La Influencia Familiar en un Adolescente Autor de una Agresión Sexual
Introducción
La familia representa un papel principal en el desarrollo y prevención de conductas delictivas en la adolescencia. Por otra parte las conductas violentas y delictivas de los adolescentes constituyen dos importantes índices de conducta antisocial.
Los problemas de conducta tienen su origen principal como el producto de la interacción entre la persona y su entorno. En la adolescencia la familia es el entorno social más importante y a través de ella se interpretan experiencias ocurridas en otros entornos como pueden ser la escuela o la sociedad en general.
La familia es el punto de confluencia de factores de riesgo y protección en relación a actos y conductas que pueden llegar a ser delictivos. Pero las aportaciones de la familia en lo relativo a la formación de los adolescentes también puede tener un componente negativo y con ello deteriorar el desarrollo psicosocial de sus integrantes más jóvenes.
Desarrollo
Los padres son una herramienta de socialización y deben realizar continuos ajustes en la conducta de sus hijos. Una familia que haya ejercido una dejadez de funciones con aportaciones negativas hacia sus componentes adolescentes puede influir en el comportamiento de un joven que haya cometido una agresión sexual y varios robos de la siguiente manera. Para llegar a este desenlace, anteriormente y durante un periodo bastante prolongado en el tiempo, en la etapa de crecimiento del niño o niña tiene que haberse dado algunos de los episodios (o todos) que a continuación se relacionan:
- Una falta de disciplina familiar donde no se ejerce el rol de la figura paterna adecuadamente (autoritaria o negligente), lo cual acaba produciendo a largo plazo el rechazo paterno.
- Falta de cariño, sin cohesión familiar y sin comunicación.
- Violencia familiar, malos tratos, discusiones de pareja.
- Familias monoparentales, desorganización familiar y distanciamiento, precariedad laboral.
- Antecedentes penales de los componentes familiares (delitos sexuales y delitos contra el patrimonio), vínculos con demás actos delictivos. Esto produce, lleva a la aceptación e imitación del delito por parte de los menores.
Se producen carencias afectivas, miedos, rechazos y muy frecuentemente traumas que acompañan a los niños durante el resto de su vida. Se acaban produciendo unos problemas de conducta que tienen su origen en, la falta de comunicación entre padres e hijos, siendo este otro factor relevante asociado con las conductas violentas y delictivas de los hijos.
Si la familia del joven que comete los delitos mencionados, es un “hogar autoritario”, probablemente, este chico tenga graves problemas de autoestima, haya sufrido castigos físicos como medida disciplinaria, se sienta inseguro e infravalorado y sea incapaz de resolver conflictos además de haber fracasado escolarmente. Todo este coctel de problemas con casi toda probabilidad le impide asimilar las normas sociales y es el caldo de cultivo, para construir una personalidad violenta y agresiva y acabar cometiendo delitos como una agresión sexual o delitos contra la propiedad. Si sus padres son demasiado autoritarios, seguramente este joven haya desarrollado conflictivos internos, es muy irritable, rebelde y desconfiado; por su parte, los padres permisivos, pueden ser la semilla para unos hijos impulsivos y agresivos. El castigo físico en la infancia está muy vinculado con los delitos de agresión sexual.
Pero debemos plantearnos otra hipótesis a raíz del ejemplo indicado, porque si la familia del joven que comete los delitos, en vez de tratarse de un hogar autoritario, se trata de un “hogar negligente”, con un modo parental permisivo, este joven probablemente a llegado a cometer estos delitos abocado por sus problemas de autoestima, ansiedad y depresión al ser una persona dependiente, poco obediente, con dificultad en la interiorización de valores, escasa motivación y con bajo nivel de control de sus emociones e impulsos. Y si ha sufrido algún tipo de maltrato, ya bien sea físico o psicológico en la infancia, esto tiene una estrecha relación con los autores de delitos sexuales que posteriormente cometen los jóvenes después de haber sido víctima de ellos.
La familia de este joven ha influido en su comportamiento delictivo porque seguramente lo ha educado y criado en un ambiente donde no se han interiorizado las normas sociales en él, puede que en esta familia el delito tampoco se viese realmente como algo reprochable. Si las implicaciones afectivas de los padres hacía este hijo hubiesen sido otras, probablemente habrían sido un dique de contención frente a los impulsos que puede sufrir cualquier adolescente para trasgredir las normas y cometer delitos.
