La Etica Moral Del Suicidio Asistido

El suicidio asistido es un tema que hoy en día está en boca de todos. Se apela a la dignidad en el morir, al detener el sufrimiento por el que está pasando la persona, entre otros. En lo que nunca se piensa es en lo que este acto puede causar en la persona a la que se le pide llevar a cabo esta labor, en lo que produce en el personal de salud que arduamente han trabajado entregando cuidados paliativos para aliviar a la persona que sufre. También tener en cuenta que es un acto ilegal. 

Frente a esto, el suicidio asistido debe ser rechazado bajo cualquier circunstancia, sea cual sea la situación en la que se encuentra la persona enferma. El quehacer de los profesionales de la salud está regido por un código de ética, donde se explican cuatro principios éticos básicos, dentro de los cuales se encuentra el de no maleficencia. En el caso del suicidio asistido, el paciente solicita a otra persona que intervenga en su ayuda para procurar su muerte. La no maleficencia corresponde al cuarto y último principio de la ética médica y obedece al “primum non nocere” de la práctica médica que se refiere a “primero no hacer daño” e incluye el no arriesgar el daño. 

Bajo este punto de vista, el suicidio asistido no podría ser aceptado bajo ninguna circunstancia, ya que el paciente estaría pidiéndole al equipo de salud que transgreda el principio de no maleficencia, yendo así en contra de sus propios principios y en contra de la ética médica. Muchas veces se habla de practicar un suicidio asistido para que la persona muera digna dentro de su realidad humana. Pero la buena salud del hombre no puede dotar de dignidad su vida, ya que ésta no posee vida en sí misma, sino que es partícipe de ella. De esta forma, la ausencia de salud (enfermedad) no hace desaparecer la dignidad. Esta pérdida es adjudicada al enfermo debido a las reacciones de su familia y la de los profesionales de la salud, provocadas por la apariencia del enfermo. 

El suicidio asistido nunca será un derecho que reclama a la dignidad de morir, ya que el morir con dignidad no debe entenderse como un derecho a ponerle fin a la vida, sino que como un derecho a morir en un entorno digno del ser humano . Esto es, el derecho a vivir humanamente la propia muerte, ya que, al morir, lo único que podría estar sujeto a nuestra libertad es la actitud que tomemos hacia ella . Otras posturas sostienen que la pérdida de movimiento y actividad, de independencia y otras molestias físicas pueden llevar el sufrimiento más allá del dolor, por lo cual, continuar viviendo perdería todo significado y calidad. Se apela aquí a otro de los principios éticos básicos del quehacer de los profesionales de la salud, el del respeto por la autonomía del paciente. Pero son la sociedad y sus leyes los que prohíben llevar a cabo un acto de esta magnitud, junto con la ética clínica que envuelve a los profesionales de la salud en sus actividades. 

Por lo tanto, si el médico no acata la solicitud de suicidio asistido de un paciente, estaría respaldado tanto por la ley como por el respeto al principio ético más básico de los cuatro, el de no maleficencia, dejando de lado el principio de respeto por la autonomía del paciente. Poniendo esto en una balanza, ésta se inclinaría hacia el lado de abstenerse frente a este tipo de petición. El suicidio asistido fue, es y seguirá siendo un tema controversial. Hay posturas firmes y sólidas en contra y a favor sobre el tema. Los médicos deben apelar por unos dignos cuidados paliativos para aliviar así la mayor cantidad de dolencias y malestares que presente un paciente, para que el término de su vida sea tranquilo y sin dolor.

29 Jun 2021
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