La Importancia del Micronutriente de la Vitamina D para Ser Humano
Introducción
Los alimentos que comemos todos los días ofrecen los nutrientes que necesitamos para sobrevivir. Estos alimentos incluyen los macro nutrientes – proteínas, carbohidratos y grasas – que ofrecen calorías, así como funciones específicas en el mantenimiento de la salud. Micronutrientes, como vitaminas y minerales, no actúan como fuente de energía, pero sí sirven para una variedad de funciones críticas para asegurar que nuestro cuerpo funciona de la forma más óptima posible. Se necesitan micronutrientes como vitaminas y minerales sólo en pequeñas cantidades. Se necesitan macronutrientes tales como carbohidratos, proteínas y grasas en cantidades mayores. El cuerpo no puede funcionar correctamente si uno o más nutrientes le faltan. El propósito de este escrito explicar sobre la toxicidad y deficiencias de nutrientes y cómo esas carencias afectan el organismo a través del análisis de dos artículos enfocándonos en la vitamina D. Se analizarán dos artículos que incluyen la vitamina D como tema central, se explica cuál es su necesidad en el organismo y las consecuencias si no se ingiere adecuadamente.
Toxicidad y deficiencias de nutrientes
La dieta alimentaria del ser humano se divide en cinco grupos principales de nutrientes: proteínas, hidratos de carbono, grasas, vitaminas y minerales. Estos cinco grupos incluyen cerca de 50 elementos necesarios para nuestra salud y desarrollo. La cantidad de nutrimentos que se necesitan para mantener la buena salud varía de una persona a otra. La edad, el sexo y las condiciones generales de la salud de una persona hacen que la cantidad necesaria de nutrientes necesarios sea diferente para cada individuo. Cuando la persona no recibe los aportes necesarios de nutrientes esenciales, corre el riesgo de contraer una enfermedad por carencia nutritiva (González-Rodríguez, & Rodríguez-Rodríguez, 2014).
Las enfermedades nutricionales en humanos son trastornos causados por un desequilibrio en la nutrición y entran en una de tres categorías. Las hay causadas por falta de nutrientes, mientras que otras son por exceso de ellos. Uno de los mejores ejemplos de enfermedades por deficiencia nutricional es el escorbuto, una enfermedad donde los huesos pierden rigidez debido a la falta de vitamina C en la dieta. Ocurre a menudo entre marineros que hacen largos viajes y no tienen una nutrición adecuada. Después de cientos de años, se descubrió que comer limas, altas en vitamina C, podría curar el escorbuto.
El exceso nutricional se puede producir por comer demasiado, así como por una ingesta excesiva de vitaminas o no hacer suficiente ejercicio. El resultado más común del exceso nutricional es la obesidad. Ésta se puede dar por consumir grandes cantidades de alimentos altos en grasas. Sin embargo, hay otros factores que pueden entrar en juego, como el embarazo y daño del hipotálamo, que es una parte del cerebro que controla el apetito. Otras causas pueden incluir medicamentos y factores psicológicos, así como desequilibrios hormonales. Generalmente el exceso nutricional se diagnostica con el uso del índice de masa corporal (IMC). Este índice representa el peso de una persona (en kilogramos) dividido entre el cuadrado de su altura (en metros). La gente que tiene un IMC entre 25 y 30 se considera con sobrepeso, y un IMC mayor a 30 indica obesidad.
Otras enfermedades que resultan a causa de la deficiencia nutricional incluyen raquitismo y beriberi, causadas por la falta de vitamina B (tiamina) Otras enfermedades nutricionales son el resultado de componentes tóxicos en los alimentos. Las afecciones por carencia proteínica se producen cuando uno no consume las proteínas necesarias. Estas enfermedades se dan en los países en vías de desarrollo, donde la gente es demasiado pobre para adquirir alimentos ricos en proteínas o donde dichos alimentos son difíciles de encontrar. En general, las carencias proteínicas y vitamínicas se deben a dietas que carecen de algunos de los nutrientes presentes en las verduras y la fruta o en la leche, el queso y los huevos. En algunos casos, los trastornos genéticos o metabólicos o las enfermedades que impiden que el organismo absorba ciertos ingredientes serán la causa de estas carencias (Israeli & Merrick, 2014).
Los elementos tóxicos o venenosos que se encuentran en los alimentos hacen una tercera categoría de enfermedades nutricionales. Los ejemplos naturales de elementos venenosos son los hongos. Por otro lado, pueden ser producidos artificialmente, como contaminantes, pesticidas o fertilizantes. Los elementos venenosos también pueden ser resultado de consumir demasiadas vitaminas y minerales, como aquellos que se encuentran en los suplementos a la venta en tiendas de salud y farmacias. Algunas vitaminas que pueden ser tóxicas si se consumen en exceso incluyen las vitaminas A, B6, C, D, E, niacina y ácido fólico. Los minerales como níquel, arsénico y cromo pueden causar cáncer en algún momento. También, todos los oligoelementos son tóxicos (Whitney, & Rady Rolfes, 2016).