Es más que evidente que los lazos afectivos familiares son elementos clave de protección frente al desarrollo de conductas delictivas y violentas, ya que favorecen que el adolescente interiorice un mayor sentimiento de responsabilidad de sus propios actos. La familia del joven que ha cometido los delitos probablemente le habrá ofrecido muy pocas muestras de amor, comprensión y cariño, ya que todo esto habría producido una nula o escasa participación de este adolescente en conductas delictivas y violentas. A pesar de que, como ocurre en todos los hogares con adolescentes, en algún momento aislado se hubiesen dado episodios de estrés y conflictos familiares.
El ambiente familiar del hogar del joven, que ha cometido los delitos de robo y agresión sexual, no debe haber tenido un clima familiar saludable y probablemente no ha habido un buen canal de comunicación entre el adolescente y sus, aumentando así el grado de conflicto entre ellos. Los hogares con comunicación sinceros, fluidas, confiadas y abiertas entre sus miembros, desarrollan un factor de protección frente a la implicación en conductas delictivas y la ruptura de normas sociales y escolares (Buist, Dekovic, 2004).
En la familia de este adolescente probablemente se han dado muchas de las carencias que hemos descrito y le ha formado una personalidad en la cual el delito es aceptado y visto como algo normal. Es un medio para conseguir un fin que le hace sentirse bien. Los actos delictivos cometidos por adolescentes son más frecuentes de lo que pensamos. Según un estudio elaborado por, Terrie Moffitt, de la Universidad de Duke, en Estados Unidos (2018), el 90% de los adolescentes en algún momento de su vida comete un acto ilegal. Pero quienes suelen reincidir y cometer los actos más graves suelen ser los que han tenido una educación deficiente en su infancia, tienen falta o ausencia de referentes familiares o probablemente han sido víctimas de abusos, como seguramente el caso del joven del ejemplo del presente trabajo.
Debemos suponer que los problemas de comunicación entre las figuras paternas de este adolescente eran algo más que evidente en la familia. La relación con la madre puede haber influido negativamente en la cantidad de apoyo que el adolescente percibe de su padre. Esto incrementa notablemente el nivel de riesgo para el desarrollo de conductas violentas y delictivas. Hay una relación bidireccional entre los problemas de comunicación familiar y los problemas de conducta en los hijos. La comunicación negativa influye en el desarrollo de conductas delictivas y violentas y estas conductas, a su vez, se convierten en un estresor ante el cual los padres pueden 19 reaccionar negativamente y aumentar de este modo los problemas de comunicación familiar (Estévez, Musitu y Herrero, 2005; Jiménez, Musitu y Murgui, 2005).
Probablemente, los conflictos familiares que se producían en el seno de la familia estudiada eran resueltos, violencia, agresividad y faltas de respeto en vez de utilizar, el diálogo, la educación, el respeto y la colaboración entre los miembros de la familia para resolver o hablar los problemas.
Conclusión
A modo de conclusión podríamos decir que probablemente este adolescente ha cometido los delitos mencionados porque en su hogar ha habido una serie de carencias que no han favorecido en absoluto que el menor se hubiese apartado del mundo delictivo, como pueden haber sido:
- Falta de congruencia y conflictos entre ambos progenitores, permisividad y tolerancia de una conducta agresiva.
- Falta de afecto, amor y comunicación.
- Estrategias para resolver de manera eficiente los conflictos familiares.
- Positivismo, capacidad de diálogo y negociación.
- Empatía y capacidad para negociar.
- Honestidad, asertividad, comprensión.
- Expresión y comprensión de sentimientos.
- Y sobre todo evitar la violencia física y verbal, así como el maltrato físico y psicológico.
El comportamiento delictivo y violento de este adolescente se relaciona con un “clima familiar negativo” caracterizado por los problemas de comunicación entre padres e hijos adolescentes, además de dejar muy claro la carencia de afecto y apoyo. Todo esto puede haberle dificultado el desarrollo de determinadas habilidades sociales y ser uno más de los ingredientes que le han hecho caer en el mundo delictivo.
La familia es el pilar fundamental en la educación de los hijos, puede prevenir la delincuencia y la violencia de sus miembros adolescentes, aunque esto implica una gran dedicación y atención. Los padres deben ser flexibles pero autoritarios, cercanos pero no amigos de sus hijos. Deben implicarse en la educación de sus hijos y estar atentos ante las señales de desviación que puedan producirse en los hijos. Todo esto probablemente le ha faltado al adolescente del presente trabajo. Aunque también es justo decir, que en menor caso, a veces por muchos esfuerzos que podemos realizar los padres, algunos hijos se acaban desviando igualmente.
Puede ser también que la familia de este adolescente, a pesar de haberlo intentado, careciese de las herramientas, recursos y apoyos necesarios y adecuados para lograr reconducirle, no pudiendo evitar su desviación hacia el mundo delictivo.