Minería En Argentina y Su Impacto Negativo en el Medio Ambiente

INTRODUCCIÓN

Hoy por hoy, el impacto ambiental generado por la mega minería es tema de debate en diversos ámbitos sociales. A lo largo de los años la irresponsabilidad y la falta de conciencia por parte de las organizaciones económicas que se encargan de manejar este sector, han impactado en el ambiente de forma negativa.

Entre los principales impactos se encuentran el deterioro de la corteza terrestre, la contaminación del agua, el agravio de a la flora y fauna del entorno próximo a la explotación minera, sin mencionar los efectos nocivos en la salud humana de las poblaciones próximas a la mina aunque en ocasiones estos efectos pueden extenderse en el tiempo y las regiones.

La minería a cielo abierto es una industria generadora de innumerables impactos ambientales, visuales, humanos y culturales, fundada en la explotación de recursos no renovables encontrados bajo la corteza terrestre, su grado de impacto dependerá directamente del mineral que se pretenda extraer.

Existen diversas técnicas para practicar esta actividad, una de ellas es la aplicación de químicos para la lixiviación del terreno mediante el uso de cianuro, mercurio y ácido sulfúrico, estas sustancias son altamente toxicas y se encargan de disolver los compuestos indeseados, con el objetivo de obtener los minerales que se desean extraer de la tierra, se ejecuta en extensas áreas de terreno, se crean cráteres de grandes diámetros y se van profundizando a medida que se avanza en el proceso.

DESARROLLO

La minería a cielo abierto en la Argentina.

Se le llama minería a cielo abierto al proceso de explotación minera que no es realizado en galerías subterráneas, sino en la superficie de la tierra. Para esto, se remueve gran cantidad de tierra con maquinaria y explosivos, creando inmensos cráteres que en promedio miden 100 hectáreas y alcanzan de 200 metros a 800 metros de profundidad, aproximadamente. A menudo se construyen rampas espiraladas para que facilitar el transporte de los camiones con el mineral desde el fondo del yacimiento. Los cráteres se agrandan hasta que la empresa deja de explotar el yacimiento por disminuir su rentabilidad.

En Argentina, la explotación minera comenzó en la década de los noventa, por parte de empresas extranjeras que obtuvieron la concesión del sector. Actualmente se halla en expansión y mueve un volumen importante de dinero, del cual el estado recibe solo el 3% de los ingresos.

La Ley de Inversiones Mineras, el Código de Minería, el Acuerdo Federal Minero y la Ley de Protección Ambiental fueron creados para garantizar las inversiones de numerosas multinacionales, a las que se recibió con los brazos abiertos aún cuando habían sido acusadas de contaminar en sus países de origen. En 1993 se aumentó la cantidad de terreno de exploración minera por persona a 100.000 hectáreas y un año después se liberó a las empresas mineras de pagar impuestos por importaciones.

En el reportaje Contaminación y minería publicado el 29 de enero de 2012 el escritor y economista argentino Antonio Elio Brailovsky menciona: “la gran minería no hace una gestión integral de sus residuos peligrosos: simplemente los acumula”. Es así como los contribuyentes terminan pagando durante largo tiempo la limpieza de los desechos mineros, cuando las corporaciones a menudo extranjeras no son obligadas a cubrir los gastos.

A partir de la difusión de esta información y las manifestaciones de los movimientos sociales que resisten y rechazan la instalación de proyectos de minería a gran escala en Argentina, siete provincias poseen leyes que limitan o prohíben la actividad. Las leyes vigentes en Chubut, Córdoba y Mendoza, poseen fallos que ratifican su constitucionalidad por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el primer caso, y por los máximos tribunales de sus provincias para los otros dos.

En mayo de 2009 el diputado Rodolfo Canini presentó un proyecto contra la minería a cielo abierto en Zapala. A raíz de esto se realizó una marcha en apoyo a la actividad minera, en la cual hubo una amplia participación del sector minero y del sector educativo perteneciente a esta actividad. Según los defensores en Zapala hay aproximadamente unas 244 mil familias que viven directa o indirectamente de la minería, siendo la única actividad industrial que posee una legislación de protección ambiental.

En 2008, en Córdoba, la Asociación Obrera Minera Argentina AOMA organizó una manifestación similar tras la prohibición de la minería a cielo abierto. Esta vez el argumento de fue el beneficio económico que otorga la explotación minera, y los muchos puestos laborales que se pierden cuando las empresas se ven obligadas a retirarse.