Algunas vitaminas y minerales, que son imprescindibles para la vida, también pueden provocar toxicidad si se toman en exceso, si se combinan con ciertos medicamentos, según la condición física y de enfermedad de quien los tome, o la situación fisiológica que atraviese la persona. Entre las vitaminas, las más problemáticas son las liposolubles A, E, D y K, que por su condición de ser solubles en grasa, se pueden acumular en los depósitos grasos del organismo y generar toxicidad.
Un consumo descontrolado de vitamina A y su precursor natural, el betacaroteno sintético, puede provocar a largo plazo efectos dañinos en los órganos que metabolizan la vitamina A, como el ojo y el hueso. Su uso se generaliza, sobre todo, entre el público femenino y en los meses próximos al verano para potenciar el bronceado. Su consumo en cantidades elevadas durante el embarazo se asocia a un mayor riesgo de malformaciones fetales.
Un consumo elevado y mantenido de vitamina D activa (colecalciferol) puede provocar efectos serios por la elevación plasmática de calcio, con consecuencias severas como elevación de la tensión arterial, calcinosis o calcificación de tejidos blandos como riñones, pulmones o endurecimiento de las paredes arteriales. Al ser la vitamina D fabricada por el propio cuerpo gracias a la acción sobre la piel de los rayos solares, es prudente no tomar complementos de vitamina D durante los meses de verano, cuando hay mayor exposición al sol.
Vitamina D: un micronutriente importante en el ser humano
El papel principal de la vitamina D es la de mantener la homeostasis de calcio y fósforo, preservando así la salud ósea. La vitamina D es necesaria para mantener las concentraciones de calcio dentro de una gama fisiológica estrecho. Esta función es de vital importancia ya que el calcio es esencial para una gran variedad de procesos celular y metabólica en el cuerpo. El primer artículo revisado, “Vitamin D: a critical and essential micronutrient for human health. Frontiers In Physiology”, resalta la importancia de este micronutriente en nuestra salud (Bendik, Friedel, Roos, Weber, Eggersdorfer, Dixon, & Maestro, 2014).
La vitamina D se encuentra naturalmente en solamente muy pocos alimentos. Los alimentos que contienen vitamina D incluyen algunos pescados grasos, aceites de hígado de pescado y huevos de gallinas que han sido alimentadas con vitamina D y algunos alimentos fortificados en los países con los respectivos reglamentos. En cuanto a la ubicación geográfica o la disponibilidad de alimentos la ingesta adecuada de vitamina D podría no ser suficiente en una escala global. La Fundación Internacional de Osteoporosis (IOF) ha recogido los niveles de vitamina D25-hidroxi en plasma en las poblaciones de diferentes países a partir de los datos publicados desarrollo un mapa global de vitamina D. Se reflejan datos mayormente de Europa, Norteamérica y Asia, la información de Latinoamérica y África es sumamente limitada. Entre las conclusiones en dicho mapa el dato más significativo es que los niveles registrados en Europa, seguido por Norteamérica y luego Estados Unidos son los más altos que los registrados en África y Asia/Pacifico. Los envejecientes no institucionalizados registraron niveles más altos, quizás por estar más expuestos al aire libre. El grupo de envejecientes institucionalizados, sin embargos son los de más alto riesgo para tener deficiencia en vitamina D (Bendik, Friedel, Roos, Weber, Eggersdorfer, Dixon, & Maestro, 2014).
La deficiencia de vitamina D está ligado a consecuencias graves en el desarrollo del niño, causando la mineralización incompleta del hueso y en el adulto que representa en perdida de osteomalacia. Los autores señalan que en los últimos años el conocimiento acerca de la vitamina D y sus implicaciones han extendido mucho más allá de su papel clásico en la salud ósea en cualquiera de los campos de la investigación básica, así como en los experimentos en humanos. En particular, las pruebas de la función de la vitamina D para reducir el riesgo de fracturas, así como disminuir el riesgo de caerse es convincente. Se ha emitido una declaración de propiedades saludables por la EFSA sobre la reducción del riesgo de la deficiencia en la dieta se hacen recomendaciones de ingesta adecuada de alimentos y suplementos, los cuales se han aumentado significativamente en varios países como los EE.UU. y en Europa (Austria, Alemania, Suiza).
