiendo chatarra) y enfatizar la ejemplaridad de la ciudadanía: se trata de una guerra popular en donde «triunfamos o morimos». Entre estos destacan una serie de documentales de Frank Capra que logra transmitir las ideas de un país sólido dispuesto a los mayores sacrificios. EE. UU. aspira a liderar un mundo más democrático con las ideas de fuerza conocidas: lo que es bueno para los norteamericanos es bueno para el mundo, los aliados luchan una “guerra buena” del hombre libre frente a la brutalidad del hombre esclavo. Certeramente afirma: “Dejad que el enemigo pruebe la justicia de nuestra causa… que nuestra juventud vea los gritos alemanes y la exaltación japonesa para saber que está peleando por la libertad” .
Grandes casas productoras como Disney y Warner Bros también ayudaron a esta causa con cortos animados con el objetivo de inculcar una serie de ideas de contenido antifascista, y, en este caso, específicamente relacionadas con el ultranacionalismo japonés, sus películas sí mostraban imágenes de los propios japoneses, asociados a la idea de “yellow peril” (una metáfora asociada a la raza, que representaba a todos los asiáticos, y que se asoció a Japón en el s.XX). Mostraban al “individuo japonés” de forma completamente estereotipada y negativa. Por ejemplo, el historiador Artur Mardem mencionaba sobre su “puntería mermada por la forma de sus párpados”; y eran frecuentes las referencias a su tamaño y a su lentitud cerebral. Estos elementos, parte de un discurso claramente orientalista y racista.
Guerra fría y la amenaza soviética
Terminada la guerra, el gobierno norteamericano identifica como sus nuevos enemigos a los soviéticos, aliados hasta ese momento y determinantes en el curso que tomó la guerra. Se instalaría definitivamente a partir de este periodo en la sociedad estadounidense una histeria anticomunista sin precedentes, sobre todo en lo que respecta al terror a que la URSS tratara de infiltrarse ideológicamente en la sociedad norteamericana a través de grupos comunistas. A partir de 1947, con la ayuda de los estudios de Hollywood, el gobierno norteamericano plantea la existencia de una complicidad histórica entre lo que llama los dos “totalitarismos del siglo XX”: fascismo y comunismo.
El 25 de noviembre de 1947, diez escritores, directores y productores fueron citados por desacato al Congreso, tras negarse a testificar ante el Comité de Actividades Antiestadounidenses. Amparándose en los dictámenes de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos, los grandes estudios despidieron a aquellos artistas, a los que se denominó “Los diez de Hollywood’, recalcando que no se les volvería a contratar hasta que aceptaran jurar que no eran comunistas. Aquella lista la integraban los guionistas Alvah Bessie, Lester Cole, Ring Lardner Jr., John Howard Lawson, Albert Maltz, Samuel Ornitz, Dalton Trumbo; el guionista y director Herbert J. Biberman; el guionista y productor Adrian Scott; y el director Edward Dmytryk, serían procesados por desacato y sentenciados a penas de entre seis meses y un año de cárcel.
Durante estos años las películas de ciencia ficción tenemos al “otro’ a los alienígenas, identificados con los comunistas como en Los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956) donde se destaca esta frase: “¿Son los ladrones de cuerpos similares a los comunistas deseosos de acabar con la libertad individual?”, un cine social y costumbrista que alaba la vida americana denigrando a su vez la forma de vida soviética, el cine de los cincuentas y sesentas retrata a los ciudadanos guapos, con trajes elegantes, con la familia como eje de vida y una vida más sana, es la generación posterior a la Segunda Guerra Mundial que accede a la Universidad y con ello el descubrimiento de nuevas formas culturales que darán lugar a cambios sociales. La manera más efectiva para crear ese clima anti-URSS fue a través de la inserción de sutiles mensajes en las producciones cinematográficas que sirvieran de propaganda del “american way of life’. La industria del Cine por tanto contribuía al objetivo del Departamento de Estado de que el resto del mundo quisiera “vivir como viven los ciudadanos de EEUU”.
El cine de espías se convierte en todo un subgénero en EEUU que triunfa entre las masas. Ahí sienta sus bases la saga James Bond donde en la mayoría de películas, ‘el malo’ es un soviético o un oriental en alusión al creciente poder de Mao. También se observa en Con la muerte en los talones (1959) donde el personaje de James Mason es un agente soviético. Estos filmes estaban repletos de los rasgos de la personalidad soviética y de la ideología comunista que se quiere estereotipar, la suspensión de las libertades individuales, es decir autoritarismo; la prohibición del uso de imágenes religiosas, es decir ateísmo. Por supuesto insensibilidad, maldad, crueldad y proclividad al consumo de alcohol. Adicionalmente se ven sesiones veladas y explícitas de adoctrinamiento y propaganda antiamericana. Aún siguen existiendo filmes contemporáneos que caen en estos mismos estereotipos tales como K-19: The Widowmaker (2002), dirigida por Kathryn Bigelow.
Durante los setenta la Guerra de Vietnam fue un acontecimiento que cambió el panorama estadounidenses, lo que al principio no era más que un escenario secundario de la Guerra Fría, una guerra civil a la que el gobierno estadounidense había enviado algunos consejeros militares para prevenir que el recién creado país del Sur de Asia cayese en manos de la guerrilla comunista, poco a poco fue cobrando protagonismo hasta el punto de condicionar la vida social y política de los Estados Unidos. El número de soldados enviados a luchar a un país a miles de kilómetros cada vez era mayor, y no se veía que los resultados fueran los esperados. Más bien todo lo contrario. Esto hizo que el movimiento de protesta contra la guerra empezara a crecer desde unos pocos “radicales antibelicistas” hasta formar un fenómeno en el que la mayoría de los jóvenes del país, y prácticamente todos los que de ellos tenían estudios superiores o estaban en la universidad estaba movilizado contra la guerra, preguntándose por qué tenían que ir a luchar a otro país, y si iban a liberar a un país de la agresión comunista o a seguir manteniendo a un dictador corrupto, un ejemplo de esta visión es el filme Forrest Gump (1994) .Hollywood se mantuvo con pocos filmes en el que el tema principal era La Guerra de Vietnam, solo películas como Boinas Verdes (1968),protagonizado por John Wayne pudieron estrenarse durante la década del sesenta, con un argumento y estética similares a las realizadas durante la Segunda Guerra Mundial, con un mensaje unidireccional que no admitía matices.