Sin embargo, cabe aclarar que los proyectos que prohíben este tipo de minería, en realidad prohíben la utilización de materiales venenosos durante su proceso.

Emprendimientos Mineros S.A. una empresa China, desarrolló un proyecto de explotación de cobre en Campana Mahuida, territorio donde vive la comunidad Mapuche Mellao-Morales. Al saber esto, tanto dicha comunidad como la asamblea popular de Zapala entraron en alerta, considerando que la empresa pone en riesgo la salud de la población por intereses económicos. El 21 de mayo del 2009 miles de personas marcharon por la ciudad de Neuquén en protesta contra la explotación minera. Entre los manifestantes hubo organizaciones ambientalistas, agrupaciones políticas y gremios. Según Rodolfo Canini, solo existen tres policías mineros en Neuquén, por lo cual los controles ambientales no pueden llevarse a cabo como deberían.

En la provincia de Jujuy, dos días más tarde, hubo un caso similar: agrupaciones de vecinos se manifestaron en Tilcara contra la minería a cielo abierto en la quebrada del Humahuaca y presentaron un petitorio para su prohibición al gobernador Walter Barrionuevo.

Los procesos industriales sobre los que se basa el tan mentado “progreso” necesitan de una gran cantidad de minerales para satisfacer las demandas de productos cuya necesidad fue generada en el consumidor por las empresas que los producen y venden. Tan cierto es eso, como que los altísimos niveles de consumo de un pequeño porcentaje de la humanidad, están destruyendo las formas de sustento y el medio ambiente de la otra parte, que generalmente es la que vive en las áreas impactadas por la minería.

Debido a sus impactos, la minería es una de las actividades más contaminantes realizadas por el hombre. Por lo que debe ser controlada estrictamente en todas sus etapas, desde la prospección y explotación hasta el transporte y procesamiento. En muchos casos, control estricto significaría sencillamente prohibición de la actividad minera en la zona.

Sin embargo, durante la última década hubo cientos de accidentes graves donde el protagonista fue el cianuro. Esto se debe principalmente a que hasta el momento en muchos casos este control se ha dejado en manos de las propias corporaciones mineras, algo absolutamente absurdo.

Incluso el control en manos de los gobiernos es insuficiente, teniendo en cuenta el poder económico y político que las corporaciones mineras han demostrado tener sobre ellos. Se debe entonces recurrir a la sociedad en su conjunto para que participe directamente en este control, como única forma de equiparar fuerzas.

Desde un punto de vista legal las empresas que explotan recursos naturales no deberían ser extranjeras o en su defecto deberían ser mayoritariamente formadas por capitales nacionales, por lo que para realizar esta actividad, deberían estar afectadas a pagar impuestos, además para realizar la extracción de minerales deberían respetar el ambiente evitando todo tipo de contaminaciones o daños al mismo.

Por otra parte, desde el punto de vista moral las empresas mineras no deberían valerse de hechos de corrupción para realizar esta actividad cuando las mismas no cumplen con los estándares establecidos por la ley, esto se nota cuando no hacen nada por reparar el ambiente que se ha visto dañado en la extracción de minerales, como es el caso de la mina Varadero en la provincia de San Juan la que vertió agua con cianuro a los ríos sanjuaninos. 

Extracción a cielo abierto y lixiviación con cianuro

Con la explotación superficial la actividad destruye ecosistemas a lo largo de kilómetros, además, para separar los minerales valiosos del resto, se utilizan químicos venenosos que se esparcen por el ambiente, provocando todo tipo de envenenamientos (por metales pesados, arsénico o cianuro) y enfermedades.

También existe el peligro de los gases que se liberan durante los procesos de minería y del conocido ‘drenaje ácido’ (la acidificación del agua). A continuación se detallan dos procesos de extracción de minerales altamente contaminantes y dañinos contra el medio ambiente y las personas.

• En la extracción de uranio se utiliza un proceso que se denomina lixiviación con ácido sulfúrico (500 litros de agua por segundo) al entrar este en contacto con las vetas de mercurio, se libera gas Radón y otros derivados radiactivos.
• En la extracción de oro se utiliza el proceso de lixiviación con cianuro, que produce daños ambientales a largo y corto plazo, entre otras razones por los desechos de cianuro que se filtran y pueden acabar contaminando ríos subterráneos (en ocasiones incluso han envenenado afluentes cercanos).