Un número de otros países de todo el mundo también están en el proceso de establecer nuevas recomendaciones de ingesta dietética. Estos informan que, en promedio, una ingesta diaria de 600-800 UI la vitamina D parece ser necesario para satisfacer las necesidades fundamentales del cuerpo humano. Los autores terminan diciendo que se requieren más estudios humanos para conocer aún más sobre los niveles requeridos de esta vitamina para ser beneficioso para la salud humana. En el futuro, también será necesario aplicar más, explorar e invertir en nuevos, innovadores y tecnológicos avances en la investigación de la vitamina D para comprender los mecanismos subyacentes por los cuales vitamina D ejerce tantos efectos en el cuerpo humano, el cual es el conocimiento necesario para el propósito de obtener y asegurar la óptima la salud pública a través de la nutrición (Bendik, Friedel, Roos, Weber, Eggersdorfer, Dixon, & Maestro, 2014).
El segundo artículo revisado, “Vitamin D and thyroid disease: to D or not to D?”, se centra en el papel de la vitamina D en enfermedades de la tiroides y cáncer de tiroides La evidencia reciente ha demostrado que la vitamina D puede tener también un papel en una variedad de trastornos no esqueléticos tales como enfermedades endocrinas y, en particular diabetes tipo 1, diabetes tipo 2, enfermedades suprarrenales y el síndrome de ovario poliquístico. Así también, muchos estudios apuntan a un papel de la vitamina D en el desarrollo de enfermedades autoinmunes de la tiroides (AITD), que ha sido también demostrado en animales (Muscogiuri, Tirabassi, Bizzaro, Orio, Paschou, Vryonidou, & Colao, 2015).
Los bajos niveles de vitamina D también se han asociado con la enfermedad de la tiroides, tales como la tiroiditis de Hashimoto. Del mismo modo, se encontró que los pacientes con enfermedad de Graves reflejaron tener una disminución de las concentraciones de vitamina D-25-hidroxi. Se ha reportado que la deficiencia de la vitamina D se fomenta la tumorigénesis de la tiroides. Los investigadores concluyeron que, aunque existen varios hallazgos que apoyan el papel de la falta de vitamina D en la patogénesis de enfermedades de la tiroides, actualmente no hay directrices disponibles a favor o en contra de recomendar la vitamina D la suplementación en la prevención o tratamiento de la enfermedad de la tiroides, fuera de las recomendaciones de la Sociedad de Endocrinología. Estos recomiendan, sin embargo, que, debido a la escasez de estudios de intervención, se necesitaran más ensayos clínicos antes de hacer recomendaciones basadas en la evidencia (Muscogiuri, Tirabassi, Bizzaro, Orio, Paschou, Vryonidou, & Colao, 2015).
Conclusión
Cada uno de nosotros es diferente. Un alimento puede ser un alérgeno para una persona, pero puede que otra lo asimile perfectamente. Todos necesitamos elementos nutricionales para una buena salud: vitaminas, minerales y ácidos grasos entre otros factores nutricionales, luz y agua. Sin embargo, es importante que estemos conscientes de lo que comemos y como lo comemos. Hemos visto que la carencia o el exceso de nutrimentos pueden ser perjudicial a nuestra salud. Un buen balance en nuestra dieta minimiza o elimina la posibilidad de contraer enfermedades. También es importante velar que nuestras ingestas de alimentos guarden los más altos niveles de calidad. Sabemos que hay toxinas presentes en nuestro entorno que puede de una forma u otra introducirse a nuestros cuerpos a través de lo que ingerimos. Así que es importante cuidar que nuestros alimentos estén libres de toxinas.
La vitamina D es un micronutriente que todos necesitamos para poder mantener una adecuada asimilación de calcio. Existen como hemos visto una variedad de enfermedades que pueden o están relacionadas con las deficiencias de la Vitamina D. En nuestra dieta diaria se debe incluir alimento y suplementos que aseguren que nuestro cuerpo reciba lo necesario para mantener la vitamina en los niveles recomendados.
Referencias
- Arasa Gil, M. (2005). Manual de nutrición deportiva. Barcelona: Editorial Paidotribo.
- Bendik, I., Friedel, A., Roos, F. F., Weber, P., Eggersdorfer, M., Dixon, K. M., & Maestro, M.
- (2014). Vitamin D: a critical and essential micronutrient for human health. Frontiers In Physiology, 51-14. doi:10.3389/fphys.2014.00248
- González-Rodríguez, L. G., & Rodríguez-Rodríguez, E. (2014). Situación en vitamina D y
- estrategias para alcanzar las ingestas recomendadas. Nutrición Hospitalaria, 3039-46.
- Israeli, S., & Merrick, J. (2014). Food, Nutrition and Eating Behavior. New York: Nova Science
- Publishers, Inc.
- Muscogiuri, G., Tirabassi, G., Bizzaro, G., Orio, F., Paschou, S. A., Vryonidou, A., & Colao, A.
- (2015). Vitamin D and thyroid disease: to D or not to D? European Journal of Clinical
- Nutrition, 69(3), 291-296. doi:10.1038/ejcn.2014.265
- Whitney, E.N. & Rady Rolfes, S. (2016). Understanding nutrition. Boston: Cengage Learning