La Crisis De Chile En 1973 Y El Estado Debilitado
Superar una crisis no es nada fácil y hacer políticas en pro del desarrollo tampoco, siempre habrá ganadores y perdedores, gente que esté a favor o en contra; pero en base a buenas políticas se pueden lograr ambas cosas minimizando el daño subsecuente y dando paso a una etapa de desarrollo de largo plazo.
La tarea realizada por Chile para superar una de las más grandes crisis de su historia y encaminarse a una nueva etapa de crecimiento sostenido no fue para nada sencilla, envuelta en una sociedad fiel a la creencia en que el Estado le solucionará sus problemas, la presión social se hacía visualizar cuando esto no ocurría.
Hacia 1973, Chile sufrió un gran golpe para su economía. Con la victoria en las elecciones presidenciales de Salvador Allende tres años antes e intentando establecer un Estado socialista afianzándose a medios democráticos, el Estado se debilitó en extremo y nada pudo contener la solución militar. Consecuencia de la incapacidad del órgano gobernante para tomar las riendas del país, la presión social se hacía cada vez mayor y se concentraba sobre un Estado debilitado, lo que condujo finalmente a una inflación crónica y al debilitamiento de la tasa de inversión.
Tras el golpe de estado, Pinochet se puso al frente de una sociedad agonizante, seguido por la supresión del sistema político democrático-representativo fundado en la Constitución de 1925 (Tironi, 1990). Con el cambio de gobierno era evidente que un modelo socialista no iba a funcionar, tenían que cambiar. Por aquellos años, un grupo de economistas de derecha denominados los “Chicago Boys”, empapados con un pensamiento liberal con principios básicos del libre mercado se encargaron de tomar la batuta y apoyar al ahora presidente Augusto Pinochet que ya no tenía otra opción dado que los propios militares no tenían la capacidad para hacerse cargo de la economía. Las ideas que proponía este grupo fuertemente influenciados por uno de los economistas más prestigioso de la época, Milton Friedman, encajaban perfectamente en el estilo de los militares.
Los retos eran grandes y la motivación aún mayor, Friedman (1975) se refiere a Chile como un “hombre muy enfermo” y tiene mucha razón en su afirmación, los años setenta fueron un período de transición muy duro para ese país llegando la inflación a alcanzar un nivel de 350% durante el primer semestre de 1973; las causas, aunque variadas, se resumen en la fuerte alza en los precios internacionales del petróleo y a la caída del precio del cobre, la situación se acentuaba aún más con la economía fundamentalmente cerrada y los altos aranceles que presentaba Chile lo cual provocó una caída significativa en el nivel de ahorro e inversión nacional y extranjera por la enorme incertidumbre que existía, lo cual deterioraba aún más la situación de comercio exterior del país; a ello se sumó un proceso de estatización y control de precios y salarios que no hizo más que agobiar a la actividad privada y distorsionar el mercado (Larraín B. & Vergara M., 2001).
Milton Friedman en su visita a Chile en el año 1975 hace hincapié en dos problemas básicos que ese país tiene que enfrentar: el primero es contener la inflación; el segundo, establecer una economía social de mercado vigorosa que permita al país “despegar” en un crecimiento económico sostenido cuyos beneficios sean compartidos por todos los ciudadanos. Friedman (1975) afirma:
¿Cómo puede Chile terminar con la inflación?
Hay un solo camino, solamente uno, ¡Sólo uno! Consiste en reducir los gastos del gobierno. Una reducción del 20 al 25% en los gastos de gobierno es una condición absoluta para terminar satisfactoriamente la inflación. La frase mencionada por este gran economista hace sentido, la inflación es un mal que debe de ser controlado y a niveles tan exorbitantes como se encontraba durante esa época no iba a hacer nada más que empeorar la calidad de vida de los chilenos. El gobierno de turno tenía que solucionar un gran problema y acompañado de los ideales de los “Chicago Boys” implementó una serie de estrategias dedicadas a la liberalización de precios y mercados, a la apertura comercial y a la reducción del tamaño del Estado. Pinochet comenzó eliminando los controles de precios y salarios, derogando las limitaciones a la entrada de particulares a ciertas actividades económicas, y lo mismo ocurrió con el mercado de capitales (Tironi, 1990).
Los aranceles tuvieron una reducción significativa puesto que se encontraban entre los más altos del mundo, junto a la disminución de las limitaciones de entrada de capital extranjero, se favoreció el endeudamiento y la inversión. La reducción del poder del Estado fue una tarea complicada pero necesaria, a través de estatizaciones el Estado había acumulado un gran poder de decisión sobre la economía del país, hecho al que Milton Friedman, liberalista defensor del libre mercado, estaba en desacuerdo, el gobierno militar tenía plena conciencia de que esto era insostenible en el tiempo por lo que emprendieron un programa de privatización que tuvo como resultados la devolución al sector privado de 470 empresas y 14 bancos entre 1973 y 1977 quedando en manos del Estado solo 29 empresas y 3 bancos (Ibañez O., 1984).