La megaminería a cielo abierto posibilita la recuperación de metales como el oro y la plata de yacimientos sumamente pobres y de baja calidad. La lixiviación de cúmulos está caracterizada por los bajos costos y la capacidad de procesar grandes cantidades de material por medio de enormes maquinarias, toneladas de productos químicos y millones de litros de agua.

Para desprender el oro de la piedra se utiliza cianuro de potasio, una sustancia sumamente tóxica. La exposición a este químico afecta considerablemente la salud humana. El contacto a dosis altas perjudica principalmente al cerebro y al corazón porque evita que las células reciban oxígeno, causando el coma e insuficiencia respiratoria que lleva a la muerte.

El polvo originado por la disgregación de las rocas compuestas por minerales oxidables o metales pesados es dispersado por las explosiones. Las partículas de materiales son arrastradas por el viento durante los procesos de transporte o a través de las redes fluviales subterráneas provocando la destrucción y alteración de la vegetación en el área, así como de las superficies de cultivo.Las partículas arrastradas por el viento o el polvo en suspensión contaminan las aguas en la superficie, mientras que los residuos y cenizas deterioran la calidad de las aguas profundas.

La reducción del nivel de agua en el entorno de la mina en forma controlada implica la desecación de pozos en los alrededores y el hundimiento del terreno, los suelos circundantes suelen quedar erosionados, estériles y desecados.

Los animales silvestres frecuentemente mueren al entrar en contacto con los estanques de cianuro, tras la destrucción de su hábitat no logran subsistir y se ven desplazados. También hay mortandad de los peces que habitan ríos y lagos por los efectos que tiene esta sustancia sobre sus branquias.

La presencia de una mina a cielo abierto, puede destruir áreas de potencial turístico, bienes culturales, sitios religiosos e históricos de las comunidades aledañas. En algunas poblaciones surge la confrontación entre las personas que quieren una fuente de empleo, aunque sea temporal y riesgosa, y los que consideran mayormente las afectaciones a su salud por las enfermedades respiratorias y del sistema nervioso, así como los daños a sus viviendas y al medio ambiente. Además que los derrames y las filtraciones con aguas residuales ocasionalmente llegan a arroyos y pozos que albergan agua para consumo de las comunidades, de los animales domésticos y silvestres.

Las medidas de recuperación toman mucho tiempo, son muy costosas y no está garantizado su éxito. Mientras que las excavaciones realizadas pueden convertirse en vertederos urbanos o depósitos de residuos tóxicos donde incendios latentes sin llama contaminen el medio ambiente con malos olores y gases tóxicos durante años.

A menudo empresas extranjeras itinerantes se desplazan a países en desarrollo en busca de yacimientos para su explotación donde hay una regulación flexible y un control mínimo. Las Mineras que llevan su producción al exterior y exportan sus ganancias, cuentan con la posibilidad de irse del lugar donde se asentaron sin recibir controles estatales, dejando tras de sí devastación y contaminación sin resarcir los daños que sus acciones han provocado. Mientras que el beneficio para la población es mínimo y temporal y donde los perjuicios y la destrucción son duraderos.

CONCLUSIÓN

A lo largo de las últimas dos décadas la minería en la Argentina atravesó un proceso de crecimientonotorio, alcanzando niveles de expansión territorial, producción y exportaciones. Este crecimiento, podemos decir, qué ha sido pagado por la sociedad con el deterioro del medio ambiente, de nuestros recursos naturales más valiosos, y con la vida de miles de animales y especies vegetales qué desaparecieron por la destrucción del suelo.

Si las leyes cumplieran su rol, y fueran utilizadas realmente para establecer límites y proteger a la población, si las empresas mineras tuvieran mayor empatía y conciencia ambiental, se podría evitar buena parte de los impactos de la minería a cielo abierto, pero justamente por la impunidad con la que operan, es que estas empresas mal reguladas por la ley no se responsabilizan por los daños que ocasionan.

Estas condiciones provocadas por la intervención de empresas multinacionales afecta a los valores ya vigentes en nuestra sociedad.

Frente a esta situación debe tenerse presente que la Argentina no es un país de tradición minera en términos de economía minera a gran escala, pero si un país rico en su diversidad de bienes comunes, los cuales, deben protegerse y defenderse a favor del bienestar social y de la futura generación.