Si en los setenta la crítica va dirigida a la participación en la guerra, el “¿por qué fuimos?” se convierte en la década siguiente en un “¿por qué fuimos y no terminamos la tarea?”, planteamiento que renace con el gobierno neoconservador de Reagan, tal es el caso de la saga de películas Rambo en donde existe una crítica hacia la sociedad civil que renegó de la guerra y sus heroicos combatientes. Cabe resaltar la representación de la masculinidad que hace Rambo, como otras películas de acción de los ochenta que se verán notablemente influidas por éste, caracterizada por una hipertrofia muscular y el continuo uso de las armas eficaces y diversas –como también lo mostraba Schwarzenegger, Chuck Norris, JeanClaude Van Damme, Bruce Willis, etc., así como una exaltación del poder militar y de la brutalidad.
Rocky IV (1985) es otra película a destacar ya que puede ser calificada como la más propagandística de todas las películas del boxeador ficticio más conocido en el mundo, especialmente si tenemos en cuenta la fecha de su estreno con su contexto histórico, en los últimos años de la Guerra Fría. A parte de suponer un resurgimiento de la amenaza soviética, en Rocky IV el fin de las hostilidades se produce antes, tras vencer Rocky al boxeador producto de la planificación soviética en territorio moscovita. Top Gun (1986), marcó un hito en lo que a la colaboración Hollywood-Pentágono se refiere. En concreto, fue en este caso la Armada la que colaboró mas estrechamente en la producción de la película, debido a un interés por poner fin a la crisis de reclutamiento que sufría desde Vietnam. Prestaron un portaaviones, aviones y pilotos, así como su soporte en las diversas coreografías aéreas. Aunque como condición, se exigía que se registraran los despegues y aterrizajes de los cazas siempre desde el portaaviones, así como también que las escenas de combate se rodasen sobre el océano, con tal de remarcar los aspectos de la Armada.
La guerra contra el terrorismo
Con el fin de la Guerra Fría se re-afirma el carácter de súper potencia de los Estados Unidos que tras cuarenta años de conflicto con la Unión Soviética había acabado con la amenaza comunista. Ahora Estados Unidos contaba con el mejor y más moderno ejército del mundo, era el primer país en llegar a Luna, era un gigante económico, tecnológico y mediático, y no se veía en el horizonte ninguna amenaza al status quo estadounidense. No había sido golpeado en su territorio continental desde hacía un siglo cuando Francisco (Pancho) Villa atacó Colombus (poblado fronterizo) el 9 de marzo de 1916. El expansionismo estadounidense seguía abriéndose camino en todos los continentes y puntos cardinales hasta que casi doce años después de la caída del muro en Berlín, el 11 de septiembre de 2001, sucede un acontecimiento sin precedentes que cambiaría la historia estadounidense para siempre. Dos aviones comerciales secuestrados se estrellaban contra el World Trade Center en Nueva York, un tercero contra las instalaciones del Pentágono en Virginia y un cuarto y último que no llegó a su objetivo se estrelló en una zona deshabitada en Shanksville, Pensilvania. El atentado contra las torres gemelas en 2001 y otras dentro y fuera de los Estados Unidos como los ataques con Ántrax en 2003, las Bombas de Balí (2002), España (2003) y Gran Bretaña (2004) terminan por desatar la llamada Guerra Contra El Terrorismo a través de la Operación Libertad Duradera, una guerra sui generis y sin precedentes, una guerra contra un enemigo invisible, intangible y abstracto una guerra en contra del terrorismo islámico.
Luego de este trágico suceso y el apoyo del presidente George W. Bush (hijo), en las décadas de los 2000 y 2010 se encuentran películas en las que su trama principal gira en torno al terrorismo, Vuelo 93(2006) basada en hechos reales narra la historia de uno de los cuatro aviones secuestrados el 11 de septiembre de 2001 por extremistas islámicos de Al-Qaeda con el fin de realizar ataques terroristas A lo largo de esta cinta los enemigos son representados como fanáticos religiosos, las característica que se le asigna a estos personajes en esta producción es su carácter sanguinario y cruel, en el momento del secuestro del avión utilizan cuchillos, apuñalan a los pasajeros y miembros de la tripulación que no ejercen ningún tipo de resistencia.
Conclusión
Resulta evidente que los medios de comunicación, en este caso el cine, de la misma manera que muchos otros factores, cuenta con la capacidad de generar dichos sentimientos de atracción y admiración en los ciudadanos de algún Estado hacia un tercero. Los millones de espectadores en las salas de cine expuestos una y otra vez a una imagen altruista y heroica estadounidense o a una satanizada del Islam terminarán tarde o temprano por asimilar ésta visión y crear lazos de admiración y afinidad o repudio y rechazo hacia dicha sociedad. El cine crea tensiones entre las naciones. Las acerca o las distancia. Genera reacciones de apoyo o rechazo. Con argumentos fundados o sin ellos, gobernantes hacen declaraciones de principio orientadas a generar reacciones entre la opinión pública.